A través de entrevistas y actuaciones con los legendarios músicos y productores que trabajaron en el mayor y menos reconocido estudio de grabación de América, Sound City, el documental explora el factor humano de la música y el arte perdido de la grabación analógica en una mundo cada vez más digital.

  • IMDB Rating: 7,3
  • Rottentomatoes: 100%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

Dave Grohl siempre ha sido un gran devoto de lo analógico. A él no le va el autotune, ni los millones de filtros que se pueden conseguir con Pro Tools. Él es de otra escuela. La de lo manual, la del cortar y pegar cinta, la de captar el sonido del directo de primeras, sin magistrales ediciones que ofusquen ese primitivo sonido. «Wasting Light», grabado en un garaje, es la prueba más evidente de la sana obsesión que vive Dave. Y Sound City, el documental estrenado hoy mismo vía Filmin y que el propio batería de Nirvana ha dirigido, es un ejemplo audiovisual de cómo se puede llegar a alcanzar la sinceridad creativa a partir de la búsqueda de nuestras propias raíces musicales.

Este largometraje de 1 hora y 45 minutos de duración está estructurado en dos grandes actos: el ubicado en Van Nuys y el originado en el estudio doméstico de Dave Grohl. El primero es el que describe, de forma más o menos lineal, la historia de los Sound City Studios, unos estudios de grabación antiguamente ubicados en Los Ángeles que llegaron a servir a modo de cuna para algunas de las leyendas musicales más grandes de estos últimos 40 o 50 años. Neil Young, los productores Butch Vig y Rick Rubin, Tom Petty & The Heartbreakers, Josh Homme, Lars Ulrich, Trent Reznor… La lista es enorme. Analizando lentamente el imperio gestado por Joe Gottfried, Grohl decide prestar especial atención a dos momentos cruciales en la formación de este templo musical: el del nacimiento de Fleetwood Mac dentro de esas cuatro paredes y, mucho tiempo después, aquel en que Nirvana grabaron un «Nevermind» que salvó a Joe de la ruina más absoluta.

Personalmente encuentro que Rick Springfield, Tom Petty y Neil Young son el eje de este primer tramo del film. No precisamente por su aportación en pantalla, no. Por su capacidad de comunicar. Es escucharlos a los tres y entender al momento ese sentimiento de sinceridad creativa que tanto se ha empeñado en comunicar Dave Grohl a lo largo de estos últimos años. Ellos entienden que es aquello de sonar «en vivo» dentro de un estudio, y a su vez, resultan de lo más inspiradores de cara a afrontar un gran reto como es el enfrentarse contra uno mismo en un escenario tan sucio como aquel ubicado antiguamente en la localidad de Van Nuys. Por otro lado también resultan remarcables algunas pequeñas anécdotas sucedidas durante este amplio período, como la forma en la que se grabó ‘Lithium’ y ‘Something In The Way’ en dicho estudio, como los productores empezaron a luchar en los 80 contra los recursos tecnológicos (brutal la primera fase de los Pro Tools) o la forna en que aterrizó en dicho local la consola Neve 8028, una de las pocas que existían por entonces y que marcó para siempre el distintivo orgánico que enarbolaba el sonido «made in Sound City».

Esto es por lo que hace al primer acto. El segundo, de una media hora de duración, parte del momento en que Grohl se agencia la consola Neve 8028 y se la lleva a su estudio doméstico. Allá consigue reunir a grandes figuras que habían grabado en los Sound City (y Paul McCartney), y junto a ellos graba la banda sonora del documental. Esta parte del film carece del alma y la vitalidad de la primera mitad, pero aún y así consigue encontrar cierta coherencia. Especialmente interesante me ha parecido el pequeño fragmento en el que aparece Trent Reznor, un compositor de altura que es mostrado como la otra cara de la moneda de este documental. Él emplea la tecnología para crear, jamás para imitar lo tecnológico. Es en este punto que Grohl acierta de lleno; sin este testimonio no hubiese tenido apenas sentido Sound City.

Sin pretender ser un excelente documental, Sound City es una producción que simpatizará especialmente con los fanáticos más románticos de la música. El film tiene fallos de construcción, especialmente en términos narrativos, pero consigue transmitir perfectamente el mensaje con el que pretendía ser concebido; la música debe ser un elemento transparente con el que el músico tenga que exponer su personalidad, jamás ocultarla. Sin capas, alardes, ni fantasmadas. Sonidos desde el corazón. Es en esto que sí acierta el amigo Grohl. Y lo hace a lo grande. (Pablo Porcar – binaural.es)