High Rise narra la llegada del doctor Robert Laing a la Torre Elysium, un enorme rascacielos dentro del cual se desarrolla todo un mundo aparte, en el cual parece existir la sociedad ideal. Pero secretamente, el recién llegado se sentirá perturbado ante la posibilidad de que este orden utópico no sea tal. Sospechas que rápidamente serán corroboradas de la forma más siniestra. Adaptación de una novela publicada por J.G. Ballard a mediados de los años ‘70.

  • IMDb rating: 6.1
  • RottenTomatoes: 71%

Película / Subtítulo 

Anthony Royal, el arquitecto que encarna Jeremy Irons en High Rise, tenía un sueño. Construir un edificio que se convirtiera en motor de cambio social. Un espacio que propiciara a través de su diseño la forma de convivencia definitiva de la era moderna. La película de Ben Wheatley, que traslada a la gran pantalla la novela homónima de J.G Ballard, visualiza, sin apenas salir del recinto, cómo este sueño se trunca en caos apocalíptico.

La película arranca con una imagen perturbadora. El doctor Robert Laing, el siempre elegante Tom Hiddleston, arma un espacio de supervivencia en la terraza de su apartamento, en un bloque de pisos asolado por una suerte de apocalipsis. El va a ser el narrador que nos guiará por los sucesos en el rascacielos donde se instaló hace tres meses, un prototipo de vivienda en apariencia modélica.

La idea de Ballard que plasma visualmente Wheatley entronca con todo un discurso crítico hacia cierta concepción de la arquitectura moderna. La vanguardia arquitectónica que parte de Le Corbusier y la Escuela Bauhaus tenía como objetivo, mucho más que cualquier otra disciplina artística, incidir en la organización de la sociedad. Los proyectos arquitectónicos de aquel momento buscaban solucionar una cuestión básica para la civilización del siglo XX: diseñar un tipo de vivienda que alojara al máximo de personas sin que nadie perdiera calidad de vida. Pero algo se truncó en el camino entre las ‘cités radieuses’ de Le Corbusier y los barrios de vivienda pública atestados de bloques pseudobrutalistas de la mayoría de ciudades del mundo. Wheatley otorga así una presencia invasiva y casi hostil a los elementos arquitectónicos que acompañan la vida de los protagonistas.

High Rise es la primera producción importante de Ben Wheatley , con el claro objetivo de ampliar el espectro de su público habitual. En el reparto acompañan a Hiddleston y a Irons otros nombres conocidos como los de Elizabeth Moss y Siena Miller, aunque la gran revelación es la de Luke Evans, en el papel del hombre que encabeza la rebelión popular en nombre del orgullo de clase pero al que muchas veces se le escapa una vena de violento primitivismo. Con High Rise, Wheatley ha conseguido un filme que mantiene el tono entre terrible y divertido de sus primeras películas desde cierto distanciamiento formal. Al tiempo que sirve una muestra de ciencia-ficción distópica de hechuras visuales impecables y cierto regusto ‘vintage’.