En Hard Eight, John es un hombre sin recursos que vive en Reno. Un día, un misterioso individuo llamado Sydney, lo invita a desayunar y le ofrece la oportunidad de ganar dinero acompañándolo por los casinos. Todo les va muy bien, pero John se enamora de una camarera que está dispuesta a hacer lo que sea por conseguir dinero.

  • IMDb Rating: 7,3
  • RottenTomatoes: 83%

Película / Subtítulo (Calidad 720p)

Plano abierto de un bar a la vera de la ruta. Un hombre se acerca caminando a la entrada. La cámara lo sigue desde atrás, a la altura de la cintura, y no vemos quién es salvo por el fugaz reflejo de su figura en el vidrio de la puerta. Sentado en el suelo hay otro hombre, con los brazos cruzados y la mirada perdida hacia el piso. “¿Querés una taza de café? ¿Un cigarrillo?”, le pregunta el primero. Entran, se sientan, charlan. Uno, el más viejo, parece destilar sabiduría en cada palabra; el otro, más joven, luce desahuciado. Dos años después ya son amigos, en una relación casi paternal. Averiguar por qué el viejo Sydney decidió invitar al joven John, que parece ser un extraño, es el motor de la trama de la película.

Hard Eight, primer largometraje de Paul Thomas Anderson, es una expansión del mundo que había creado para su cortometraje Cigarettes & Coffee, pero bien podría ser una reversión no declarada de Bob le Flambeur (1955), de Jean-Pierre Melville. Anderson reemplazó los bares nocturnos de París por los casinos de una Las Vegas sin glamour, pero Bob y Sydney son el mismo tipo de persona: apostadores que ven al juego como un azar que, con rigor personal, puede ser controlado antes de padecerlo como una adicción. Aunque sus finales -y, sobre todo, los de sus hijos adoptivos- serán muy distintos.

Vista hoy, con la ventaja que dan los casi 20 años transcurridos, es sencillo descubrir en Hard Eight casi todos los temas que luego atravesarían la obra de Anderson. Fundamentalmente dos: el azar y la búsqueda de redención. Incluso en sus momentos más oscuros la película se mueve con la fluidez de una Steadycam y se va desenvolviendo con la seguridad y la pulcritud de quien tiene claro qué está haciendo. Y se recuesta permanentemente en la extraordinaria actuación del gran Philip Baker Hall, en uno de sus escasos protagónicos. Su manera de caminar por las bochincheras salas de los casinos, la precisión con que maneja las palabras y las pausas (“No deberías hacer una pregunta como ésa a menos que conozcas la respuesta”), su mirada imperturbable a la que nada parece escapársele convierten a Sydney es uno de los grandes personajes del cine negro contemporáneo.

Un par de datos finales, que no supe cómo encajar en el resto del texto. El título elegido por Anderson para Hard Eight era Sydney, pero los distribuidores decidieron cambiarlo; en Argentina se editó en VHS, sin pasar por los cines, como Vivir del Azar. (Informe Paul Thomas Anderson por Santiago Martínez Cartier para Hacerselacritica.com)