En Sorry We Missed You, Ricky y su familia han estado peleando para salir adelante económicamente desde la crisis de 2008. Un día se presenta una nueva oportunidad cuando aparece una brillante furgoneta antigua, ofreciendo a la familia la posibilidad de crear su propio negocio. Sin embargo, la tarea no será fácil, especialmente debido al trabajo de su mujer como cuidadora. Aunque los lazos de la familia son muy fuertes, pronto aparecerán las primeras fisuras.

Premio del Público – Mejor Film Europeo (Festival de San Sebastián 2019)

  • IMDB Rating: 7,7
  • Rottentomatoes: 87%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

La pareja de Sorry We Missed You es de las que en su casita alquilada tiene la tabla de planchar en el dormitorio, detrás de la puerta. De los que se sientan a la mesa y hablan y se ríen y no usan los celulares. Los que comparten más que la comida.

Ken Loach es, claro, uno de los asiduos cineastas invitados a la hora de programar la competencia oficial por la Palma de Oro. El inglés ya la ganó en dos oportunidades, y si la segunda vez lo hizo con su anterior película, «Yo, Daniel Blake», no cabe duda de que con Sorry, We Missed You podría repetir tamaño honor.

El cine de Loach es un cine social. El director de «Pan y Rosas» se siente muy cómodo retratando la vida de ciudadanos comunes que sufren los embates de la modernidad, el capitalismo y, en especial, la falta de trabajo.

La solidaridad suele ser el bálsamo que derrama sobre sus personajes para que lo que les acontece no resulte tan arduo de tragar. Pero es muy difícil que uno salga de la sala sin un nudo en la garganta.

Sorry We Missed You trata a primera vista sobre Ricky (Kris Hitchen), quien consigue un trabajo en una compañía que hace entregas puerta a puerta. Pero las reglas del empleo, le explican su capataz antes de comenzar, implica sentirse una suerte de monotributista que trabaja por sí mismo. Le pagan, sí, pero si falta un día y no consigue reemplazo, debe abonar 100 libras. Si se rompe o pierde el aparato que le dan para escanear la mercadería, lo debe reponer por su cuenta. Y si no lleva su propia camioneta, le cobran un alquiler leonino.

Así, Ricky habla con Abby, su esposa (Debbie Honeywood: acertaron, no es actriz, sino que pertenece a la clase trabajadora y no artística), quien trabaja cuidando y limpiando ancianos y discapacitados motrices, y la convence: ella venderá su auto y viajará en buses para que él pueda usar las mil libras y salir a hacer las entregas. Ambos trabajan seis días a la semana, unas catorce horas por jornada.

Decíamos que a primera vista la película trata sobre las contingencias y los infortunios de la clase trabajadora en la Inglaterra actual. Pero Ricky y Abby tienen dos hijos, la pequeña Liza y el adolescente Sebastian, quien los meterá en problemas una y otra vez, por faltar y pelearse en la escuela y por robar unas pinturas para graffitear.

Hasta que los problemas se acumulan y la tensión estalla. Y afecta a cada uno de los miembros de la familia unida.

Loach también es un viejo zorro, y los hace llorar, no a manantiales, pero sabe cómo exprimir a sus personajes para que la desesperación, cuando no la humillación, los tome por el cuello y parezca que los deja sin salida.

Por supuesto que los intérpretes están todos muy bien, sean o no actores. Sí, Loach es un abonado a Cannes, pero al menos es de los que no defrauda. (Pablo O. Scholz – clarin.com)