En Tournée, Joachim, un exitoso productor de televisión parisino, apenas cumplidos los cuarenta años, lo deja todo (hijos, amigos, enemigos, amores y remordimientos) para comenzar una nueva vida en América. Algún tiempo después, regresa con el grupo de bailarinas de striptease New Burlesque, cuyas mentes ha llenado de fantasías románticas sobre Francia. De ciudad en ciudad, el humor de los números y el atractivo de las chicas conquistan tanto a hombres como a mujeres. Y a pesar de que la falta de dinero las obliga a alojarse en fríos e impersonales hoteles, las coristas inventan un mundo extravagante de fantasía, calidez y fiestas. Sin embargo, el sueño de concluir la gira a lo grande en París se rompe en mil pedazos: la traición de un viejo amigo hace que Joachim no consiga la sala de espectáculos que había apalabrado. En cualquier caso, el breve viaje de ida y vuelta a la capital, reabrirá violentamente las heridas del pasado…

Mejor Director y Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Cannes 2010

  • IMDb Rating: 6,6
  • RottenTomatoes: 84%

Película / Subtítulo (Calidad 720p)

 

En su más reciente incursión detrás de cámara (que le valió el premio al mejor director en el Festival de Cannes), ese gran actor que es Mathieu Amalric (Trois Souvenirs de ma Jeunesse, de Arnaud Desplechin) interpreta a un productor televisivo en decadencia que viaja por pueblos de Francia con unas encantadoras, voluptuosas vedettes de cuerpos orgullosamente «imperfectos» que ofrecen un desenfadado show erótico que denominan New Burlesque. El resultado es una película melancólica, lúdica y celebratoria a la vez, que reivindica la mística de los artistas, así como el espíritu de solidaridad y el amor como bálsamo frente a todos los males de este mundo.

Si en Go-Go Tales (2007) Abel Ferrara revisitada lateralmente y reescribía a su manera al John Casavettes de The Killing of a Chinesse Bookie (1976), pero con un espíritu más juguetón y lúdico en torno a la vida nocturna de los nightclubs, Tournée recupera esa tradición celebratoria entre el mundo de los sobrevivientes del sistema (a lo John Huston) y el espíritu hawksiano de grupo como defensa última ante los males del mundo. Pero Mathieu Amalric lo hace con una extrañísima road movie. El resultado es extraordinario, humanista por donde se lo mire, repleto de personajes entrañables a los que jamás de retrata con condescendencia sino que se los deja jugar.

En cierta medida, la película de Amalric -quien se guarda del papel del productor/director todoterreno de la troupe de bailarinas algo entradas en carnes- también tiene algo de circo. Pero ojo: nunca estamos ante un desfile de freaks o su celebración distante sino de tristeza disimulada tras el show, a su vez que una imposibilidad de salir de la arena, precisamente porque ellas siempre están interpretando un personaje, como si el escenario y la vida se les hubiera vuelto una misma cosa.

Un ex-productor de televisión parisino en picada deja todo lo que conocía de lado y, tras un breve paso por Estados Unidos en búsqueda de nuevos horizontes, regresa a Francia con una compañía de bailarinas enormes, llenas de curvas, con algún sobrepeso, voluptuosas por donde se las vea (me evitaré la fácil comparación con las mujeres en las películas de Federico Fellini, tentación demasiado obvia), intentando rehacer su vida y su nueva carrera realizando un tour (accidentado, fracasado, extraviado y finalmente a la deriva) por pequeñas ciudades, acompañado de su troupe. Pero, parafraseando (a medida) al Jorge Luis Borges de Invasión, ese viaje puede ser infinito, no terminar nunca. Esto es algo que los personajes no saben y quizás no sepan.

Amalric hace ingresar una última influencia, también de manera solapada -todo en esta película parece tímido, contratara natural de la espectacularidad de sus personajes- y es la de Jean Renoir. No estoy loco: es un Renoir aggiornado a los tiempos actuales.

Tournée es una película de máscaras pero no es de esas que se detapan en el último momento para asestarnos alguna lección trascendente y fundamental, sino que pone en escena el infinito juego del teatro. Pero justamente ahí donde el detrás de escena se revela melancólico, solitario, es en donde más queremos vivir. La muchedumbre de bailarinas zapateando por unas pizzas calientes, una stripper intentando entretener a dos niños de entre 9 y 11 años, algo de sexo frugal en el baño de un hotel en medio de un casamiento de coreanos (mientras unos niños escuhan del otro lado de la cuenta pensando que son animales), un arrorró a los hijos del protagonista entre botellas de champagne, lentejuelas y plumas en el lobby de un hotel, una suma de pequeñas mentiritas en un tren sólo para mantener unido al grupo: como en la gran tradición del cine moderno, todo en Tournée está sucediendo, está in media res.

Por eso, sus personajes no cambian, sino que estén en un estado de vibración constante. Es un brillo pequeño, provinciano, que no les cambiará la vida. Pero es la mejor demostración de que están vivos. Quizás ese sea el motivo por el que, pese a la melancolía, en el fondo veamos una íntima celebración: las mejores familias son las que juntan el azar y los pequeños rituales de amor cotidiano frente a las inclemencias del mundo. (Federico Karstulovich – OtrosCines.com)