En Seules les Bêtes una mujer desaparece. Después de una tormenta de nieve, su coche es descubierto en una carretera en dirección a un pueblo remoto. Mientras que la policía no sabe por dónde empezar a investigar, cinco personas parecen estar ligadas a la desaparición. Y cada una de estas personas tiene su propio secreto que ocultar.

Premio del Público y Mejor Actriz en el Festival Internacional de Tokio 2019

  • IMDb Rating: 7,0
  • RottenTomatoes: 93%

Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en español)

 

“Cuando estás enamorado, no puede pasarte nada malo”. Esto no es exactamente así en Seules les Bêtes, el sexto (y aplaudido) largometraje del director franco-germano Dominik Moll, que inauguró la 16ª edición de la Giornate degli Autori del Festival Internacional de Cine de Venecia (del 28 de agosto al 7 de septiembre). Cinco historias desequilibradas y amor disfuncional, donde los que se aman también se hieren mutuamente (al contrario de lo que dice una anciana en la película), componen este thriller tenso y bien construido que empieza con la desaparición de una mujer, Evelyne (Valeria Bruni Tedeschi), una noche de tormenta en una fría región rural de Francia.

Seules les Bêtes es una adaptación del director y Gilles Marchand de la novela homónima y multipremiada del escritor francés Colin Niel, publicada en 2017. La película de Moll mantiene la estructura original de cinco capítulos, uno por cada personaje. A medida que aportan diferentes puntos de vista sobre la misteriosa desaparición, los capítulos también revelan historias y personajes cada vez más sorprendentes: desde los desolados paisajes nevados de la meseta de Causse Méjean hasta las abarrotadas calles de Abiyán, Costa de Marfil; pasando por Internet, conversaciones con extraños, cambio de identidad y crueles decepciones.

A su manera, Alice (Laure Calamy), Joseph (Damien Bonnard), Marion (Nadia Tereszkiewicz), Armand (Guy Roger “Bibisse” N’drin) y Michel (Denis Ménochet) son idealistas que sueñan con escapar de su vida cotidiana y buscan el amor en relaciones reales o imaginarias. El espectador descubre progresivamente lo que los mantiene juntos; cada nuevo segmento aclara más las cosas y añade algunos elementos. Los detalles del argumento no se revelarán aquí para no estropear la sorpresa.

El misterio en torno a la desaparición de Evelyn es el hilo conductor que une la trama, pero Seules les Bêtes se centra principalmente en los secretos inconfesables de sus personajes, que son el reflejo de nuestra sociedad contemporánea y de la desigualdad económica. Desde la relación turbia entre un trabajador social y su cliente hosco y taciturno (que, al principio, parece sospechoso) a la atracción fatal entre una mujer y una chica mucho más joven. Además, la película también se traslada a otro mundo, el de los jóvenes africanos ávidos de dinero que ven la explotación del hombre blanco como único recurso, con la complicidad de los chamanes, cuyos rituales tribales bendicen y favorecen sus actividades ilegales.

El encuentro de ambos mundos, lejanos pero conectados por las nuevas tecnologías, es el punto fuerte de este thriller global. Es un viaje emocionante a través de diferentes culturas, relaciones peligrosas y el lado oscuro del deseo, donde el amor es una trampa de la que uno escapa con los huesos rotos. (Vittoria Scarpa – CinEuropa.org)

En una fría mañana en Minnesota, la jefa de policía Marge Gunderson se coloca un café caliente entre sus guantes mientras observa un coche volcado fuera de la calzada. Su compañero le comunica que ha habido un triple homicidio. Mientras inspecciona lo sucedido con minuciosidad, contémplanos una Minneapolis enterrada bajo la nieve donde el suelo y el cielo no se distinguen en color. Esto ocurre unos cuantos minutos después del inicio de la estrambótica y genial Fargo, de los hermanos Coen. Dominik Moll homenajea intencionadamente a la obra de culto de los noventa y sitúa la acción en un paisaje remoto en el sur de Francia donde los bosques están completamente teñidos de blanco. Hogar de agricultores y granjeros, un lugar en donde hay quilómetros de distancia entre casa y casa y en donde la mayor compañía de un hombre puede ser su mascota o su ganado. Pero aunque cinematográficamente su acercamiento a Fargo sea indiscutible (véase también el parecido entre los carteles promocionales de ambas películas), lo cierto es que la historia está basada en la novela de Colin Niel bautizada con el mismo nombre.

Alice, la protagonista de la primera historia, encuentra por casualidad un coche mal apeado fuera de la calzada. Al horizonte solo se vislumbra una extensión de nieve e incertidumbre. Los primeros respiros del filme parecen tomar el desvío clásico del cine de intriga, pero enseguida advertimos una fractura en cinco partes que recrean cinco historias diferentes; la desaparición y el crimen existen, pero las formas de contarlo cambian. Con una narrativa complementaria y accesoria, intenta explicar los motivos azarosos y las conexiones que los protagonistas tienen con lo sucedido.

A medida que vemos las historias de los cinco (o más) personajes involucrados, nos vamos adentrando en el relato de una forma desestructurada, e incluso pasamos del paisaje francés remoto y capado por la nieve a un barrio africano donde el sol y la manga corta poco tienen que ver, en apariencia, con los sucesos. Nosotros, como espectadores, tenemos el privilegio y, gracias a la forma de contarlo del realizador, de ser testigos desde las alturas de todo lo que ocurre y del por qué chocan fortuitamente todos estos personajes entre sí. Es una vista de pájaro, divina, diría, la que Moll nos invita a acceder, pues somos testigos de todos los puntos de vista posibles.

Dentro de esta amalgama de sucesos que se van dando la mano minuto a minuto, cada personaje de la historia tiene sus propios anhelos interiores que hacen avanzar la historia hacia un drama endiabladamente entretenido. Cada historia tiene una carga emocional que cobra vida por si sola y se independiza de su cordón umbilical, dejando que los pequeños detalles e incidentes desemboquen en un mismo punto. Es meritorio ver como Moll se las arregla para enlazar todo el puzle y como crea la tela de araña para dar a entender aquella famosa frase: “el aleteo de una simple mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo”.

Externamente lo apreciamos de esa forma y aplaudimos su estructura, pero, ¿qué hay dentro de Seules les Bêtes? Pese a que se trata el tema del adulterio, la búsqueda de la felicidad mediante lo material, el deseo o el tema de la incomunicación, todo esto dividido entre los diferentes personajes de las cinco historias, hay dos temas recurrentes que unen internamente y de manera emocional a todos sus protagonistas independientemente de que se ubiquen en la helada Francia o en la calurosa Costa de Marfil: la incomunicación y la soledad. ¿Por qué, si no, un hombre dormiría todas las noches junto a un cadáver?

Está claro que en la obra de Moll contiene mensaje, el único inconveniente es que la capa de hielo de su narrativa es tan compacta, que lo peor que le puede suceder es que el resultado final quede congelado bajo su ficción. Es una película atrapante desde el minuto cero, su forma de contar nos hace ver todos los movimientos y, gracias al montaje, volvemos a las mismas historias desde punto de vistas diferentes, no solo estéticamente, sino desde la subjetividad de otro protagonista que, minutos atrás aparecía como un hueco que aparentaba no tener mayor importancia. Y así se completan 120 minutos de una película que va hacia atrás y hacia adelante, que va tapando agujeros argumentales mientras se las arregla perfectamente para hablar de relaciones prohibidas, del deseo, de las esperanzas depositadas en el amor y de la soledad. Como bien reza en una de sus frases que bien podría aparecer en su cartel promocional: el azar es superior a todo. (Daniel Urquijo Santana – ElEspectadorImaginario.com)