La historia narra el devenir de Elena Costa, una joven brasileña que viaja a Nueva York para cristalizar un sueño que también fue de su madre: ser actriz. Los resultados no son los que ella esperaba y Elena toma una decisión que afectará a toda su familia: el suicidio.

Mejor Película Documental en el Festival de La Habana 2013

  • IMDb Rating: 7,8
  • RottenTomatoes: 93%

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Para bien o para mal, es ante la adversidad cuando el ser humano es capaz de reinventarse una vez más y sacar lo mejor de sí mismo. Esa máxima que habla de que donde duele, inspira, no se suele equivocar. La joven cineasta brasileña, Petra Costa, demuestra esto mismo en su documental Elena, una personal obra donde habla sobre la vida de su hermana.

Elena Costa es una joven brasileña que persigue su sueño de ser actriz viajando a Nueva York.  A medida que surgen las dificultades, y pese al apoyo familiar que le dan su madre y su hermana, Elena va sucumbiendo al miedo, al desamparo y a la autoconfianza hasta caer en el suicidio. Una decisión que marca, no solo su vida, sino la de todos sus allegados.

Costa se embarca en un film que es una carta póstuma complementada con música e imágenes, una batalla contra sus fantasmas librada en la gran pantalla, un canto a la melancolía. Derrama su corazón para nuestro disfrute. La riqueza lírica es exquisita. Una poesía vital y audiovisual al mismo tiempo. Es un homenaje al alma perdida de su hermana, pero también una historia de lucha y de superación de la propia directora, que tendrá que trascender el recuerdo perdido.

Se nota lo cuidado del montaje de este film, que abarcó alrededor de 3 años, pues la directora brasileña se salta todos los cánones de la historia para ofrecernos una perspectiva nueva, un enfoque al que no estamos acostumbrados. La historia es en segunda persona, y no en primera, un diálogo continúo entre Petra y una Elena que ya no la puede responder. Los planos están construidos como si fuesen recuerdos, para lo cual se usan videos domésticos con su escasa calidad, o como si fueran metáforas, en cuyo caso lo que se intenta es provocarnos, hacernos entrar en el ciclo poético de algún modo.

Y es que se nota la cantidad de referencias literarias que hay en la obra. No ya por la poesía, ni por el fantástico guión que se nos ofrece. No ya por las figuras literarias que se consiguen adaptar a la pantalla. Elena tiene trazas de historias clásicas, de obras que alimentan nuestros corazones desde hace décadas. Pues presenta a su hermana relacionada con la tragedia y el elemento acuático, una mezcla entre La Sirenita del cuento original de Andersen y esa Ophelia de Hamlet que acaba ahogada y que es “Incapaz de su propia angustia” (De hecho, el cartel está basado en el famoso cuadro “Ofelia” de Alexandre Cabanel)

De este modo, contradiciendo a Flaubert cuando dice que “La melancolía es un recuerdo que se ignora” la segunda parte del metraje corresponde a la propia lucha por y contra la vida de Petra Costa, de como tiene que pelear contra la sombra de su hermana. De como uno debe levantarse y sobrellevar la perdida. De como los demonios interiores pueden ser vencidos, aunque el terreno de batalla sea una película. El sentimiento de culpa que provoca el suicido de un ser querido, sin duda marca la vida.

Se trata de un largometraje ciertamente personal, y valiente, pues no se ahorra los momentos duros, ni los camufla, ni los hace impersonales. Está construido de una forma diferente, bella, crepuscular. Petra Costa comparte su dolor con todos los espectadores que quieran acudir al dramático viaje de su hermana. Una dosis de realidad, hecha con tanto mimo y cuidado, que difícilmente deje indiferente a nadie. Sin duda, una auténtica obra de arte que excede al cine, al tiempo, y casi a la vida misma.