Nuestras Madres transcurre en Guatemala durante 2018. El país está fascinado por el juicio de los oficiales militares que comenzaron la guerra civil. Los testimonios de las víctimas siguen llegando. Ernesto, un joven antropólogo de la Fundación Forense, identifica a las personas que han desaparecido. Un día, a través de la historia de una anciana, Ernesto cree que ha encontrado una pista que le permitirá encontrar a su padre, un guerrillero que desapareció durante la guerra.

Cámara de Oro (Festival de Cannes 2019)

Mención Especial Ópera Prima (Festival de La Habana 2019)

  • IMDb Rating: 6,7
  • Rotten Tomatoes: 71%

Película (Calidad 1080p)

 

De la dictadura militar instaurada a finales de los años 70 en Guatemala, surgió una guerra civil que no terminó hasta veinte años después, dejando más de 200.000 muertos y enterrando la memoria de 40.000 desaparecidos. Con Nuestras Madres, que compite en la Semana de la Crítica de la 72ª edición del Festival de Cannes, Cesar Díaz muestra memoria y resiliencia. Su película surge como un grito en el silencio histórico que rodea a la desconocida masacre, cuyas víctimas fueron esencialmente indios, y presenta el retrato desgarrador de una madre y su hijo.

Guatemala en la actualidad. Ernesto, un joven antropólogo de una Fundación médico legal, trabaja en la identificación de los desaparecidos de la guerra civil para devolver la dignidad a los muertos, ofrecerles una sepultura y permitir un proceso de duelo indispensable para toda una nación. Él mismo busca a su padre, a quien no llegó a conocer, un guerrillero desaparecido durante el conflicto.

Ernesto no trabaja para ayudar a los vivos sino para reparar el recuerdo de los muertos, localizándolos e identificándolos. Aunque su compromiso, lleno de solidaridad, se basa en el concepto de comunidad, se ve obligado a ponerlo al servicio de una causa personal. Mientras su madre y otras mujeres se preparan para declarar en un proceso crucial por el reconocimiento de las violencias y de las masacres perpetradas por la armada y el poder, un indicio le lleva a la supuesta tumba de su padre. Encuentra mujeres, dignas y fuertes, que se hacen eco de lo que él ya sabía… Conmocionado por este descubrimiento, se prepara para reescribir la primera página de su historia personal.

La película empieza (y termina) con un plano cenital de una mesa cubierta de huesos, donde las manos expertas de Ernesto recomponen poco a poco un esqueleto, como un puzzle cuyas piezas debemos reunir para reconstruir, a través de los cuerpos de los muertos, el pasado de un país y de sus supervivientes.

Nuestras Madres es el primer largometraje de Cesar Díaz, que viene del mundo de los documentales. Su acercamiento estético, voluntariamente naturalista (ha trabajado la imagen con su directora de fotografía, Virginie Surdej), refleja su trayectoria, con una explosión de colores a través de grandes planos fijos y panorámicos de las caras marcadas y poderosamente expresivas de estas mujeres, estas madres (que son las verdaderas supervivientes del genocidio) garantes de la historia del país.

Nuestras Madres convoca a los guardianes de la memoria que han preservado una historia desconocida, pero también los personajes de ficción que rodean a Ernesto, empezando por su propia madre. Aunque este análisis profundo de la violencia en la historia de Guatemala pone una mirada inquisitiva sobre el país, también está atravesado por un soplo de ficción con el destino singular de Ernesto y su madre, muy bien interpretados por Armando Espitia, que encarna a un joven frágil y lleno de preguntas, y Emma Dib, que representa el sufrimiento de una nación, y el sufrimiento de una mujer. (Aurore Engelen – cineuropa.org)

Nuestras Madres, de César Díaz. Al igual que La Llorona, la película de su compatriota Bustamante (para quien trabajó como editor en Ixcanul) el debut de Díaz, sorpresivo ganador de la Cámara de Oro de Cannes, se centra en el genocidio indígena que tuvo lugar en los años ’80 en Guatemala. De una manera más sobria y directa –sin recurrir al recurso narrativo del género fantástico–, Díaz se centra en el trabajo que realizan los forenses que tratan de exhumar e identificar los cadáveres de los desaparecidos en esos años. A la vez, la historia personal de Ernesto –el protagonista del film– parece colarse entre esos descubrimientos ya que cree descubrir pistas del paradero de su propio padre, militante de izquierda entonces, en esa época. Y decide meterse también a investigar eso, desviándose un poco de su objetivo inicial.

La película de Díaz funciona de manera clásica, optando por hacer una denuncia política sincera pero sin intentar golpear al espectador con trampas emocionales. Si bien para un espectador argentino –que conoce bien ese tipo de circunstancias y situaciones–, Nuestras Madres puede no producir demasiadas sorpresas a la hora de descifrar lo que sucedía en las dictaduras de aquellas épocas, hay una franqueza y honestidad en el film que le dan una gracia y dignidad alejada de cualquier explotación y exceso que normalmente premian los festivales europeos. Que haya ganado ese premio en Cannes es algo seguramente relacionado a que el presidente de ese jurado era Rithy Pahn, un cineasta que trabaja de similar manera con la violenta memoria de su país, pero el film no busca llamar la atención sobre sí mismo sino sobre sus protagonistas e historias. Y, en estos tiempos, eso debe ser considerado como un importante mérito. (Diego Lerer – micropsiacine.com)