En Girl, Lara es una joven transgénero de 15 años que sueña con convertirse en bailarina.
Cámara de Oro a la Mejor Ópera Prima, Mejor Actuación y Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Cannes 2018Premio del Público a la Mejor Película Europea 2018
- IMDb Rating: 7,2
- RottenTomatoes: 83%
Pelicula (la copia incluye subs en varios idiomas, entre ellos el español)
Una de las películas más justamente celebradas de esta edición de Cannes (una que debería haber estado en la competencia oficial) es Girl, opera prima belga que se llevó la Cámara de Oro al mejor debut en todas las secciones del festival, además del premio al mejor intérprete (Victor Polster) y el de mejor película de Un Certain Regard de parte de Fipresci, entre otros. Es un filme que encara de una manera un tanto diferente a lo usual el tema de la transición sexual, en este caso tomando como centro a una adolescente en pleno proceso de cambio.
Lena tiene 15 años y está empezando a transicionar para convertirse en mujer. Si bien ya luce como tal, lo que está empezando es un tratamiento largo, primero con hormonas y una posterior operación de cambio de sexo. Pero todo eso toma tiempo y Lena debe tener paciencia. Todos parecen apoyarla y, cuando empieza la película, ya es claro que hace rato todos se dirigen a ella como mujer. Solo faltan una serie de procedimientos que tienen complicaciones que no son necesariamente las más obvias.
Lo primero que sorprende en esta muy buena película belga es la manera amable, desprovista de evidentes conflictos y celebratoria con la que familia, médicos, psicólogo, amigos y hasta compañeros de escuela viven la situación de Lena. El padre (a la madre jamás la vemos) está de acuerdo con todo y feliz con la decisión de ella de transicionar. Lo mismo sucede en las reuniones familiares. Y en el colegio nuevo al que va no solo la tratan como a una más sino que la aceptan en la escuela de danza, pese a las dificultades físicas que tiene para bailar como chica. Digamos: parece casi tan complicado y doloroso (o más) transicionar de bailarín a bailarina que de varón a mujer.
Pero Lena (una extraordinaria actuación de Victor Polster) no se conforma y se exige más. Quiere que los cambios hormonales lleguen ya y poder hacer ciertas rutinas de la danza (especialmente complicado le es bailar de punta) como el resto de las chicas. Y le cuesta. Mucho. Hace, además, otros dolorosos sacrificios físicos para estar en forma, pero siente que el cuerpo no le da. Y se presiona cada vez más, pese a que todos a su alrededor parecen felices con su progreso y no hay ni siquiera el mínimo gesto de crueldad de parte de las otras bailarinas y profesoras hacia ella.
En la primera hora de Girl daba la impresión que Dhont iba a ser capaz de mantener hasta el final esa lógica, que el caracter trans de Lena iba a ser secundario (importante, claro, porque modela todo lo demás, pero no dramáticamente central) y esa lógica casi idealizada le daba a Girl un aire fascinante. ¿Cómo sería vivir en un lugar en el que todo el mundo esté completamente adaptado a este tipo de cambios de sexo y ya ni siquiera llamaran la atención a nadie? Pero esa “normalización” tiene sus límites aún en Bélgica y un par de situaciones –en el colegio y con un vecino– nos hacen dar cuenta que no, que todavía vivimos con algunos prejuicios instalados.
Por suerte, Dhont no va por ahí ni apuesta del todo a la crueldad social. Lena y su padre se enfrentan como pueden enfrentarse cualquier padre e hija, y las presiones crecientes que ella siente como bailarina están puestas en sí misma, no en los otros. Es por eso que, cuando la situación se vuelva más fuerte y un tanto cruenta (si bien es un filme esperanzado y a su manera luminoso, creo que una de las escenas del final es innecesariamente dura) la película se volverá un tanto más convencional. Pero un par de escenas no impiden ver la noble y muy emotiva pintura de un bellísimo y sacrificado personaje que está dispuesto a todo para cumplir con su sueño de ser mujer y bailarina. Sea como sea. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)
Share your thoughts