En Experiment in Terror, Kelly Sherwood, una joven empleada de banca, regresa a su domicilio en un barrio de San Francisco, y es atacada por un desconocido que le exige que robe cien mil dólares del banco donde trabaja; si no cumple sus órdenes, asesinará a su hermana Toby. Aterrorizada, la joven se pone en contacto con el FBI, pero las pistas que aporta son muy escasas.

  • IMDb Rating: 7,3
  • RottenTomatoes: 77%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Experiment in Terror no disimula su condición de thriller denso, cercano a una pesadilla. Los mismos títulos de crédito, con un inquietante tema de Henry Mancini, ya nos proponen una San Francisco turbia, inquietante, amenazante. En ellos vemos como la empleada de banca Kelly Sherwood (Lee Remick), regresa a casa a la caída de la noche. Muy a pesar suyo, cuando va a dejar el coche en el garaje se encuentra una desagradable sorpresa. Un hombre la atenaza y la chantajea exigiéndole 100.000 dólares, amenazándola, en caso de no pagar, con matarla. Algo que, según él, ya ha hecho dos veces.

Por si fuera poco, este acosador parece ser un villano omnisciente, que conoce con precisión todas las rutinas de Kelly y su hermana Toby (Stephanie Powers). Hay dos elementos que son fuentes de considerable turbación. De un lado, la constante presión del desconocido criminal sobre Kelly, a base de llamadas telefónicas y subterfugios varios. Por el otro, la escasez de rasgos físicos característicos que puedan ayudar a ofrecer una descripción del criminal. La pobre Kelly no fue capaz de verle el rostro (nosotros tampoco, por cierto), y lo único que puede describir es una respiración propia de un asmático.

De la investigación, por cierto, se encarga el FBI, y en concreto el agente John Ripley (Glenn Ford). Uno de los rumores que acompañaron a la película fue que en algunos momentos se trataba de una propaganda encubierta a favor del FBI, algo desacreditado tras el papel del jefazo Hoover en la Caza de Brujas. Quién sabe, bien es cierto que el ente policial gasta en la película una buena cantidad de recursos, hombres y tiempo en este caso. Su comportamiento además es de una caballerosidad acrisolada. De cualquier modo, todo ello no quita mérito a la película.

Chantaje contra una mujer abre el frasco de las esencias particularmente cuando se trata de generar un momento de amenaza y tensión, y alargarlo como una nota sostenida hasta que nos comamos las uñas. Se trata de una película con un ritmo paciente, no construido a base sustos fáciles, ni golpes de efecto. Hay escenas de una planificación y ejecución realmente elaborada. A modo de ejemplo, destaca el momento del almacén de maniquís. No es casual el título original, Experiment in terror.

Al ambiente enrarecido de la película ayuda que no haya mezcla de otros géneros o elementos que causen distracción. A pesar del talento de Blake Edwards para la comedia, en Experiment in Terror no hay atisbo alguno de sentido del humor. La sombra de Hitchcock, a decir verdad, es alargada. Sin embargo, Stanley Donen, que también hace un giro «hitchcockiano» en Charade sí que abraza abiertamente la comedia durante el metraje. Edwards opta por el camino tensional, sin devaneos hilarantes.

Tampoco hay elementos románticos en Experiment in Terror. Es frecuente en temáticas similares que surja algún tipo de atracción entre el agente, en este caso del FBI, y la víctima a proteger. Como ejemplo célebre, tenemos a The Bodyguard (1992). Nada de eso ocurre aquí. Ripley se comporta como un verdadero profesional, y centra todos sus talentos en encontrar al acosador. Kelly, por su parte, está demasiado ocupada manejando el temor de que alguien acabe con su vida. Una ventaja de este enfoque es la ganancia en verosimilitud de la historia.

Experiment in Terror posee un reparto de lo más solvente. Lee Remick acapara gran parte de los focos, por su construcción de una víctima en el trance de tener su vida amenazada. Su actuación es expresiva, pero sin excesos. Su rostro es como el miedo encarnado, que la película trata de sugerir. Aun así, no es un personaje pusilánime que se refugie amedrantado en un rincón a llorar. Tiene momentos de decisión, en que encara el peligro incluso con cierta habilidad.

Glenn Ford ofrece una actuación bastante acorde con sus características. Su personaje de Ripley es de gesto adusto, serio, profesional. Recuerda la seriedad de su papel en Sobornados de Fritz Lang, pero sin propósito de venganza. Un prodigio de denuedo y cálculo para proteger a Kelly. Ya decimos que entre los personajes no hay ningún vínculo romántico, con lo que la química queda supedita a los avatares puramente criminales. El acosador, al final llamado Red Lynch, va descubriendo su rostro progresivamente, rasgando un velo de misterioso hermetismo. Ross Martin, su intérprete, acaba siendo realmente inquietante.

El guion es una mezcla de investigación y tira y afloja. El equipo de Ripley se esmerará en averiguar la identidad del acosador, en la fracción de la película más propiamente perteneciente al cine negro. Al respecto tiene todos los elementos clásicos, ambientes humeantes, soplones, bajos fondos, tipos de mala catadura… El tira y afloja corresponde a los diversos juegos del gato y el ratón entre Kelly y Red Lynch, que serán rematados en un grand finale de lujo.

Blake Edwards ha pasado a la historia del cine como director de muchas y desternillantes comedias. Como botones de muestra tenemos las películas del inspector Clouseau, The Great Race, The Party, o Victor Victoria. No obstante, Edwards tiene incursiones en otros géneros, altamente interesantes. En Experiment in Terror el resultado es el propio de un consumado experto en el thriller. No falta ningún detalle. Empezando por una fotografía tenebrista, hija del expresionismo alemán, que hace de las escenas nocturnas pequeños retazos de pesadilla.

También muestra una excelente capacidad de pulso narrativo, capaz de mantenernos en alerta, entre fascinados y amedrentados por el destino de Kelly Sherwood. La puesta en escena depara momentos de alta gama, siendo el momento más conocido quizá el del campo de béisbol, donde el manejo de las multitudes es magnífico.

Otros géneros que tocó Edwards tangencialmente incluyen el drama tremendista de Days of Wine and Roses (1962), rodada el mismo año con Lee Remick también, una curiosa incursión en el western con Wild Rovers (1971) o mezclas de drama romántico y espionaje como The Tamarind Seed (1974). En cualquier caso, se trata de un director muy estimable, digno de recordarse por más que por sus estupendas comedias.

Merece la pena reivindicar Experiment in Terror como uno de los platos más exquisitos del thriller de los años 60. Edwards demuestra un inesperado dominio de los códigos del suspense, y nos guía durante dos horas dentro de una entretenida pesadilla de acoso y derribo. Cuenta con una estupenda actuación de Lee Remick, la presencia de Glenn Ford y unos inquietantes acordes de Henry Mancini. Acaso el guion se pudo haber pulido en algunos aspectos y haber sido más directo, pero es una falta que se le perdona por los emocionantes momentos que nos depara. Dignos de las intrigas más selectas. (Mariano González – Cinemagavia.es)