En The Taking of Pelham One Two Three unos delincuentes armados secuestran un vagón del metro de Nueva York y retienen como rehenes a 17 pasajeros. A cambio de su liberación exigen que, en el plazo de una hora, se les pague un rescate de un millón de dólares; en caso contrario, amenazan con matar un rehén por cada minuto de retraso. Para entretener al inflexible jefe de la banda  hasta la entrega del dinero, el teniente de policía Garber tendrá que usar todo su ingenio.

  • IMDb Rating: 7,6
  • RottenTomatoes: 88%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El próximo 24 de julio se estrena en nuestras salas The Taking of Pelham One Two Three, dirigida por el a menudo anfetamínico pero siempre hueco Tony Scott. Y yo, a riesgo de sentirme como la versión bloguera de un pérfido programador de Antena 3 (eficientes saqueadores de tumbas de ilustres cadáveres fílmicos que han servido de referente para actuales juguetes de taquilla) y empujado por la efervescencia tan veranil de re-visionar «pelis que molan» (la misma que rescatará en breve Straw Dogs, Tokyo Drifter o A Fistfull of Dollars), decido recuperar esta The Taking of Pelham One Two Three dirigida por Joseph Sargent en 1974. Y me lo vuelvo a pasar como un cabroncete de bien, oigan.

Redescubro un producto de género solventísimo, dirigido con tino y precisión por un habitual de la tele, y que no pierde la ocasión de ofrecer generosas dosis de humor y espectáculo macarra, cualidades que parecen haberse perdido en la mayoría de películas de acción que nos ofrece religiosamente Hollywood cada año, demasiado empeñadas en ofrecer la pirueta más rocambolesca posible o peor, la patada más metafísica hasta el momento.

La trama de The Taking of Pelham One Two Three es simple: cuatro hombres, todo gafas y bigotes postizos, y de tarantinianos nombres (Mr. Brown, Mr. Green, Mr. Blue, Mr. Grey) se suben a un vagón del metro de Nueva York, lo secuestran y piden un rescate, mientras toda la operación es seguida de cerca por la policía y el jefe de seguridad del metro. Los primeros, interpretados por habituales de la época: Robert Shaw, Martin Balsam, Héctor Elizondo y Earl Hindman. Y los segundos otro tanto: Walther Matthau y Jerry Stiller.

A partir de ahí, mala leche a espuertas, tensión, rehenes, un vagón descontrolado, un alcalde griposo que no sabe muy bien cómo comerse la patata caliente y, claro, montones de dinero y armas semiautomáticas.

Así que obviemos la posible metáfora del vagón como reflejo de la sociedad encerrada en sí misma que reacciona violentamente hacia la amenaza externa (no me lo invento; más de un plano responde a ello) y centrémonos en lo que nos importa: The Taking of Pelham One Two Three es un thriller setentero (sub)urbano al más puro estilo Don Siegel, y muy tocado por The French Connection que, orgulloso, saca pectoral, rasca patilla y marca paquete (como debe ser; como es en Serpico, en Shaft o en la saga de Harry Callahan), de una época en que los secuestros eran más funky, los ladrones más pasados de rosca y los policías más agrios y desdeñosos.

Con los sucesos ocurridos en Attica aún frescos y el trauma acechando en cada esquina, la tensión se hace constante en un espacio reducido la gran mayoría de veces y claustrofóbico en todo momento y se concreta en el diálogo entre los bad y los good guys en constante estira y afloja, y con lo que se espera de tal situación: ultimátums, carreras contra-reloj y luchas de egos.

Un año más tarde, Al Pacino y John Cazale en Dog Day Afternoon secuestrarían aquel banco con desastrosas consecuencias, pero el pesimismo existencial y el fatalismo de aquellos dos pobres desgraciados es otra historia. Aquí como digo lo que cuenta es el choque de polis contra ladrones, y de los nervios de acero contra la falta de escrúpulos.

Llevado todo de manera cínica y áspera, con personajes secos y que se intuyen patéticos perdedores, perdiendo de vista cualquier posible sentimentalismo y sin mostrar simpatía ni por secuestradores ni tampoco por secuestrados (puro mobiliario; dispensadores de random-hijack-sentences en el mejor de los casos), ni mucho menos por las fuerzas «del orden» que para colmo se encargan de llevar la película en varios momentos al terreno de la misoginia y el racismo.

Así da gusto. El sub-género «asalto y robo de tren» que podría empezar con Edwin S. Porter y termina por el momento en la versión Tony Scott tiene en The Taking of Pelham One Two Three un impecable episodio que va a ser difícil de superar por «el hermanísimo».

El día que canonicemos a Michael Mann, uno de los numerosos ídolos de esta santa Casa (de los Horrores), habrá que reconocer la importancia de películas como The Taking of Pelham One Two Three (Xavi Roldan – LaCasaDeLosHorrores.com)