In the Mood for Love transcurre en Hong Kong durante 1962. Chow, redactor jefe de un diario local, se muda con su mujer a un edificio habitado principalmente por residentes de Shanghai. Allí conoce a Li-zhen, una joven que acaba de instalarse en el mismo edificio con su esposo. Ella es secretaria de una empresa de exportación y su marido está continuamente de viaje de negocios. Como la mujer de Chow también está casi siempre fuera de casa, Li-zhen y Chow pasan cada vez más tiempo juntos y se hacen muy amigos. Un día, ambos descubrirán algo inesperado sobre sus respectivos cónyuges.

Mejor Actor (Festival de Cannes 2000)

Mejor Película Extranjera (Premios César 2001)

Mejor Película Extranjera y Mejor Fotografía (Círculo de Críticos de Nueva York 2001)

  • IMDB Rating: 8,1
  • Rottentomatoes: 90%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

Normalmente, no suelo pensármelo mucho, pero para esta crítica tenía claro que quería esa imagen que tenéis arriba. Si en la de ‘Besos de Vampiro’ me referí a anécdotas que representan una película, aquí habría que hablar de planos. Ésa es una de las imágenes que siempre me viene a la mente cuando recuerdo el film, y la prefiero a otras (aunque no aparezca el precioso rostro de Maggie Cheung) porque representa perfectamente, sólo ese plano, toda la película. Desde luego, en un sentido muy sutil y jugando a resumir al máximo. Sutileza y juego. Ambas palabras tienen mucho sentido en un comentario sobre In the Mood for Love. La primera porque Wong Kar-Wai se muestra absolutamente genial a la hora de representar el amor con leves pinceladas de enorme riqueza. La segunda porque los protagonistas de la película simulan en varias ocasiones que se enamoran, que son infieles, que se despiden para siempre; en definitiva, representan varios papeles o etapas dentro de ese otro gran juego que es el amor. Como me ocurrió con ‘Old Boy’, me supone un gran esfuerzo escribir esta crítica. Y es que In the Mood for Love pertenece, desde la primera vez que la vi, a mi selecta lista de películas favoritas.

Situada en el Hong Kong de los años sesenta, In the Mood for Love nos presenta a dos personas que se trasladan al mismo bloque de edificios y, casualmente, están viviendo una situación muy parecida con sus respectivas parejas, a los que cada vez ven menos. Así es como Chow, redactor jefe de un diario local, y Li-Zhen, secretaria en una firma de exportación, comenzarán a entablar amistad. Algo que irá a más cuando ambos afronten los hechos: la esposa de él y el marido de ella están teniendo un romance.

Wong Kar-Wai pretendía llevar al máximo este doble juego de amor e infidelidades, de necesidades y mentiras, haciendo que los dos actores protagonistas interpretasen los cuatro papeles correspondientes a las dos parejas; es decir, Tony Leung y Maggie Cheung serían, a la vez, tanto la pareja que engaña como la engañada. Una idea que habría confundido aún más al público que no consigue entrar en esta película, algo arriesgado, que para bien o para el mal, el realizador creyó conveniente dejar en el tintero (aunque no del todo, sólo la versión «radical» de la idea). Como también dejó fuera, aunque llegara a rodarlo, hasta dónde llegan los dos protagonistas en ese romántico y peligroso juego que inician en la cafetería, cuando ambos simulan que se acaban de enterar de que sus parejas les están siendo infieles. En mi opinión, el director acierta, porque no es necesario mostrar algo que, a poco que estés atento e inmerso en la historia, se sobreentiende a la perfección (volvemos a la sutileza). Como ya sabrá más de uno, este contenido, eliminado del metraje final, puede verse en el segundo disco de la estupenda y barata edición de la película en DVD.

Kar-Wai hace acompañar su historia con una banda sonora que, igual que su película, es sencillamente deliciosa. Hay varios temas que adornan secuencias de una hermosa composición, pero destaca especialmente el Yumeji´s Theme, de Umebayasi Shingeru; lamentablemente, un tema usado para fines comerciales en los últimos años, y es que el dinero favorece estas cosas. No menos importante, no menos esencial en la historia que se cuenta, es el magistral trabajo de fotografía, realizado por Christopher Doyle y Mark Li Ping-Bing, aportando otro toque más de belleza a un film visualmente extraordinario. Mención aparte también para el apartado de vestuario, que contribuye a que Maggie Cheung sea toda una delicia para nuestros ojos. Y es que el director de ‘Chungking Express’ o ‘Happy Together’ es único para componer sencillos planos de arrebatadora belleza, valiéndose de todos los recursos que tiene a su disposición (los mencionados o la cámara lenta que mueve a los personajes al ritmo de la música). Es imposible para el espectador occidental conocerlo, pero Kar-Wai también empleó la comida como elemento útil para que el público no se perdiese en la progresión temporal de la historia (algo confusa la primera vez que se ve la película, ciertamente); al parecer, los algunos platos que aparecen en pantalla sólo se pueden servir en momentos determinados del año. Un detalle sin importancia, posiblemente, pero revelador de las intenciones de un realizador que, eso dice, rueda casi sin guión.

Por otra parte, In the Mood for Love necesita para funcionar a sus dos brillantes actores protagonistas; con otros en el lugar de Maggie Cheung y Tony Leung, no sería lo mismo. Ambos están maravillosos, elegantes, impecables, de una forma que sólo podemos ver en una pantalla de cine (¡qué grande es el cine!). La química entre ellos es la base de la historia y funciona a la perfección. Cheung es posiblemente quien lo tiene más difícil, pues en bastantes ocasiones debe resultar fría cuando realmente no quiere, necesitando de una sutileza a la hora de interpretar que está al alcance de muy pocas actrices, estallando en lágrimas cuando la situación ya le supera por completo; momentos ésos que te rompen el corazón. Leung es un actor carismático y encantador donde los haya, se mete en el bolsillo al espectador casi de inmediato, con esa sonrisa y esa mirada que le caracterizan. Su personaje no es el típico seductor pero hay fases donde bien podría estar interpretando a uno, le sobran facultades para ello (de hecho, cuando juega a ser el marido de Cheung, apenas modifica su comportamiento, mientras que ella, siendo la esposa de Leung, sí que cambia visiblemente). Tanto uno como otro están inmensos, pero claro, es cuando están juntos cuando la película alcanza su glorioso techo. Imágenes como las tres que he puesto (atención a Cheung en la última) pertenecen a esos grandes momentos que nos deja la obra maestra de Wong Kar-Wai.

Me resulta imposible poner en palabras todo lo que consigue transmitir In the Mood for Love, así que voy acabando. En resumidas cuentas, estamos ante una cinta de maravillosa factura, un precioso y sutil drama romántico que posiciona a su director como uno de los directores más fascinantes de los últimos tiempos. Esperemos que pronto podamos ver en nuestros cines su nueva película, ‘My Blueberry Nights’, protagonizada por Natalie Portman y Jude Law entre otros. La han tachado de ñoña, de vacía; probablemente, los mismos que ponen etiquetas sin haber visto ni la mitad de la filmografía del realizador; los mismos que ven ‘2046’ y se preguntan a qué viene la historia de ciencia ficción. Pobrecillos, no todo el cine puede venir mascadito. Y ojo, me doy cuenta de que, en un futuro cercano, cuando vea Blueberry, puedo arrepentirme de lo que acabo de escribir. Es sólo que lo dudo muchísimo. Lo que cuenta Wong Kar-Wai me interesa. Por supuesto, algunos títulos merecen mayor consideración que otros, nadie es perfecto. Hace poco vi In the Mood for Love por quinta vez, y siguió fascinándome. ¿Se puede uno enamorar de una película? (Juan Luis Caviaro – espinof.com)