Renfield es el torturado asistente del vampiro más narcisista de la historia: Drácula. Renfield se ve obligado a procurarle víctimas a su amo y hacer todo aquello que este le ordene, por inmoral que sea. Pero ahora, tras siglos de servidumbre, Renfield está listo para descubrir si hay vida lejos de la alargada sombra del Príncipe de las Tinieblas. ¿El problema? Que no sabe cómo romper esa relación de dependencia.

  • IMDb Rating: 6,7
  • RottenTomatoes: 79%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El tráiler de Renfield mostraba un montón litros de sangre, tiros a ritmo de Creep de Radiohead y humor estilo What we do in the Shadows con Nicolas Cage como el auténtico y verdadero Conde Drácula, y la película, que se estrena el 14 de abril, da exactamente lo que dejaba ver ese primer adelanto. Dirigida por Chris McKay, tras la espectacular Tomorrow’s War, esta apuesta de Universal deja ver más del humor referencial que mostraba en Batman Lego.

A partir de un guion de Ryan Ridley (Rick & Morty) basado en una idea original de Robert Kirkman, creador de The Walking Dead, esta comedia de terror está protagonizada por Nicholas Hoult como el torturado asistente de Drácula, quien se ve obligado a procurarle víctimas a su amo y hacer todo aquello que este le ordene, por inmoral que sea, conformándose como la secuela oficial más bizarra del cine de terror, ya que es, a todos los efectos, una continuación directa de Drácula (1931) de Tod Browning.

Aquella era una producción Universal, y así lo deja claro su alucinante prólogo, que nos pone en situación reproduciendo la textura y momentos más míticos de la película con Bela Lugosi. A partir de ese primer encuentro, tras siglos de servidumbre, Renfield busca descubrir si hay vida lejos de la alargada sombra del Príncipe de las Tinieblas, pero no sabe cómo romper esa relación de dependencia con «el vampiro más narcisista de la historia», una aproximación al personaje que recuerda a la que tiene Nandor en la serie What we do in the Shadows

En realidad, aquel era una codificación de Vlad el empalador, el Drácula de la vida real, y que además hace lo propio con su asistente Guillermo. Renfield reimagina esa relación abusiva entre vampiro y sirviente según la dinámica de la serie de Taika Waititi tomando prestados descaradamente detalles e incluso momentos concretos de algún capítulo, como el grupo de encuentro de ayuda o la denominación del tradicional ghoul como «familiar».

El Renfield de Nicholas Hoult se plantea como un superhéroe monstruoso ambivalente, dejando apuntes de lo que podría haber sido Morbius, pero aquí es imposible no relacionar su personaje con el zombie que interpretó en la simpática Warm Bodies (2013), otro acercamiento de gran estudio al género con un enfoque impersonal y de consumo perecedero que, como esta resultan estrenos anecdóticos y coyunturales.

La influencia de Hong Kong en el cine de Hollywood actual hace que la acción de Renfield, inseparable del impacto de John Wick en la cartelera, acabe pareciéndose por convergencia a la de la saga Mr. Vampire, con vampiros volantes y elementos del wuxia incorporados a una traducción del horror gótico como espectáculo de comedia física de saltos y personas volando no siempre por una lógica sobrenatural. De hecho, el film de McKay mejora cuando se entrega al desparrame splatstick más exagerado.

Hay un par de buenas secuencias con luchas sangrientas y decapitaciones, alternando, eso sí, una perezosa sangre digital con algunos maquillajes grotescos poco usuales en producciones de gran estudio. Sin embargo, se cohíbe de más en su apresurado clímax, que deja con la miel en los labios. Y es que en el fondo Renfield quiere ser otro tipo de comedia, una con bastantes aciertos, como el casting de Akwafina, pero que se acaba enredando demasiado en su tesis del narcisismo tóxico y la codependencia.

A veces, la idea central se hace bola, una broma demasiado alargada y redundante que mejora mucho cuando Cage hace su show mamarracho y se pierde cuando se atasca en charlas de psicólogo o un romance que no acaba de arrancar ni funcionar. Para bien o para mal, Renfield juega en la liga de comedias de terror como las que los directores John Landis y Wes Craven hicieron en los 90, ubicando a vampiros en entornos urbanos, e incluso mezclando con cine negro y mafia, al estilo Innocent Blood o Vampire in Brooklyn.

La diferencia es que, mientras aquellas tenían una producción impecable, esta tiene un acabado formal desganado, con una tosca fotografía digital y una música genérica acompañada por canciones anacrónicas que resultan especialmente pochas cuando la película quiere hacerse la graciosa a costa ska, provocando más cringe generacional que risa. Al final esos detalles no son tan importantes, porque la película se ha concebido y se recordará como la película con Nicolas Cage como vampiro de verdad.

El actor cumple el sueño febril de su personaje en Vampire’s Kiss ofreciendo de nuevo un recital histriónico, exagerado y teatral que cuaja bien con el tono de parodia del conjunto. Renfield es una gamberrada llena de gore explosivo, con tropos de las buddy movies de los 80-90 y un montaje ágil que hace que sus 90 minutos pasen volando, confirmando una tendencia de Universal de obras de perfil bajo y calificaciones R sin remilgos como Violent Night y Cocaine Bear a las que están dando una oportunidad en multicines, pese a parecer pensadas para el mercado streaming. (Jorge Looser – Espinof.com)