Durante 10 idílicos años, la pequeña Mija ha sido la cuidadora y compañera de Okja, un gigantesco animal y una gran amiga, en su casa de las montañas en Corea del Sur. Pero todo cambiará cuando la gran multinacional familiar Mirando Corporation se lleve a Okja para trasladarla a Nueva York, donde la narcisista y egocéntrica CEO Lucy Mirando tiene grandes planes para la mejor amiga de Mija. Sin ningún plan pero con un claro objetivo en mente, Mija viaja a Estados Unidos y emprende una peligrosa misión de rescate que se complicará aún más cuando se tope con diversos grupos de capitalistas, manifestantes y consumidores que también luchan por controlar el destino de Okja.

  • IMDb Rating: 7,6
  • RottenTomatoes: 84%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

Más allá de las controversias (sobre todo comerciales) que arrecian hace ya un par de semanas, ¿de qué se trata la nueva propuesta del brillante realizador de The Host, Barking Dogs Never Bites, Mother, Memories of Murder y Snowpiercer?

Okja es una eficaz película de entretenimiento familiar en la línea del Steven Spielberg de E.T.: El extraterrestre (y, si se quiere, también de Babe, el chanchito valiente y de Mi amigo el dragón), y un film político que no deja títere con cabeza, ya que cuestiona el abuso de las corporaciones dedicadas a la biotecnología y a la alimentación industrial, pero también el fanatismo de los activistas ecologistas.

La historia -que tiene un prólogo ambientado en 2007 y luego transcurre en la actualidad- va de un pueblito coreano a Seúl y luego a Nueva York, y tiene como protagonista a una niña preadolescente llamada Mija (An Seo Hyun), que cuida a un gigantesco y querible cerdo mutante (verdadero prodigio expresivo gracias a los efectos visuales) que ha sido generado por una multinacional liderada por una malvada de manual (Tilda Swinton).

Cuando la mascota cumple 10 años es secuestrada de su habitat natural por un patético e hiper narcisista científico y conductor televisivo interpretado por Jake Gyllenhaal y enviada a Manhattan para formar parte de un concurso en el que participan otros chanchitos también concebidos con técnicas poco ortodoxas. La presencia de esa y otras criaturas en un ámbito urbano hacer recordar, claro, a The Host y la distopía, a Snowpiercer, aunque Okja -con todos sus hallazgos- no alcanza el nivel extraordinario de aquellos dos films.

La pequeña heroína, claro, no se quedará en su pueblo sino que saldrá a rescatar a Okja acompañada por integrantes de una organización clandestina que lucha por la liberación de animales (liderada por Paul Dano). La satírica película es entretenida y con un extraordinario despliegue de imagen y sonido que, lamentablemente, no podrá ser apreciado en toda su dimensión en las pequeñas pantallas hogareñas, salvo en Corea del Sur, donde el film sí tendrá un limitado paso por las salas comerciales. Claro que la otra mitad del vaso lleno es que en casi 200 países se podrá disfrutar desde el 28 de junio próximo; es decir, poco más de un mes después de su estreno mundial en Cannes. (Diego Battle – OtrosCine.com)

En el deporte y en la tecnología se utiliza el adjetivo game-changing para definir a esos instantes que cambian por completo el curso de los acontecimientos. Una jugada decisiva que modifica un resultado o el lanzamiento de una aplicación que conmueve al mercado pueden ser ejemplos de esos momentos cruciales. En el terreno de la industria del espectáculo, Okja, película del talentoso director coreano Bong Joon-ho financiada por Netflix a un costo de 50 millones de dólares, será recordada antes que por sus cualidades artísticas (que las tiene y muchas) por haber “cambiado el juego”.

Cuando la popular plataforma de SVOD anunció que produciría el nuevo proyecto de uno de los directores favoritos de la cinefilia, responsable de películas brillantes como Perro que ladra no muerde, Memories of Murder, The Host, Mother y Snowpiercer, una mezcla de sorpresa, inquietud y algarabía se apoderó de los analistas y empresarios del show business: ¿Netflix va por todo? Hasta entonces no era habitual que un servicio de entretenimiento masivo apostara tan fuerte por un realizador de culto.

Meses después, con el proyecto ya terminado, estalló una nueva bomba: Okja era seleccionada para luchar por la Palma de Oro en la 70ª edición del prestigioso Festival de Cannes, la meca del séptimo arte mundial. Sin embargo, cuando Netflix se negó a posponer el lanzamiento en su plataforma previsto para mañana para permitir un paso previo y amplio por las salas de cine, la industria audiovisual (encabezada por los poderosos distribuidores y exhibidores franceses) salió con los tapones de punta. Tal fue el escándalo que -sin llegar a descalificar a Okja- los responsables de Cannes debieron cambiar el reglamento de la muestra: desde 2018 ningún film que no tenga asegurado un estreno comercial masivo en los cines galos podrá competir en ese ámbito.

La respuesta de Ted Sarandos, vocero y lobbysta de Netflix en este y otros temas, no se hizo esperar: “Con las nuevas reglas un eventural regreso a Cannes aparece como mucho menos atractivo y por lo tanto cambiará nuestra estrategia en festivales” ¿Debut y despedida? De hecho, Netflix se convirtió en el enemigo público número uno en la reciente edición del festival de la Costa Azul francesa. Cada vez que apareció el logo en las proyecciones de Okja y The Meyerowitz Stories, tragicomedia del estadounidense Noah Baumbach que también compitió por la Palma de Oro y que la compañía adquirió cuando se encontraba ya en fase de posproducción, arreciaron los silbidos y abucheos. En cambio, su principal rival en el universo del SVOD como es Amazon acepta que todos sus films (de Woody Allen a Jim Jarmusch) tengan un recorrido por los cines antes de que sean lanzados en su servicio. Para los cinéfilos, es el bueno de la película.

El conflicto en Cannes fue tan duro que hasta el presidente del jurado oficial, Pedro Almodóvar, aprovechó la conferencia de prensa del primer día para denostar a Netflix por intentar cambiar por completo las reglas del juego de un negocio que, con matices y modificaciones casi siempre consensuadas, viene sosteniendo un esquema de comercialización conocido como “ventanas” (etapas previamente acordadas que arrancan por el estreno en salas y terminan por las distintas variantes del consumo hogareño) desde hace muchas décadas. “La cultura y el consumo han cambiado y Netflix es la prueba de los nuevos comportamientos y gustos sociales”, se atajó y contraatacó Sarandos.

En este contexto, en medio de semejante “grieta” comercial, el atribulado Bong Joon-ho hizo lo que pudo para mantenerse entre la lealtad a sus financistas (Netflix) y la buena relación con Cannes, que suele seleccionar sus distintos trabajos. “Con mi director de fotografía siempre consideramos que la mejor manera de apreciar Okja es una sala y en la pantalla más grande posible. Nuestros socios de Netflix nos aseguraron que han hecho todos los esfuerzos posibles para que así sea”, explicó.

Sin embargo, a pesar de los dichos optimistas de Bong Joon-ho, lo cierto es que la salida de Okja en salas -también prevista para mañana- será poco menos que testimonial y en solo cuatro mercados: Estados Unidos (en un puñado de complejos de Los Angeles y Nueva York), Corea del Sur (con el boicot de las tres principales cadenas de exhibición), Francia (siete proyecciones gratuitas en París, Nantes y Bordeaux auspiciadas por la revista Sofilm) y Reino Unido (en diez pantallas).