En Profondo Rosso, un compositor inglés presencia en Roma el brutal asesinato de una médium, e inmediatamente trata de localizar al sádico asesino.

Mejor Director en el Festival de Cine Fantástico de Sitges 1975

  • IMDb Rating: 7,6
  • RottenTomatoes: 96%

Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

 

“A veces, lo que vemos realmente y lo que imaginamos, se mezcla en la memoria como un cóctel en el cual ya no puedes distinguir los sabores”.

Marcus Daly (David Hemmings), un pianista británico de jazz afincado en Roma que es testigo ocular del brutal asesinato de una conocida vidente, inicia por su cuenta una investigación para descubrir la identidad del asesino.

Si iniciásemos el infructuoso debate en torno a cuál es la mejor película del director italiano Dario Argento, casi con toda seguridad dos serían los títulos que se disputarían semejante honor: Profondo Rosso y Suspiria (sin olvidar a Ópera, 1987) , ambos realizados en el breve intervalo de dos años, entre 1975 y 1977. El primero de ellos, el que nos ocupa y por el que yo votaría, muy posiblemente constituya la cima del giallo, ese subgénero italiano precursor del cine gore que mezclaba el thriller psicológico con el cine de terror, que tanto éxito comercial obtuvo durante la década de los 70.

Profondo Rosso es un giallo maestro de principio a fin; un prodigioso ejercicio de virtuosismo técnico y tensión narrativa sólo apto para paladares exquisitos aficionados a lo fílmicamente macabro. Pocas obras cinematográficas aúnan de manera tan magistral el suspense y el horror. Si acaso Psycho, de Alfred Hitchock; aunque la película de Argento sea mucho más violenta y explícita que la masterpiece del autor británico. El rojo del título inunda la impactante secuencia de apertura en el teatro, y borbotea del cuerpo de cada una de las víctimas en las sofisticadas escenas de asesinato de esta frenética ópera de sangre.

Durante la secuencia de títulos de crédito iniciales, y a modo de prólogo, Argento nos “muestra” en un plano fijo un crimen perpetrado fuera de campo. La escena resulta especialmente turbadora y escabrosa por transcurrir en Navidad y por la canción infantil que suena de fondo. Un enorme cuchillo de cocina manchado de sangre y unos zapatos de niño entran en el encuadre antes del fundido en negro. Finalizan los títulos de crédito, que funcionan aquí como eficaz elpipsis temporal. Han pasado los años. Ahora la cámara del realizador romano, ejerciendo de punto vista subjetivo, introduce a los espectadores en un teatro donde tiene lugar una conferencia sobre parapsicología. La invitada estrella es Helga Ulmann (Macha Méril), una reconocida vidente alemana con inusuales poderes extrasensoriales. Mientras departe sobre la materia, Helga advierte al foro de la presencia en la sala de alguien con pensamientos asesinos. Alguien que ha matado en el pasado y que volverá a matar. La vidente, visiblemente conmocionada, llega incluso a presentir su propio asesinato a manos del misterioso criminal que la observa. Asesinato que se producirá poco tiempo después, en el interior de su apartamento, y del que Marcus Daly, vecino de la víctima, será testigo sin llegar a reconocer los rasgos del verdugo. Tan sólo que lleva una gabardina marrón. Estos primeros minutos de metraje suponen todo un ejemplo de tensión y suspense.

A lo largo de la película, la cámara de Argento se mueve con su habitual ampulosidad y destreza dentro de una puesta en escena barroquizada y atmosférica. Destacando el uso de planos secuencia, de planos detalle y del punto de vista subjetivo.

Además de la secuencia inicial y el posterior asesinato de la vidente, al menos otras dos escenas formarían parte de un hipotético “The Best of Dario Argento”: las de los truculentos crímenes de la escritora y del profesor Giordani. Argento es probablemente el único cineasta que ha sido capaz de convertir el más brutal de los asesinatos en arte cinematográfico. Profondo Rosso, casi una obra maestra. (Ricardo Pérez Quiñones – EsculpiendoElTiempo.com)