En System Crasher y  en su salvaje búsqueda de amor, la enérgica e indomable Benni, una niña de 9 años abandonada por su madre y que vive en una familia de acogida, lleva a todos a su alrededor a la desesperación.

Oso de Plata – Premio del Jurado en el Festival de Berlín 2019
Mejor Película y Mejor Director en los Premios del Cine Alemán 2019
  • IMDb Rating: 7,8
  • RottenTomatoes: 94%

Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

 

System Crasher, de Nora Fingscheidt es la segunda película de la competencia y tiene una premisa intrigante y un arranque feroz, prometiendo más de lo que termina entregando. Es la historia de Benni, una chica de nueve años con una infancia difícil, que ha sido dejada en centros de ayuda ya que su madre no puede lidiar con ella y posee una personalidad temible. Benni es impulsiva, violenta, incontrolable, cualquier cosa la saca de quicio y grita, golpea, rompe cosas y pone su vida en riesgo y la de los demás. Imaginen a una niña rubia de 9 años con rostro angelical –cuando quiere– descontrolada a niveles pocas veces visto e imaginarán de que va el asunto.

System Crasher se centra en los infructuosos intentos de encontrar un lugar o una situación que la calme o al menos tranquilice un poco. Ni terapias alternativas, ni familias sustitutas, ni una medicación que elude tomar parecen poder bajarle el enojo y la tensión que lleva consigo y que explota ante cualquier circunstancia. Benni quiere estar siempre con su madre, pero ella no es que la ignora sino que no la puede controlar, ni tampoco sus novios y hasta sus hermanitos corren peligro ante su presencia. A System Crasher no le interesa tanto dilucidar porque la niña se comporta así sino tratar de ver qué se puede hacer con esos casos.

La directora debutante, con su estilo hiperactivo y furioso, coloca al espectador en una situación incomoda ante el personaje porque nos hace entender, hasta un punto, porqué actúa como actúa, pero a la vez está al borde de convertirse en una villana a la que uno quiere ver lejos, especialmente cuando pone en peligro la vida y salud de otros niños.

Esa incomodidad se va haciendo más fuerte y un tanto más obvia sobre el final cuando es evidente que no parece haber forma de que esto termine más o menos bien por más buenas intenciones que los adultos pongan. Y es esa última parte del film la que, de una manera un tanto adolescente y bordeando lo morboso, le baja un par de puntos a esta película que, al menos en sus primeros dos actos, manejaba una zona más compleja de grises y sutilezas entre los personajes. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)