En Anne at 13.000 Ft., Anne está a punto de cumplir los 30 años y trabaja en una guardería en el centro de Toronto. Los niños la adoran, tiene su propio apartamento y se siente libre realizando paracaidismo. La cámara nunca se aleja demasiado de ella, sigue todos sus movimientos, ya sean enfáticos, nerviosos o apáticos, registrando sus cambios de humor mientras cambia de una circunstancia a otra. También captura algunas señales alarmantes que tal vez se nos podrían escapar a primera vista, como su entusiasmo infantil, su excesivo gusto por el vino o las trastadas que suele realizar en los momentos más inapropiados. La gente que la rodea se da cuenta, pero nadie se atreve a diagnosticar cuál es su problema. La tensión aumenta a medida que su comportamiento se torna más errático. Son los nervios que produce una mujer bajo la influencia de algo. Pero, ¿de qué exactamente? La sensación es desagradable a la vez que extrañamente vivificante; algo similar al vacío que se forma en nuestro estómago cuando un avión se eleva y sabes que vas a tener que saltar por él desde las alturas

  • IMDb Rating: 6,6
  • RottenTomatoes: 89%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Con una actuación abrasiva y casi temeraria de parte de Deragh Campbell en una versión modernizada de aquellas de Gena Rowlands en películas como A Women Under the Influence, el film de Kazik Radwanski transmite a la perfección la intensidad y volatilidad de un personaje que vive un poco al borde del caos. Es difícil describir exactamente qué es lo que le afecta a Anne, una chica de veintitantos años que tiene una evidente fragilidad e inestabilidad psicológica que suele estar «disimulada» bajo una pátina de juguetona y casi infantil efervescencia. Pero lo que el espectador de a poco irá tomando conciencia, es que esta chica simpática, lanzada e inestable puede ser demasiado para sí misma y para quienes la rodean.

Anne at 13,000 Ft. («Anna a 13.000 pies», algo equivalente a 4.000 metros) refiere a la altura en la que Anne practica paracaidismo. Y ese viaje en caída libre, a modo de metáfora un tanto obvia pero efectiva, representa muy bien lo que es la vida de la chica: un andar a toda velocidad sin responsabilidad aparente pero con un destino trágico que parece seguro. Y la película, de algún modo, lidia con la idea de ponerle algún tipo de paracaídas.

La canadiense Campbell (MS Slavic 7) interpreta a Anne con una intensidad no apta para cuidadosos. La chica trabaja en un jardín de infantes donde los chicos la aman ya que se comporta como una más de ellos. Tiene problemas, sin embargo, con otras docentes –y con la responsable del lugar– por pasarse por alto algunos límites y medidas. Y esa misma forma de actuar la tiene con sus amigas, su madre y el que se convierte en su pareja. Es una mujer que se entrega con todo a la situación en la que está, provocando momentos muy divertidos y graciosos pero casi siempre terminando al borde del caos. O dentro de él.

Casi como fuera el día a día de una niña grande –la realidad parece ser bastante más complicada que eso–, lo que la película retrata son las distintas actividades cotidianas de Anne, del trabajo a su vida personal, que incluye una previsiblemente bizarra cita de Tinder, la boda de una amiga en la que se emborracha y se engancha con un tipo, la tensa relación que tiene con su madre (que pasa del cuidado al temor) y lo que más le gusta de todo: tirarse en paracaídas.

La película no tiene una estructura dramática convencional sino que funciona más que nada como un retrato. Quizás las idas y vueltas de su relación con Matt (Matt Johnson) es lo más parecido a un eje narrativo que tiene Anne at 13.000 Ft. Es a partir de lo que le va sucediendo allí que el espectador empieza a notar cómo el lado más intenso e inestable de su personalidad deja de ser simpático o raro para volverse preocupante. Más para ella misma que para los demás.

Pero Radwanski no juzga jamás al personaje. No cuenta su historia previa ni explica cuál es su «problema» ni nos hace tomar distancia de ella. Todo lo que vemos está en relación a su experiencia. La puesta en escena de Anne at 13.000 Ft. naturalista, veloz y enérgica, replica a la perfección la intensidad de su protagonista e intenta ser representativa de su manera de relacionarse con el mundo que la rodea. A tal punto que uno empieza a verlo del mismo modo, solo que con un poco más de conciencia de los límites que tiene ese permanente caminar por la cuerda floja.

Anne no es alcohólica ni adicta (consume alcohol y drogas pero no parece depender de ninguna de las dos cosas), pero no necesita serlo para actuar como si estuviera un tanto fuera de control. Y lo que esta breve, pequeña pero muy angustiante película relata a la perfección es esa experiencia subyugante pero temible de estar cayendo desde el aire a toda velocidad y acercándose cada vez más a darse con todo contra el piso durante más de 75 minutos. Una experiencia emocionalmente demandante pero cinematográficamente reveladora. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)