En Mona Lisa George, además de ser el chófer de Simone, una elegante prostituta cuyos clientes son hombres de negocios y árabes millonarios, está locamente enamorado de ella, Por eso, acepta el encargo de buscar a una vieja amiga de Simone que se ha metido en un lío, aunque tenga que enfrentarse a un chulo mafioso y a un obseso rey del porno. Pero pronto descubrirá algo que podría destruir su propia vida.

Mejor Actor Drama en los Globos de Oro 1986
Mejor Actor en los Premios BAFTA 1986
Mejor Actor en el Festival de Cannes 1986
Espiga de Oro a la Mejor Película en el Festival de Seminci 1986

  • IMDb Rating: 7,3
  • RottenTomatoes: 81%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Reincorporación a la vida tras siete largos años abandonado a la soledad de la prisión por deberes para con la jerarquía del crimen, las heridas sangrantes de un divorcio con hija adolescente de por medio y un nuevo trabajo en pago como chofer de una atractiva y fría prostituta de alto standing con la que confrontar unos modales y un carácter obstinadamente cockney.

En su más celebrado filme previo a su salto a Estados Unidos, aquel que confirmaba definitivamente su proyección, Neil Jordan parece de proclive de inicio a desarrollar esa especie de screwball comedy que exigen los sueños de romance imposible entre el honesto y cabezón empleado supernumerario de un gángster venido a más (Bob Hoskins, tan británico como el icónico bulldog) y la exótica y sofisticada meretriz (Cathy Tyson).

Segundas oportunidades en la vida y el amor entre personajes opuestos pero iguales, abandonados en la cuneta por circunstancias diversas; solos, vulnerables y heridos.

Una agradable comedia de juego de contrarios, guiado por la letra de la canción de Nat King Cole y los patrones de los cuento de hadas y de Pigmalión –que aportan elementos simbólicos traspasados puntualmente a la escena- y en el que el príncipe convertido en rana y la tosca fierecilla a la que convertir en una grácil bella recaen en el mismo individuo: ese rudo y sensible conductor ideado para que Hoskins se luzca en una interpretación memorable, en la que confecciona un personaje conmovedor, entrañable e irremediablemente simpático.

Más adelante, Mona Lisa comienza en cambio a adentrarse en la negrura del comercio al peso de la carne humana en los mugrientos bajos fondos londinenses, en el que se entremezclan deudas afectivas, venganzas hacia los horrores del pasado, corrupciones éticas de la sociedad, violencia mafiosa y machista y tramas delictivas a escala cutre –cabría destacar la aparición de los siempre estimulantes Michael Caine y Clarke Peters, este último en un papel de sádico proxeneta y actor porno ocasional muy alejado de su paternal y legendario Lester Freamon de The Wire– y redenciones sangrientas contra elementos que sobrepasan al individuo común.

Es entonces cuando uno sigue confiando en que Hoskins sostenga sobre sus velludos hombros el peso de un filme que va bajando de nivel, envejecido por una falta de contundencia o intensidad ampliamente superada y en el que un servidor confiesa no haber terminado de coger el punto a la sutilidad con la que Jordan traza el arco dramático del protagonista en su aspecto sentimental.

La explosiva reacción de Hoskins en el desenlace me pilla de sorpresa, no sabría decir si por infravalorar la carga de ingenuidad del personaje, por no haber sido capaz de comprender la evolución interior del mismo a lo largo del metraje o porque -y esta sería la opción más interesante y que diría poco de mi capacidad como espectador- la mezcla de realidad y ficción con la que está contada la historia, siempre presentada desde el punto de vista del sencillo chofer, aficionado a las novelas de detectives, hace de esa presunta falta de incoherencia un factor surrealista más en ese ambiguo juego del narrador, identificado así con el mismo protagonista de la acción. O, simplemente, porque está expresada con cierta torpeza.

En cualquier caso, Mona Lisa se deja ver con gusto en todo momento, resguardada por un reparto en forma y un atrayente tono general que, no obstante, como hemos señalado, va de más a menos. (ElCríticoAbúlico.wordpress.com)