Categoría: Jon Garaño

  • Handia (Jon Garaño y Aitor Arregi – 2017)

    Handia (Jon Garaño y Aitor Arregi – 2017)

    Handia trata sobre Martín, quien tras haber luchado en la Primera Guerra Carlista, vuelve a su caserío familiar en Guipúzcoa y allí descubre con sorpresa que su hermano menor, Joaquín, es mucho más alto de lo normal. Convencido de que todo el mundo querrá pagar por ver al hombre más grande sobre la Tierra, ambos hermanos se embarcan en un largo viaje por Europa en el que la ambición, el dinero y la fama cambiarán para siempre el destino de la familia.

    Mejor Guion Original, Mejor Actor Revelación, Mejor Música Original, Mejor Fotografía, Mejor Dirección de Producción, Mejor Dirección Artística, Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Maquillaje y Peluquería, Mejor Montaje y Mejores Efectos Especiales (Premios Goya 2017)

    Premio Especial del Jurado y Premio Cine Vasco (Festival de San Sebastián 2017)

    Mejor Música y Mejor Cartel (Premios Feroz 2017)

    Premio Cine y Educación en Valores (Premios Platino 2018)

    • IMDb Rating: 6,7
    • Rotten Tomatoes: 70%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    ‘Loreak’ dio a conocer a muchos cinéfilos a los directores vascos Jon Garaño y Jose Mari Goenaga. Era en realidad su segundo largometraje y lo lógico sería que hubiera un tercero, pero Garaño apostó por realizar su siguiente trabajo tras las cámaras con Aitor Arregi, uno de los guionistas de ‘Loreak’, mientras que Goenaga participa en esta ocasión únicamente en el libre. Se cambian las posiciones pero se mantienen los mismos implicados.

    Eso lleva a que muchos vayan esperando encontrar algo que les guste tanto como ‘Loreak’ cuando en realidad Handia es otra cosa y esas expectativas pueden volverse en su contra. En mi caso creo que incluso han logrado superarse con una cinta deslumbrante en lo visual y que además conserva esa delicadeza a la hora de abordar los personajes y sus relaciones para que sea además una propuesta emocionante.

    Garaño y Arregi toman como base para Handia la leyenda del gigante de Altzo, quien realmente existió, pero a su alrededor ha surgido una mezcla de realidad y mito que han querido exprimir a fondo. De esta forma, Handia echa raíces en la vertiente más realista de la historia, pero introduciendo todos los detalles que creen convenientes para realzar su historia, algo a lo que incluso aluden durante cierta escena en la que un personaje mezcla la historia de ambos hermanos a la hora de comentar lo que ha trascendido sobre el gigante.

    No obstante, lo que realmente les interesa a Garaño y Arregi no es cómo es visto un joven que un día enfermó y luego no dejó de crecer hasta el día de su muerte. El verdadero eje de Handia es la confrontación dos formas de vida contrapuestas, el tradicional representado por la familia protagonista y el nuevo que nos deja entrever los diferentes viajes que realizan ambos hermanos para conseguir dinero a cambio de simplemente mostrar a la gente la enorme estatura de uno de ellos.

    Por ello, la base emocional del relato está en la evolución de ambos hermanos y cómo va eso afectando a la relación que hay entre ellos. El mayor -en edad- simplemente quiere conseguir el dinero suficiente para iniciar una nueva vida en América, mientras que el menor quiere regresar con los suyos y mantener la única vida que conocía. En principio estaban destinados a ser felices juntos llevando el caserío familiar, pero algo les separa y luego tardan mucho en volver a estar realmente juntos pese a la proximidad física.

    Durante muchos minutos, el verdadero protagonista es Martin -excelente Joseba Usabiaga-, quien no tarda en mostrarse más preocupado en encajar en esa nueva sociedad sin éxito suficiente -hasta llegan literalmente a reírse de él por ello-. En realidad él no está destinado a conseguirlo y por el camino no dejan de aparecer trabas que van amargando su carácter, ya de por sí dañado tras su paso por la guerra carlista.

    En oposición a él tenemos a Joaquín -magnífico Eneko Sagardoy-, un buenazo que se ve poco menos que obligado a convertirse en una atracción de feria tras el regreso de su hermano. Era un negocio infalible en esa época, ya que todo lo extraordinario llamaba la atención de la gente y eso equivalía a dinero para sus responsables. Su éxito llega a traspasar fronteras, pero todo lo que sube tiene que bajar y la decadencia es especialmente dura para aquellos que sufren de gigantismo. Aquí incluso hay algún detalle chocante, pero lo cierto es que encaja con todo lo visto antes y después.

    ¿Cómo unen esto Arregi y Garaño? A través de un relato que avanza con tranquilidad y en el que simplemente todo va desarrollándose de forma natural. En este caso hablar de que es previsible sería exagerado, pues lo que quieren es cuidar con mimo el factor humano, apostando por lo íntimo cuando tenían a su disposición un trabajo técnico rara vez visto en una cinta española, sobre todo si tenemos en cuenta lo fascinante que resulta en ese apartado pese a haber costado apenas 3,5 millones de dólares euros.

    Eso lleva a que el ritmo sea necesariamente pausado, extendiéndose bastante en toda la parte central. Lo curioso es que nunca llega a caer en lo redundante, aportando nuevos detalles, ya sea a la actitud de los protagonistas o sobre cómo es visto por el público. Dicho de otra forma, no emociona por la abundancia de hechos, sino por el mimo con el que se cuidan todos ellos y cómo cada uno de ellos va aportando cosas a lo visto con anterioridad.

    De esta forma, Handia no es solamente hermosa visualmente -aunque hubiera sido bien recibido un poco más de arrojo en el manejo de la cámara por parte de Arregi y Garaño-, sino que logra también serlo en lo narrativo. Es ahí donde más se nota que detrás de ella tenemos a los mismos autores de ‘Loreak’, en especial cuando llega la hora de contar la decadencia del gigante, una persona mucho más frágil de lo que su apariencia muestra.

    Es ahí cuando la relación entre ambos llega a otro nivel y se intensifica ese halo de tristeza que había sobrevolado en todo momento sin llegar nunca a desaparecer por completo. La magia ha desaparecido y toca lidiar con la dura realidad, y es ahí donde reaparece la idea de que Handia no es para nada revolucionaria -en lo referente a efectos visuales quizá sí pero solamente dentro del cine español- y que no quiere sumergir realmente al espectador en la historia, sino hacer que simplemente sienta las emociones que buscan sus responsables. Y lo consigue.

    En definitiva, Handia es una película notable con la que sus responsables aplican lo aprendido en ‘Loreak’ a un escenario más ambicioso, logrando tocar las mismas teclas en lo emocional sin llegar a repetirse y aprovechando al máximo el mayor presupuesto para realizar un magnífico despliegue técnico. Ojalá películas como ésta lleguen más a menudo. (Mikel Zorrilla – espinof.com)

  • La Trinchera Infinita (Jon Garaño, Aitor Arregi, José Mari Goenaga – 2019)

    La Trinchera Infinita (Jon Garaño, Aitor Arregi, José Mari Goenaga – 2019)

    En La Trinchera Infinita, Higinio y Rosa llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil, y la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con ayuda de su mujer, decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. El miedo a las posibles represalias, así como el amor que sienten el uno por el otro, les condenará a un encierro que se prolongará durante más de 30 años

    Mejor Actriz en los Premios Goya 2019
    Mejor Dirección y Mejos Guión en el Festival de San Sebastián 2019

    • IMDb Rating: 7,5
    • RottenTomatoes: 93%

    Película (Calidad 1080p)

    https://www.youtube.com/watch?v=xEm5tpdt210

     

    El trío formado por Jon Garaño, José Mari Goenaga y Aitor Arregi causó sensación en el cine español con Loreak y confirmaron su talento con Handia. En ambas ocasiones los tres participaron en el guion, pero Garaño era el único que repetía en la dirección -Goenaga firmaba Loreak, mientras que Arregi hacia lo propio con Handia-, siendo La Trinchera Infinita la primera de sus películas que está realizada por los tres al unísono.

    Para la ocasión se han inspirado en el caso real de los conocidos como “topos”, una serie de personas que se refugiaron en escondites dentro del hogar familiar durante el régimen franquista. Un hecho poco tratado por el cine español que en La Trinchera Infinita sirve para explorar con gran acierto la evolución del matrimonio formado por unos extraordinarios Antonio de la Torre (Tarde para la Ira, El Reino) y Belén Cuesta (Kiki el Amor se Hace).

    La Trinchera Infinita arranca principalmente con una persecución: los nacionales han llegado a un pequeño pueblo andaluz y uno de sus concejales tiene que darse a la fuga. Garaño, Goenaga y Arregi potencian un ritmo vibrante durante estos primeros minutos, recurriendo a menudo a la cámara en mano para ilustrar los diferentes intentos de huida del personaje interpretado por De la Torre.

    Este tramo dura una media hora y es el más contundente en términos de puesta en escena. Los nacionales quieren acabar con él y la única salida que le queda es refugiarse en un agujero que había creado en el interior de su casa al esperar que algo así pudiera pasar. Es una decisión muy inteligente tanto para meter de lleno al espectador en el relato como para establecer el escenario y a sus personajes. Antes era su bando el que estaba por encima y ahora las tornas han cambiado, como bien se ilustra a través de la conversación del personaje de Cuesta con unos vecinos poco después de que el marido de esta última se haya convertido en uno de esos “topos”.

    Es entonces cuando el ritmo baja y poco a poco el interés de la película va girando más hacia cómo la situación y el paso del tiempo afecta al matrimonio protagonista. Tras verlos sufrir lo indecible y cómo su amor se imponía a todos los peligros que había a su alrededor, la cosa cambia. Empiezan a surgir las grietas en su amor una vez que su situación termina de estabilizarse. Eso sucede más o menos a la hora de película y todavía quedan noventa minutos más por delante.

    Ya entonces se nos había empezado a acostumbrar a ver la vida a través de los ojos de él, primero en el fondo de un agujero y luego en un falso hueco en la pared. La realidad de lo que está sucediendo en España va quedando poco a poco a un lado -aunque hay hasta tiempo para que uno de los episodios de la centre gire alrededor del dictador Franco-, pasando más a ser una amenaza inconcreta en lugar de ese peligro tan real que llevó al protagonista a aceptar su situación cuando bien podría haber empezado una huida hacia ninguna parte.

    Ahí quizá hay que ponerle algún pero a la película como que en algunas fases de metraje no se termina de transmitir del todo bien el paso del tiempo. La llegada de un nuevo personaje sirve para matizar ese punto y para redundar más en el deterioro de esa emocionante intimidad que se había construido durante la primera hora. El sentimiento de lucha queda atrás en beneficio de una rutina que desgasta, tanto al que está prisionero en su propia casa como a sus seres más queridos, condenados a vivir en una mentira constante y al servicio de sus necesidades.

    Ese es un cambio que va llegando de forma progresiva y que puede llegar a provocar una sensación de vacío en el espectador, como si en realidad no estuviera pasando nada cuando se trata de la bisagra necesaria para que ese halo de soledad que sobrevuela la película en todo momento se extienda al resto de protagonistas, enriqueciendo así más la relación entre ellos. Y tanto Cuesta como De la Torre manejan esas nuevas emociones con maestría.

    De esta forma se logra mantener el tono asfixiante del relato -especialmente patente durante sus primeros minutos pero que nunca desaparece-, pero dándole nuevos matices. Es cierto que la sombra del enemigo del pasado reaparece en una escena especialmente tensa, pero cualquier posibilidad de caer en un mensaje adoctrinador se deja de lado. Lo que prima aquí son las emociones de los personajes para, a su manera, contar la historia de esos españoles que tuvieron que vivir en la sombra.

    Todo esto está ilustrado con mimo y mucho gusto por parte de Garaño, Goenaga y Arregi, que cuidan al máximo el trabajo de ambientación, empezando por el propio acento de los personajes, continuando por el vestuario y confiando mucho en la excelente labor en la fotografía de Javier Aguirre Erauso. La Trinchera Infinita brilla visualmente tanto en las raras ocasiones en las que sale al exterior como cuando ha de mostrar el cautiverio de Higinio, sea en los momentos de pura soledad o cuando espía lo que está sucediendo. Todo ello coronado con un precioso desenlace que da un cierre inmejorable a la película.

    La Trinchera Infinita probablemente sea la mejor película de Garaño, Goenaga y Arregi hasta la fecha. En ella recuperan ese intimidad dolorosa vista en Loreak y llevan más allá el cuidado apartado técnico de Handia pero aplicados a una propuesta mucho más íntima. Para conseguirlo cuentan con dos actores que bordan sus personajes, pero es que el resto del reparto también raya a gran nivel. (Mikel Zorrilla – Espinof.com)