Baraka es un aclamado documental sobre la naturaleza del planeta Tierra. Rodada en 24 países diferentes, trata de captar la esencia de la naturaleza y la cultura de la humanidad y sus costumbres, al tiempo que señala las formas en las que el ser humano se relaciona con su medio ambiente. La aparente fragilidad de la vida humana es contrastada con la grandeza de sus obras, subrayándose la desigual relación entre hombre y naturaleza. Baraka no tiene argumento lineal, ni personajes ni diálogos, pero, en medio de estos enormes contrastes, la espiritualidad de la humanidad surge como el elemento más importante que la distingue de otras especies. Un mundo más allá de las palabras.

  • IMDB Rating: 8,6
  • Rottentomatoes: 81%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El primer 10 que pongo. Y no es una exageración como otros hacen cada dos por tres en este sitio, colocando dieces a todo lo que les gusta minimamente. Este 10 es de verdad. Este es un 10 del CINE.

Es extraño pensar que un documental tan soberbio y con el que he conectado tanto, que me parece tan contemporáneo y tan atemporal, comenzó a rodarse varios años antes de que yo naciera, y se estrenó un año después de que yo viniera al mundo. Pocas cosas vistas en una pantalla han logrado hacerme sentir las emociones y tener las reflexiones que Baraka ha conseguido.

Baraka es una canción bella y triste al planeta Tierra y a la humanidad que habita en él, y al mismo tiempo uno de los mayores exponentes en fotografía cinematográfica. Al margen de lo que quiere contar, de lo cual hablaré a continuación, el documental es un hito en la historia del film. Las imágenes que captura y muestra son, ya sean paisajes místicos con culturas exóticas o calles urbanitas con gente de a pie, absolutamente maravillosas. Tal es la perfección de los encuadres, los sutiles movimientos de cámara, la genial utilización de la luz, la expresión de los colores, la brillante restauración de las imágenes en alta resolución… que en muchas ocasiones se sienten los olores de templos milenarios, se palpa el ambiente húmedo de las junglas, el calor de las ciudades orientales abarrotadas de gente, la solemnidad de encuentros espirituales… Todo ello en 70 mm de película, que prueba lo mejor de este arte y la unicidad de este medio analógico (por mucho que luego sea transformado a digital para su distribución en ultra alta definición). Pocos otros proyectos han logrado filmar imágenes tan impresionantes.

Porque si algo hace Baraka además de mostrar belleza en la imagen, es hacer sentir. O quizás hace sentir gracias a mostrar de una forma soberbia. Ambas cosas están interconectadas. El documental sabe colocarnos en un espacio sin tiempo determinado, para que viajemos a rincones de distintos mundos, y luego nos muestra a la gente, sus ritos, sus bailes, su lucha por la supervivencia, su desgracia, su mirada. Esas miradas fijas y serias que nos adentran en el alma de personas desconocidas y fascinantes. De pronto, tu «yo» deja de existir y estás viajando con la cámara de un lugar a otro del planeta, absorbido por el bello caos, la perfecta imperfección, la desconsoladora realidad humana que consigue hacerte replantear lo que te rodea y que a partir de entonces verás con otros ojos. Durante su hora y media de metraje es capaz de transformarte.

El viaje de Baraka es, al principio, una visita a nuestros orígenes como especie animal, a nuestros rasgos primitivos que aún no hemos dejado atrás, a la preciosa tierra sobre la que vivimos. Y de esas singularidades admirables, de esas particularidades que nos hacen únicos en el Universo, va desembocando en la decadencia de la modernidad, en la triste desigualdad de los países y las clases, en la explotación de los recursos naturales, en la ignorancia y la apatía infligidas por la posesión y la religión. La película nos derrumba. Da con un mazo a nuestra existencia y nos hace pedazos. Y mediante la mirada de un niño en la pobreza que sin esperanza alguna pide dinero sentado en la calle, a uno le hace llorar. Apoyar la cabeza sobre los brazos y llorar, porque uno que ha vivido bien, uno que ha tenido suerte en la vida, no es capaz de tragar que haya tanta injusticia, tanta desgracia y tanto sufrimiento y dolor en el mundo mientras a tu alrededor todo es nube de algodón. Pero no sirve de nada llorar, y el viaje de Baraka continúa. La humanidad, el planeta, con sus singularidades, sus injusticias, sus cosas buenas, sus rasgos preciosos… Dos veces he visto este documental, y las dos veces me ha tocado tan hondo como nada lo ha hecho antes.

Esto que transmite Baraka no sería posible sin la espectacular fotografía. Todo se reduce a eso. Por eso este documental ha sido mundialmente aclamado. Porque el buen cine, el de las imágenes que pretenden mostrar una realidad que viene con emociones, es así. Puro arte que utiliza una cámara que graba una sucesión de instantáneas para decir algo especial. Cuando se sabe hacer cine, cuando se sabe hacer fotografía y hay una idea con la que acompañar el talento cinematográfico, el resultado es esto. Esto es tan valioso como cualquier otro documento que registre la historia humana o la historia del planeta. Con Baraka se trasciende el entretenimiento y se hace arte, ciencia, la propia historia. Es un libro de imágenes sobre lo especial de nuestro mundo. Lo malo, lo bueno, simplemente lo que nos caracteriza. Y de cada espectador dependerá decidir si lo que ve le gusta, si lo que ve le emociona, si lo que ve le cambia. A mí, como viajar de verdad, Baraka me gusta, me emociona y me cambia. (Aitz – ecartelera.com)