Categoría: Jessica Hausner

  • Club Zero (Jessica Hausner – 2023)

    Club Zero (Jessica Hausner – 2023)

    En Club Zero Miss Novak es una maestra que se une al equipo de una escuela de élite para dar clases de nutrición a jóvenes estudiantes. En poco tiempo, la maestra establece un estrecho vínculo con cinco de sus alumnos, sin que el resto de profesores se dé cuenta de lo que sucede. Hasta que todo da un inesperado giro muy peligroso.

    Mejor Música en los Premios del Cine Europeo 2023
    Mejor Banda Sonora Priginal en el Festival de Sitges 2023

    • IMDb Rating: 5,9
    • RottenTomatoes: 65%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Las últimas tres películas de la austríaca Jessica Hausner, incluyendo Club Zero, la más reciente, tuvieron su estreno mundial en las competencias más importantes del Festival de Cannes. De hecho, esta directora se ha convertido en un exponente clásico en la era moderna del festival. O al menos de una de sus búsquedas más visibles y sostenidas: la de un cine donde el impacto muchas veces importa más que las propias películas. Eso que alguna vez se llamó “épater le bourgeois”, pero que en el barrio se traducía como “espantar viejas copetudas”. Una tendencia que tiene su mayor emergente en la filmografía del cineasta sueco Ruben Östlund y su permanente pose de chico malo de clase alta.

    Como ocurre con el trabajo de Östlund, el de Hausner se apoya en un formalismo virtuoso que resulta tan admirable como abrumador. Pero, al mismo tiempo, ambos adolecen de logorrea, un exceso discursivo que parece obligarlos a poner en palabras aquello que la suma de las acciones ya dejó claro. Estas características son esenciales en el desarrollo de Club Zero, cuya historia transcurre dentro de una moderna escuela de élite, en algún lugar indeterminado de Europa. Una falta de especificidad que permite proyectar su fábula -en el sentido más moralista del término- sobre cualquier sociedad occidental, aun cuando el viejo continente resulte el escenario más apropiado.

    La señorita Novak es profesora de Alimentación Consciente, una materia extracurricular que se presenta como una herramienta para mejorar las habilidades nutricionales de los alumnos. La docente no tarda en generar un vínculo estrecho con algunos de ellos, que comienzan a seguir sus indicaciones con fanatismo dogmático, dejando en un lugar incómodo a aquellos que eligen un acercamiento más crítico a los contenidos propuestos. Esa configuración le permite a Hausner exponer, por vía de la sátira y el sarcasmo, la tendencia actual a cuestionar conocimientos científicos asentados, a partir de discursos pseudo científicos que promueven aberraciones lógicas, físicas o biológicas.

    “La gente se asusta cuando cuestionas su verdad”, dice la señorita Novak, interpretada con frialdad por la autraliana Mia Wasikowska, cuya amarillenta languidez resulta perfecta para el personaje. Apelando al espíritu de las paranoicas películas de sectas de los años ‘70, Hausner mete en la misma bolsa distintas clases de progresismo, ecologismo, anticapitalismo o luchas de clase para reírse de todo, en un menjunje crítico que se va volviendo más obvio cuanto más provocador. Incluso el puntilloso diseño estético que puede resultar admirable, apropiado para el relato, también se va tornando empalagoso a medida que la forma se impone al fondo. Como un círculo vicioso, Club Zero acaba quedando demasiado cerca de lo que critica. (Juan Pablo Cinelli – Página12.com.ar)

  • Amour Fou (Jessica Hausner – 2014)

    Amour Fou (Jessica Hausner – 2014)

    Amour Fou transcurre en Berlín, durante el siglo XIX, Romanticismo. El joven poeta trágico Heinrich aspira a vencer el carácter ineluctable de la muerte gracias al amor. Por esta razón intenta convencer a su prima Marie de que si se suicidan juntos conseguirán eludir el destino. El escepticismo y la falta de sensibilidad de Marie deprime a Heinrich. Sin embargo, Henriette, una joven casada, cuando se entera de que padece una enfermedad incurable, se muestra dispuesta a aceptar la propuesta del poeta. Relato libremente inspirado en el suicidio de Heinrich von Kleist, en 1811.

    • IMDb Rating: 6,4
    • RottenTomatoes: 88%

    Película / Subtìtulos (Calidad 1080p)

     

    Jessica Hausner regresó al Festival de Sevilla hace unas semanas cinco años después de ganar el Giraldillo de Oro con la estupenda Lourdes (2009). Y lo hizo con una historia felizmente ambientada en el pasado. Un pasado que, al contrario que en su película anterior, no tiene rastros de descripción realista ni toneladas de humanismo. Partiendo de un sorprendente hecho real, la directora quería contar una historia de doble suicidio sin hacer una biografía del poeta Heinrich Von Kleist, sino usar el hecho para hacer una descripción de lo que las personas creemos o queremos creer, dependiendo de cada momento en el que vivimos. La primera originalidad de la cinta es no contar la historia desde la perspectiva de Von Kleist en un comienzo, sino poner el foco en Henriette Vogel, esposa y madre que es feliz de ejecer esos roles hasta que una misteriosa dolencia le hace replantearse las cosas, llegando a cambiar de prioridades en la vida. Deslumbrada por los poemas del amor no correspondido entre personas de diferente situación, obra de Von Kleist, Henriette se obsesiona con la personalidad artística y la subsecuente propuesta del hombre, mientras un mal desconocido socava la estructura de su vida. Se hace las grandes preguntas, mientras a su alrededor nadie puede darle respuestas.

    Amour Fou apunta muchos temas interesantes, desarrollando algunos mejor que otros en la práctica. Trata sobre el amor imaginado, idealizado, pero no por eso menos real. Sobre personajes que guardan las apariencias y no dicen lo que sienten ni sienten lo que dicen. Sobre las artes como entretenimiento y, en última instancia, sobre una época donde las ideas eran tan potentes que condicionaban las acciones. La noción de cambio –histórico, personal– está presente en todo el metraje, y cómo es nuestro instinto natural el combatirlo, sobre todo si afecta directamente a nuestro estilo de vida. El Berlín de 1811 que muestra la cinta es casi todo interiores, creando una (falsa) sensación de intimidad y una (verdadera) sensación de claustrofobia, amén de un distanciamiento formal que acaba jugando en contra de la propuesta. Su exquisita apuesta plástica (los instantes junto al lago son preciosos, de un verde intensísimo), hecha con la intención de escapar del naturalismo negro y gris con el que se habitua a retratar el pasado, suma un barniz extra de colorido a un humor punzante y soterrado, que pone a Hausner por encima de los personajes, sin que esto implique que no los entienda. Lo que hace es observarlos ensimismados en sus asuntos, con una iluminación desde arriba que da un cariz pictórico a lo contado, casi como un precioso teatro de marionetas de expresividad variante.

    Y es que la contención es una de las apuestas más importantes de Amour Fou, que quiere, y durante buena parte del metraje lo logra, contar una historia de amor extremo sin pasión, cerebral antes que física. La ironía del título se contagia a la acción, y la respuesta del público de 2014 no puede ser otra que la risa al ver discutidos con educación extrema los temas aquí presentes. En ese sentido, la incansable búsqueda de Von Kleist –interpretado por Christian Friedel, el profesor de colegio de The White Ribbon (Michael Haneke, 2009)– proporciona los momentos más frustrantemente hilarantes, aunque solo sea por el manifesto egoísmo de sus argumentos. El hecho de que la trama se cuente centrándose más en Henriette evidencia la intención adicional de la directora de hablar de cómo el raciocinio alemán de la época (y el no alemán) se enfrentaba a los misterios de lo mujeril. “Dolencia femenina”, es la solución que los médicos dan de entrada a la enfermedad de la protagonista, o la imposibilidad de saber de donde provenía su mal y achacarlo al propio interior del género considerado más débil. Con las intervenciones de las féminas de mayor edad (la tía de Heinrich, la madre de Henriette), se establecen sin ser obvio las limitaciones sociales y mentales de lo que una mujer podía decir sin ser catalogada de una u otra cosa con desdén. Se crea entonces un interesante contraste con lo que una joven libre como la prima del poeta, el primer objetivo de su petición, dice y hace. La cárcel metafórica era el formar una familia, aunque es evidente que Henriette no lo siente así hasta tener el pensamiento constante de que su cuerpo le ataca. Al concluirse que tiene un tumor, toma la decisión de elegir cómo va a dejar este mundo. Cuesta imaginar mayor libertad que ésa.

    Otro punto muy interesante de Amour Fou es aquel que toca las manifestaciones artísticas, su manejo y discusión como tema de conversación en las reuniones sociales. El poema más reciente, las mejoras en el arte de tocar el piano o los recitales de canto privados desfilan ante nosotros en la pantalla, creando un clima general de refinamiento que le viene perfecto al tono general. Un refinamiento contagiado a la cadencia de los personajes, deliberademente enconsertados –nunca mejor dicho– en un código de conducta que prima el gesto cordial incluso en las charlas íntimas, y viviendo en sus celdas de papel pintado envasadas al vacío. Los personajes están poseídos por un candor que propicia la mirada cargada de sorna de la directora, cómplice así con el espectador descreído ante sus acciones. Y Hausner cuenta con ese descreimiento para hacer menos crudo el duro final. Solo así se explica la pirueta cruel del arma encasquillada, una libertad de la guionista que nos arranca una inesperada carcajada ante el estupor y frustración de lo que acaba de pasar.

    Amour Fou es una cinta rígida en las formas y consecuente hasta el final, que nunca levanta la voz y aprovecha su contexto social para hacer un comentario sobre la naturaleza del cambio. En la figura de Friedrich Louis Vogel, marido de Henriette, Hausner concentra las respuestas al nuevo sistema de impuestos que llegará a Alemania desde Francia más pronto que tarde, y que altera al grupo social que la película retrata: los ricos. Eso sí, se alteran de la forma más cortés, discutiendo con pompa las implicaciones de tener que pagar una cuota de la misma forma que los sirvientes. El gran problema de la película es que Hausner no logra que nos impliquemos en lo contado, más allá de la ocasional risa ante lo extraño que nos parece todo. La evidente inspiración teatral y el pasmo vital de los personajes, que a veces desesperan por su pasividad, hacen que el espectador tenga que tener muy buena voluntad para mantener la atención, y eso no está bien cuando la cinta no llega a los 100 minutos. Con ese arma formal de doble filo, la peripecia está investida de una distinción especial, que encuentra en lo desdramatizado que está todo –hasta una acusación de adulterio es más ampulosa que sangrante– el arma ideal de contraste, donde hasta la muerte puede llegar por no atreverse uno a ser maleducado. (Adrián González Viña – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • Little Joe (Jessica Hausner – 2019)

    Little Joe (Jessica Hausner – 2019)

    En Little Joe, Alice es una madre soltera que cría plantas en una empresa que busca desarrollar nuevas especies. Es la responsable del exitoso último diseño de su compañía: una crisálida característica no sólo por su belleza, sino también por su valor terapéutico. Si la planta se encuentra en las condiciones óptimas, garantiza a quien la consuma sentir algo parecido a la felicidad. Un día, Alice decide ir en contra de las normas de su empresa y lleva una planta a Joe, su hijo. A medida que crece, Alice comienza a entender que tal vez su nueva creación no es tan inofensiva como sugiere su nombre.

    Mejor Actriz en el Festival de Cannes 2019

    • IMDb Rating: 5,9
    • RottenTomatoes: 68%

    Película (la copia viene con varios subs, entre ellos el español)

     

    Jessica Hausner ya lleva veinte años demostrando una voz peculiar dentro del cine más afín a los festivales y a las salas que apuestan por unos títulos más independientes. Gijón, el mismo D’A Film Festival y Sevilla, sobre todo, han vivido en primera persona la evolución de la cineasta austriaca. Ahora, con Little Joe, todos podemos comprobar el fabuloso estado en que se encuentra.

    Escrita junto a su colaboradora habitual, Géraldine Bajard, la nueva película de Hausner es otra muestra de su gusto por la puesta en escena y las atmósferas malsanas, pero al acercarse sin miramientos al fantástico más paranoide la experiencia resulta gratificante. Y es que, aunque todo lo que veamos aquí nos resulte bastante familiar a los aficionados, su precisión quirúrgica y su desarrollo pasivo-agresivo engrandecen su pequeña propuesta de terror y ciencia ficción.

    Emily Beecham y Ben Whishaw forman la pareja protagonista más inquietante de la temporada, a la que hay que añadir al joven Kit Connor, aportando una dosis extra de mal rollo. La fotografía de Martin Gschlacht es un protagonista destacado en una historia llena de pequeños detalles multicolor. Además, Erik Mischijew y Matz Müller crean un diseño de sonido chocante y repleto de mal rollo que, como el resto de la obra, gustará o será rechazado. No habrá término medio con ella.

    Pero también hay una leve fragancia de humor negro sobrevolando el ambiente de Little Joe, una de esas que te dan un segundo de alivio para relajar los músculos. El pequeño Joe hace referencia a la planta creada en un laboratorio, pero también al hijo y en cierto modo hilo conductor de una trama que bebe de fuentes un tanto agotadas y que seguirán funcionando con el paso de los años. No las mencionaré para que intentéis disfrutar lo máximo posible de la propuesta.

    Alice, madre separada, trabaja en una compañía especializada en el desarrollo de nuevas especies de plantas. Desde ahí creará un nuevo tipo que cautivará tanto por su belleza como por su interés terapéutico. Con la temperatura adecuada, la alimentación correcta y si la hablamos con regularidad, la planta hace feliz a su dueño a través del desprendimiento de oxitocina.

    Little Joe acierta plenamente en su mezcla de referentes, abrazando clásicos de la literatura y el cine de género de ayer y también de no hace tanto, pero siempre desde la elegancia de una puesta en escena portentosa. Así, en realidad, tenemos una película de mad doctors completamente realista, escudada en la imparable mercadotecnia que mueve el mundo. Bueno, tal vez hoy ya no tanto, pero ya me entiendes.

    La pérdida emocional y el aparentar una inexistente normalidad, básicamente lo que podría ser un lunes cualquiera en el trabajo, es el punto de referencia de una película calculada con toda la frialdad del mundo para ser narrada con pericia y calma. Casi desde el punto de vista de una de esas plantas que se convierten en auténticas roba escenas de la película. Ciencia ficción elegante para paladares aficionados a las estéticas poderosas. (Kiko Vega – Espinof.com)