Shame trata sobre Brandon, un joven y apuesto neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su agitada vida sexual. Obsesionado con el sexo, se pasa el día viendo revistas pornográficas, contratando prostitutas y manteniendo relaciones esporádicas con solteras de Manhattan. Un día se presenta en su casa, sin previo aviso, su hermana menor Sissy con la intención de quedarse unos días en su apartamento.

Copa Volpi al Mejor Actor y Premio FIPRESCI (Festival de Venecia 2011)

Mejor Director y Mejor Actor (Festival de Sevilla 2011)

Mejor Actor (British Independent Film Awards 2011)

Mejor Actor (Asociación de Críticos de Los Ángeles 2011)

Mejor Montaje y Mejor Fotografía (Premios del Cine Europeo 2012)

  • IMDB Rating: 7,2
  • Rottentomatoes: 78%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

Netflix ya se instaló como una forma de visionado fílmico masivo, y entre tanta película desechable que nos ofrece esta plataforma streaming, existen algunas imperdibles golondrinas que afortunadamente hacen verano. Es el caso de la película Shame del año 2011, bajo la dirección del británico Steve McQueen.

En esta película, el cuerpo del actor se adueña de la pantalla de forma completamente devastadora sobre unos espectadores que, tal vez, puedan encontrar algún matiz en este personaje en el que reflejarse de manera profundamente inquietante.

El protagonista de Shame es Brandon (Michael Fassbender), un treintañero con una presencia física imponente, un trabajo incierto pero de éxito, un pequeño y lujoso apartamento en Nueva York, y una vida sexual incesante y devastadora. Al principio el personaje deslumbra y brilla, pero pronto vemos cómo detrás de esa caratula lo único que hay es un profundo vacío y un dolor humano ancestral. El sexo en la vida de Brandon es una respuesta a una gran culpa una válvula de escape, una forma de camuflar su imposibilidad de entablar una sola relación con un mínimo de profundidad y compromiso. Habitan en él los tortuosos entresijos de la soledad y la incapacidad de comunicación y diálogo con el mundo, sin embargo, todo en él y en su entorno parece funcionar y fluir en una tensa perfección.Todo cambia provocando un giro y una inquietud mental en el protagonista el día en que su hermana Sissy irrumpe en su vida nuevamente.

Inestable, confundida y muy sola, la presencia y el precario equilibrio de Sissy (Carey Mulligan) perturban a su hermano hasta el punto de hacerle sentir y traerle de regreso anidados demonios infantiles cargados de culpa, generando así también el único vínculo humano que le queda en su vida. Desde ese momento, su dependencia animal por el sexo -en todas sus formas- se convierte en algo que socialmente debe ocultar, algo que, a los ojos de los demás, le provoca una profunda vergüenza. En un momento Shame, Brandon intenta revelarse inútilmente ante su despiadada y adictiva  naturaleza, confirmando que es incapaz e impotente literalmente, de amalgamar sexo y afecto, penetración, caricias y miradas con una mujer que se disponga hacia él para algo más que una descarga masturbatoria exenta de tarifa. Desde ese momento, su caída en picada hacia las inciertas profundidades del infierno que habita y domina su carne resulta ya inevitable.

Steve McQueen (’12 Years A Slave’), además de excelente director de cine es también un notable guionista; se acerca a la descorazonadora historia de forma envolvente, magnética y más que sugerente. Sus potentes y cuidadas imágenes atrapan al espectador cual si fuéramos furtivos voyeristas, no queremos salirnos de este viaje mental al que nos ha invitado, por más que nos gustaría hacerlo en más de una ocasión ante la incomodidad provocada por la crudeza y su valiente opción de no soltar al protagonista y su carga de dolor ni un solo segundo del lente de la cámara, la que junto a su cuerpo conforman la cárcel perfecta.

McQueen juega en Shame con el montaje en varias secuencias de forma absolutamente brillante consiguiendo momentos de cine prodigiosos. Aquí, la forma es poderosa, robusta y sustantiva cópula de manera prodigiosa y bestial con el contenido, llegando a un orgasmo sublime, logrando así la consistencia de esta notable obra audio-visual. El enfermizo círculo sobre el que gira la vida del personaje protagonista está narrado con fuerza, con una cámara en mano que busca incesantemente y no acaba de encontrar, provocando una desazón claustrofóbica considerable.

La adicción al sexo culmina con una soberbia secuencia prostibularia en trio, en el que la expresión dolorosa de un rostro completamente desencajado, cual si fuese una pintura deFrancis Bacon que alcanza un orgasmo hiriente, lo dice todo sobre la debacle ya no solo personal sino atávica y universal en la que queda sumido el ser humano esclavo de su naturaleza. “Semen y Sangre” titularía este instante algún poeta maldito. El actor protagonista Michael Fassbender (‘Macbeth’, ‘Steve Jobs’), llegado a ese punto, ha hecho una demostración de elegancia, valentía, sutileza y desgarro difícil de olvidar.

La condición humana y su atávica naturaleza excedida y desbordante se enfrentan en este filme cara a cara con la histórica y religiosa imposición cultural adquirida ¿Qué es y dónde está realmente la inmoralidad?

Carey Mulligan (‘Inside Llewin Davis’, ‘Suffragette’) interpreta a su hermana, personaje catalizador de la catarsis que sufre el protagonista. Suyo es tal vez el momento más emocionante y triste de la película: una interpretación del clásico “New York, New York” que queda ya grabada en las retinas y en los oídos como uno de los momentos más gloriosos dados por el cine en mucho tiempo. Sin virtuosismo vocal, casi recitando frágilmente la letra, Sissy desnuda su íntimo deseo de romper la fría celda de invisibilidad y anonimato que la atrapa, dejar de ser objeto mítico del destino, heroína victima del diseño trágico que se ha preparado para ella.

Los hermanos más tarde, sentados de espaldas a cámara en un sofá, viendo en el fondo desenfocado unas caricaturas antiguas en blanco y negro en TV, son el escenario y el encuadre perfecto para que el guion deslice, entre líneas, la génesis prohibida y silente de tanto dolor: dos hermanos unidos trágica e inevitablemente por las cicatrices de una frustrada fuga suicida, permanente y eterna.

Pero el comienzo y la salida están afuera, en la urbe, en el tren subterráneo, en ese mar humano, en estas aguas donde se articula una secuencia de montaje húmeda, eréctil de miradas de soslayo maquilladas y lagrimosas que indican la única salida en la estación de destino de este viaje seductor y doloroso al que hemos sido invitados. Reiniciarlo todo desde esa prisión de la que no se puede escapar: el cuerpo. (Alejandro Trejo – elotrocine.cl).