En Dressed to Kill Kate Miller, una mujer con problemas, acude a la consulta del psiquiatra Robert Elliott para recibir consejo profesional. Después tiene un fortuito y emocionante encuentro en un taxi con un desconocido, con quien ya había coincidido en otro lugar.

  • IMDb Rating: 7,1
  • RottenTomatoes: 81%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Muy a menudo se ha criticado a Brian De Palma por ser un mero imitador de Hitchcock, y aunque es una acusación injusta (reducir sus dotes como cineasta de esa manera me parece bastante desafortunado) cabe decir que en algunas de sus obras no se ha molestado mucho, por no decir nada, en disimular el referente del que partía. Así pues, si Obsession (1976) era una revisión bastante obvia de Vertigo (1958), Dressed to Kill es descaradamente la versión de Psycho (1960) de De Palma. Y no es que parta de un solo aspecto o idea de la obra maestra de Hitchcock, sino que aprovecha varios puntos de esa película y los hace suyos, de forma que aunque Dressed to Kill no llega a ser un remake sí que es una especie de reinterpretación de algunos de los aspectos esenciales de esa obra. Por supuesto eso no resta valor al resultado final y de hecho creo que es su mejor trabajo junto a Carlito’s Way (1993), pero las comparaciones se harán inevitables cuando analicemos la trama.

La protagonista es Kate Miller, una madura mujer que se siente profundamente insatisfecha con su matrimonio, sobre todo en lo que respecta a sus relaciones sexuales. Por ello acude regularmente a la consulta de un psiquiatra, el Doctor Elliott, ante el cual desahoga sus frustraciones. Un día, de visita en un museo, se siente atraída hacia un misterioso hombre al que intenta atraer su atención. Sorprendentemente, tiene éxito y acaba acostándose con él en su apartamento. Mientras él duerme, Kate abandona sigilosamente la cama para volver a casa, pero antes de irse descubre accidentalmente que ese desconocido tenía una enfermedad venérea. Alarmada por el error que ha cometido, sale rápidamente hacia el ascensor donde repentinamente es asesinada por una mujer rubia con gafas de sol. Cuando se abren las puertas del ascensor, la única persona que presencia la escena es Liz, una joven prostituta que se verá involucrada en el asesinato como posible sospechosa.

Como vemos, Brian De Palma usa de entrada el mismo punto de partida que Hitchcock en Psycho: empezar la película con una protagonista que muere brutalmente asesinada al cabo de media hora aproximadamente y que además en las dos películas resulta ser una actriz de renombre para descolocar más al espectador. Aunque en este caso De Palma llevó este recurso un paso más lejos que Hitchcock. En Psycho, Marion Crane moría después de que Hitchcock hubiera desarrollado el que parecía ser el conflicto principal de la trama: Marion había robado 40.000 dólares, había huido de la policía y en el punto en iba a devolverlos moría, es decir cuando la trama se iba a solucionar. En este caso De Palma llega más lejos porque Kate muere justo cuando había descubierto un hecho que nosotros nos pensamos que era absolutamente trascendental y que sería el gran conflicto de la trama: acaba de contagiarse de una enfermedad venérea y obviamente no puede confesárselo a su marido.

Hay cierto punto de humor negro en ello, tanto Kate como el espectador se sienten preocupados por lo que hará la protagonista para solucionar ese problema, pero De Palma apenas nos da tiempo a asimilarlo y la liquida pocos minutos después de haberlo sabido. El introducir este elemento que en realidad no aporta nada a la trama principal no es más que una ingeniosa y excelente jugarreta del director.
Hoy en día es imposible que nadie vea Psycho por primera vez desconociendo el hecho de que Janet Leigh acaba siendo asesinada en la ducha, por lo que ese punto de sorpresa que tan eficaz fue en su estreno hoy en día ya no lo es debido a la fama que tuvo esa escena. A cambio tenemos esta Vestida para Matar en que podemos experimentar algo parecido a lo que sintieron los espectadores de Psicosis en su momento.

A partir de aquí, comienza la trama principal, en que la prostituta Liz intenta descubrir al asesino para librarse de las sospechas ayudado por Peter, el hijo de Kate que busca venganza. Las similitudes con Psycho se mantienen en esta nueva trama en el hecho de que el tipo de psicópata sexual es exactamente el mismo, y de hecho la explicación final casi sobra para los que hayan visto el film de Hitchcock porque el comportamiento del asesino es idéntico al de Norman Bates: en ambos casos sufren de doble personalidad y cuando su lado masculino se siente excitado ante una mujer, su lado femenino irrumpe para matar a la mujer en cuestión. El único problema que le veo es que si uno ve el film sabiendo cual es el punto de referencia de De Palma, no es muy difícil intuir pronto quién es el asesino.

Dejando ya de lado las similitudes con Psycho, Dressed to Kill es una obra de las obras más impecablemente realizadas por Brian De Palma. Para mi gusto es especialmente destacable la escena del museo en que Kate conoce a su futuro amante, una de las mejores que he visto en su carrera. Es una escena totalmente visual, sin diálogos, en que el director se apoya en todo momento en las imágenes para narrarnos lo que va sucediendo: las parejas a las que mira ella con envidia, las miradas de él y ella cuando se sientan juntos (e incluso su cambio de postura algo coqueto), la excelente banda sonora de Pino Donaggio envolviendo el encuentro y, no lo olvidemos, la genial actuación de una magnífica Angie Dickinson. Brian De Palma consigue impregnar de cierta tensión una escena en la que está sucediendo algo muy sútil, el darse a entender mutuamente sin palabras que están interesados el uno por el otro, para desembocar en una especie de persecución por las salas. Siento debilidad por las escenas en que se cuentan las cosas con sutilidad y sin utilizar apenas la palabra, y ésta es una de ellas.

Por supuesto también es digna de alabar tanto la magnífica escena del asesinato en el ascensor (bastante compleja de filmar por el espacio limitado y porque se suceden muchas acciones importantes en tan poco tiempo) como las que aparecen en el prólogo y epílogo final, que si bien son totalmente prescindibles, ya que no aportan nada al film, sirven para hacer más evidente aún la referencia a Psicosis al situar las dos en una ducha (por si a algún espectador aún no le había quedado claro) y demuestran que a Brian De Palma le importa mucho más la forma que el contenido. Pero su eficaz labor no se limita solo a estas escenas en que el trabajo de dirección salta a la vista, sino que se extiende a todo el film con muchos detalles que me parecen muy interesantes. Por ejemplo, las dos veces que al Dr. Elliott se le insinúan sus pacientes éste aparece inmediatamente después encuadrado en un espejo en el que se queda mirando su reflejo antes de negarse fríamente, casi como dando a entender que en esos breves instantes está teniendo un conflicto consigo mismo o algún tipo de dilema personal.

El reparto funciona perfectamente pero para mi gusto destacan sobre todo la ya mencionada Angie Dickinson y un muy eficaz Michael Caine, al que el papel de Dr. Elliott le viene como anillo al dedo, seguidos por el personaje secundario del detective Marino, a quien Dennis Franz interpreta con mucha soltura dotándole de una marcada personalidad pese a sus escasas apariciones. A cambio el guión tiene algunos pequeños agujeros que si bien no tienen mucha importancia (hasta en eso se parecía a su maestro Hitchcock) en algunos momentos no puedo evitar que me resulten algo molestos o incluso algo tramposos para crear el final sorpresa.

Aún así, en Dressed to Kill Brian de Palma demostró ser un excelente seguidor del maestro del suspense dejando bien clara además su influencia. Todos los críticos que le acusaron de ser un mero imitador parecen olvidar que hasta para ser un buen «imitador» de Hitchcock hace falta tener talento, y de eso hay de sobras en esta película. (ElGabineteDelDoctorMabuse.com)