No Home Movie es un documental sobre la madre de la propia directora, Chantal Akerman, quien jamás sale de su apartamento de Bruselas. El film está compuesto de entrevistas a Natalia Akerman, una mujer ya muy mayor y superviviente de la II Guerra Mundial y el nazismo, realizadas por su hija antes de que su madre muriera en el año 2013.

  • IMDb Rating: 6,7
  • RottenTomatoes: 89%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

“Esto es, ante todo, una película sobre mi madre, sobre mi madre desaparecida”: tales son las primeras palabras con que la grandiosa Chantal Akerman describe su última película, estrenada mundialmente en el festival de cine de Locarno, donde compite por el Leopardo de Oro. Con todo, tras esta primera constatación, No Home Movie esconde, lo vemos, muchas más cosas, un mar de verdades celosamente custodiadas que han impregnado todo el cine de la directora belga y que ahora se manifiestan, finalmente, en todo su esplendor.

Como lo dice la propia cineasta, su madre siempre ha sido una figura clave en muchas de sus películas. La cárcel que fatalmente marcó su persona, la de ser una niña superviviente de Auschwitz, habita la filmografía de Chantal Akerman como una sombra. A la manera de una incómoda herencia, esta sensación se transmitió de madre a hija, quien hubo de integrarla y exorcizarla a través de sus imágenes. No Home Movie no nació como el retrato íntimo de su relación (“de otro modo, no me habría atrevido”, dice la propia Akerman), sino más bien como el registro casi maniático de un día a día en el que la presencia o la ausencia de la madre es palpable y determinante. “Desde hace muchos años filmo todo”, afirma Akerman. La inmensa cantidad de material obtenido, más de cuarenta horas, dio lugar, en primera instancia, a una instalación con el evocador título de Maniac Shadows y, posteriormente, a la contemplativa No Home Movie. Como suele suceder en el cine de la directora belga, la magia reside en el montaje, cuando la mirada esculpe el material fílmico, dotándolo de una profundidad única y embelesadora. “El film libera algo involuntario desde un punto de vista consciente pero que, aún así, existe. Tal es su fuerza”. Como lo explica la propia Akerman, durante la fase de montaje, todo lo superfluo desapareció para no dejar espacio a nada más que lo esencial: la relación con su madre, el testimonio de ésta por boca de la hija, una hija a menudo ausente, que le rinde homenaje de la manera más sincera que conoce, esto es, a través de las imágenes. Los largos planos contemplativos que se suceden entre la placidez del piso familiar en Bruselas y un allende (los inmensos prados peinados por el viento) que solo Chantal conoce parecen escandir el ritmo de la vejez, momento suspendido en que la verdad debe manifestarse en todo su esplendor antes de que el recuerdo se desvanezca. Con No Home Move, Chantal Akerman parece querer aferrar y volver palpable un amor infinito hasta ahora sumido en una dolorosa inconsciencia. El ritmo contemplativo, casi meditativo, que pauta la película refleja el afecto y la ternura con que la directora se relaciona con su madre, ya anciana. Akerman toma todo el tiempo que necesita para despedirla, se concede el lujo de la contemplación más allá de cualquier imposición cinematográfica. Un lujo que merece. Un film sublime que habla de las relaciones no sólo entre nosotros y nuestros allegados sino entre nosotros y las imágenes que nos rodean en una especie de instantánea que cristaliza en un presente por el que ya sentimos nostalgia. (Giorgia Del Don – CinEuropa.org)