En Kubo and the Two Strings, Kubo vive tranquilamente en un pequeño y normal pueblo hasta que un espíritu del pasado vuelve para reavivar una venganza. Esto causa en Kubo multitud de malos tragos al verse perseguido por dioses y monstruos. Si de verdad Kubo quiere sobrevivir, antes debe localizar una armadura mágica que una vez fue vestida por su padre, un legendario guerrero samurái.

  • IMDb Rating: 8,1
  • RottenTomatoes: 97%

Película / Subtítulo 

Puede que las películas del estudio de stop motion Laika nunca alcancen el nivel de aclamación popular y académica que ostenta Pixar (muchas veces por inercia, pero ese es otro tema) ni, mucho menos, el clamor taquillero de las armas de riquiñismo masivo de Illumination. Cero problemas con eso mientras los titiriteros digitales de Portland sigan creando obras tan fascinantes como Kubo and the Two Strings.

Ninguna película de este año es capaz de pegar al asiento en sus primeros cinco segundos como esta historia de ambientación folclórica en un Japón antiguo y fantástico donde el joven Kubo se gana la vida contando cuentos épicos a los aldeanos mientras toca su shamisen para animar a los protagonistas, creados a partir de figuras de papel. La metáfora sobre el arte de la narración es palpable en el guión original, con participación de Chris Butler y dirigido por Travis Knight, pero sólo cubre la primera capa de sentido de una fábula familiar que, entre las dobleces de su apariencia frágil y delicada, como el mejor origami, esconde complejos quiebros.

Desde Coraline hasta The Boxtrolls, ninguna película de Laika se ha cortado a la hora de tratar temas ásperos y desapacibles; las reflexiones que suelta Kubo and the Two Strings acerca de la familia, la influencia de los padres sobre sus hijos, la pérdida de los seres queridos, la construcción social de la identidad o el poder de la memoria son tan elocuentes y certeras que sería fácil olvidar que estamos viendo a un niño, un mono y un escarabajo buscar las distintas partes de una armadura legendaria para poder enfrentarse a un dios terrorífico, si no fuera porque la acción no da ni un respiro. Ni siquiera para parpadear. Porque, cada vez que lo hagas, lamentarás perderte uno de los espectaculares planos llenos de detalle y candor que estos héroes han conjurado para nosotros. Los maestros exquisitos de Laika redondean su película origami más madura, bella, resonante y profunda. Que ya es decir.