En Monster, Aileen Wuornos es una prostituta que fue ejecutada en 2002 en el estado de Florida, tras confesarse autora de seis asesinatos, incluido un policía. Aileen declaró que había matado en defensa propia, como reacción a los violentos ataques que sufria mientras ejercía su oficio. Al borde de la desesperación y del suicidio, conoce un día en un bar a Selby Wall, una joven lesbiana, que ha sido enviada por sus padres a vivir con su tía para «curar su homosexualidad». Wuornos, víctima de una trágica infancia llena de abusos, rápidamente se enamora de Selby, encontrando en ella una razón para vivir. Incapaz de encontrar un trabajo digno, Wuornos sigue ejerciendo la prostitución. Cuando uno de sus clientes la maltrata, ella lo mata en defensa propia, comenzando así una trágica cadena de asesinatos. Esta es la historia de una asesina, pero también una historia de amor entre dos inadaptadas.

Mejor Actriz (Premios Oscar 2003)

Mejor Actriz Drama (Premios Globo de Oro 2003)

Oso de Plata Mejor Actriz (Festival de Berlín 2003)

Mejor Actriz (Sindicato de Actores-SAG 2003)

Top 10 Mejores películas del año (American Film Institute 2003)

  • IMDB Rating: 7,3
  • Rottentomatoes: 81%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

Los riesgos con los que contaba a priori Monster hacían augurar un producto de escasa calidad, tópico y reiterativo. Sin embargo, la habilidad que la directora primeriza Patty Jenkins demuestra con una pirueta de sensibilidad estilística lo salva del telefilme y da una inusitada fuerza al relato hasta convertirlo en uno de los biopics más impactantes e intensos de los últimos años.

Así, en principio, Monster inducía a pensar que era un filme en el que Charlize Theron, en su inicio como productora, diseñaba un papel para su más absoluto lucimiento con la alarmante ausencia de autocrítica que ello suele llevar como equipaje. Por otra parte, el retrato del psicópata podía caer, debido a la afición hollywoodiense por este tipo de personajes, en el convencionalismo más grotesco. Pero, afortunadamente, el tamiz independiente, en su forma y en su fondo, que filtra la película otorga un difícil toque de sucia distinción a Monster y reniega de la violencia gratuita para desarrollar, sin embargo, una arrolladora agresividad emocional en el turbulento desasosiego y en la continua búsqueda de aceptación de la asesina en serie Aileen Carol Wournos. Gracias a esta loable visión adulta de la historia, la cinta se desmarca hacia el drama de personajes y así no apoya el peso en las secuencias de los asesinatos –varios y casi todos de un proceso similar–, sino que incide en la torturada evolución psicológica que convierte a una prostituta de carretera desaliñada y marginal en la primera serialkiller de los Estados Unidos, le da una unidad y un contorno palpables y la convierte en una obra madura, que no sabe muy bien por dónde se mueve. Por ello, el thriller abre paso a una tensión mucho más sofisticada, menos apoyada en el trucaje cinematográfico, para dar el protagonismo total y absoluto al contenido humano, virtudes y miserias que, por su cercanía, poseen una capacidad de impacto mucho mayor.

Pero, desde luego, no se puede hacer una crítica completa de Monster sin dedicar una gran parte de ella a la responsable de que su resultado sea finalmente tan brillante, puesto que el alma que Charlize Theron aporta al filme con su medida interpretación, con el perfecto dominio de sus tics para que no lleguen al histrionismo, con la soberbia captación de su mellada autoestima y con la potencia inusitada en sus arranques de ira, es el hilo sobre el que la cinta se crece y encuentra la profundidad en tan polémica base dramática. Para introducirse en la piel del personaje, Charlize Theron renuncia por completo a su espectacular figura y a su rostro perfecto, nos hace olvidarnos por completo de que tras ese esperpento humano se esconde una celebridad y recurre a un anonimato desgarbado, a una humanidad y vulnerabilidad tridimensionales. Así, aunque loable, acaba siendo un mérito menor cómo encaja con perfecta descompensación los trece kilos engordados, cómo se pone una prótesis dental y parece –o mejor dicho, “es”– una mujer maltratada por la vida, vulgar, desgraciada y que llega a rozar lo desagradable. Porque unido a la inmejorable transformación física, va la reivindicación de una actriz que busca y merece el reconocimiento más allá de su cara muy, pero que muy bonita. Por su parte, sin apoyo de tanta parafernalia y en un papel menos agradecido, recibe menos atención pero está igualmente colosal Christina Ricci, que capta con una ductilidad maestra la evolución moral de su complicado personaje, la amante de la protagonista. Ambas ofrecen un recital interpretativo que, unido a una más que competente dirección y a un sostenido guión, hacen de Monster una de las películas importantes de la producción norteamericana de este año. (Mateo Sancho Cardiel – labutaca.net)