Holy Spider sucede en Irán, en 2001. Una periodista de Teherán se sumerge en los barrios con peor reputación de la ciudad santa de Mashhad para investigar una serie de feminicidios. Pronto se dará cuenta de que las autoridades locales no tienen ninguna prisa por resolver el asunto. Los crímenes son obra de un solo hombre, que asegura purificar la ciudad de sus pecados y que ataca a prostitutas por la noche.

Mejor Actriz en el Festival de Cannes 2022

  • IMDb Rating: 7,3
  • RottenTomatoes: 84%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El futbolista iraní Amir Nasr-Azadani ha sido condenado el 9 de enero a 26 años de cárcel por apoyar las protestas de su país contra la represión del régimen de los ayatollah contra las restricciones de derechos de las mujeres. Pudo haber sido condenado a muerte pero, finalmente, una supuesta agresión contra las fuerzas del orden ha sido usada como causa de la condena. La película Holy Spider se estrena en la misma semana.

Algo que podría pasar como una coincidencia tiene una consistencia cultural insólita, prácticamente inédita por su cercanía temporal, ya que lo que cuenta la película tiene una rima ineludible con el momento por el que pasa Irán actualmente. El país vive sumido en protestas desde septiembre, desatadas tras la muerte de Mahsa Amini, una joven de 23 años, a manos de la llamada «policía de la moral», lo que ha llevado a un movimiento de lucha liderado por mujeres, que hasta ahora ha tenido como consecuencia ejecuciones, muertes de cientos de personas y miles de heridos.

Un momento crítico en el que mucha parte de la sociedad está reaccionando, una reacción que la película Holy Spider dibuja como un conflicto profundo dentro de la sociedad del país, en el que el castigo de las mujeres por causas religiosas no está mal visto por una gran parte de la población. Es significativo cómo Ali Abassi nos ubica en el marco temporal de la historia con un plano de las noticias que nos muestra la caída de las torres gemelas de Nueva York, un evento que ya tiene más de 20 años, pero que resuena en nuestra memoria con la modernidad recién estrenada del siglo XXI.

Una pequeña guía visual para ubicarnos en los meses entre 2000 y 2001, cuando dieciséis trabajadoras sexuales, muchas de ellas drogadictas, fueron víctimas de un asesino en serie en la ciudad santa de Mashhad, en el noreste de Irán. La película nunca busca esquivar la identidad del responsable, sino todo lo contrario, nos muestra el día a día de este trabajador de la construcción obsesionado con limpiar las calles de la ciudad de mujeres “moralmente corruptas”. Lo llamaban la araña porque atraía o a las prostitutas a su propia casa, en donde las estrangulaba, envolvía sus cuerpos y las arrojaba fuera de la ciudad.

Hasta ese punto, la película cuenta sus crímenes como una película thriller al uso, más sórdida y difícil de lo habitual, pero cuando resuelve su detención comienza una obra menos fácil de calibrar, cubriendo su juicio, en el que muchos apoyaron sus acciones, exponiendo una problemática que va más allá de la crónica negra. El director Ali Abbasi parece hacer una respuesta a la problemática Killer Spider (2020), otra película sobre el asesino, tomando el ángulo ficticio de una periodista, Rahimi (Zar Amir Ebrahimi) , que viaja desde Teherán a Mashhad para cubrir el caso.

Tocando temas tabú en el cine iraní, como la desnudez, el sexo, el uso de drogas y la prostitución, Holy Spider escapa del marco de la censura gracias a su producción internacional, tomando muchos puntos reales de la investigación, pero sin abandonar la historia de Saeed (Mehdi Bajestani), exponiéndolo desde el principio como un hombre de familia, un padre dedicado y esposo fiel, pero también como un hombre despiadado, recogiendo mujeres en su motocicleta y estrangulándolas en su casa mientras su esposa está fuera.

Nunca se excusan sus acciones, pero hace entender cómo no solo puede llevar fácilmente esa doble vida, sino llega a hacerse creíble cómo sus vecinos y amigos lo apoyaban, incluso con multitudes exigiendo su libertad. Es en ese último tercio de la película cuando realmente se vuelve realmente interesante, abordando los ángulos políticos, religiosos y sociales y su relación cruzada, con los líderes de cada facción representados y dejando una coda escalofriante en sus últimas escenas, donde se muestra el poder de contagio de la misoginia sistémica en las familias y núcleos religiosos.

Holy Spider es una mirada negra a los rincones más oscuros de Mashhad con una excelente actuación de Ebrahimi. La propia actriz, que huyó de Irán tras la divulgación sin su consentimiento de un vídeo íntimo, antes de un juicio que la condenó a 10 años de prisión y 99 latigazos con una correa de cuero, ha retomado aquí su carrera, haciendo una mezcla de lucha y nerviosismo por el peligro que siempre rodea a su personaje. Holy Spider muestra una violencia desnuda, con alguna escena de sexo explícito y otras que resultan imborrables en su tristeza descarnada, como la de la alfombra.

Tras la fantástica Gräns, Abbasi compone una rotunda pieza de true crime con dos partes bien diferenciadas, una con escenas de tensión con ribetes del realismo pesadillesco de Frenzy (1972) de Alfred Hitchcock y otra, mucho más reflexiva, que analiza el odio a las mujeres sistémico del fundamentalismo estatal, en una amarga reflexión sobre cómo el mal se transmite entre generaciones, una pieza casi periodística que oscila entre  The Boston Strangler  (1968) y In Cold Blood (1967). Imprescindible, y tristemente muy actual. (Jorge Loses – Espinof.com)