En The Outsider el detective Ralph Anderson y Holly Gibney, una investigadora poco ortodoxa, investigan el brutal asesinato de Frankie Peterson, un niño de 11 años, ocurrido en un pacífico pueblo. Aunque al principio todo parece tener una explicación dentro de lo plausible, pronto se darán cuenta de que una fuerza sobrenatural parece tener mucho que ver en la desaparición del chico.

  • IMDb Rating: 7,7
  • RottenTomatoes: 82%

Temporada Completa / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

La primera «reseña» que publiqué en base a tres episodios de esta adaptación de una novela de Stephen King la titulé como «miniserie», dado que por el material previo y por la propia historia todo hacía pensar que era un proyecto con principio y fin. Quizás lo siga siendo, pero los diez episodios de The Outsider dejaron, por las dudas, la puerta abierta a una continuación.

No creo que cuente como spoiler, pero por las dudas aviso. Al terminar los sucesos de la temporada y promediando los créditos –al mejor estilo Marvel– hay una escena breve más que permite pensar que esto no concluyó acá. Por la manera en la que está separada del contexto general bien podría ser una de esas posibilidades que se tiran y que luego no se utilizan. Pero a juzgar por la buena recepción de la serie/miniserie tanto de público como de crítica, no sería extraño estar hablando en algún momento de la segunda temporada.

Olvidemos por un momento eso y volvamos a la serie. De entrada se sabía que iba a ser un combo complicado: el realismo de la escuela «policial negro» de gente como Richard Price y Dennis Lehane con una trama que tiene como personaje central a un ente denominado «El Cuco» y que es pura escuela Stephen King. ¿Podría resultar bien ese matrimonio por conveniencia? Resultó, sí. Y creo yo que porque la propia trama de la serie (supongo que el libro también, aunque no lo leí) ponía en juego esas lecturas enfrentadas acerca de las posibilidades de lo real.

Por un lado estaba Ralph, el detective racional, prolijo y circunspecto, cuyo drama personal de ningún modo le abría puertas a pensar opciones sobrenaturales para casos de extrañas muertes de niños. Gran parte de la serie estuvo dedicada a que el hombre, de a poco, pudiera convencerse a sí mismo que pueden suceder cosas inexplicables, sobrenaturales, que escapan a la lógica. Es el Richard Price de la historia, si se quiere.

Por otro lado estaba Holly. En la interesante mecánica entre ambos (la dupla investigadora con puntos de vista diferentes y que logran terminar funcionando es el gran secreto de casi todo buen policial), ella era claramente la que se abría al ridículo, a exponer sus teorías más fantasiosas sobre gente que se duplica, que es poseída por un ente maligno que cambia de forma y otros detalles. El núcleo de la serie pasó por ese combate (entre ellos y también en el resto de los personajes) aunque era claro que, siendo una adaptación de King, todos sabíamos que Holly tenía muchas más chances de tener razón que los incrédulos.

La serie tuvo un muy buen arranque y, como suele suceder en estos formatos que se estiran a diez episodios innecesariamente (ocho era la duración perfecta) tuvo un pequeño bajón dramático por la mitad, sostenido por algunas secuencias engañosas de suspenso. Pero los dos últimos episodios lograron recuperar, sino el misterio, al menos la intensidad y potencia que The Outsider parecía ir perdiendo.

Si bien de un modo un tanto confuso (ya verán porqué, no revelaré detalles acá), las cosas terminaron por clarificarse con un par de enfrentamientos. Uno, sorprendentemente violento y con un alto grado de víctimas. Y el otro, más clásico, que incorpora el tradicional imaginario de túneles secretos, historias del pasado y, bueno, efectos especiales. Fue un cierre fuerte desde el impacto y la tensión pero para mí fue lo menos interesante del final.

Aquí tengo que spoilear un poco. Una de las cosas que suelen suceder en las películas de terror es que, una vez que las potenciales víctimas de algún tipo de monstruo o criatura vencen a su agresor, no suelen tener que dar muchas explicaciones. Los que se salvaron, contentos y felices (bah, dependiendo las pérdidas), vuelven a sus casas o donde sea que se van los personajes cuando la ficción no existe. Digamos, se van a esperar la secuela. En este caso no fue así y tiene que ver con la propia lógica «bipolar» de la serie.

Los sobrevivientes, tras resolver el caso (o creer haberlo resuelto, se verá) tuvieron que dar explicaciones a las autoridades. Y era obvio que ninguno podía explicar lo que realmente sucedió porque ese tipo de cosas solo suceden en universos donde existe «el cuco», «el hombre de la bolsa» o «the boogeyman». Imagínense a un policía explicándole a su superior que el asesino en cuestión era uno de esos y pueden imaginarse la respuesta. Esa parte del cierre de The Outsider me resultó relativamente novedosa e inteligente, la idea de que todos los implicados tienen que ponerse de acuerdo para encontrar alguna respuesta lógica a algo que claramente no lo tiene.

Más allá de eso, la serie se sostuvo bien gracias a un gran elenco de impecables actores haciéndose cargo hasta de los papeles más aparentemente pequeños como Julianne Nicholson, Bill Camp, Mare Winningham o Jason Bateman. Los principales –Ben Mendelsohn, Cinthia Erivo, el menos conocido Marc Menchaca y, sobre el final, un poco buchoneado por el casting, Paddy Considine– también aportaron a que la serie pudiera mantener su credibilidad aún cuando los sucesos se acercaban mucho al disparate absoluto. Nadie podría suponer que una serie cuyo villano es «El Cuco» pueda ser tomada realmente en serio como policial. Pero gracias a ellos y a un muy sólido equipo de guionistas como los citados y directores como Karyn Kusama, Andrew Bernstein y el propio Bateman, The Outsider nos hizo creer que esos cuentos infantiles de terror pueden suceder en algo que se parece un poco a la realidad. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)