Mannen från Mallorca sucede en Estocolmo, el día de la fiesta de Santa Lucía, cuando un bandido roba audazmente una oficina de correos llena de gente. Después de dos semanas, dos testigos están muertos. Dos policías de la brigada antivicio, Johansson y Jarnebring, que fueron los primeros en la escena del crimen, siguen todas las pistas e identifican a un sospechoso, un miembro de la arrogante élite de la policía secreta, un hombre asignado para proteger al ministro de Justicia.

Mejor Actor en los Premios Guldbagge 1984

  • IMDb Rating: 6,9 

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Lamentablemente Bo Widerberg dirigió apenas dos thrillers en una carrera en el séptimo arte de más de tres décadas que se extiende entre los años 60 y los años 90, hablamos de Man on the Roof (Mannen på Taket, 1976) y Mannen från Mallorca, de 1984, dos de las mejores y más inteligentes e implacables películas de aquel cine de género de los 70 y 80, trabajos que por cierto llegaron en medio de dos oleadas de propuestas con alguna que otra excepción que quebraba en parte la uniformidad estilística o el excelente nivel cualitativo general: la primera etapa de la trayectoria del cineasta sueco está caracterizada por dramas de ribetes autobiográficos como Barnvagnen (1963), Kvarteret Korpen, (1963) y Kärlek 65 (1965), siendo la anomalía cómica Heja Roland! (1966) y la mejor realización del lote primigenio la recordada Kvarteret Korpen, sin embargo su período de reconocimiento y éxito internacional se corresponde a una serie bastante ambiciosa de faenas de época -tanto crudas como preciosistas- que se subdividen entre el romance de Elvira Madigan (1967), gesta hiper trágica de amor clandestino entre una equilibrista de circo y un teniente del ejército sueco, y All Things Fair (1995), bildungsroman o historia de aprendizaje de clara cadencia pederasta, y aquellas luchas sociales de izquierda de Ådalen 31 (1969), sobre el asesinato de cinco obreros de una fábrica de pasta de celulosa durante una protesta de 1931 por parte del cerco represivo castrense, Joe Hill (1971), genial biopic sobre el mítico sindicalista Joel Emmanuel Hägglund alias Joe Hill, quien recorrió Estados Unidos, popularizó allí las canciones de protesta y fue ejecutado luego de un juicio farsesco, y El Camino de la Serpiente (Ormens Väg på Hälleberget, 1986), odisea acerca de la “costumbre” en la Suecia del Siglo XIX de pagar las deudas con favores sexuales que por supuesto siempre eran de las familias de campesinos pobres hacia los terratenientes y/ o comerciantes, una colección estupenda en la que no entran Fimpen (1974), fábula familiar mediocre sobre el niño futbolista del título, y Victoria (1979), película hoy completamente desaparecida que forma parte del grupo de diversas adaptaciones de la novela original de 1898 de Knut Hamsun, nada menos que el ganador del Premio Nobel de Literatura de 1920.

Mannen från Mallorca inspirada en The French Connection (1971), la odisea neoyorquina de William Friedkin, al igual que Man on the Roof, fue escrita por el propio Widerberg a partir de una novela hoy clásica del noir nórdico, La Fiesta de los Cerdos (Grisfesten, 1978), primer trabajo literario de Leif G.W. Persson y suerte de retrato tácito del Affaire Geijer, un escándalo político que sacudió la estructura de poder en la Suecia de los 70 y supo girar alrededor del burdel en Estocolmo de la madama Doris Hopp, quien terminó arrestada en 1976 bajo cargos de proxenetismo después de una larga investigación policial que descubrió que muchísimos miembros del Estado concurrían a las instalaciones y sobre todo el Ministro de Justicia en funciones, Lennart Geijer, lo que hizo que el mandamás policial vernáculo, Carl Persson, alertase del asunto al Primer Ministro de turno, el socialdemócrata Olof Palme, vía un memorándum secreto que instaba al máximo jerarca gubernamental a profundizar la pesquisa ya que Geijer solía fraternizar en orgías del lupanar de Hopp con personal diplomático de distintas embajadas y con furcias del Bloque del Este que podrían ser espías o ello se sospechaba, amén del hecho de que había menores de edad involucradas y del detalle de que la “imagen pública” de la administración se veía más que afectada. Leif en la época trabajaba como asesor de la Junta Nacional de Policía y fue quien le comunicó a Peter Bratt, un periodista del periódico sueco de generoso tiraje Noticias del Día (Dagens Nyheter), sobre la existencia del mentado memo de Persson a Palme, los cuales por supuesto negaron todo e hicieron lobby para que el futuro escritor -y futura personalidad mediática experta en asuntos criminales- sea despedido de inmediato, algo que efectivamente ocurrió y llevó a un cuasi suicidio a un Leif que evidentemente se vengó de la fauna dirigente ficcionalizando los entretelones del escándalo en su novela de 1978, asimismo el debut de dos de sus protagonistas favoritos, Bo Jarnebring y Lars Martin “Johan” Johansson, inspectores que en el film de Widerberg son interpretados por unos magníficos Sven Wollter y Tomas von Brömssen, actores con una química y camaradería innegables que calzan a la perfección en la condición bipartita de colegas y amigos de los antihéroes, a su vez emblemas de un humanismo curiosamente pícaro y descontracturado.

La historia de Mannen från Mallorca comienza el 13 de diciembre de 1983, en el Día de Santa Lucía, cuando un criminal enmascarado roba una oficina postal, la denominada Estocolmo 6, con una frialdad y un profesionalismo más que llamativos, suceso que es interrumpido por una procesión infantil en honor a Lucía de Siracusa y una alarma activada por un empleado del lugar, así las cosas Jarnebring y Johansson reciben la alerta, dejan de vigilar un prostíbulo de alta alcurnia y salen al encuentro con el ladrón, a quien el segundo persigue hasta una escuela de las inmediaciones sin conseguir atraparlo. Si bien el caso cae bajo la órbita del jefazo M. Dahlgren (Ernst Günther), el cual tiene bajo su mando a otros oficiales como por ejemplo Andersson (Håkan Serner) y Rundberg (Tommy Johnson), eventualmente se le permite al dúo de oficiales de la División Vicio sumarse a la investigación por haber sido los primeros en llegar a la sede del asalto, no obstante la pesquisa pronto cae en punto muerto a raíz de la imposibilidad de identificar al avisado malhechor hasta que aparecen los cadáveres de dos palurdos vinculados al caso que reconocieron en secreto al ladrón por un viaje turístico compartido de 1978 a Mallorca, la isla más grande de España, hablamos de Roger “Rogge” Jansson (Niels Jensen), estudiante secundario y aspirante a extorsionador que es atropellado en plena calle por un Mercedes-Benz, y Erik Harald Olsson (Sten Lonnert), un alcohólico y periodista deportivo que una noche aparece sin vida en un féretro de un cementerio. Entre una foto coral hallada en la casa de Olsson, donde se lee una referencia a una “fiesta de los cerdos”, y el detalle de haber perseguido incansablemente al responsable del atraco en Estocolmo 6, registrando su espalda y tics varios, Johansson con el tiempo reconoce a un miembro ultra soberbio del Servicio de Seguridad Sueco, un tal Kjell Göran Hedberg (Rico Rönnbäck) que suele visitar el lupanar en cuestión y trabajar con Öst (Gert Fylking), un compañero también misterioso, sin embargo el propio Ministro de Justicia (Hans Villius) ofrece una coartada para Hedberg y así Dahlgren insta a la dupla de inspectores a detener la investigación. Jarnebring y Johansson hacen caso omiso de la “recomendación” y vigilan primero a Hedberg y después a su amigo, el Ministro de Justicia, quien suele intimar con una meretriz del jet set a la que le regala una correa canina, Eva Zetterberg (Nina Gunke).

Widerberg crea un relato glorioso basado en tres pilares, primero la comida como sinónimo de los tiempos muertos, de allí que los personajes coman y coman cuando no avanzan en la pesquisa, segundo el patrullaje como efigie de dinamismo y de sorpresas metropolitanas, especie de trofeo que el azar le concede a la paciencia por soportar las extensas esperas en pos de alguna novedad, y tercero la dialéctica del poder en las sombras mediante la figura de un burócrata maquiavélico de alto rango del Servicio de Seguridad Sueco, Berg (Thomas Hellberg), que entra en contacto con un tercero, Fors (Ingvar Hirdwall), para que vigile no sólo las coartadas cruzadas del Ministro de Justicia y Hedberg, el primero aparentemente envuelto en prácticas sadomasoquistas como indica esa correa de perro en el departamento de Zetterberg para un animal que no existe, sino asimismo el rumbo de la investigación de Dahlgren y la dupla protagónica, lo que incluye sabotearla robando el negativo de una foto del funcionario con la bella puta y un memo que un guardia de seguridad presentó a las autoridades indicando que Olsson estaba de hecho buscando a Hedberg en la sede misma de Estocolmo del Servicio de Seguridad. La gracia de Mannen från Mallorca, mérito del que muy pocos thrillers pueden presumir en todo el globo, no radica en las maravillosas escenas de acción, esas que nada tienen que envidiarle al acervo hollywoodense, sino en el choque de voluntades de fondo, léase esta pugna entre la necesidad de verdad de los protagonistas, el afán del psicopático Hedberg por tapar su hobby criminal, la ayuda que recibe de parte del ridículo Ministro de Justicia y la intención corporativista más macro de Berg de lavarle los “trapitos sucios” al mandatario -y su brazo ejecutor- para eventualmente extorsionarlo a la hora de la asignación del presupuesto para el área de seguridad y sobre todo el despliegue de efectivos en Alemania, bajo el contexto de la Guerra Fría y en calidad de aprendices de una supuesta unidad antiterrorista. Así como el personaje enigmático del título, Hedberg, termina siendo un pelele dentro de la trituradora del poder y la misma casualidad, por su parte, oficia de principal aliada de la pesquisa, la idea de la eterna impunidad sobrevuela el relato entre testigos que se desdicen, pruebas que desaparecen, algún micrófono plantado, borrachos a montones y vidas privadas patéticas que subrayan la hipocresía institucional… (Emiliano Fernández – MetaCultura.com)