En Blue Ruin, Dwight es un vagabundo treintañero que vive en su coche, un destartalado Pontiac azul. Deambula por la ciudad y sobrevive recogiendo botellas en la playa, hasta que un día una terrible noticia altera su rutinaria vida. Decide entonces volver a la casa de su infancia para llevar a cabo una extraña venganza.
Premio FIPRESCI en la Quincena de los Realizadores Festival de Cannes 2013
Mejor director en el Festival de Gijón 2013
- IMDb Rating: 7,1
- RottenTomatoes: 96%
A Jeremy Saulnier no le interesa el duro pasado de sufrimiento que ha debido soportar su personaje, ese periodo queda sujeto a una especulación figurativa individual aunque, teniendo en cuenta el origen de su reclusión voluntaria, no parece haber sido un camino de rosas. El director nos plantea la trama, apenas sin contexto, desde el momento en el que los fantasmas de Dwight —dormidos pero no muertos— se liberan al conocer la noticia de la excarcelación del culpable de su orfandad. Desde ese momento sentimos cómo algo se rompe en el interior de ese hombre introvertido y tranquilo, su mirada revela un oscuro e inquietante resplandor que se va materializando, de forma inaudible, en una serie de rápidos, espasmódicos e impulsivos preparativos con vistas a terminar en desgracia. Pese a que la cinta bebe de las dos corrientes más importantes del género de venganza: El brutal, seco y tosco proceder de la cinematografía asiática, y la búsqueda de la justicia poética al más puro estilo del western americano, añade algunos elementos novedosos propios del cine de autor. El guión (obra del propio Saulnier) es el primero de ellos y, pese a que en él se cuenta una clásica historia de vendetta, sirve, a su vez, como principal componente diferenciador del resto de competidoras. Su diálogo es escaso, es la propia ira quien lidera las conversaciones de este grupo de fieles seguidores del código de Hammurabi —o lavar los trapos sucios dentro de casa—. Otra de las piezas clave de Blue Ruin es la veracidad de las acciones; el protagonista no se convierte repentinamente en un experto y poderoso asesino pues, pese a resolver con cierta solvencia algunos trámites truculentos, podemos observar cómo se le resisten ciertos aspectos no muy agradables de la empresa que lleva entre manos. El realizador arremete contra la ingenuidad y la falta de veracidad de cintas en las que los protagonistas son capaces de, por ejemplo, realizarse una auto-intervención quirúrgica —sin noción alguna en el campo de la cirugía— mientras se extraen una bala recibida, se desinfectan y se cosen una profunda herida realizada con una hoja de puñal de 20 centímetros, o se arrancan una flecha de ballesta del hombro como si de una astilla se tratara.
Esta estudiada planificación secuencial referente a las acciones y sus consecuencias lógicas que exhibe Saulnier, contrasta con la impulsividad en el proceder de su personaje principal, propia de una cólera que funciona como inhibidor del sentido del peligro, propiciando que el acto de desagravio se realice sin esperar a recobrar la serenidad y lucidez necesarias para una eficaz actuación premeditada, y sin dejar que el calor del momento reduzca nuestras esperanzas de éxito a la ambigüedad del despiadado azar. Como resultado, se dejan cabos sueltos, se pierde la privilegiada posición ventajosa de un posible ataque sorpresa y se comenten errores, de cálculo e incluso de objetivo. La obsesión nubla completamente el raciocinio y se busca desesperadamente una reparación concienzuda que ponga fin a nuestra pesadilla, sin tener en cuenta que lo más probable es que ello dé paso a otras desazones subsecuentes. La primera parte de Blue Ruin, destinada a la ejecución y resolución del principal componente de la trama (contrariamente a lo que suele ocurrir en cualquier narración), muestra la importancia de los pequeños detalles, en su mayoría aspectos sucios o desagradables, que otras películas representativas del mainstream se olvidan habitualmente de contarnos. Un realismo que alterna la crudeza de las escenas con un humor negro muy particular que aliviará algunos momentos de extrema tensión, al tiempo que satiriza el fanatismo armamentístico más exagerado de la América rural y la visión deformada de la realidad, a consecuencia de la frivolización que se hace de la muerte en películas y videojuegos.
La sordidez y depravación de cada plano de Blue Ruin se verán acentuadas por una lente inquieta (controlada por el polifacético realizador) que mantendrá su foco de atención siempre centrado en las acciones y nunca a los responsables de las mismas, un ejercicio suciamente poético que evidencia un trabajo artístico impresionante. Un claro ejemplo sería la representación de supuesto asesino de los padres del protagonista, su figura prácticamente no aparece en pantalla, se sabe quién es y qué ha hecho desde los primeros minutos, pero eso es todo, ni la cámara ni el propio guion se molestan en presentarlo, sino que dejan que su presencia se intuya en todo momento sin que nunca logremos saciarnos con un rostro al que poder dirigir el odio y el rencor que se merece por la gravedad y bajeza de sus acciones, y que nosotros, como seres empáticos y defensores de las buenas causas —aunque también rencorosos por naturaleza— necesitamos exteriorizar. No le quedará al espectador más opción que resignarse y dejarse llevar por un sensacional Macon Blair, paradigma del “no importa cuánto hayas perdido, siempre quedará algo por lo que luchar”, que logra lo que ya parecía imposible, otorgar a la venganza cinematográfica —aparentemente exprimida hasta el límite de hacer perder el significado a la propia palabra originalidad— una nueva perspectiva, elegante y esquemática, con la que el género vuelve a coger impulso cuando casi habíamos tirado la toalla. Sin arrepentimientos, como canta Little Willie John en la canción que da cierre a Blue Ruin, (No Regrets, 1959), el director convence con una dramaturgia y un lirismo tan asombrosos como admirables.
1 Comment
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[…] Blue Ruin, segundo largometraje de Jeremy Saulnier, fue una de esas muchas víctimas de tanto ruido mediático y me apena haber contribuido a ello al no haber escrito sobre ella en su momento para recomendaros una estimulante cinta sobre una singular venganza. Sin embargo, no voy a dejar que eso suceda de nuevo con Green Room, su angustioso y salvaje nuevo trabajo que llega este viernes a los cines españoles. […]