En Phantom of the Paradise,  Paul Williams interpreta el papel del malvado magnate de la música perseguido por un compositor desfigurado al que mete en prisión para robarle sus composiciones. Una vez en libertad, el fantasma se enamora de la nueva estrella de la canción promocionada por el magnate, comenzando así su particular venganza.

  • IMDb Rating: 7,4
  • RottenTomatoes: 91%

Película / Subtítulo 

El argumento de Phantom of the Paradise es fácilmente reconocible. A un autor musical, Winslow Leach, le roban la obra que ha creado para ser aprovechada por un productor sin escrúpulos llamado Swan. Al intentar recuperar su trabajo sufre un grave accidente que le deforma la cara obligándole a llevar máscara y a deambular por los escondrijos de un local llamado Paraíso, a modo de fantasma.

De muchos orígenes bebe la película de Brian De Palma. El principal, claro está, es El Fantasma de la Ópera. Pero también es fácil reconocer en ella, El Retrato de Dorian Gray o Fausto. Con esa base, el director crea un magnífico musical, formado por canciones pegadizas compuestas por Paul Williams que su vez se encarga de dar vida al malvado Swan.

Muchas de las huellas del autor se reconocen ya en la película. El sexo, la split screen o los guiños, algo más que guiños a veces, al maestro del suspense Alfred Hitchcock. Desternillante resulta la parodia que en este caso crea de la mítica escena de la ducha en Psycho. Bajo la influencia de todas estas obras literarias, se encuentra latente la feroz crítica a la ambición, ya sea en el mundo del espectáculo o en cualquier otro ámbito. Todo el mundo quiere más, nadie se conforma, todos persiguen el éxito sin importarle a quien pisan. Incluso la dulce Phoenix  cae en la tentación cuando ve cercana la realización de su más ansiado sueño, ser una cantante de éxito. La orgiástica escena final que De Palma nos regala en Phantom of the Paradise, resulta mucho más terrorífica que cualquiera que podamos ver en Carrie o en Sisters. Terrorífica por lo real, por el reflejo de una humanidad que no se comprenden unos a otros. Una humanidad sedienta de éxito y que siempre pide más y más hasta la extenuación.