Alanis es una trabajadora sexual, madre de un niño pequeño, que deberá pelear por hacerse un lugar en la sociedad.

Mejor Directora y Mejor Actriz en el Festival de Cine de San Sebastián 2017
Premio Coral a la Mejor Película y Mejor Actriz en el Festival de La Habana 2017
  • IMDb Rating: 6,8
  • RottenTomatoes: 100%

Película  (Calidad 1080p)

 

La quinta película de Berneri consolida todo su talento y confirma el de su actriz principal. El machismo argentino siempre depara alguna sorpresa. Un hombre público puede amenazar abiertamente a otro por el hecho de que a su madre se le ha adjudicado en un insulto la profesión más antigua de todas; varios cines deciden no programar una película cuya protagonista es prostituta y madre al mismo tiempo. Los panegíricos de la decencia suelen ser actos de mezquindad moral, de sensibilidad miope.

La película que provoca la incomodidad de los pseudomoralistas actuales se llama Alanis. Sofía Gala Castiglione interpreta a una trabajadora sexual que además cuida amorosamente a su hijo bebé. El relato se circunscribe a las peripecias del personaje que, tras una denuncia vecinal, de un día para el otro, se queda sin el pequeño departamento que comparte con una colega, en el que viven y trabajan. Alanis encontrará por un tiempo asilo en el negocio-hogar de un familiar en el Once y finalmente hallará la forma de proseguir su modo de vida. La feliz escena final es la más transgresiva de todas; acaso, también, la más femenina. (Esto no es un spoiler, es una lectura).

En películas como Alanis todo se define por el punto de vista elegido. Una cierta distancia en el registro define el campo de visión. Alanis mimando a su bebé, prodigándole una felatio a un cliente, intentando entrar a su viejo departamento, caminando en la calle, imaginando el confort sobre una cama enorme a la venta de un negocio, todo esto establece una relación con el personaje. Los encuadres respectivos son geométricamente precisos, una prolongación indirecta de la forma de ver a la joven: ni un ápice de moral para evaluar las decisiones laborales de Alanis; cierta discreción para retratar su intimidad.

Tal procedimiento estético conjura la glamourización de la prostitución y también su lectura sórdida. Berneri filma el trabajo de su protagonista sin pudor alguno, pero sin incitar ni a la lástima ni a la eventual excitación del voyerista. El cuerpo es fuerza de trabajo y los placeres cotizan. Empirismo de mercado. Eso no obstaculiza que, en cierto momento, Alanis pruebe otra opción laboral. Su desempeño en la limpieza del departamento de una mujer solitaria muestra el mismo compromiso de eficiencia que el empleo precedente, del mismo modo que la decencia es independiente de la labor elegida. Ese pasaje en el que refriega ropa es glorioso. La pausa que se toma en ese breve lapso de tiempo para solamente estar y ser es un instante que le pertenece solamente a ella. Un resquicio de libertad.

Pero Alanis no sería el film magnífico que es sin la presencia de Sofía Gala. Desde los imperceptibles moretones de sus piernas y sus senos al aire hasta cada gesto de su cara para expresar temor, ternura y tristeza constituyen la materia prima del film. En la fotogenia que emana de su presencia Alanis se erige contra toda la impostura del orden simbólico de una sociedad cuyo máximo artículo de fe, bien oculto bajo el ropaje de una pretendida decencia, es la acumulación de riquezas por todos los medios. (Roger Koza – ConLosOjosAbiertos.com)