Kids trata sobre un grupo de adolescentes de Nueva York que consumen drogas y mantienen relaciones sexuales, con el sida planeando sobre sus cabezas.

  • IMDB Rating: 7,0
  • Rottentomatoes: 48%

Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

 

El próximo 21 de julio se cumplen veinte años del estreno de Kids en el Angelika Film Center de Nueva York. Pese al tiempo transcurrido, la primera película de Larry Clark sigue volando la cabeza con la misma contundencia con que sacó de la inopia a muchos adultos y jóvenes en la década de los 90. Su acercamiento, sin cortapisas ni filtros, al sexo promiscuo, las drogas, el SIDA y la juventud nihilista y desilusionada sigue inalterable con el paso del tiempo.

Retrato crudo, transgresor, demoledor— impartido mediante un estilo semidocumental—, de la subcultura skater, con el que, al mismo tiempo, se radiografiaba la juventud descontrolada del Nueva York pre 11S, Kids alcanzó con celeridad un estatus que logran muy pocas obras: película de culto, de referencia, y generacional, grabada a fuego para todos aquellos que bordeaban la adolescencia por entonces, y un artefacto explosivo para el subgénero del cine adolescente norteamericano, haciendo estallar en mil pedazos la trama arquetípica tan habitual en la década de los 80.

La película, además, fue el trampolín para las carreras de talentos vírgenes que, por primera vez, se involucraban en un largometraje, empezando por el propio director, el reputado y controvertido fotógrafo Larry Clark, que ya había explorado los senderos de la juventud descarrilada en sus instantáneas y que emprendía el salto hacia la realización con 52 años. Pero también de un jovencísimo Harmony Korine, quien escribía con 19 años el guión de la película; un primer paso a una carrera como director y guionista alejada de cualquier convencionalismo, como demuestra incluso con su filme más reconocible, Spring Breakers. Especialmente prolíficos y exitosos, tanto en Hollywood como fuera de éste, resultarían los caminos emprendidos por sus dos actrices principales: Chlöe Sevigny, una club girl de 20 años por entonces, que, tras su paso por el filme de Clark, se convertiría en musa del cine indie; Rosario Dawson, la bella chica de 15 años y de ascendencia puertorriqueña descubierta por Korine sentada en las escaleras de los public housing donde vivía y que interpretaba a Ruby, papel que le abriría la puerta a la fama. (Marc Muñoz – ElPaís.com)

Desde el punto de vista cinematográfico, posiblemente, el rasgo más destacable de Kids es su estilo. Un estilo espontáneo. Una especie de registro “en crudo” de aquello que se sucede ante la cámara. Tomas entrecortadas, planos cortos, abundancia de primeros planos, y personajes que se mueven y que hablan entre sí como si no consideraran la puesta de cámara, promueven esa impresión de realidad que tiene el film y que ha hecho que varios críticos lo consideraran, incluso, como un tardío exponente del cinema vérité. Esto es, un documental en el que el realizador se limita a observar y registrar lo que ocurre sin provocar situaciones ni interferir con los hechos. Sin embargo, este no es el caso de Kids. Este no es un film documental que captura fragmentos de la realidad al azar. Profesionales o no, los que vemos son actores interpretando personajes en escenarios prefijados según las pautas de un guión preestablecido. En este sentido, Larry Clark explicó que no hubo improvisaciones y que todo el film responde a un atento trabajo de puesta en escena según el libro escrito por Harmony Korine, un amigo de tan sólo diecinueve años. La cuestión es, entonces, revisar porqué Clark eligió contar esta historia de ficción valiéndose de muchas de las claves estéticas y expresivas del cine documental. La urgencia en captar el vacío cotidiano, en mostrar las 24 horas del deambular ocioso de los personajes tiene que ver con la inmediatez que impone el “estilo directo” de la cámara en mano, la utilización del sonido sincronizado y el sostenimiento de los tiempos muertos. Del mismo modo, el aprovechamiento de escenarios naturales, como la calle y el parque, cristalizan un espacio poblado, vivo, “esculpido a partir de un mundo histórico en vez de fabricado”. Un espacio exterior-público que, en otro orden, se confronta con el micromundo interior-privado de las casas superpobladas de adolescentes y vacías de adultos. (Diana Paladino – BuenosAires.gov.ar)