Underground transcurre en el año 1941 en Belgrado, durante la Segunda Guerra Mundial. Marko y Petar, delincuentes y amigos, luchan contra los alemanes. Petar resulta herido y, para salvarse, se refugia en un sótano junto a un grupo de partisanos. Por otro lado, Marko se convierte en un héroe y, terminada la guerra, se convierte en uno de los favoritos de Tito de la Yugoslavia comunista. Pero el destino de Petar ha resultado muy distinto.

Palma de Oro (Festival de Cannes 1995)

  • IMDb Rating: 8,1
  • Rotten Tomatoes: 86%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

En el año 1995 el director serbio, Emir Kusturica, se alzaba por segunda vez en su carrera con la prestigiosa Palma de Oro del Festival Internacional de Cannes a la mejor película. Lo hacía con su obra Underground, un repaso a la historia reciente de la extinta Yugoslavia que abarcaba desde el inicio de la II Guerra Mundial hasta la Guerra de los Balcanes. Película que levantó ampollas y le granjeo un gran número de enemigos en su antigua nación, pero que, sobre todo, le otorgó el reconocimiento internacional y un lugar entre los directores europeos más importantes de la historia del cine.

En su quinto trabajo, el realizador nacido en Sarajevo cuenta los momentos más decisivos del siglo XX (exceptuando el primer cuarto de siglo) que afectaron a su país, principalmente, pero también al resto de Europa. De esta forma, Underground esta estructurada en tres partes bien definidas. La primera de ellas, la que engloba la II Guerra Mundial, abarcando desde el año 1941, cuando se produce la invasión alemana a Yugoslavia, y concluyendo en 1944. La segunda bajo el gobierno del mariscal Tito, que se extiende durante toda la Guerra Fría. Por último, la tercera parte se inicia con el fallecimiento del militar y político en el año 1980 y continua durante la cruenta Guerra Civil de los Balcanes.

A través de dos personajes principales, Marko -Miki Manojlovic, Papá está en viaje de negocios, Irina Palm- y Petar -Lazar Ristovski, El polvorín, La conspiración de noviembre- el espectador asiste a este repaso histórico en clave de tragicomedia. Los dos pícaros protagonistas, que sobreviven durante la II Guerra Mundial proveyendo armas en el mercado negro a la resistencia partisana, son aparentemente uña y carne, inseparables en su amistad. Una relación que sólo se vera afectada por la aparición de Natalija-Mirjana JoKovic-, actriz egoísta y superficial que no dudará en cambiar de hombre -alternando a nuestros dos personajes con un general nazi: Franz (Erns Stötzner)- con el objetivo de estar siempre cerca del poder y de esta forma, tener una vida de lujos en un período tan difícil de la historia.

En la segunda parte de Underground, durante la Guerra Fría, Marko hará creer a su amigo que la ocupación alemana continúa, y que lo más conveniente para Negro es que tanto él, como gran parte de sus familiares, se escondan en el sótano hasta que la contienda termine. Así, tendrá vía libre para conquistar a Natalija mientras prosigue con su maniobra, una farsa que durará 20 años. Dos décadas llevando una vida subterránea.

Cuando accidentalmente nuestros héroes consiguen salir del sótano, lo que se encuentran en el exterior es muy diferente a la situación que imaginaban. Los años pasan, el general Tito fallece y estalla la sangrienta y triste Guerra de los Balcanes, en la que Petar se erige en un jefe de la guerrilla y Marko en un traficante de armas, herramientas fatales con las que sus hermanos (serbios, croatas, bosnios y albaneses) se asesinaron durante ocho años.

En este punto, las interpretaciones del trío protagonista rayan la perfección, merced también a otros secundarios como el hermano de Marko, Ivan – Slavko Stimac (Línea no regular, La vida es un milagro)-, Jovan -Srdjan Todorovic- el primogénito de Petar y Vera -Mirjana Karanovic- madre y esposa de ambos, respectivamente.

La obra, con guión de Dusan Kovacevic y el propio Kusturica esta plagada de simbologia. Ejemplos de ello son la segunda parte de Underground: la vida en el subsuelo, con los personajes esperando noticias del exterior, las cuales estarán manipuladas por Marko, creando una realidad distorsionada y falsa.

Es en este momento de Underground en la que se la puede comparar con el mito o alegoría de la caverna formulada por el filósofo griego Platón. En ella, un grupo de hombres permanecen encadenados de cuello y piernas. La única luz que ilumina la cueva, proyecta en la pared las sombras de lo que supuestamente ocurre en el exterior. Como los prisioneros no han salido nunca de la gruta, creen todo lo que ven proyectado en la pared. Asimismo, oyen los ruidos y ecos que proceden del exterior -en la película, las sirenas que alertan de los bombardeos que azotaron al país eslavo durante la II Guerra Mundial-, lo que acrecienta más esa credulidad.

Cuando uno de los prisioneros logra salir, ve los objetos reales, percibe la realidad y descubre que durante todo ese tiempo ha vivido engañado -como cuando nuestros protagonistas salen del subterráneo-. En este sentido, y siguiendo con la metáfora que creó el sabio griego, el personaje que consigue liberarse y descubre el camino hacia la verdadera existencia, es un filósofo, que siente la necesidad de liberar a sus compañeros para que abandonen la falsa realidad que están viviendo.

En Underground, la figura del filósofo o esclavo que consigue mostrar el camino recae sobre el supuesto animal más irracional que permanece en el sótano: un mono y su dueño, Ivan. Cuando este sale a la superficie, se da cuenta de que su país, Yugoslavia, ha cambiado. A la vez, del sótano también escaparán Petar y su hijo Jovan. Ellos dos no se encontrarán una realidad distinta a la que les han contado, ya que aparecen en el rodaje de una película sobre la II Guerra Mundial, y de esta forma pensarán que el país sigue en guerra contra el invasor nazi.

Pero volviendo a Ivan, hermano de Marko, es en si mismo todo un símbolo, tanto de la inocencia perdida en el país como del dolor y tragedia que afectan al mismo. Ese daño a su candidez lo sufre desde el inicio, tras presenciar en primera línea el bombardeo al zoo de Belgrado del que es encargado, asistiendo a Vera en su primer parto, siendo testigo de su muerte hasta llegar al dolor que experimenta al tener que huir hacia Alemania después de salir del bunker, o volver a su país mientras este se desangra por la guerra civil. Es el protagonista de la tercera parte y el encargado de realizar un helador epílogo al final de la obra.

No son los únicos símbolos de esta obra maestra. Hacia el final de Underground, durante la Guerra Civil, podemos observar una imagen invertida de Jesucristo en la plaza de un pueblo que esta siendo asolado por los bombardeos, claro ejemplo de la presencia del maligno en cualquier guerra y, especialmente, en aquellas que se libran entre compatriotas de una misma nación -en ese momento del filme se ejemplifica la guerra entre hermanos que recibe la furibunda crítica de Kusturica-.

El papel de los cascos azules también es reprochado en Underground. En dos ocasiones aparecen los soldados enviados por la ONU: en la primera, trasladando refugiados a Italia y cobrándoles un peaje por ello; y en la segunda, secundando a traficantes de armas en una de las transacciones económicas -secuencia en la que aparece el director como el comprador de armamento-. Se trata de una crítica a la inoperancia que tuvieron, tanto la ONU como la OTAN en esta guerra.

Como ya ocurriera con Forrest Gump -Robert Zemeckis, 1994- las imágenes de archivo trucadas en las que uno de los protagonistas aparece junto a personajes históricos son uno de los rasgos más destacables de la cinta. De esta manera, podemos ver el auge en el mundo de la política de Marko, apareciendo junto al mariscal Tito o con otros líderes comunistas yugoslavos de la época. Tras la muerte del Jefe de Estado, el espectador puede ver imágenes de la época que muestran el recorrido del féretro que portaba al mismo por las ciudades más importantes de la antigua república eslava.

Asimismo, la música tiene una especial relevancia en Underground, con la presencia de una banda que acompaña durante gran parte de la misma a nuestros personajes principales. Se trata, pues, de un elemento diegético en la película, ya que los músicos son personajes secundarios dentro de la trama, forman parte de la misma y sufrirán los mismos avatares que el resto del elenco. Durante la mayor parte del metraje interpretan ritmos festivos, exceptuando la tercera parte de la cinta, momento en el cual desaparecen. Eso sí, a cargo de tan espléndida banda sonora está el famoso compositor Goran Bregovic.

Y finalmente, la conclusión de la cinta, con todos los personajes celebrando en una porción de tierra que se desmembra de otra más grande, es el broche perfecto a una obra que perdura en la memoria de todo aquel que la ha visto. (David Resino – argoderse.com)