En Braindead, un científico descubre en Skull Island un ejemplar muy extraño de mono rata al que acompaña una terrible maldición. El ejemplar es trasladado a Nueva Zelanda para su estudio. Por otra parte, Lionel es un joven que vive con su insoportable madre, que no aprueba la relación que acaba de comenzar con Paquita.

Mejores Efectos Especiales en el Festival de Cine Fantástico de Sitges 1992

  • IMDb Rating: 7,5
  • RottenTomatoes: 88%

Película / Subtítulo (Calidad 720p)

 

Aunque habitualmente se asocia el cine de terror con la habilidad de una película para provocar sustos, los verdaderos fans del género saben que hay mucho más bajo la superficie. De hecho, es la comedia de terror desenfrenada, gore, violenta y con rasgos de serie B la que más pasiones levanta. La que no se toma en serio a sí misma, y por eso es tan terriblemente divertida. Es, en definitiva, la que consigue desde hace medio siglo levantar las mayores ovaciones en el Festival de Sitges.

Braindead es un claro ejemplo de esta tendencia. Su sentido del humor, sus referencias, su gusto descontrolado por la sangre, su uso de las figuras tradicionales del género y sus reflexiones sobre el amor, la familia e incluso la sociedad neozelandesa de los años 50 la convierten en un clásico de culto que todo buen ‘freak’ tiene entre sus títulos de cabecera. Peter Jackson dirigió en 1992 este relato delirante en el que un mono rata desata el terror y la sangre se cuenta por decenas de litros. Un relato cuyos elementos centrales son la muerte, el amor y un cortacésped.

Los acontecimientos de Braindead se desencadenan a partir de la llegada a territorio neozelandés de un mono rata extremadamente feo, y que transmite a través de sus mordiscos algo que podríamos calificar de «virus zombie». El animal sólo habita en la Isla Calavera (el mismo nombre de la isla en la que años después Jackson contaría su historia sobre King Kong) y unos exploradores lo capturan para instalarlo en un zoológico. Por otro lado tenemos a Lionel (Timothy Balme), un joven que vive con su dictatorial madre y que se enamora de la dependienta del supermercado, Paquita (Diana Peñalver). Los celos de la matriarca la llevarán a perseguirles hasta el zoo, donde será mordida por el mono rata y desencadenará la plaga de muertos vivientes.

Antes de que la cosa se ponga sangrienta, es esa compleja relación madre-hijo la que ocupa el grueso del film. Y no podemos dejar de pensar en Psycho, y no sólo por la presencia de una madre autoritaria: Jackson hace referencias explícitas al film de Hitchcock desde el momento en que elige la mansión en un terreno elevado y nos la muestra con un imponente plano contrapicado. Es como si nos dijese, igual que ocurría en casa de los Bates, que ahí dentro ocurren y ocurrirán cosas malignas. Más allá de la residencia familiar, las similitudes físicas del protagonista con Anthony Perkins son más que evidentes, y también los celos maternales ante los deseos sexuales del hijo. En su conjunto, el film no deja de ser un proceso de desconexión entre la progenitora y su hijo, un violento corte del cordón umbilical sin ni siquiera haber contado hasta tres.

‘Psicosis’ no es la única película que impregna la esencia de Braindead. De hecho, toda la historia en su conjunto parece una suerte de tributo a los grandes títulos y las tradiciones más cercanas al género. Peter Jackson es, evidentemente, un gran fan del terror, y las influencias del cine de zombies de George A. Romero, Evil Dead de Sam Raimi o el mundo de las resurrecciones de Stuart Gordon están presentes en cada escena.

Otros detalles podrían ser más circunstanciales: es el caso de la escena del carrito, cuando Lionel decide llevar de paseo al bebé-zombie nacido de las relaciones post-mortem del cura y la enfermera. Cuesta no ver en ese cochecito de bebé la sombra de Rosemary’s Baby (Roman Polanski, 1968), dado que la criatura que se esconde dentro es, precisamente, un ser diabólico. Y lo más curioso de todo es que esta escena se rodó con el dinero que sobró del presupuesto inicial, pero no estaba prevista por los guionistas Stephen Sinclair, Frances Walsh y el propio Jackson. Un tiempo después, el director reconoció que, pese a todo, esta se había convertido en su escena favorita.

Esta fue la primera película con actores profesionales que firmó Peter Jackson, quien una década después sería el creador de una de las trilogías más célebres de todos los tiempos, Lord of the Rings. Lo cierto es que el debut en el largometraje de Jackson sólo había sido cinco años antes con Bad Taste, una aventura de ciencia ficción con alienígenas en busca de carne para sus hamburguesas, y que continuó tres años después con una sátira narrada exclusivamente con marionetas, Meet the Feebles (1990). Así que, con estos precedentes tan poco convencionales, llegó la también poco convencional Braindead, con la que ganó el premio a los Mejores Efectos Especiales en el Festival de Sitges y con la que empezó su andadura en la industria del cine.

Es probable que esta película, que cumple 25 años, sea la más sangrienta jamás rodada en la historia del cine. Un título más que merecido tras utilizar cerca de 300 litros de sangre falsa durante el rodaje, una cantidad indecente que se acumuló -como todos estaréis pensando- en la escena final con el cortacésped. Braindead es una de esas películas que no queremos olvidar. De esas que nos hacen sentir una combinación de diversión y asco, y que convierte la falta de recursos en una virtud más de su producción. Y es que, ¿tendría el mismo encanto sin ese aura de artesanía y esa pasión por una historia que apenas se sostiene? No, porque cuando muere la lógica o el realismo, aparece algo mucho más interesante: una brillante imaginación. (Mireia Mullor – Fotogramas.es)