En Strange Days faltan dos días para la llegada del año 2000 y las calles de Los Ángeles están abarrotadas de gente. Lenny, que ha sido expulsado de la Brigada Antivicio, se dedica a la captación de clientes para venderles unos clips que reproducen las vivencias de otras personas.

  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 73%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Si se pregunta a cualquier aficionado de la ciencia ficción qué es lo que entiende por ciberpunk como género, lo más probable es que lo primero que surjan sean referencias a cuestiones estéticas como coches voladores, personajes con modificaciones cibernéticas o corporales o ciudades de aspecto futurista llenas de hologramas, luces de neón o incluso robots. No obstante, el asociar el género con una estética (por especial que dicha estética sea) ha conllevado que muchas obras que se adscriben a dicho género ignoren las ideas y temas más relevantes del mismo mientras que aquellas películas que sí saben manejar dichos aspectos pero carecen (bien por decisiones creativas o presupuestarias) de dicha estética sean injustamente invisibilizadas. Strange Days (Kathryn Bigelow, 1995), una película que precisamente por estos factores fue infravalorada en su momento y olvidada hasta que, años después de su estreno, fuera recuperada como obra de culto, es en sí misma la explicación de lo que el verdadero género ciberpunk debería aspirar a ser.

Strange Days tiene lugar en un Los Angeles futurista en el que existe una nueva y revolucionaria tecnología que permite grabar y revivir de manera virtual recuerdos que son comprados y vendidos de manera clandestina por individuos como Lenny, un policía retirado que sigue obsesionado con Faith, su antiguo amor, la cual hace tiempo que le ha abandonado para en su lugar mantener una relación con un poderoso empresario musical. Cuando Lenny descubre unas grabaciones que contienen asesinatos de mujeres realizados por un perverso y misterioso asesino, se verá implicado en una conspiración que implicará tanto a Faith como a algunos de los grandes peces gordos de la ciudad, contando únicamente con la ayuda de su fiel amiga Lornette.

Strange Days, lejos de lo visto en otras películas del género, apuesta por una visión del futuro relativamente cercana al presente, sin grandes avances tecnológicos fuera de aquellos en torno a los que gira la trama. Lejos de suponer un problema a la hora de abordar los grandes temas del género, esto permite a la película tomárselos más seriamente y de una forma más cercana al espectador. Uno de los aspectos fundamentales del género es la confrontación entre naturaleza humana y tecnología, y más precisamente los riesgos para la preservación de la primera a consecuencia del crecimiento de la segunda. En esta obra, Bigelow explora el tema a través de la memoria. La tecnología de la película permite revivir antiguos recuerdos y vivir de forma casi permanente en el pasado. Pero esta tecnología también hace que estos recuerdos se terminen convirtiendo en una cárcel que impida a los personajes avanzar. A medida que personajes como Lenny consumen el pasado como si de una droga se tratara, se muestran también incapaces de avanzar hacia su propio futuro. El protagonista de la cinta se aferra a los recuerdos de su ya terminada relación con Faith de la misma forma que un alcohólico se aferra a una botella, pero además, la misma tecnología que le permite sentir un poco de felicidad al vivir en la sombra de su pasado es la que le está impidiendo dejar atrás dicho pasado y permitir que su herida emocional se cierre. La tecnología, por lo tanto, cambio de una felicidad virtual e irreal, consume su espíritu al impedirle pasar por el proceso natural de duelo y superar su pasado.

La parte humana, por el otro lado, viene de su relación con Lornette, la cual es, a diferencia de la que le ofrece la tecnología con los recuerdos de Faith, real y humana, simbolizando por lo tanto su futuro. La capacidad para crear una nueva relación y reconciliarse con su pasado a la vez que sienta las bases de su presente y su futuro es algo que se ve cercenado por una tecnología que, al alterar el funcionamiento mismo de la psique humana y la manera en que esta procesa los recuerdos, le impide avanzar como ser humano y crecer a partir de sus experiencias pasadas, distorsionando por lo tanto su visión del mundo y de sí mismo. Su naturaleza humana, así, se ve alterada por una tecnología que corrompe la misma mente humana. El utilitarismo aparentemente objetivo propio de los avances tecnológicos choca de este modo frontalmente con lo humano y emocional. Porque tener la tecnología de revivir recuerdos de forma virtual puede ser algo que parezca beneficioso sobre el papel, hasta que esto comienza a alterar la propia humanidad de quien es víctima de esta aparentemente beneficiosa tecnología.

Presentar un avance tecnológico que existe a costa del sacrificio de algunos de los aspectos básicos de nuestra humanidad es una de las esencias mismas del ciberpunk, y la película logra manejarlo de una manera que no solo invita a la reflexión, sino que también forma parte del viaje emocional y dramático de los propios personajes. Es quizá en la integración de sus temas más elevados con su narrativa más humana en donde esta película brilla con más fuerza. En apariencia, puede parecer una historia sobre unos personajes que tratan de resolver unos misteriosos asesinatos, pero en el fondo, estamos ante una historia de una persona luchando para proteger su humanidad de una tecnología y un mundo profundamente antihumanista. La película, si bien maneja ideas complejas, no va a tratar de ser pedante mediante reflexiones pretenciosas sobre temas complejos, sino que utiliza a sus personajes como vehículo para explorar esas ideas mientras cuenta una historia aparentemente sencilla. La alteración de la memoria y el impacto de la misma en la percepción propia es una de las grandes piedras angulares del ciberpunk. Este concepto ya se explora en películas como en la muy infravalorada Cypher (Vincenzo Natali, 2002) o incluso en filmes mucho más conocidos como en Matrix (Lilly Wachowski, Lana Wachowski, 1999), pero si en las citadas obras la tesis circula sobre el concepto de transformación de la identidad y de la percepción del yo a través del manejo de la memoria, en el caso de Strange Days estamos ante una lectura diferente de dicha idea, que prefiere centrarse en el impacto que la manipulación tecnológica y, en último término, la mercantilización de la memoria humana puede tener tanto en el individuo como en el conjunto de la sociedad. Si en otras obras ciberpunk la alteración del ser humano se produce a través del transhumanismo y la modificación corporal, en Strange Days esta invasión del cuerpo humano se hace a través de la mente, alterando la percepción humana al permitir vivir los recuerdos de otras personas y por lo tanto desdibujando los límites del individuo y de la precepción propia y ajena.

Otro de los aspectos más filosóficos del ciberpunk que la película sabe manejar es el de la confrontación entre una sociedad alienante y un individuo que trata de recuperar su individualidad. Si bien en los mundos que proponen las películas de este subgénero es habitual que se nos presenten sociedades aparentemente libres, no es menos cierto que dicha libertad suele ser únicamente superficial, estando el individuo sometido a un poder autoritario «blando» que no utiliza las formas clásicas de coerción (como puede ser la violencia) sino que elimina la independencia de los individuos de formas mucho más sutiles, a través del condicionamiento social, la economía o la tecnología. Es por eso una constante en el género un modelo de lucha por la libertad que en poco se parece a los que estamos acostumbrados, en el que el individuo no ha de pelear para romper sus cadenas, sino para darse cuenda de que existen. En el caso de Lenny, sus cadenas son la dependencia que tiene por los recuerdos de Faith, los cuales le han llevado a una espiral autodestructiva. Pero en un sentido más amplio, es la incapacidad de toda una sociedad de conectar con la realidad y recurrir en su lugar a recuerdos virtuales, lo que representa una de las formas de alienación más brutales nunca vistas en el cine de ciencia ficción. Una prisión no para los cuerpos, sino para las almas de las personas, frente a la cual la película parece reivindicar la esperanza en el futuro.

La gran cualidad de la obra de Bigelow radica en lo hábil que es a la hora de mezclar todas éstas ideas con unos personajes profundamente humanos, en especial el protagonista, Lenny. Constantemente vemos en él la confrontación entre aquello que el personaje quiere (recuperar su relación con Faith) y lo que necesita (superar el pasado). Es así que el avance tecnológico que plantea la película encaja totalmente con el drama humano y el estudio de personajes que la historia aborda, logrando el perfecto equilibrio entre lo humano y lo tecnológico, lo emocional y lo científico, que caracteriza a la buena ciencia ficción. Todo ello está, además, aderezado con los préstamos que la película toma de géneros como el cine negro, el thriller o incluso la acción, lo cual ayuda a mantener una cadencia narrativa muy sólida.

Incluso sin la necesidad de recurrir a una ciencia ficción excesiva o una imaginería futurista, el mundo que plantea la directora también recoge los elementos básicos del ciberpunk, en especial al reflejar una sociedad en decadencia con unas instituciones cívicas en colapso que han sido sustituidas por grandes poderes privados únicamente interesados en la satisfacción de sus propios intereses, así como una gradual desaparición de la clase media. No es necesario el añadir elementos futuristas para crear en el espectador la sensación de que se está viendo una visión de un futuro nada agradable de lo que la sociedad puede llegar a ser si las decisiones equivocadas son tomadas. Como nota no tan positiva puede señalarse que el mensaje de crítica sociopolítica de la película, centrada en la desigualdad racial de EE. UU. (no olvidemos que estamos ante una película rodada en los noventa y por lo tanto muy influenciada por los disturbios raciales que en esa época tuvieron lugar en Los Angeles), si bien correcta en todo momento, resulta a la postre un tanto superficial e hipersimplificada, algo que si bien no representa per se un punto negativo, si hace que esa faceta de comentario político de la película se sienta un poco coja con respecto al resto de temas que son tratados.

Un punto especialmente positivo a destacar es, sin duda, el de sus personajes. Por un lado, el guion sabe exactamente como escribir a seres humanos polifacéticos, complejos y que en todo momento se sienten reales. Incluso aquellos que disponen de menos tiempo en pantalla muestran una profundidad y un carisma que transforma la película en este puzle en el que todas las piezas encajan de manera precisa. Son los personajes, y lo bien que están escritos, los que hacen que el mundo que plasma en la pantalla la directora se sienta siempre creíble. A esto hay que añadir unas interpretaciones absolutamente brillantes por parte de todo el reparto, desde un carismático Ralph Fiennes absolutamente impecable en su rol de pícaro de buen corazón hasta una Angela Bassett que llena de matices a su personaje. Pero incluso aquellos actores que tienen menos tiempo de pantalla, como Tom Sizemore, consiguen gracias a su interpretación dar alma a unos personajes que en manos de interpretes menos habilidosos pudieran haber resultado un tanto caricaturescos. Todo ello acompañado por unas escenas de acción excelentes hechas de forma artesanal (marca de la casa del cine de acción de los noventa) y una dirección habilidosa que en todo momento sabe qué historia quiere contar.

Al inicio de esta crítica, nos referíamos a cómo es habitual desde ciertas voces el criticar a determinadas obras del género ciberpunk por carecer de la estética que habitualmente asociamos a dicho género, ya sean humanos con cuerpos modificados, coches voladores o edificios hiperfuturistas. Pero lo que Strange Days demuestra es que el verdadero ciberpunk no consiste en nada de eso (salvo quizá a un nivel más bien superficial), sino que su valor radica en las ideas que explora. Cuestiones como el impacto social y humano de un avance tecnológico no limitado por la ética, la lucha entre lo artificial y lo humano o el conflicto entre una sociedad altamente alienante y el individuo que busca proteger su independencia frente a ella son las ideas donde radica realmente la esencia del ciberpunk, y Strange Days es una película que no solo entiende magistralmente estas ideas, sino que (y esto es lo más importante a lo que siempre va a aspirar un filme) sabe como usarlas para contar una historia fascinante. (Roberto H. Roquer – RevistaCintilatio.com)