Oldboy trata sobre Oh Dae-su, un hombre de negocios coreano que un día es secuestrado y confinado durante años en una celda en la que sólo hay una televisión. Y, sin embargo, ignora por qué razón está allí.

Gran Premio del Jurado (Festival de Cannes 2004)

Mejor Película (Festival de Sitges 2004)

Mejor Película Internacional Independiente (British Independent Film Awards 2004)

  • IMDb Rating: 8,4
  • Rotten Tomatoes: 81%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Redactar la crítica de una de esas películas que calificas como favoritas es siempre difícil. Y cuando digo favoritas, me refiero a las que componen una lista cerrada que abarca unos diez títulos, poco más. Por un lado, te expones bastante, hablas de una obra que es importante para ti, pero que para mucha gente puede resultar una completa pérdida de tiempo (o peor); por otro, corres el riesgo de dejarte aspectos importantes en el tintero, cuando no debería (no debería porque has visto la película tantas veces y has leído tanto sobre ella…). Sin embargo, como dicen algunos refranes de una u otra forma, me parece estúpido no hacerlo porque el resultado no vaya a ser (el que considero) perfecto. Así que me decido a publicar aquí mi crítica de una de las películas que más veces he visto, una de mis indiscutibles favoritas, una maravilla que, como es obvio, es el origen de mi nick. Hablo, evidentemente, de OldBoy, la segunda parte de la conocida como Trilogía de la Venganza, de Park Chan-Wook, junto a Sympathy for Mr. Vengeance y Sympathy for Lady Vengeance.

OldBoy comienza de forma impactante: un hombre está a punto de caer al vacío desde lo alto de un edificio, pero otro le tiene sujeto por la corbata. Éste dice que se llama Oh Daesu y entonces vemos lo que le ha ocurrido. Daesu es secuestrado una noche y al despertar se encuentra en una pequeña habitación. Gracias a un televisor se entera de que es sospechoso de haber asesinado a su mujer. Desconcertado, cada día va enloqueciendo un poco más y sufre alucinaciones debido a la soledad. Van pasando los años y la rabia y la falta de respuestas hacen que jure vengarse de quien le ha destrozado la vida. Un día, Daesu se duerme con el gas con el que todas las noches lo drogan, pero esta vez no despierta en la habitación donde ha permanecido 15 años, sino en una azotea, frente al sitio donde fue secuestrado. Es la hora de una salvaje venganza.

Desde ese vibrante comienzo donde el protagonista sostiene a un personaje de la corbata para impedir que se suicide (y poder contarle su historia), OldBoy te atrapa. Personalmente, valoro mucho los comienzos de las películas, quizá por eso un cineasta como Johnnie To me tiene ganado desde hace tiempo. Un buen principio te da muchas pistas de lo que verás a continuación, te predispone totalmente como espectador. Y no tiene que ser nada rompedor, pero si te has sentado para ver un thriller de acción y el comienzo es lento, dedicándose a mostrar pacientemente a los personajes, etc., es normal que la mente se dedique a revisar lo que tienes que hacer al día siguiente. La sutileza para narrar mucho en pocas imágenes o abrir de negro con un plano que dispone los elementos de forma original para contar algo, son también muy atractivos y el espectador (al menos yo) lo agradece. Park Chan-Wook muestra, de inicio, algo que rompe los esquemas en esta OldBoy, dejando al espectador aturdido y con deseos de saber más; te muestra los títulos de crédito para que te acomodes en la butaca durante unos segundos, acariciando tus sentidos auditivos con una suave melodía… para luego cegarte y mostrarte una imagen cuanto menos intrigante, ¿¿por qué un tío está a punto de caerse al vacío de no ser porque otro le está sujetando por la corbata?? Esta pregunta se verá contestada pronto, cuando el personaje principal le cuente la historia al tipo que está sosteniendo y, de paso, a nosotros, los espectadores. Finalizada la intensa presentación, Daesu, el «héroe» de la historia, se encaminará a cumplir su propósito, ése que ha nacido dentro de él durante 15 largos años, una terrible y sangrienta venganza.

OldBoy es, precisamente, el segundo de los tres títulos que componen la Trilogía de la Venganza de Park Chan-Wook, junto a las mencionadas en el primer párrafo, Sympathy for Mr. Vengeance y Sympathy for Lady Vengeance. De la venganza y del secuestro, podríamos añadir, aunque lo segundo es más bien el necesario macguffin. El título de esta crítica guarda relación con los de las otras de la trilogía, ya que OldBoy no lleva el ‘Sympathy’, compasión, traducido al gusto de Chan-Wook. Una trilogía compuesta por tres cintas que no guardan relación argumental entre sí, pero donde sus protagonistas (¡y los que no lo son!) se mueven por ese deseo tan humano como trágico que el séptimo arte ha visto siempre con buenos ojos. La venganza en el cine es un recurso muy utilizado y que ha dado pie a grandes películas, porque permite una gran variedad de consecuencias dramáticas y un acercamiento casi automático del espectador hacia el personaje, al que comprende con un par de destellos (comprende, que no justifica). Con mostrar a un personaje cuya esposa ha sido asesinada y cuya meta es buscar al criminal y ajustarle cuentas, ya tienes al espectador identificado con el «vengador» y un punto de partida para una ración de celuloide. Chan-Wook muestra en ‘Mr. Vengeance’ a un hombre que pierde a su hija, accidentalmente (no era la intención de los torpes secuestradores), por lo que busca castigar a los culpables; en ‘Lady Vengeance’ le toca el turno a una mujer que decide asesinar al hombre que se aprovechó de ella y le destrozó la vida; y en OldBoy, el realizador nos pone en la piel de un hombre que se comporta, en más de una ocasión, como un animal, un ser irracional que funciona a través de estímulos y que no piensa lo que hace, su venganza, su objetivo, está en su mente porque es la respuesta que su organismo le obliga a cumplir. De hecho, el mismo Daesu se llega a proclamar como una bestia en un momento de la película; algo a lo que el espectador ya ha llegado mucho antes, desde un sentimiento de comprensión e, incluso, de identificación. La violencia se muestra así, en la película, como algo inherente al ser humano, que si no controlas, te puede llevar a la más absoluta destrucción, tanto externa como interna. Todos podemos ser esa bestia en la que se transforma Daesu.

Volviendo a la obra del director coreano, considero OldBoy su película más lograda, más perfecta, habiendo visto casi toda su filmografía, salvo los dos primeros títulos, Moon is the Sun’s Dream (1992) y Saminjo (1997), que, según tengo entendido, no guardan demasiada relación con el trabajo posterior de Park Chan-Wook (lo cual no es excusa para no verlos, desde luego). Por tanto, mi valoración está condicionada por el visionado de Judgement (1999), estupendo cortometraje con un desenlace brillante, JSA: Joint Security Area (2000), notable thriller militar (nuevamente, con un final fantástico, de esos que te hacen volver a ver la película), Sympathy for Mr. Vengeance (2000), brutal tragicomedia que inicia el gusto del director por la tan recurrida venganza, su experimental (y soso) segmento If you Were me (2003), su (floja) aportación para Three… Extremes (2004), titulada Cut, y Sympathy for Lady Vengeance. Chan-Wook alcanza con OldBoy lo que, hasta el momento, es su plenitud como realizador, su techo; hecho que se constata al ver su siguiente largometraje, Lady Vengeance (y a falta, por supuesto, de paladear su nueva obra, ‘I´m a cyborg but that´s ok’). En ella disfrutamos nuevamente de un estilo preciosista, perfeccionista, donde cada plano tiene sentido por sí mismo, en comunión con la escena a la que pertenece, con la secuencia en que se engloba ésta y con la película en su conjunto. El cineasta coreano consigue sumergirnos en un mundo fascinante donde él ejerce de un Dios caprichoso que maneja, entre divertida y sádicamente, el destino de sus personajes, almas atormentadas en busca de redención o de paz interior. Sin embargo, lo que en OldBoy tiene sentido, en ‘Lady Vengeance’ es juego, lo que en la primera es riesgo y valentía, en la segunda es acomodo y repetición. Dicho esto, soy el primero en ver grandes momentos en ‘Lady Vengeance’, como la violenta puesta en común del sangiento deseo por ajusticiar al criminal o la secuencia en la que vemos cómo la protagonista repite (supuestamente) ante las cámaras lo que hizo con la niña; pero son islotes (extraordinarios) dentro de un film, en general, decepcionante. Decepcionante para los que lo esperábamos todo de Chan-Wook, por supuesto. Como digo, creo que su cima la alcanzó en 2003. Pero es una distancia al alcance de unos poquitos elegidos, más aún viendo el panorama actual, negrísimo.

Como decía antes, si algo destaca de OldBoy es su estética, su inmejorable estética. La película goza de una apabullante fuerza visual que consigue arrastrar al espectador al mismo infierno/cielo que vive Daesu en todo momento, disfrutando de unas imágenes bellísimas (por mucho que la mayoría impliquen tragedia). Estamos ante una de esas cintas en las que independientemente de cuándo pulses «pausa», te queda un fotograma digno de enmarcar. Y es que Chan-Wook exprime al máximo cada fotograma, resultando absolutamente delicioso para el espectador y, al menos en esta ocasión (a diferencia de lo que ocurre en ‘Cut’ y en ‘Lady Vengeance’), nada recargado, nada (llamativamente) artificial, al contrario, queda la sensación de estar presenciando algo perfecto (imposiblemente perfecto). A todo esto hay que añadir algo fundamental, y es una banda sonora increíble, de adquisición totalmente recomendable. No sólo forma parte inseparable de la historia, parte de ella, sino que acompaña y guía en todo momento, con sutileza, las sensaciones del espectador. El montaje también resulta clave en la película, siendo la película una especie de puzzle donde hasta que no pongas piezas importantes en su sitio, no vas a comprender el conjunto; igualmente, resultan llamativas secuencias donde se juega partiendo la pantalla, mostrando dos caras de la misma realidad. Recuerdo que una vez tuve que explicar en pocas palabras a una persona porqué tenía que ver, a mi juicio, OldBoy, y mi respuesta fue: es como si mezclas a David Fincher con Jean Pierre Jeunet, o, Fight Club con Amelie. Guardando las debidas distancias, claro. ¿En tres palabras? Violenta tragicomedia preciosista.

Otro de los elementos de atracción irresistible de la película es que, a priori, tienes una historia simple, que daría para un montón de películas con múltiples tiros y patadas como base central, pero que, en este caso, va haciéndose cada vez más compleja, convirtiéndose en una estimulante telaraña de emociones que se llevan al límite, llegando a un final de infarto, uno de los mejores desenlaces de la Historia del Cine, sin ninguna duda. Si bien la película está basada en el manga de Nobuaki Minegishi, al parecer éste ni siquiera había terminado cuando el film ya estaba filmado, lo cual nos permite vislumbrar la poca fidelidad de la adaptación. Aparte del final, no son menos impactantes algunas escenas que ya forman parte de la memoria cinéfila/cinéfaga de todo aquel que ha dejado pasar OldBoy por sus retinas, como cuando Daesu pide comida viva y se come un pulpo (o calamar, no soy experto en estos simpáticos bichejos), dejando que los tentáculos se retuerzan por su rostro; no menos espectacular resulta la secuencia de «la pelea en el pasillo» (como se la conoce habitualmente), un enfrentamiento brutal entre el protagonista y un grupo de (un tanto torpes) maleantes resuelto con un esplendoroso travelling que se mueve con soltura siguiendo a Daesu en su intento por tumbar a todo el que se ponga por delante.

No es justo terminar esta (extensa) crítica sin hacer mención a los actores principales, parte fundamental del éxito de la película. En primer lugar, tenemos a Choi Min-sik, que interpreta a Oh Daesu, el protagonista de la historia; su labor es impecable, se le ve totalmente entregado. Si tenéis la oportunidad de ver algún reportaje del rodaje, veréis el duro entrenamiento que acompañó el trabajo previo del actor para ponerse en la piel de Daesu, un personaje que necesitaba de una transformación física creíble para el desarrollo de la trama, algo que logra a la perfección el carismático Min-sik. Voy a soltar una obviedad, porque en este caso la veo muy necesaria: ¡ved la película en versión original subtitulada! Si la véis doblada al español, os encontraréis no sólo con que os perdéis matices valiosísimos que el actor coreano (él y los demás, por supuesto) aporta a su personaje, es que, para colmo, aquí se ha tenido la «excelente» idea de que el actor que le dobla al castellano sea el mismo que pone la voz a Homer Simpson, con lo cual… en fin, ahí queda el aviso. Frente a Min-sik, tenemos a Yoo Ji-tae, el rival, el cerebro detrás del secuestro del protagonista y de toda la genial operación con final insospechado (para Daesu y para el espectador). El actor está espléndido interpretando a Woo-jin, aportando una presencia difícil de calibrar, perfecta para un personaje diabólico. Woo-jin es malvado, divertido, brillante y esconde mucho más de lo que parece a primera vista; me cautivó desde su primera aparición (primero disimula, luego se descubre ante Daesu), y aún es la imagen que encabeza mi (abandonado) blog «personal». Por último, destacar también a la preciosa Gang Hye-jung, en el papel de Mido, el objeto de deseo de Daesu tras su liberación, que, al igual que Woo-jin, guarda más de un inesperado secreto que se van desvelando conforme avanza el metraje. La actriz también borda su personaje y derrocha encanto en todo momento, haciendo creíble su estrecha y particular relación con el protagonista.

En definitiva, OldBoy es una fascinante mezcla de violentas reacciones humanas y preciosa factura técnica, un thriller magistral que bebe de la tragedia griega para componer una retorcida historia de venganza y redención, abundante en momentos y secuencias inolvidables. Dirigida de forma impecable por un cineasta situado, desde este film, en el mapa de los realizadores más interesantes del panorama internacional actual. Una obra imprescindible que es posible que os provoque tanta admiración como odio (en este último caso, lo lamento y recomiendo la revisión). Sólo tiene un grave defecto: se acaba a los 120 minutos. (Juan Luis Caviaro – espinof.com)