En Wild at Heart, Sailor y su novia Lula deciden huir a California. La madre de la chica, que se opone a esta relación, se pone en contacto con un mafioso para que elimine a Sailor. La huida de Sailor y Lula va acompañada de turbios acontecimientos y sórdidos recuerdos.

Palma de Oro en el Festival de Cannes 1990

  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 81%

Película / Subtítulo

Wild at Heart es la película que significa poner la quinta marcha en cuanto a salvajismo y radicalidad. Regresan los freaks retorcidos y violentos de Lynch, y también las criaturas bondadosas y llenas de luz. Filme por tanto libérrimo, sugerente, absolutamente inclasificable, que convierte a Blue Velvet en una aventura ordinaria y clásica. Un Lynch desatado, una historia de amor ultraviolenta y ultraromántica, cine de autor sin concesiones.

Adaptación bastante libre de la novela de Barry Gifford ‘Sailor & Lula’, a cargo del propio Lynch, que se enamoró de la historia pero le cambió el final y algunos elementos más, la película es una extraña road movie pasada por el particular e inimitable tamiz del director, que ya había dirigido el piloto de ‘Twin Peaks’ cuando empezó con este rodaje. De modo que estamos con un Lynch en lo más alto de su carrera, tanto profesional, como de éxito, como personal.

Wild at Heart podría describirse como la historia de dos adolescentes enamorados, cuyo amor se va a poner a prueba por toda serie de avatares, comenzando por la desquiciada madre de ella, Marietta (magnífica, brutal Diane Ladd) dispuesta a matarle a él con tal de seguir utilizando a su hija para lo que le venga en gana. A Sailor le da vida un a ratos entrañable, a ratos tenebroso, Nicolas Cage, y a ella una atractiva, sexy y maravillosa Laura Dern (hija de Diane Ladd), que repite con Lynch.

La primera secuencia de Wild at Heart ya establece el tono, Lynch no engaña a nadie, y aquí avisa muy pronto de qué tipo de salvajismos (nunca mejor dicho) vamos a ver. De hecho la película estuvo a punto de ser calificada X en Estados Unidos por su violencia bestial y su tenebroso estilo. Pero Lynch no cortó nada. De hecho, esta película es impensable si se mutilan algunos de sus tramos. Toda ella es una irregular balada de jazz, densa, impredecible y críptica. Comienza como un sueño dorado para sus protagonistas y poco a poco se va tornando una pesadilla alucinógena

Algunos de los personajes más monstruosos y fascinantes de Lynch se encuentran en esta película, y de todos ellos el más grimoso y abyecto es el Bobby Peru de Willem Dafoe, una caracterización extrema (imposible no acordarse de sus dientes) para la misma encarnación del mal. Pero también vemos nada menos que a Perdita Durango, interpretada por una enigmática Isabella Rossellini, personajes muy extremos para una galería de secundarios poco menos que siniestra.

Su extraño montaje, sincopado, aparentemente ilógico; su guión irregular y alambicado; su abstracción, el manierismo del diseño de producción. No resulta fácil acercarse a esta película. Recibió terribles críticas en Estados Unidos, pero en Cannes se alzó con la Palma de Oro. Hoy es una pieza esencial en el cine de su director. La más juvenil y salvaje de sus películas, la más irreal y la más romántica. La que de forma más emocionante mezcla una entrañable ingenuidad con una insidiosa maldad.