Atrapada en la granja aislada de su familia, Pearl debe atender a su padre enfermo bajo la amarga y dominante vigilancia de su devota madre, deseando una vida glamorosa como la que ha visto en las películas. Precuela de X  centrada en los orígenes del personaje de Pearl.

Mejor Director y Mejor Actriz en el Festival de Sitges 2022

  • IMDb Rating: 7,4
  • RottenTomatoes: 82%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

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Ti West nos ofrece la precuela de su anterior filme, X, a menos de un año de su estreno con tal de aprovechar a la maravillosa Mia Goth en una obra que busca el contraste entre lo idílico del cine clásico y la cruda realidad de los sueños frustrados.

Lo que desconocían aquellos despreocupados pornógrafos era que el lugar al que acudían a rodar sería una trampa mortal, y sus ancianos anfitriones un buen par de lunáticos. El resto, como en cualquier película —porno o de terror—, os lo podéis imaginar. Ahí lo dejaba X (2022), la cinta que estrenó Ti West hace tan solo unos meses y que cosechó elogios tanto dentro como fuera del redil de los amantes del género. Los motivos ya los especificamos en su momento pero intuimos que a West le sobraban razones para sentirse orgulloso de su obra incluso antes de perpetrarla porque mientras la gestaba ya ideaba la forma de expandirla y así ahondar en su peculiar historia. Como si de gemelos se tratase, del mismo cordón umbilical del que se nutrió X surge Pearl a modo de precuela de su hermana donde se narra la historia de juventud de Pearl, aquella anciana desequilibrada que acechaba a los lujuriosos muchachos que se asentaban en su granja. Todo para mostrarnos que sus tendencias homicidas y su carácter vengativo son cosas que, bueno, ya venían de lejos.

Según el propio West esta obra surge directamente de sus conversaciones con la actriz Mia Goth acerca de uno de los dos personajes que interpretaba en X —recordemos que aparte de dar vida a la protagonista también se colocó varios kilos de maquillaje encima para hacer de Pearl— y cómo este podría haber construido su patológica personalidad. Así Pearl se nos presenta como una historia de origen en toda regla que busca dejar al descubierto las taras que padecen sus personajes ya de serie, como profundizar en el desarrollo de las motivaciones y la percepción sesgada de alguien maltratado por su entorno. Cabe decir que el esfuerzo que pone Mia Goth por construir un personaje interesante e interpretarlo con tanta sinceridad es algo abrumador y casi excepcional viniendo de un slasher. De hecho, argumentaríamos que su interpretación —llena de claroscuros poco contrastados y contradicciones tonales— justificaría el visionado de esta película sin temor alguno a estar perdiendo el tiempo. Pero Pearl no solo comparte similitudes en fondo con X. Ya que si la obra primigenia nos ofrecía una suerte de remix muy estudiado que mezclaba el horror con la pornografía de los setenta, Pearl trata de concebir una nueva mezcla basada en terror y aquellas obras recatadas e inocentes del cine clásico protagonizadas por Judy Garland o Julie Andrews. En este ejercicio de contrastes, West una vez más da muestras de su sensibilidad especial y del cariño obvio que profesa hacia el material del que toma referencias. No solo a nivel formal, sino también de entendimiento del mismo. Como si se dedicase a teñir todas las baldosas amarillas de sangre, Pearl ahonda en el pesar de una generación de mujeres sumida en las promesas de un futuro mejor que nunca llega, mientras su presente se va pudriendo aguardando a la mesa, junto con su pasado. El león, el espantapájaros y aquel tipo de hojalata bien pueden esperar sentados.

Al haberlas estrenado en el mismo año y tener tanto en común la pregunta es casi irremediable: «¿es Pearl mejor o peor que X?». Pues ante todo es diferente. Y opinamos que eso ya es un mérito destacable teniendo en cuenta que ambas obras comparten el mismo director, similar equipo creativo e incluso varias de sus localizaciones. Sin embargo, si bien X formulaba su terror en base a la incógnita o lo inesperado, dejando muchos huecos que fomentaban el interés y la tensión, Pearl tiende a volverse demasiado explicativa por momentos y resulta quizá excesivamente explícita en su contraposición de lo idílico de lo imaginado con lo crudo de la realidad. Su monólogo final tal vez sea una buena muestra de ello a la par que da fe de la enorme altura interpretativa de Mia Goth. Como veis, nada es blanco o negro. No nos jactaremos en seguir buscando fallos formales a una obra que, desde luego, tiene ciertas carencias pero sin duda constituye una excepción a la norma dentro del género actual. Ya sea por su desarrollo de personajes, por sus homenajes al cine del que tanto y con tanta pasión bebe o por simplemente mostrar interés en contar una historia que engloba preocupaciones reales de gente del ayer o incluso del ahora, no cayendo en la trampa del efectismo barato o el discurso simplista. Pearl, como ya dice su nombre, es una joya. Una pequeña, agrietada a golpes y bañada en estiércol. Pero una joya a fin de cuentas. (Luis Glez Rosas – Cintilatio.com)