Polytechnique se basa en los testimonios de los supervivientes del drama ocurrido en la Escuela politécnica de Montreal, el 6 de diciembre de 1989. La película cuenta los hechos a través de los ojos de Valérie y Jean-François, dos estudiantes cuya vida dio un vuelco cuando un hombre entró en la escuela con la idea de asesinar al mayor número de mujeres posible.

Mejor Película canadiense Premio Genie 2009

  • IMDb Rating: 7.3
  • RottenTomatoes: 85%

Película / Subtítulo (Calidad 720p)

 

Denis Villeneuve se inspiró en los testimonios de los estudiantes sobrevivientes para reconstruir la masacre acaecida en la Escuela Politécnica de Montreal en 1989. Uno de los sucesos más oscuros y trágicos de la historia de Canadá, en el que un joven armado con un rifle separó por sexos a los estudiantes de la institución y asesinó indiscriminadamente a catorce jóvenes, dejando también un buen reguero de heridos a su paso.

Polytechnique es enfocada a través de los puntos de vista de estos tres personajes, utilizados para mostrar el impacto que produjo la masacre en sus vidas. El director se aleja de cualquier intención de introducirse en la psique del asesino para tratar de hacernos comprender su situación personal, o indagar de manera superficial en los motivos que llevaron a este individuo a perpetrar tan absurdo y sangriento acto; otorgando poca trascendencia al verdugo y centrándose más en las víctimas. Un aspecto que no implica que su presencia esté siempre en el ambiente. El primer tercio de Polytechnique se ajusta casi por completo a la perspectiva del asesino, mostrando su última noche antes del suceso. Sin embargo, el director prescinde de otorgar la popularidad que buscaba este individuo con su despreciable acción, y lo presenta articulando muy pocas palabras (salvo en el oscuro momento en que pide separar por géneros a las víctimas en el aula donde empieza la sangría), aunque le escuchemos en una breve voz en off al comienzo del relato, colocada con la intención de que nos enteremos qué decía su nota de suicidio. Esa renuncia a otorgarle voz y a verle interaccionando con otros personajes también repercute en la evidente renuncia de buscar las causas de sus actos.

Polytechnique es un breve (dura apenas setenta y tres minutos) e inquietante relato, atorado de tristeza, fatalidad y brutalidad. Tal y como hizo Gus Van Sant en Elephant (cinta con la cual tiene bastantes puntos de conexión), Villeneuve utiliza un marcado aire documental, colocando la cámara con ángulos distintos durante la misma secuencia para mostrar la perspectiva de cada uno de los estudiantes durante el suceso. También comparten una puesta en escena similar para mostrar el caminar de los personajes en los pasillos. No es la única coincidencia con el excelente filme de Van Sant. El ritmo también es deliberadamente tranquilo, aunque el autor canadiense lo presenta con mayor minimalismo, si cabe; gracias a la escasa presencia de diálogos para desarrollar las pequeñas historias que convergen. Sin necesidad de hacer una presentación de los personajes, el director consigue darnos pequeñas anotaciones de su carácter mostrando acciones de su vida cotidiana. Para ello, sin olvidarse del triste suceso en la parte central, dedica buena parte del tiempo a lo que ocurrió antes y después de la masacre.

Polytechnique involucra a cualquier espectador porque le traslada a un suceso universal que puede sucederle a cualquiera en un espacio público, aunque este tipo de acontecimientos, lógicamente, acostumbre a repetirse con más asiduidad en lugares donde se puede acceder a las armas con mayor facilidad. El asunto de la misoginia está presente en todo momento en la fragmentada narración (hay varios saltos en el tiempo), pero siempre está expuesto sin pretender incidir en la relación con la masacre (uno de los tres protagonistas es una estudiante de ingeniería que está luchando para vencer las cortapisas con las cuales se encuentra en una profesión dominada mayoritariamente por hombres, y sale indignada por las preguntas en la entrevista de trabajo). Una conexión que solo se hallaba en la mente de un enajenado personaje, para quien cualquier mujer que estudia en ese centro era una activista feminista. Un individuo que lleva sus fobias hasta las últimas consecuencias, siguiendo la execrable tradición de este tipo de personajes de hacer “algo grande” cuando han decidido dejar de pertenecer al mundo; en lugar de acometer un suicidio silencioso.

Destaca el excepcional tratamiento de la tensión en la parte central de Polytechnique, aunque el espectador sepa de antemano (si es un asiduo de las noticias nunca olvidará este hecho luctuoso) cómo va a acabar la historia, dotando de una inquietud profunda a la narración cada vez que el estudiante que busca desesperadamente auxiliar a las víctimas abre una puerta. El sonido de los disparos y su eco permanecen en la memoria, y las imágenes perturban sobremanera, aunque estén expuestas con la sutileza y el buen gusto antes citados; amparada en el uso de un excelso blanco y negro, acompañado de la portentosa puesta en escena habitual en el director canadiense, con sus delicados movimientos de cámara flotante, innovadoras tomas, y talentosos juegos de luces, para incidir más que nunca en el realismo, pero con un atractivo enfoque onírico y lírico. Como suele suceder en estos casos, la elección del blanco y negro otorga a la narración una atmósfera más desasosegante, a la vez que tranquilizadora, por la ausencia del rojo de la sangre, aunque no deja de resultar inquietante la exposición de los charcos de sangre oscura mezclada con el reflejo brillante del suelo blanco. También hay una pequeña licencia visual muy atractiva, utilizada de forma simbólica, que une el charco de sangre del asesino con el de una víctima.

Polytechnique expone las diferentes formas que hay de afrontar un trauma de estas características. Los dos estudiantes sufren una desazón que marca sus vidas, pero lo llevan de un modo completamente diferente (mientras que la chica, a duras penas, trata de seguir con su vida, el chico no consigue superarlo). A pesar de la tristeza que acompaña en todo momento al filme, finalmente, Villeneuve otorga un canto al optimismo en el discurso final de la joven sobreviviente redactando una carta a la madre del asesino. Una situación algo trillada y sentimental, pero que ayuda a generar una sensación de esperanza en un relato marcado por el dolor, con la moraleja de que para superar un suceso de estas magnitudes hay que mirar hacia adelante, por muy complicado que parezca.