Only Lovers Left Alive está ambientada en unas Detroit y Tánger románticamente desoladas, Adam, un músico underground profundamente deprimido por la dirección que han tomado los actos de la humanidad, se reúne con su dura y enigmática amante, Eve, quien no tiene problemas en reconocer su condición de vampiro. Su historia de amor ha prevalecido durante varios siglos, pero su libertino idilio pronto es interrumpido por la llegada de Ava, la salvaje e incontrolable hermana menor de aquella. A medida que su mundo se desmorona a su alrededor, ¿podrán estas astutas pero frágiles criaturas de la noche seguir existiendo antes de que sea demasiado tarde? 

Premio Especial del Jurado en Festival de Cine de Sitges 2013

  • IMDb Rating: 7,3
  • RottenTomatoes: 84%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

Desde el pasado jueves 13 y hasta el próximo domingo 23 se celebra una nueva edición del Jameson Dublin International Film Festival (JDIFF). Uno de los platos fuertes de la programación –enfocada a reivindicar el talento irlandés sin descuidar la atención a otros países– es Only Lovers Left Alive (2013), lo último de Jim Jarmusch, un trabajo galardonado con el Gran Premio del Jurado en el certamen de Sitges y candidato a la Palma de Oro en Cannes.

Cuatro años después de presentar The Limits of Control (2009), el prestigioso autor estadounidense regresa con una romántica historia de vampiros que está a años luz de todo lo que se ha hecho recientemente con estas populares criaturas en la gran pantalla. Encontré en ella una de las experiencias cinematográficas más estimulantes de los últimos años.

Only Lovers Left Alive arranca con un nocturno cielo estrellado que al girar en círculos se transforma en un tocadiscos. La cámara sigue dando vueltas en plano cenital y vemos dormir a los dos protagonistas, Adam (Tom Hiddleston) y Eva (Tilda Swinton); él en Detroit, ella en Tánger. Se siente como una manera de reflejar el paso del tiempo mientras ellos permanecen intactos. Despiertan, y se buscan. Adam es un músico que empieza a tener éxito en el circuito underground gracias en parte al secretismo que le rodea. Apenas sale al exterior –y nunca de día, claro– y solo mantiene un mínimo contacto con dos humanos (Jeffrey Wright, de Hold the Dark y Anton Yelchin, de Green Room, ambas de Jeremy Saulnier). Uno le vende sangre y otro le proporciona todo lo demás que necesita del exterior, como una bala de madera…

Adam está deprimido, harto de todo y de todos, sin motivación para continuar con una vida que para él es eterna, si bien al mismo tiempo teme que su paradero sea descubierto por los humanos, a los que llama «zombis»; desprecia la sociedad actual y se ha apartado, quedándose prácticamente solo en su oscuro apartamento, con sus instrumentos y el alimento que le permite seguir existiendo. Tras una conversación por vídeoconferencia, Eva entiende que algo va mal y decide tomar un vuelo para visitar a su amado. El reencuentro revela a dos seres profundamente hambrientos que al fin van a lograr hundir sus colmillos y satisfacer un apetito voraz. La sangre asoma por sus labios durante la conversación posterior, ya calmados.

La relación, única y profunda, entre estos dos amantes es el eje de una película hermosa, elegante y melancólica que, aviso, puede poner de los nervios a los espectadores que necesitan «que pasen cosas». Pasan, y todo se acelera con la aparición de la impulsiva hermana de Eva -rol de Mia Wasikowska, vista también ese mismo año en Stoker de Park Chan-wook-, pero de manera sutil y relajada, al ritmo de sus protagonistas. Lo importante no es lo que ocurre externamente, es reflejar emociones, sentimientos y estados de ánimo. Apoyado en una sensacional fotografía de Yorick Le Saux, una acertada selección musical y un inspirado reparto -con breve pero destacable aporte de John Hurt-, Jarmusch construye deliciosos retazos de la vida de unos enamorados que resultan ser vampiros.

El vampirismo es una interesante metáfora –la esencia del relato seguiría intacta sin estas peculiaridades– pero el cineasta no pierde la ocasión de jugar con los tópicos asociados a los chupasangre. De hecho, Only Lovers Left Alive contiene mucho sentido del humor, llegando a provocar alguna que otra carcajada a pesar de su atmósfera pesimista. Parte de la gracia está en la inmortalidad de los protagonistas, que llevan vivos demasiado tiempo, que han presenciado toda clase de eventos históricos y han conocido a genios que murieron siglos atrás. Pero esta ¿maldición? tiene un coste: la sangre. Y el problema es que la sangre está tan corrompida como la sociedad…

En definitiva, la película tiene de todo. Es bella, inteligente, romántica, divertida, emocionante, ofrece temas para la reflexión y saca partido al elemento fantástico. Si acaso faltaba algo en el subgénero vampírico era la experiencia del mundo actual a través de sus sentidos. Only Lovers Left Alive cubre ese vacío. Ahora sí, ya está todo dicho. (Juan Luis Caviaro – Espinof.com)