En To The Ends of the Earth, Yoko es una joven reportera japonesa cuya personalidad es puesta a prueba cuando viaja a Uzbekistán para grabar el último episodio de su serie de viajes alrededor del mundo.

  • IMDb Rating: 6,4
  • RottenTomatoes: 93%

Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en español)

 

El pasado escondido en el presente también es, de algún modo, el tema medular de To the Ends of the Earth, la nueva realización del japonés Kiyoshi Kurosawa, un cineasta siempre sorprendente y que se rehúsa a ser encasillado. Como aquí, por ejemplo, donde propone una película híbrida, desconcertante incluso, en donde nunca se sabe qué va a suceder de una escena a la otra. La trama, sin embargo, no podría ser más simple: un equipo de la TV japonesa se encuentra en Uzbekistán, haciendo uno de esos programas de viajes que privilegian el dato curioso y la banalidad por encima de cualquier otra consideración. La conductora del show (Atsuko Maeda, una cantante estrella del J-pop en la vida real) es extremadamente profesional y hace todo lo que le pide el director, desde sumergirse en un lago donde se supone hay un pez monstruoso (los planos de Kurosawa sugieren la posibilidad de que aparezca) hasta dar vueltas hasta el desmayo en una precaria atracción de feria. Pero su verdadera vocación es la música, que ella siente está relegando por esa tarea vacua con la que se gana la vida.

Todo en Uzbekistán la atemoriza: las calles abigarradas, los hombres, las comidas y las costumbres, de las que todo lo ignora. Pero en medio de esa otredad, que por momentos se vuelve ominosa por el solo hecho de ser distinta a la de su cultura, la chica da por casualidad con un teatro lírico, al que ingresa como en un sueño, un poco como James Stewart encuentra a Doris Day en The Man who Knew too Much (1956), de Alfred Hitchcock, siguiendo el hilo de una voz. Ese hilo que –como el que Ariadna le regala a Teseo— le permitirá salir del laberinto en el que se encuentra. Y descubrir que ese hermoso teatro de Tashkent fue decorado hace más de medio siglo atrás por artesanos japoneses, que a pesar de haber sido prisioneros de guerra y mano de obra esclava, dejaron allí las huellas de su arte, para quien supiera encontrarlas. De una u otra manera, el pasado siempre reaparece y se resiste a ser olvidado. (Luciano Monteagudo – Página12.com.ar)

Una película simpática pero menor del maestro japonés, To The Ends of the Earth, realizado por encargo para conmemorar un aniversario de las relaciones diplomáticas entre Japón y Uzbekistán (sí, suena raro, pero ese es el origen del proyecto) logra superar las limitaciones de ese tipo de producto pero no lo suficiente para ubicarse entre las grandes obras del realizador de Cure y Tokyo Sonata. La película sigue a una joven mujer que es la conductora de un programa televisivo japonés sobre viajes quien, junto a su equipo de trabajo, exploran los lugares famosos, mitos y particularidades de Uzbekistán.

La chica es muy profesional (su aguante para girar varias veces seguidas en una especie de terrorífico roller coaster es sorprendente) pero también curiosa, por lo que explora el país por su cuenta. Esa curiosidad se mezcla con miedo por lo que suele meterse en problemas tomando absurdas decisiones que cualquier turista debería evitar. De todos modos, esa mezcla de atrevimiento y timidez (la actriz es también una famosa cantante de J-Pop) la vuelve un personaje querible que, además, tiene que lidiar con una serie de asuntos personales que la tienen en plena crisis.

Sus más de dos horas de duración y algunos episodios excesivamente didácticos (en especial en su última parte) van desgastando un poco esa simpatía inicial que generan los choques culturales de la película, que en cierto modo intenta ser una crítica a la manera entre temerosa y un tanto despreciativa con la que los japoneses se relacionan con otras culturas. Es una curiosidad en la carrera de Kurosawa –hasta incluye un par de caprichosas pero encantadoras secuencias musicales– de la que sale bastante bien parado. Un cineasta que, al igual que la protagonista, trata de cumplir con los compromisos asumidos y, a la vez, escaparse y filmar los costados menos turísticos y más reales del país que le tocó visitar. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)