En Fargo, un hombre apocado y tímido, casado con la hija de un millonario que le impide disfrutar de su fortuna, decide contratar a dos delincuentes para que secuestren a su mujer con el fin de montar un negocio propio con el dinero del rescate.

Mejor Actriz y Mejor Guión Original en los Premios Oscar 1996
Mejor Director en el Festival de Cine de Cannes 1996
Mejor Director en los Premios BAFTA 1996
Mejor Película en el Círculo de Críticos de Nueva York 1996
  • IMDb Rating: 8,2
  • RottenTomatoes: 94%

Película / Subtítulo

Fargo es una comedia macabra, muy muy negra, dramática en algunos puntos que narra las vidas de un vendedor de coches que está dispuesto a estafar, mentir y engañar sin límite por un mísero dólar -y que en realidad busca muchos más-, una pareja de delincuentes mal avenidos pero reunidos para un trabajito extraño y una sheriff embarazada de siete meses que se encuentra con el resultado de todo ello y empieza a tirar del hilo poco a poco. El resultado es una gran bola de nieve que empieza a deslizarse ladera abajo hasta convertirse en un alud sobre el que sólo sabe surfear el personaje de la sheriff, la única que permanece siempre fría y consciente del mundo que le rodea.

El gran acierto de los Coen es contar la historia criminal desde un punto de vista cotidiano y humano. Alejan la acción de un entorno urbano y ajetreado y la encuadran en una solitaria zona nevada y en aparente invierno permanente. Allí las cosas suceden a otro ritmo; pude haber un muerto sí, pero es importante haber desayunado bien, preguntar a la gente por los vecinos y familiares y contar un chiste malo -o no tan malo, depende de quién lo escuche – en mitad de un trayecto en coche de vuelta a la oficina para luego comer hamburguesas traídas por un marido preocupado por un concurso de sellos en mitad de un triple asesinato.

Más valor tiene aún el papel para McDormand, que de verdad aporta serenidad y un punto de vista de espectador bastante alejado de lo normal en estos casos. Si empatizamos con ella nos damos cuenta de las mismas cosas que ella, pasamos por encima de los tópicos del crimen y vemos más allá, al sentido mismo de la existencia humana y al tránsito entre la decepción por ella y la sensación de que la vida transcurre entre momentos personales transcendentes, como la vuelta a casa y el abrazo con el ser querido. Magistral, de verdad, el papel y la interpretación de McDormand.

Fargo está salpicada como es habitual por pequeñas piezas hilarantes y totalmente creíbles en un entorno con seres humanos normales, como el que representa Buscemi más que nadie: que cometen errores absurdos, que pelean por cuatro dólares -ojo al precendente que marca para el personaje de Buscemi esa escena- cuando están a punto de ganar ochenta mil o por medio coche cuando se tiene casi un millón escondido, que se divierten viendo cómo alguien encapuchado intenta correr por la nieve, que intentan tener una conversación normal con una prostituta nada interesada en ese arte -y la natural escena de cama en la que desemboca-, que se ensaña cabreado con los que le intentan engañar,… Fargo es dvertidísima, macabra y original, como (casi) siempre con los Coen. (Francis)