En The Shining Jack Torrance se traslada con su mujer y su hijo de siete años al impresionante hotel Overlook, en Colorado, para encargarse del mantenimiento de las instalaciones durante la temporada invernal, época en la que permanece cerrado y aislado por la nieve. Su objetivo es encontrar paz y sosiego para escribir una novela. Sin embargo, poco después de su llegada al hotel, al mismo tiempo que Jack empieza a padecer inquietantes trastornos de personalidad, se suceden extraños y espeluznantes fenómenos paranormales.
- IMDb Rating: 8,4
- RottenTomatoes: 93%
Película / Subtitulos (Calidad 1080p)
El dualismo cartesiano entre cuerpo y alma, mente y emociones es un concepto que se ha utilizado a lo largo de los años desde la filosofía. Al fin y al cabo, una forma más normativa y binaria de hacer referencia al hecho de que el ser humano está conformado por distintas variables: un aspecto visible, y otro que reside en el interior oculto para lo demás, y a veces incluso para uno/a mismo/a. Uno de los temores más feroces del ser humano es el encontrarse con uno/a mismo/a y encontrar que, quizás, no es como creía. Una voz interior que estaba acallada pero que la soledad y el silencio envolvente hace que se escuche aún más fuerte. ¿Y qué mejor forma de representar lo que acalla en el interior que verlo desarrollarse dentro del silencio de un edificio aparentemente vacío?
The Shining, película adaptada de la novela de Stephen King publicada en 1977, no fue uno de los reflejos más fieles de su homónimo literario. No obstante, los guionistas Stanley Kubrick y Diane Johnson desarrollaron un libreto que, aunque difería de la novela del autor, tenía la calidad de una historia que gracias al relato cinematográfico, a pesar del poco éxito tras su estreno, se ha terminado convirtiendo en un imprescindible de la historia del cine.
El magistral cineasta demostró —de nuevo— cómo su impecable técnica y destreza cinematográfica podían llevar a la pantalla lo que se convertiría en una de las películas de culto de la historia del cine de terror. El terror psicológico, uno de los géneros más representados por su amplitud de posibilidades y que a día de hoy se asocia inevitablemente con una serie de imágenes icónicas: dos gemelas en un pasillo, una ola de sangre que sale de un ascensor, un laberinto… nunca la imagen de un niño montando en triciclo había sido tan terrorífica hasta que Stanley Kubrick decidió ponerlo a pasear por los pasillos del hotel Overlook. Estas imágenes sin embargo, no habrían tenido el impacto que tuvieron sino hubiera sido por el acompañamiento musical producido por Wendy Carlos y Rachel Elkind, el preciso montaje de Ray Lovejoy y la imprescindible escenografía de Tessa Davies.
Muchas críticas y análisis de cine han abordado esta película de culto desde diversas perspectivas, por lo que en este caso se busca poner el foco en una de las piezas claves de The Shining. En el mundo cinematográfico, la narrativa de un filme es esencial para llevar a cabo una obra brillante, narrativa que no solo cuenta con un guion de calidad sino que requiere una buena forma de contarlo. En el caso de El resplandor, uno de los componentes que más relevancia tienen dentro del filme es el propio hotel. Espacio que funciona no solo como escenografía donde transcurren los hechos sino que cobra protagonismo en sí mismo.
Ya desde los inicios del siglo XX, grandes cineastas como el alemán Fritz Lang con Metrópolis (1927), dejaron recaer sobre la escenografía y el espacio gran peso de la obra cinematográfica, al igual que también hicieron sus predecesores como Raoul Walsh con El ladrón de Bagdag (1924), donde se deja claro el espacio desde planos generales hasta planos más cortos donde la acción tiene lugar; así como posteriormente directoras como Chantal Akerman que muchas veces puso el foco en observar una estancia y su evolución, como hizo de forma brillante en La Chambre (1972). En The Shining, Kubrick da un paso más allá en la representación de los espacios e incluso le otorga el rol de personaje en la trama. Es por ello que la puesta en escena y el cromatismo del mismo son engranajes cruciales para hacer funcionar la película en pantalla.
Desde el primer minuto de la película, en la imagen donde se imprimen los créditos iniciales, puede verse cómo un coche avanza por una carretera que lleva directamente al hotel. Plano aéreo que podría simplemente situar el lugar donde la acción va a desarrollarse pero que realmente funciona como primera presentación del que será uno de los protagonistas del filme. A continuación, entramos de lleno en la trama cuando aparece la entrevista de Jack Torrance —un polifacético Jack Nicholson— en el hotel. Conforme el protagonista pasea desde la recepción hasta el despacho del director, gracias a la innovación de la técnica de la «steadicam», podemos ir observando a la vez que lo hace él, todos los detalles del espacio. Detalles que revelan cómo el propio hotel sigue cogiendo forma de protagonista cuando aparece retratado incluso en uno de los propios cuadros colgados de la pared. Otro de los detalles que nos hacen fundirnos aún más con el espacio es el recurso de la simetría y el uso de los puntos de fuga. Una obsesión con el perfeccionismo y la precisión recurrente en su filmografía y que en el caso de El resplandor cobran aún más sentido al encajar con la arquitectura y el protagonismo de la misma.
«¿Mamá, realmente quieres ir a ese hotel a pasar el invierno?». El pequeño Danny Torrance parece que ya previene a su madre sobre el hecho de que ir al hotel quizás no sea una buena idea; de nuevo, el hotel se erige como piedra angular en la presentación de los otros dos personajes principales del filme: Danny Torrance (Danny Lloyd) y Wendy Torrance (Shelley Duvall), el hijo y la mujer de Jack Torrance. Una de las secuencias más icónicas de The Shining —y que más se repiten a lo largo del mismo—, es ese punto de vista a la altura del niño donde la cámara con «steadicam» le sigue mientras recorre los pasillos en su triciclo. El sonido de las ruedas, y la espalda del pequeño nos van sumergiendo de lleno en el suspense del fuera de campo, sin saber qué veremos —verá Danny—, al girar la siguiente esquina del hotel.
Y qué serían esos paseos sin la magistral puesta en escena y el uso del cromatismo. Cromatismo que está cuidado a la perfección en todas las secuencias, manteniendo los mismos tonos en cada plano de forma equilibrada y utilizando la psicología del color, lo frío y lo cálido, conforme el filme va a avanzando y con ello va evolucionando la construcción de los protagonistas. Porque no solo es Jack el que va cambiando sino que también el hotel tiene su propio arco narrativo, transmitido a través del color. En definitiva, unThe Shining es un filme redondo gracias a la destreza de Kubrick para la construcción del relato, y en especial el uso del espacio y las técnicas cinematográficas, las cuales también consiguen que un conjunto de letras aparentemente azarosas como «redrum», cobre significado. (Sofía Otero Escudero – Cintilatio.com)
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[…] a la mente esos juegos mentales y la influencia de lugar (salvando las distancias, claro está) con The Shining: esos pasillos oscuros y tétricos del asilo… La banda sonora original también merece una […]