En L’Odeur de la Papaye Verte, Mui es una niña que llega a la ciudad para trabajar como sirvienta en una casa. La muerte, años atrás, de la hija menor de la familia hace que el padre se sienta culpable, y ese drama arruina la relación con su mujer. El hombre para evadirse escapa constantemente de casa con los ingresos de una pequeña mercería que sostiene la precaria economía del hogar. Mui, al mismo tiempo que trata de afrontar sus obligaciones de sirvienta sufre el acoso de Tin, el hijo menor de la familia. Pero Mui mantiene una pasión secreta por Khuyén, un compositor joven, rico y soltero, que de vez en cuando visita a la familia. Diez años más tarde, convertida Mui en una mujer de belleza salvaje, va a trabajar con Khuyén y a su lado comenzará para ella una vida más digna y esperanzada.

Cámara de Oro y Premio de la Juventud (Festival de Cannes 1993)

Mejor Ópera Prima (Premios César 1993)

  • IMDb Rating: 7,4
  • Rotten Tomatoes: 100%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

En el Vietnam de mediados del siglo XX, una niña campesina de diez años, Mui (Lu Man San), deja su familia para ir a servir de criada en una casa de la ciudad. En esa casa extraña, orientada por la vieja sirvienta Ti (Nguyen Ahn Hoa), desarrollará sus conocimientos de cocina y hogar padeciendo la tortura de un chiquillo travieso empeñado en desbaratar sus tareas… Los tres hijos de la dueña viven el drama de contar con un padre que abandona constantemente el hogar familiar. La niña crece y diez años después podemos admirar a una joven bella con intención de casarse.

Para realizar una película de entidad no es necesario contar con un cuantioso y monumental presupuesto. Esto se demuestra en sencillas producciones como L’Odeur de la Papaye Verte, una obra maestra escrita y dirigida por Tran Anh Hung.

El colorido, el diseño y disposición de los jardines, la riqueza en el arte de la gastronomía, el aroma de la fruta que alardea de su belleza, las escenas tan sensuales de la protagonista cuando se asea con gracia y serenidad…cada plano está filmado a conciencia y se retratan las costumbres como en una bella pintura plena de luz y profundidad que penetra incluso en el alma de cada protagonista mediante una interpretación excelente y un guión bastante cuidado. Su belleza capta el secreto escondido de las cosas en imágenes tan cotidianas y naturales como unas zapatillas, la brisa que mueve las mosquiteras de la ventana, bajo la curiosa mirada y la inocente sonrisa de Mui.

Se consigue reflejar la dura vida de muchas mujeres vietnamitas que luchan para sacar adelante su familia, las diferencias sociales, la progresiva contraposición entre mundo rural y urbano, así como el difícil papel de la mujer en esta sociedad, aunque en el trasfondo reside un drama familiar aún mayor y Mui llegará a ser considerada como una hija más. La estructura, el tempo, su banda sonora tan original, oriental y romántica, las escenas tan reveladoras incluso en momentos de silencio, logran dotar de grandeza y exquisitez a esta obra de arte, que finaliza de modo pausado y sereno.

Esta película es una gran belleza oriental realizada con mucho talento artístico, con momentos magistrales como las escenas aromáticas de gastronomía, la preparación de la papaya verde, la timidez y cortejo en silencio, y la decepción amorosa bajo la lluvia que cae sobre las hojas de las palmeras mientras escucha esa música impetuosa y romántica interpretada en el piano. (Santiago Galván C. – alohacriticon.com)

Delicada obra artística del joven director vietnamita Tran Anh Hung, uno de los cabezas de fila del nuevo cine del Lejano Oriente. Este notable realizador, de 31 años, emigrado y formado en Francia, ha dado una lección fílmica con L’Odeur de la Papaye Verte, su opera prima, la cual ya es la más firme candidata para el Oscar de Hollywood a la Mejor película extranjera de 1993. Hung demuestra que sabe hacer cine de veras: con una narrativa intimista y llena de sensibilidad, cuidando cada toma -abundan los primeros planos y de detalle-, sabe transmitir al espectador hondos sentimientos y sugiere ricas connotaciones ideológicas que van más allá de la simple anécdota del relato. La interpretación de su esposa y de la niña-protagonista son también notables, así como la creación de tipos y personajes secundarios. De ahí que el film emocione estéticamente al espectador cultivado, quien asimismo se deleitará con el ritual pausado y ceremonioso que resulta su visión.

Ha sido rodado en Vietnam y en estudios franceses, con un presupuesto de 18 millones de francos. Ante todo, el autor de L’Odeur de la Papaye Verte ha querido rendir un sentido homenaje a su madre -a quien dedica la película- y “a las muchas mujeres vietnamitas que han vivido igual que ella, convirtiendo sus gestos en una manera dulce de servidumbre, aceptando los sacrificios y haciendo de ellos un modo espiritual de existencia. Y es que, en un momento, esta sumisión se ve trascendida por el amor (…). Así -continua Hung- critico también a ese tipo de hombre débil, común entre la clase media y alta de Vietnam; los que no hacen nada, los que sólo esperan ser servidos por sus mujeres”. Con todo, el film no tiene ningún tono feminista ni político -y tampoco dialéctico-, sino que capta la idiosincrasia de un pueblo sin ofrecer juicios apriorísticos, dejando libertad al espectador intelectual para la reflexión. A tal fin, juega con la simbología de esa fruta típica denominada papaya verde, cuya planta no se encuentra en los jardines sino en la huerta. “El papayo -dirá el realizador y guionista- representa una metáfora perfecta de la relación hombre/mujer en Vietnam.

En el jardín está el hombre, ocioso, saliendo y entrando libremente, viviendo a sus anchas. En el huerto, la mujer, siempre encerrada en su interior del hogar y en el patio interior, sin poder salir de su confinamiento”. Su aire tiernamente poético, exento de cualquier concesión, hacen del primer largometraje de este asiático triunfador en Occidente -Tran Anh Hung, ¡apuntemos su nombre-! un film que vale la pena visionar. (Josep Maria Caparrós – contraste.info)