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  • Cuckoo (Tilman Singer – 2024)

    Cuckoo (Tilman Singer – 2024)

    En Cuckoo Gretchen viaja a los Alpes alemanes con su padre y su madrastra. En el pueblo en el que se alojan, se topa con oscuros secretos. Escucha ruidos extraños y tiene visiones aterradoras de una mujer que la persigue. Gretchen se ve arrastrada a una conspiración que implica extraños experimentos del propietario del balneario que se remontan a generaciones.

    • IMDb Rating: 6,0
    • RottenTomatoes: 78%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    La naturaleza, en su infinita sabiduría, a menudo nos presenta enigmas que desafían nuestra comprensión. Entre las aves, el cuco destaca por su peculiar estrategia de supervivencia: depositar sus huevos en nidos ajenos, delegando la crianza de su progenie a padres adoptivos involuntarios. Esta táctica, aunque eficaz, plantea interrogantes sobre la ética natural y los límites de la adaptación. ¿Hasta qué punto la supervivencia justifica el engaño? ¿Qué consecuencias tiene para las especies implicadas? Estas preguntas, aparentemente distantes de nuestra realidad cotidiana, encuentran un eco inquietante en  Cuckoo, la nueva propuesta cinematográfica de Tilman Singer.

    La película nos sumerge en el mundo de Gretchen, una adolescente interpretada por Hunter Schafer, cuya vida da un giro inesperado al mudarse con su familia reconstituida a un remoto resort en los Alpes bávaros. El escenario, lejos de ser idílico, se revela como un nido de secretos y amenazas. La atmósfera opresiva del lugar se intensifica con la presencia del enigmático Herr König, encarnado por Dan Stevens, cuyo comportamiento oscila entre lo hospitalario y lo siniestro.

    Singer construye un relato que juega con las expectativas del espectador, alternando momentos de tensión psicológica con escenas de horror visceral. La cámara, en manos del director de fotografía Paul Faltz, explora los rincones sombríos del resort, creando una sensación de claustrofobia que contrasta con la vastedad del paisaje alpino. Esta dicotomía visual refuerza la idea de que el verdadero peligro no se encuentra en la naturaleza salvaje, sino en los oscuros designios humanos.

    La actuación de Schafer merece especial atención. Su Gretchen es un personaje complejo, que navega entre el dolor por la pérdida de su madre y la desconfianza hacia su nueva realidad familiar. La actriz logra transmitir la vulnerabilidad y la determinación de la protagonista, especialmente en las escenas donde se enfrenta a fenómenos inexplicables que desafían su percepción de la realidad.

    Por su parte, Stevens demuestra una vez más su versatilidad como actor, dotando a König de un carisma inquietante que mantiene al espectador en constante alerta. Su interpretación es un ejercicio de contención, donde cada gesto y entonación sugiere más de lo que revela.

    La trama de Cuckoo se desarrolla como un puzzle cuyas piezas no terminan de encajar hasta bien avanzado el metraje. Singer juega con elementos del cine de terror psicológico y del body horror, creando una narrativa que por momentos resulta desconcertante. La película aborda temas como la identidad, la familia y la naturaleza de la realidad, pero lo hace de manera oblicua, a través de metáforas visuales y situaciones al borde de lo onírico.

    Uno de los aspectos más destacables de la película es su diseño sonoro. Los extraños gritos que emergen del bosque no solo sirven como elemento perturbador, sino que se integran en la narrativa como un componente crucial de la trama. Estos sonidos, que alteran la percepción del tiempo y el espacio, son una metáfora auditiva del desconcierto que experimenta Gretchen ante los eventos que la rodean.

    Sin embargo, Cuckoo no está exenta de problemas. A medida que la trama avanza y se revelan los misterios del resort, algunas explicaciones resultan demasiado literales, perdiendo parte del enigma que hacía tan atrapante el inicio de la película. El tercer acto, en particular, corre el riesgo de alienar a parte de la audiencia con giros argumentales que, aunque originales, pueden resultar excesivos para algunos espectadores.

    La película también explora, aunque de manera tangencial, temas como el consentimiento y la manipulación. La forma en que König ejerce su influencia sobre los habitantes del resort y los visitantes plantea interrogantes sobre el poder y la ética. Estas cuestiones adquieren un peso adicional cuando se consideran en el contexto de las dinámicas familiares disfuncionales que se presentan en la película.

    Cuckoo es, en esencia, un ejercicio de estilo que prioriza la atmósfera y la sensación de desasosiego por encima de la coherencia narrativa. Singer demuestra un dominio notable de la técnica cinematográfica, creando secuencias memorables que se graban en la retina del espectador. Sin embargo, esta preferencia por lo visual a veces va en detrimento de la profundidad de los personajes secundarios, que en ocasiones quedan reducidos a meros arquetipos.

    La película también puede leerse como una alegoría sobre la adolescencia y los desafíos de adaptarse a nuevas realidades familiares. El sentimiento de alienación de Gretchen, su lucha por ser escuchada y comprendida, resuenan con las experiencias de muchos jóvenes que se sienten fuera de lugar en sus propios hogares.

    En conclusión, Cuckoo es una propuesta arriesgada que no teme desafiar las convenciones del género. Tilman Singer demuestra una visión única y un dominio de la atmósfera que auguran un futuro prometedor en el panorama del cine de género. Aunque no todas sus apuestas narrativas resultan igualmente efectivas, la película logra crear una experiencia cinematográfica memorable que invita a la reflexión sobre temas universales como la identidad, la familia y los límites de la realidad.

    Como el cuco que da título a la película, Cuckoo se infiltra en la mente del espectador, dejando un rastro de inquietud que persiste mucho después de que los créditos hayan terminado. Es un recordatorio de que, a veces, las amenazas más insidiosas son aquellas que se esconden a plena vista, en los lugares que consideramos seguros. La película nos invita a cuestionar nuestras percepciones y a estar atentos a las señales que el mundo nos envía, por extrañas o perturbadoras que estas puedan parecer. (Noé R. Rivas – Mindies.es)

  • Police (Maurice Pialat – 1985)

    Police (Maurice Pialat – 1985)

    En Police el violento inspector Mangin trata de desarticular una red de narcotraficantes dirigida por un clan de hermanos tunecinos que opera en Marsella. En la investigación se verá implicada la bella Noria, pareja de uno de ellos. Cuando éste es detenido y encarcelado, Mangin tratará de hacerla confesar.

    Copa Volpi al Mejor Actor en el Festival de Venecia 1985

    • IMDb Rating: 6,5
    • FilmAffinity: 6,6

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Suena imposible: un film policial con un protagonista que encarna la ley en su dimensión represora no parece sintonizar con ninguna demanda de naturaleza filosófica. Pero en Police del gran Maurice Pialat, película cuya fluidez narrativa es casi musical y que toma una idea de un guión escrito por Catherine Breillat, más allá de su trama ligada a tráfico de drogas y proxenetas tunecinos que operan en Marsella y París, presupone y demuestra una existencia fallida en donde la sociedad sólo reconoce la adoración y acumulación del dinero y la posibilidad de amar a otro está interrumpida por la preferencia individual de querer conservarse y no ser lastimado.Un trabajo formidable de Gerard Depardieu; aquí encarara a un policía feroz siempre muy dispuesto a cumplir con su deber, aunque Pialat se encargará de sugerir que su eficiencia es más una tara que una convicción. Este viudo y padre de dos hijos se enamorará de una joven (Sophie Marceau) que está ligada con toda una familia de árabes dedicados a vender heroína y que viene siendo investigada hace algún tiempo. Después de una primera parte de detenciones, interrogatorios y algunas palizas, lo suficiente para denotar la minúscula impunidad de los uniformados, la película deja la comisaría y se perfila como un romance alocado y seco. En el final, la ilegalidad y la pasión estarán lo suficientemente entrelazadas en el devenir del relato. Police es un ejemplo de virtuosismo discreto: los ritmos narrativos son perfectos, los encuadres justos (véase el juego con la profundidad de campo en una escena erótica en la comisaría o el desenlace de una escena donde Depardieu invita a una prostituta interpretada por Sandrine Bonnaire) y la concepción sonora magistral (la cotidianidad suena sinfónicamente, y cuando llega el pasaje en el que se escucha la Sinfonía N.° 3 de Henryck Górecki, el saber del maestro es incuestionable). Pialat es un director fascinante, capaz de encontrar el momento ideal para que un personaje defina el corazón del film: “En el fondo todo es horrible…”. (Roger Koza – ConLosOjosAbiertos.com)

  • Smoking Tigers (So Young Shelly Yo – 2023)

    Smoking Tigers (So Young Shelly Yo – 2023)

    En Smoking Tigers Hayoung, una solitaria chica coreana-estadounidense de 16 años, intenta ocultar a sus nuevos amigos ricos su problemática familia y su origen humilde, sólo para descubrir las luchas de la edad adulta que marcarán su vida para siempre.

    • IMDb Rating: 6,1
    • RottenTomatoes: 100%

    Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

     

    Smoking Tigers muestra cómo es sentirse siempre atrapado en medio y nunca avanzar realmente en la vida. La joven coreano-americana en el centro del debut cinematográfico de So Young Shelly Yo vive una existencia bastante indecisa. ¿Entrará en una buena universidad? ¿Sus padres volverán a estar juntos? ¿Encontrará alguna vez el amor? Podría decirse que nada sustancial resulta de la odisea silenciosa pero frustrante de la protagonista. Sin embargo, esta no es una historia sobre grandes cambios, gestos grandiosos o finales felices. Todo lo contrario, Smoking Tigers busca encontrar consuelo en las dificultades.

    Ha-young (Ji-young Yoo) no tiene idea de qué quiere hacer en la vida. Y, ¿por qué debería saberlo? Todavía está en la escuela secundaria. Sin embargo, la incertidumbre es inaceptable para la madre de Ha-young, Rose (Abin Andrews), quien quiere que su hija aspire a algo más que una universidad estatal como UCLA. De ahí la inscripción de Ha-young en un curso de preparación universitaria (hagwon) para jóvenes coreanos. La elección, por supuesto, no es suya, pero Ha-young se ha acostumbrado a los chantajes emocionales de su madre.

    Smoking Tigers presenta una historia familiar para las personas con padres inmigrantes. Las expectativas pueden ser abrumadoras y perjudiciales para el niño, pero su angustia se pasa por alto porque los padres siempre afirman saber qué es lo mejor. Ha-young ciertamente no puede negar las órdenes de su madre; Rose exhibe sus sacrificios personales como una cicatriz de batalla, haciendo que los argumentos sean inútiles. Aunque el problema más tangible de Ha-young es un cliché, So Young Shelly Yo lo maneja de manera realista. Ha-young se resiste todo lo que puede, pero finalmente cede debido a su obediencia implícita.

    Aunque ambientada en el sur de California a principios de la década de 2000, el entorno cálido y divertido se ve afectado por la sombría vida familiar de Ha-young. Cuando no está luchando por encajar con los otros estudiantes en el hagwon, Ha-young va y viene entre sus padres divorciados. Ella es habitualmente la mediadora y la mensajera. Basándose en las primeras interacciones, parecería que el padre de Ha-young y su hermana pequeña (Erin Choi) (Jun-ho Jeong) es el padre más fácil de tratar; él es alegre, mientras que su ex es de rostro pétreo. Ha-young eventualmente aprende que la actitud optimista de su padre es solo una característica de su estilo de vida como vendedor viajero. Él siempre está ocupado y tratando de vender el concepto de felicidad, incluso a su propia hija.
    La vida de Ha-young es un reflejo insólito de los niños de segunda generación que luchan por encajar en la escuela y en casa. Para ella, la asimilación es siempre una bendición mixta; la capacidad de adaptarse y encajar facilita la socialización, pero ser «demasiado» americanizada – responder en inglés en lugar de coreano, no priorizar las ambiciones académicas, defenderse a sí misma – es mal visto en casa. Rose misma hace que su hija se sienta dividida entre los dos lados de su cultura, alienando así a Ha-young. Así que Ha-young está siempre atrapada en el intermedio.

    Aunque repleta de actuaciones instintivas e intercambios realistas, Smoking Tigers tiene un ritmo deliberado y, según la mayoría de los estándares narrativos, es demasiado abierta. Sin embargo, incluso cuando la película parece que no logra nada en este momento, ofrece un considerable estudio de personajes que beneficiará a muchos espectadores a largo plazo. (TalesFromThePaulside.com)

  • Dìdi (Sean Wang – 2024)

    Dìdi (Sean Wang – 2024)

    Dìdi es un niño taiwanés-estadounidense de 13 años que descubre el skate, el enamoramiento y la verdadera esencia del amor maternal más allá de las enseñanzas de su familia.

    Premio Especial del Jurado al Mejor Reparto y Premio del Público en el Festival de Cine de Sundance 2024

    • IMDb Rating: 7,5
    • RottenTomatoes: 92%

    Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

     

     

    Dìdi es una película de madurez sobre un chico taiwanés llamado Wang Wang que ha crecido en California. La película muestra las dificultades de Wang Wang en su adolescencia, como aprender a querer a su madre, coquetear por primera vez y encontrar su lugar en el mundo. La película participó en la competencia U.S. Dramatic y ganó dos premios: el Premio del Público en la categoría U.S. Dramatic y el Premio Especial del Jurado U.S. Dramatic: Conjunto a su reparto.

    “Este reparto trabajó en equipo, como una hermosa sinfonía. Había gente de diferentes edades y distintos niveles de experiencia y, sin embargo, este grupo de actores daba la sensación de conocerse y haber trabajado juntos desde siempre”, declaró el jurado del festival, según un comunicado de prensa del Instituto Sundance. “Es la química entre estos actores lo que ayuda a dar a esta película su sentido de la vitalidad y ayuda a dar vida a las alegrías y dolores de crecer”.

    El reparto era especial para el director Sean Wang porque su abuela interpretaba a la abuela del protagonista, Nai Nai. Al principio, Wang temía que no encajara bien, pero después de la primera lectura, él y su equipo supieron que encajaba a la perfección.

    Dìdi es un auténtico relato de madurez. Muchas de las experiencias por las cuales pasa Wang Wang pueden resultar familiares al público. Intentar encajar y ser ” cool ” utilizando la jerga de la época, pero acabar diciendo todas las cosas equivocadas, buscar cómo besar en Internet y practicar con una manzana o incluso tener peleas a gritos con tus hermanos y quitarles la ropa. La película se inspiró en la propia infancia y educación de Wang. Su objetivo era crear un reparto y una película con personas similares a las de su infancia. Por eso empezó como una carta de amor a los amigos de Wang, pero a medida que continuaba creando la película se convirtió en una carta de amor a su familia, a sus amigos y al lugar en el que creció.

    Wang experimentó con distintas técnicas de cámara y utilizó Internet. Wang creó escenas en las que parecía que los miembros del público estaban sentados ante la pantalla de la computadora buscando cosas en Google o viendo los vídeos. Explicó en una sesión de preguntas y respuestas que muchos directores intentan evitar que parezca que el espectador está mirando una pantalla, pero en Dìdi, Wang encontró la forma de integrarla en la película, haciéndola más personal y realista, además de etablecer la época.

    Wang también utilizó un trabajo de cámara tipo videoblog, en el cual la película era rodada por el protagonista, lo que le daba un aire de vídeo casero. Lo que Wang esperaba de esta película era recordar su infancia y que los espectadores recordaran la suya y se dijeran a sí mismos de 13 años que no tenían por qué ser tan duros consigo mismos. (Maria Mantilla y Lexie Andrew – TheSignPostWSU.com)

  • Deprisa Deprisa (Carlos Saura – 1981)

    Deprisa Deprisa (Carlos Saura – 1981)

    En Deprisa Deprisa Pablo, «el Meca», «el Sebas», y Ángela son cuatro muchachos que quieren escapar del ambiente marginal en el que viven. Para ello, necesitan conseguir dinero, aunque no están dispuestos a trabajar durante años para poder ahorrar. Ellos solo piensan en conseguirlo rápidamente y en vivir deprisa.

    Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de Berlín 1981

    • IMDb Rating: 7,0
    • RottenTomatoes: 65%

    Película (Calidad 1080p)

     

    Hubo quien dijo que Carlos Saura le debía el Oso de Oro, máximo trofeo del Festival de Berlín, a Tejero, pues Deprisa Deprisa lo ganó apenas veinticuatro horas después del 23-F, y el cineasta que nos dejó hace un año estuvo a punto de pedir asilo político. Pero lo cierto es que, contemplada en todo su esplendor –es decir, restaurada en 4k– cuatro décadas después, la película se mantiene tan joven y libre como los auténticos delincuentes de la periferia de Madrid que aparecen en ella. Y era la mejor película de la competición berlinesa, en la que también concurría Manuel Gutiérrez Aragón con Maravillas, otra película sobre la delincuencia juvenil.

    Eran tiempos en los que el llamado cine quinqui, crudo reflejo de una realidad marginal marcada por la heroína, de Perros Callejeros (José Antonio de la Loma, 1977) a Navajeros (Eloy de la Iglesia, 1980), rompía la taquilla. Y Deprisa Deprisa, con su icónico póster diseñado por Cruz Novillo, fue de hecho la película más taquillera de cuantas produjo Elías Querejeta –productor de Saura, de La Caza (1965) a Dulces Horas (1982)–. Pero el interés del director de Cría Cuervos (1976) por aquellos chavales descarriados era genuino, nada explotador.

    Pudo acercarse a ellos gracias a Francisco Querejeta, Fanfis, hermano del productor, que había estado filmando por Villaverde para Marginados, una serie documental que no llegó a completarse. Así conoció a José Antonio Valdelomar, alias El Mini; Jesús Arias Aranzueque; José María Hervás Roldán y a la muy magnética Berta Socuéllamos Zarco, que estaban más o menos, según los casos, en el tránsito de las drogas blandas a las duras. En la película, forman una banda de atracadores no muy distinta a la realidad. Muerto de miedo, Saura les acompañó en sus carreras, y pulió con ellos los diálogos hasta que les salieron naturales, impregnados de su propio lenguaje callejero. De nuevo con la ayuda del director de fotografía Teo Escamilla, Saura los retrató hermosos y vitales: sin desmerecer otros exponentes más tremendistas del cine quinqui, la mirada fascinada de Saura, limpia de juicios morales, destaca por su delicado lirismo y la ternura con la que abraza a estos jóvenes, inevitables figuras trágicas, que se convirtieron en fugaces iconos de nuestro cine.

    Deprisa Deprisa marca además toda una pirueta en su carrera, recolectándole con sus inicios en el cine documental, y rimando con su primera obra de ficción, Los Golfos (1959), también protagonizada por auténticos marginales de la periferia madrileña. Al mismo tiempo, su muy recordada banda sonora puede escucharse como la prefiguración de su trilogía flamenca con Antonio Gades –integrada por Bodas de Sangre (1981), Carmen (1983) y El Amor Brujo (1986)–, y todos los musicales que vinieron después.

    La música es casi omnipresente en la primera parte del metraje, cuando la banda alterna robos y atracos con momentos discoteca, paseos a caballo por descampados contaminados y una escapada hasta una playa de Almería, para que Ángela pueda ver el mar. En los títulos de crédito más sobrios del mundo –fondo negro con letras azul cielo–, ya suena ¡Ay!, qué dolor, la inmortal rumba de Los Chunguitos que sigue sonando cuando arranca la película, con Pablo (Valdelomar) y Meca (Aranzueque) metidos en un coche robado que no acaba de arrancar. Como la balada Me Quedo Contigo, también de Los Chunguitos y muy felizmente recuperada por Rosalía en los Goya 2019, volverá a sonar varias veces en Deprisa Deprisa. Al poco de darse a la fuga en el coche robado, Meca meterá unas pesetas en la gramola de un bar para que suene Lole y Manuel y Pablo le pida salir a Ángela, con la que formará una pareja a lo Bonnie & Clyde. Ángela cobrará un protagonismo inusual en el cine quinqui: si ellos atracan con pasamontañas, ella lo hace a cara descubierta, pero luciendo un equívoco bigote, y siendo todavía más violenta que ellos.

    El ambientillo enrarecido de la Transición se deja notar durante una excursión al Cerro de los Ángeles, donde serán despreciados por un par de señoras franquistas y cacheados por la policía. Ellos, a su vez, tanto en la película como fuera de ella, también despreciaban a los honrados trabajadores, aunque al mismo tiempo Ángela albergaba el sueño de comprarse un piso, como si pudieran tener algún futuro juntos. Hay una escena en la que incluso parecen una parodia de matrimonio burgués, ella cuidando sus plantas y él leyendo Mortadelo y Filemón en la cama, como si fuese el periódico del día. Pero, tal y como le repite proféticamente Pablo cuando Ángela, jugando, le apunta con una pistola, “las armas las carga el diablo”.

    Estaban condenados a vivir Deprisa Deprisa, y a morir todavía más velozmente. Así fue para Valdelomar y Aranzueque, que siguieron entrando y saliendo de la cárcel después de rodar la película. El primero, que nunca más volvió a actuar, murió de sobredosis a los treinta y cuatro años, en la de Carabanchel, donde cumplía condena. Aranzueque, que reapareció en El Bosque Animado (José Luis Cuerda, 1987), falleció ese mismo año, 1992. Pero Ángela, o sea Berta Socuéllamos Zarco, desapareció de la luz pública. Parece ser que se casó con José María Hervás Roldán, y que nunca más volvieron a drogarse, ni a delinquir. De cuatro, se salvaron dos. (Philipp Engel – LaVanguardia.com)

  • Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick – 1999)

    Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick – 1999)

    En Eyes Wide Shut William Harford es un respetable médico neoyorquino cuya vida parece ir muy bien: está casado con una preciosa mujer, tiene una hija y un trabajo que le gusta. Pero, al día siguiente de asistir a una fiesta, su esposa Alice le habla de unas fantasías eróticas y de cómo estuvo a punto de romper su matrimonio por un desconocido. Abrumado por esta confesión, acaba entrando en un local, donde un antiguo compañero le habla de una congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites. A partir de entonces un mundo dominado por el sexo y el erotismo se abre ante él.

    • IMDb Rating: 7,5
    • RottenTomatoes: 74%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    ¿Por qué es el cine (o cualquier producto artístico en este caso) relevante para el individuo? Desde luego, existe en él un componente de entretenimiento así como un importante factor social. No obstante, esto por sí mismo no separaría al arte de otras actividades como la asistencia a eventos deportivos o fiestas. Y es que además de lo ya citado, el arte tiene una función adicional, la de ayudarnos a entender el mundo y, por extensión, a nosotros mismos. Este factor es el que, a la larga, decide qué obras de arte triunfan y se convierten en piezas imprescindibles de nuestro universo cultural y cuáles caen en el olvido. Y este es quizá el factor que haga brillar a la última película rodada por el genio Kubrick, Eyes Wide Shut (1999). Una película que basa su atractivo en proveer al espectador con una serie de conocimientos imprescindibles para entenderse tanto a sí mismo como a mundo que le rodea.

    La cinta nos narra la historia de Bill, un importante médico de Nueva York que acude a la fiesta de uno de sus clientes más importantes, el millonario Victor Ziegler. En la fiesta, se encuentra con su viejo amigo Nick, un pianista que le invita a ir a verle tocar en el local donde trabaja, para posteriormente salvar a una joven con la que Ziegler mantiene relaciones sexuales de morir de sobredosis mientras su mujer Alice flirtea con un desconocido. Ya de vuelta en casa, el matrimonio mantiene una discusión en la que Alice revela una ocasión en la que deseó serle infiel, la cual termina abruptamente cuando Bill es llamado a causa del fallecimiento de uno de sus clientes. Cuando llega al hogar del finado, la hija de este trata de mantener relaciones sexuales con el protagonista que él evita. Tras abandonar el lugar, se encuentra con una prostituta con la que está a punto de mantener relaciones sexuales pero a la que finalmente rechaza para, en su lugar, ir a local de jazz donde toca su amigo. Ahí, ambos hombres tienen una conversación en la que Nick le revela a Bill que esa misma noche va a tocar en una misteriosa fiesta secreta de carácter sexual a la que decide unirse. Gracias a los consejos de su amigo logra infiltrarse en la mansión donde la fiesta está teniendo lugar, únicamente para encontrarse con una misteriosa orgía en la que personas vestidas con máscaras mantienen relaciones sexuales bajo las órdenes de una misteriosa persona vestida de rojo. Tras ser descubierto, Bill es expulsado de la fiesta y al día siguiente comienza a investigar sobre el extraño suceso, pero todas las pista parecen haber desaparecido misteriosamente. Estas pesquisas le llevan hasta Ziegler, el cual reconoce ser un participante de la fiesta y le revela que se trata de un evento organizado por personas muy poderosas y que seguir investigando podría costarle la vida. De regreso a su casa, Bill le cuenta todo a su mujer la cual le insta a olvidarse del asunto.

    Como todas las obras de Kubrick, existe con Eyes Wide Shut todo un universo de lecturas que hace en ocasiones complicado separar lo que el director quiso decir de aquello que los fans han querido ver. No obstante, es evidente que estamos ante una película con una doble lectura: una centrada en el individuo y la psicología humana y otra que se centra en el aspecto social. En el caso de la primera, estamos ante la exploración por parte de Kubrick de la relación entre el sexo y la naturaleza humana, después de que ya hiciera lo mismo con otros temas en otras películas, desde la guerra o la violencia hasta el existencialismo y la relación con lo desconocido. Es así que Bill se presenta en los primeros compases de la trama como un hombre que tiene sus pulsiones sexuales que se ubican en lo socialmente aceptable y perfectamente controladas. No obstante, esta forma de entender su propia sexualidad no es más que una fachada que Kubrick sabe cómo cuestionar de forma sutil. Momentos, como cuando flirtea con dos modelos en la fiesta o está auscultando a una joven y atractiva paciente desnuda en su clínica nos muestran visualmente cómo el personaje interpretado por Tom Cruise está permanentemente tentado por una sexualidad que su lado racional está constantemente rechazando.

    Los eventos de Eyes Wide Shut, por lo tanto, suponen una suerte de descenso a las profundidades de su propio ser en las que Bill se encuentra cada vez más expuesto a sus pulsiones sexuales más básicas. Cuando visita la casa de su paciente fallecido, su hija se le ofrece sexualmente. Aunque la rechaza, esto ya anticipa lo que el protagonista va a ver durante el resto de la cinta: la ruptura de los tabúes con respecto a la sexualidad. Tras esto, acude al piso de una prostituta con la que está a punto de mantener relaciones sexuales y únicamente se abstiene de acostarse con ella tras recibir una llamada de su mujer. Es fundamental aquí el doble rol de la trabajadora sexual y su significado sobre Bill. Además de las leyes escritas que prohíben las relaciones sexuales con menores o personas que no consienten, la sexualidad tiene una serie de leyes no escritas confeccionadas por el sistema para defender sus propios intereses, y tradicionalmente la sociología ha estudiado cómo las diferentes sociedades humanas han premiado con el éxito sexual al modelo de hombre que mejor se adapta a sus intereses. Recientemente estas reflexiones han encontrado respaldo científico de la mano de investigaciones como las del psicólogo David Buss o la socióloga Yue Qian, las cuales concluyen que, como toda interacción humana, las relaciones sexuales (heterosexuales en este caso) han de entenderse dentro de una lógica social en la cual las mujeres entienden el sexo (de forma no necesariamente consciente) como elemento para premiar y fomentar determinadas características o comportamientos masculinos que, precisamente a causa de este refuerzo positivo, se terminan convirtiendo en norma social, generalmente una que responde a los intereses de las ideologías dominantes de dicha sociedad. En este sentido, el trabajo sexual y la figura de la prostituta supone el único espacio en que la sexualidad masculina puede ser experimentada de forma libre, sin ser producto del condicionamiento social o estar limitada por las normas morales del sistema.

    Para Bill, el acercamiento a la figura de la prostituta supone precisamente eso, el abandono de una sexualidad que está al servicio de la sociedad y condicionada por las normas de la misma para, en su lugar, abrazar una sexualidad que surge de sus propios deseos y necesidades. Y aunque nunca llegan a mantener relaciones sexuales como tal, este punto de la historia supone para el protagonista un hito en su adentramiento en un mundo de deseos y tensiones sexuales cada vez más primarias y oscuras. Este punto funciona como una puerta de acceso desde el sexo socialmente aceptable (vainilla, dentro del matrimonio, etc.) hacia lo tabú y lo prohibido. A partir de este momento, se observa una caída casi onírica de Bill que poco a poco se va encontrando con situaciones sexuales mas oscuras. Primero, el sexo con una adolescente en la tienda de disfraces y después el punto álgido de Eyes Wide Shut: la misteriosa orgía en la mansión. Es menester descartar que la forma en que estas situaciones sexuales se van sucediendo casi parece representar una materialización de las pulsiones sexuales más ocultas de la psicología del protagonista, una manifestación de sus impulsos sexuales socialmente inaceptables que en el contexto de una noche casi surrealista se permiten aflorar a la superficie. Todo lo sórdido de estas situaciones sexuales, por lo tanto, reflejan lo oculto y reprimido de los propios instintos sexuales del protagonista.

    La segunda parte de Eyes Wide Shut, en la que vemos a Bill regresando a la mansión y revisitando los lugares de su viaje sexual nocturno previo, pero esta vez en un contexto totalmente diferente, mucho menos sensual y más realista, se siente casi como la resaca de la noche anterior y representa la dualidad entre las dos formas de entender su sexualidad: la racional, socialmente aceptable y realista, o la salvaje, primaria y reprimida. El control o el desenfreno. Manejar los impulsos sexuales o ceder ante ellos. Esta es la reflexión que Kubrick nos ofrece sobre la naturaleza de la sexualidad humana. Si bien el cine del director de Nueva York se suele caracterizar por el análisis de la relación entre el individuo que pugna por ser libre y el sistema que trata de oprimirle, en su última cinta lleva este debate al terreno de lo sexual y disecciona la tensión entre las pulsiones sexuales subconscientes y las formas de expresión sexual consideradas comúnmente como socialmente aceptables sin llegar nunca a defender abiertamente a ninguna de ellas sobre la otra, sino en todo caso mostrando el lado oscuro de ambas. El personaje de Bill y su viaje a través de sus pulsiones sexuales a lo largo de Eyes Wide Shut, por lo tanto, reflejan la dualidad humana entre las dos sexualidades, aquella que es aceptable por el ojo público y aquella que por su naturaleza permanece enterrada en lo más profundo de nuestro subconsciente.

    Dicha dualidad también es mostrada de forma visual por el director, haciendo de Eyes Wide Shut una excelentemente sólida narración visual. El carácter casi onírico de las escenas correspondientes a la noche de aventuras de Bill se ilumina con luces de colores varios, un diseño de producción recargado y casi surrealista y una paleta cromática que en todo momento acentúa la irrealidad de la situación, casi como si el propio director quisiera hacernos dudar sobre si estamos contemplando un sueño o la realidad. Por contra, las escenas diurnas del día posterior muestran un registro visual totalmente diferente, mucho más frío, realista y plano, generando mediante la cinematografía un contraste visual que materializa los temas fundamentales de la película y refuerza el mensaje que el realizador nos quiere transmitir. Kubrick demuestra su dominio no únicamente del manejo de temas complejos, sino de su capacidad para plasmarlos en el celuloide de una forma extremadamente hábil en un ejemplo excelente de cómo usar la estética de una película para complementar la historia que se nos cuenta.

    Pero una película de Kubrick no sería una película de Kubrick si no estuviera rodeada de toda una leyenda que en este caso confluye con una lectura política paralela a la psicológica que el director incluye de manera muy consciente en la obra. Uno de los mayores arquetipos que han existido históricamente en la literatura y en el cine ha sido el de la asociación entre grandes élites políticas y económicas y prácticas sexuales que escapan a la legalidad o, cuando menos, a lo moral y socialmente aceptable. En el caso del cine, estas narrativas pueden remontarse incluso a épocas casi fundacionales como es el ejemplo de Metrópolis (Fritz Lang, 1927), pero Kubrick les otorga una dimensión más profunda gracias a su habilidad para manejar el lenguaje cinematográfico.

    En primer lugar es interesante el uso de paralelismos planteado por el director. En la primera parte de la película vemos a los personajes protagonistas asistir a una fiesta organizada por las clases más altas de la ciudad de Nueva York. Este primer acto sirve como reflejo casi idéntico de la misteriosa fiesta sexual de carácter secreto que tiene lugar más adelante en la cinta. Incluso en la primera de las fiestas ya se anticipan por parte del cineasta ciertos aspectos que veremos más adelante, como el flirteo de los protagonistas con otros invitados o la amante de Ziegler padeciendo una sobredosis. Estas dos fiestas funcionan para Kubrick como la cara y la cruz de la misma moneda, dos representaciones de las élites sociales. Una, la que es visible de cara al mundo, la punta del iceberg, en la que se da una imagen acogedora y agradable; y otra, la que permanece oculta y representa las actividades secretas y más siniestras de estas élites, las cuales son causa y a la vez consecuencia de sus enormes conexiones sociales, su riqueza o su poder político. Esto permite construir en el imaginario de los espectadores una perfecta metáfora visual que da a entender perfectamente el mensaje del director. Tras el mundo público que todos podemos ver existe otro paralelo, oculto, pero cuya influencia se extiende a todos los aspectos de la sociedad. Un mundo de poder y de misterio en donde las leyes (oficiales y sociales) son incapaces de limitar los deseos y las ambiciones de quienes se pueden permitir pertenecer a el.

    No ha de entenderse el contenido sexual de la cinta como gratuito (recordemos que en la novela original esta orgía se limita a un medio baile de personas desnudas, algo, seamos sinceros, bastante tibio para la moral sexual occidental actual), sino que la orgía con tintes de misa negra sirve como metáfora ideal de la visión del director sobre el poder. La capacidad de los integrantes de la orgía para satisfacer unos deseos sexuales inaccesibles para el común de los mortales y que ejemplifica su posición como élites y cómo el disponer de dinero o poder permite la satisfacción de los deseos más ocultos. Para Kubrick, el sexo es una manifestación del poder, tener uno y poder conseguir el otro van inherentemente ligados. Y también ligado a esto va la absoluta degradación ética de aquellos que detentan esta posición de poder dentro de la sociedad.

    La alegoría del director no termina ahí, y la segunda parte de la película, en la que Bill trata sin éxito de desenmarañar el secreto sobre los individuos detrás de esta secta nos presenta un modelo a escala del mundo contemporáneo. Si la orgía representa el poder ilimitado y la falta de límites morales de las élites cuando estas creen que no son vistas, la búsqueda por parte de Bill de respuestas refleja lo elusivo de la verdad, la incapacidad del individuo promedio de entender la realidad de este mundo detrás del mundo cuando todas sus fuentes de información están manipuladas y controladas por aquellos que pretenden ocultarse a sus ojos. En el tramo final de la cinta, el personaje interpretado por Tom Cruise tiene una conversación con Ziegler, el poderoso magnate que confesó ser partícipe en la orgía. Este, tras advertirle de los riesgos de investigar a unas personas tan poderosas, reconforta a Bill asegurándole que no hay nada que investigar, asegurándole que su amigo pianista está a salvo con su familia, que la muerte de la mujer que le ayudó fue totalmente accidental y no relacionada con los eventos de la mansión y que no hay en esa fiesta nada de lo que alarmarse salvo un grupo de personas haciendo una actividad sexual un tanto peculiar. Esta versión de la verdad, si bien contradice totalmente todo lo que se nos ha mostrado durante el resto del metraje, ofrece una excusa relativamente confortable para desentenderse de los eventos vividos. A fin de cuentas, una fuente de información fiable nos ha dicho que no hay de qué preocuparse.

    Esta conversación con Ziegler sirve como metáfora de los medios de comunicación y su rol como gestores de la opinión pública a través de la dosificación y el tratamiento de la información. Ziegler nos dice una «versión oficial» diseñada para eliminar cualquier incomodidad ante las cuestionables actuaciones de esta élite. Creerse esa información o no (a pesar de los evidentes indicios que apuntan a su falta de honestidad) es cosa de cada espectador. Aquella persona que decida quedarse con la confortable historia que nos cuenta Ziegler creerá que la preocupación de Bill es innecesaria. Quien dude de esas palabras, en cambio, se alarmará doblemente al constatar la futilidad de la búsqueda de la verdad por parte del protagonista, algo que no es nuevo en el cine y que, de manera diferente, ya se trató en obras como Blow-Up (Michelangelo Antonioni, 1966). La pasividad de la esposa de Bill cuando su marido le cuenta la verdad viene a reflejar el gran drama de la sociedad actual, que no es únicamente que aquellos con poder abusen del mismo, sino la pasividad absoluta del resto del mundo.

    Eyes Wide Shut puede pasar como una película menor dentro de la filmografía de Kubrick, una obra que no busca más que provocar con sus escenas sexuales y de argumento algo anodino, pero únicamente cuando se analizan sus temas se puede comprobar la realidad de la última película del genial director, en la que, fiel a sus patrones, estudia cuestiones como la dualidad del alma humana y sus rincones más siniestros o el uso y abuso del poder por parte de aquellos que lo detentan. Pero más allá de todo eso, y más allá de lo atrevido y provocador de su imaginería y su contenido sexual, estamos ante una película adelantada a su tiempo que nos alerta sobre el riesgo de la manipulación social por parte de las élites y que, si en su momento fue criticada por sus imágenes subidas de tono, si hubiera sido estrenada hoy en día lo hubiera sido por alimentar teorías presuntamente conspirativas. Y por algún motivo que nadie sabe pero todos podemos intuir, son precisamente ésta clase de películas las que terminan convirtiéndose en cintas de culto. Y que así sea por muchos años. (Roberto H. Roquer – Cintilatio.com)

  • Kinds of Kindness (Yorgos Lanthimos – 2024)

    Kinds of Kindness (Yorgos Lanthimos – 2024)

    Kinds of Kindness es una fábula en forma de tríptico que narra tres historias: la de un hombre atrapado que intenta tomar las riendas de su propia vida; la de un policía aterrado porque su mujer, que había desaparecido en el mar, ha vuelto y parece otra persona; y la de una mujer decidida a encontrar a alguien con un don especial, destinado a convertirse en un prodigioso líder espiritual.

    Mejor Actor en el Festival de Cannes 2024

    • IMDb Rating: 6,7
    • RottenTomatoes: 72%

    Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

     

    Nueve meses después de alzarse con el León de Oro de Venecia gracias a Poor Things, Yorgos Lanthimos se presenta en la Sección Oficial de Cannes con Kinds of Kindness, que es, a la vez, compendio de todas sus obras y proyección de las mismas. Compuesta por tres historias en las que el sometimiento y el sadismo están a la orden del día, Kinds of Kindness funciona como un nudo gordiano manchado de sangre y vísceras que se planta frente a la mirada del espectador para derribarla con la fuerza de una bola de demolición. El director levanta así un ejercicio de extrañeza que bucea en un océano mesmérico buscando retratar a unos personajes que, deformados por su habitual angular, dan vueltas sobre una jaula de oro casi transparente mientras intentan abrir unas alas que no tienen para poder echarse a volar. Cada palabra, cada mirada y cada paso que dan provoca que el diámetro del círculo en el que se encuentran se vaya estrechando poco a poco, que se vaya constriñendo el holograma de libertad en que tan cómodos se encuentran y que, por ende, el número de movimientos que puedan dar se vaya reduciendo drásticamente. En determinado momento, el decorado que ocultaba los barrotes se cae y los protagonistas, al constatar que no son más que animales enjaulados, se pierden en un abismo de locura sin fondo: cortes, disparos, mordiscos, sudoraciones extremas, canibalismo, violaciones, asesinatos y paranoias conforman un desfile grotesco patrocinado por un sistema capitalista y heteropatriarcal contra el que autor de La favorita realiza constantes embestidas.

    Lanthimos se reúne con Efthymis Filippou, su coguionista en Dogtooth, The Lobster y The Killing of a Sacred Deer, para diseñar un tríptico de fábulas sin moraleja que caminan sobre el vacío de sus protagonistas y que convierten el desconcierto en un martillo con el que derribar tanto las expectativas del espectador como las certezas sobre las que levanta su día a día. Por un lado, un hombre mantiene una extravagante relación con su jefe, quien lleva dirigiendo su vida desde hace más de diez años (le dijo dónde vivir y con quién casarse, le negó la posibilidad de tener hijos y somete su rutina a un estricto control); por otro, un policía empieza a sospechar que su esposa, que había sobrevivido como naufraga en una isla desierta durante meses, es otra persona; y, para terminar, una mujer abandona a su familia para unirse a una secta que le encarga buscar a una persona con poderes sobrenaturales. Lanthimos rodea la película de una atmósfera por momentos abstracta, que contribuye a consolidar la rareza que predomina en cada secuencia. El universo en el que sucede la cinta, pese a regirse por unos códigos propios de raíz surrealista, es tan cercano a la actualidad que el sonido que hacen sus personajes al intentar romper la jaula en la que se encuentran se transforma en un eco que señala nuestra propia prisión. En ese mundo-no mundo en el que se desarrolla la película, Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley y Hong Chau, interpretan a todos los personajes de cada relato. El protagonismo vira de un actor a otro en cada historia, pero la dinámica de dominación se mantiene siempre intacta, con Stone colocada en el listón más bajo de la pirámide y Dafoe en la cúspide.

    Lanthimos desarrolla su habitual discurso sobre el carácter coercitivo que tiene la sociedad en general y el capitalismo en particular, haciendo gala de su vena satírica para reírse de, por ejemplo, ese pobre hombre interpretado por Plemons, que ha desarrollado un síndrome de Estocolmo con su jefe y que, a fuerza de estar secuestrado sin cadenas físicas durante diez años, se ha convencido a sí mismo de que ese es el único modo de conseguir la felicidad. Los personajes del griego son incapaces de amar sin reducir al ser amado a la condición de objeto, sin embalsar la infinidad de posibilidades que ofrece una relación a través de la negación del carácter cambiante de las personas —maravilloso ese policía (otra vez Plemons) que no reconoce a su esposa porque sus gustos culinarios han cambiado y la memoria le ha jugado una mala pasada—, sin quemarse en una hoguera de posesiones, sumisiones y dominaciones que termina deviniendo en incendio general. Es una gran noticia que Lanthimos demuestre que, por el bien del conjunto general de la cinta, sabe controlar ese expresionismo barroco que ha caracterizado sus últimas propuestas; y que, además, aproveche el inmenso talento de sus intérpretes y les dé la oportunidad de probar registros que vayan más allá del histrionismo. (Rubén Tellez Brotons – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • Splendid Isolation (Urszula Antoniak – 2021)

    Splendid Isolation (Urszula Antoniak – 2021)

    En Splendid Isolation no se sabe mucho sobre la catástrofe de la que Anna y Hannah han escapado o los esfuerzos que han hecho para llegar a la desolada isla. Una vez que encuentran una casa abandonada y agua, Anna vuelve a su rutina de cuidar a Hannah, quien tiene una frágil condición. La distancia es tanto una necesidad como una tortura para Anna y Hannah, que son amantes. Un destino amargo les llegará a las dos chicas cuando Hannah descubre a alguien más en la playa.

    • IMDb Rating: 4,2

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    La pálida y enferma Anna (Anneke Sluiters) y la oscura y combativa Hannah (Khadija El Kharraz Alami) están solas en una isla, aferradas la una a la otra como el yin y el yang: una metáfora confirmada a nivel visual por sus aspectos contrarios, y a través de una obra de arte simbólica en blanco y negro, colgada en la pared de la casa que pronto ocuparán, y que Anna incendiará al final. Huyendo de algo, se refugian en una casa abandonada que contiene una pistola y una extraña habitación insonorizada en la planta baja. A pesar de estar físicamente protegidas, no podrán escapar de su miedo a un peligro inminente, que pronto tomará la forma de una tercera presencia, interrumpiendo el aislamiento que están buscando. Es un miedo que bloquea sus sentidos y pone en suspenso la alegría de estar juntas, ya que están anticipando una tragedia.

    Desde el principio de su carrera cinematográfica, Urszula Antoniak ha tratado la intimidad, el dolor, la pérdida y la muerte. Aquí, Sluiters se parece físicamente a Lotte Verbeek, que interpreta al personaje principal en la conmovedora ópera prima de la directora, Nothing Personal, sobre una mujer de luto que se deshace de todos los elementos materiales de la vida que compartió con su amante fallecido, y sale a la carretera como una vagabunda.

    Sin embargo, Splendid Isolation expresa la premonición de pérdida inminente con una textura más centrada en el aspecto sensual que en la historia, ya que la trama —tal como es— cumple el propósito de describir un sentimiento. La propia Antoniak explica que su miedo a la muerte, fomentado por la pandemia, fue la inspiración para hacer la película, y uno puede reconocer la sensación de inquietud disparada por la ansiedad del confinamiento, que dejó a la mayoría de nosotros en modo supervivencia.

    Otro elemento relacionado con el confinamiento es la presencia constante de pantallas y cámaras. Hannah y Anna son seguidas constantemente por un dron: ven el mundo exterior y la una a la otra, a través de una lente y, por consiguiente, su visión del mundo es sesgada, hasta cierto punto. Dicha interposición introduce la cuarta pared entre la película y el espectador como un recordatorio de que todo es una alegoría, y de que ambas están habitando un espacio hipotético entre la vida y la muerte. Por otra parte, los últimos 15 minutos están sobrecargados de tensión y son literalmente horribles: una incómoda sensación relacionada con la inevitabilidad de la muerte con la que es fácil identificarse. La elocuente cinematografía de Myrthe Mosterman, que hace un buen uso de los colores fríos, da a la película un tinte helado que da mucho miedo. (Mariana Hristova – CinEuropa.org)

  • River (Junta Yamaguchi – 2023)

    River (Junta Yamaguchi – 2023)

    En River Mikoto es una mujer que trabaja en una posada centenaria en Kibune, Kyoto. El día parece desarrollarse con normalidad, con múltiples huéspedes y obligaciones cotidianas. Un tanto abrumada, Mikoto aprovecha y se toma un descanso a la orilla de un río cercano. Pero cuando regresa de nuevo al trabajo, ya nada es igual: exactamente dos minutos más tarde, por alguna razón, se encuentra nuevamente frente al río. Esto le ocurrirá a ella, y también a otros empleados, camareros, chefs e invitados. Todos comienzan a sentir algo extraño. ¿Podría ser que se encuentren atrapados en un bucle temporal?

    • IMDb Rating: 7,0
    • RottenTomatoes: 100%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Nunca dos minutos habían sido tan importantes. Tras empezar a viajar en el tiempo en 2020 con su ópera prima Beyond the Inifinite Two Minutes, Junta Yamaguchi regresa para explorar el poder del tiempo con River. En el pasado SITGES – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya nos transportamos a una posada centenaria situada en Kioto donde el bucle empieza a suceder en esta nueva cinta distribuida por YouPlanet.

    En una posada centenaria situada en Kioto, una trabajadora termina su descanso a las orillas de un río cercano y se dirige de nuevo al trabajo… solo para volver a encontrarse, de nuevo, junto al río. ¿Podría ser que tanto ella como la posada se encuentren atrapadas en un bucle temporal?

    Junta Yamaguchi vuelve a contar con el gran Makoto Ueda para guionizar esta distópica situación con el tiempo como protagonista. Esta dupla vuelve a demostrar que una idea brillante, acompañada de una gran ejecución, está por encima del presupuesto con el que puedas contar.Beyond the Infinite Two Minutes es una clase magistral de realización. Gracias a su argumento cíclico, podemos ver los cortes de ese “plano secuencia” y nos adentramos en su divertido juego. Por su lado, River cambia las reglas. Mantenemos las bases: bucles de dos minutos. Pero es lo suficientemente inteligente para agregar nuevas dinámicas dentro de este juego temporal, dando más importancia a la relación de sus personajes o al entorno. Sin duda, el ryokan de Kioto da muchísimo juego para crear profundidad y amplitud en un reducido espacio de tiempo.De la misma forma, el tratamiento de la cámara sigue siendo similar a su predecesora, que jugueteaba con la idea de un falso plano secuencia donde los bucles se iban enlazando, con mejor o peor resultado según la escena. Por ello, Junta Yamaguchi decide ser más escueto en sus planos secuencia y limitarlos a esos dos minutos en bucle. Esto le permite crear coreografías cerradas por el escenario mucho más efectivas, repletas de desniveles y locura controlada

    River mejora uno de los puntos menos atractivos de su antecesor espiritual: sus personajes. La gracia de Beyond the Infinite Two Minutes residía en su valor cómico, caótico y simple. Pero en esta ocasión, Junta Yamaguchi se permite ampliar el reparto (manteniendo al de su anterior cinta) y las localizaciones para dar profundidad al conjunto, lo que le lleva a dejar momentos visuales mucho más memorables y con más potencia. River cuenta con varias tramas simultáneas que logran dar complejidad a sus personajes y que consiguen que la vinculación emocional con el espectador sea más potente.

    El guionista Makoto Ueda se permite darle peso al drama en esta cinta, moviéndose entre el romance y la comedia de manera frenética, y dando paso, sin duda, a una mejora en la interpretación del reparto principal. Este gran paso en la narrativa de la cinta propone que las actrices y los actores lo den todo en cada secuencia. Y así lo hacen. Cada uno cuenta con su pequeño tiempo en pantalla y con sus respectivas tramas que dan profundidad a sus personajes. Todos cuentan con su personalidad, motivaciones y pequeñas narrativas que se irán uniendo con el objetivo de escapar de ese eterno bucle, dejando momentos con una potencia visual y narrativa no vistas antes dentro de la propia cinematografía de Junta Yamaguchi. Entre todo el reparto destaca la actuación de la joven Riko Fujitani, que actúa como la directora de orquesta dentro de esta locura temporal. Podría dar más detalles del extenso y diverso reparto de la cinta, pero uno de los grandes logros de River es sorprender a pesar de estar en terreno conocido. Junta Yamaguchi y Makoto Ueda consiguen dar la vuelta a la situación hacia los lugares más inesperados, convirtiendo lo conocido en una experiencia fresca y con muchas sorpresas bajo el brazo.

    Con todo este conjunto, el director vuelve a demostrar que “menos es más”. River es un paso más en la filmografía de Junta Yamaguchi, evolucionando su ópera prima para sacar a relucir todo aquello que ya funcionaba y aportando pequeños grandes cambios que la hacen redonda. Es imposible no transportarse a esos dos minutos infinitos donde, gracias a su belleza, querrías que no acaben nunca. Tal y como hace la nieve blanca al derretirse, nos limpia el corazón y el alma. (Alejo Correa – RamenParaTodos.com)

  • Klondike (Maryna Er Gorbach – 2022)

    Klondike (Maryna Er Gorbach – 2022)

    Klondike es la historia de una familia ucraniana que vive en la frontera entre Rusia y Ucrania durante el inicio de la guerra. Irka se niega a abandonar su casa incluso cuando el pueblo es capturado por las fuerzas armadas. Poco después se encuentran en el centro de una catástrofe aérea internacional el 17 de julio de 2014.

    Mejor dirección Drama en la Sección World Cinema del Festival de Sundance 2022

    • IMDb Rating: 6,9
    • RottenTomatoes: 82%

    Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

     

    Nos encontramos en el este de Ucrania en julio de 2014, cerca de la frontera con Rusia. Al comienzo de Klondike, la pareja ya se muestra inquieta por la creciente hostilidad en la región. La mayoría de sus vecinos se han mudado por precaución, y a Tolik le gustaría hacer lo mismo, preocupado por su esposa y el hijo que ambos esperan. Por su parte, ella no tiene intención de abandonar su hogar y desprecia lo que percibe como debilidad en su marido, que cede ante las amenazas y demandas de alimentos por parte de las fuerzas armadas invasoras. Aunque la mayor parte de la violencia no es visible en este momento, ya que ocurre fuera de la pantalla, se hace palpable en el efecto que tiene en ambos progenitores, con Tolik encerrándose en sí mismo e Irka volviéndose cada vez más impaciente y enfadada. A través de panorámicas lentas, con la cámara fija en un trípode mientras los personajes se mueven ansiosos por el espacio visible y fuera del cuadro, el director de fotografía Sviatoslav Bulakovskyi evoca el temor creciente hacia una violencia que, aunque al principio resulta invisible, ya parece inevitable. Los juegos de luces y colores, así como los inusuales encuadres con diferentes capas de la película, también se combinan para crear una atmósfera surrealista e impredecible que representa los propios sentimientos de miedo, ira, resentimiento y esperanza de los personajes.

    Cuando una nueva explosión sacude las paredes del hogar, podemos asumir que otra bomba ha impactado en la casa de la pareja. No obstante, cuando Tolik avisa a Irka para que salga del sótano, la pareja encuentra un trozo de fuselaje y un cuerpo humano atado al asiento de un avión en el exterior de su casa. Se trata de fragmentos del accidente del vuelo de Malaysia Airlines que fue derribado el 17 julio de 2014. Este acontecimiento improbable, aunque muy real, añade una capa de extrañeza a Klondike. Durante una de las escenas más insólitas de la cinta acompañamos a la pareja junto a un matrimonio holandés que busca a su hija desaparecida, uno de los 283 pasajeros fallecidos. Este accidente es el segundo «error» cometido por las fuerzas militares, tras el bombardeo de la casa de los protagonistas, tal y como admite un amigo de Tolik, que ha decidido unirse a los rusos para evitar problemas. Mientras comparte unas galletas con él, le promete ayudarle a arreglar la casa, y Tolik parece dispuesto a aceptar el trato. Cuando el hermano pequeño de Irka, Yaryk (Oleg Shcherbina), acusa a su esposo de ser un traidor, no está del todo equivocado, y falta poco para que el hombre deba tomar una decisión. Culminando en una escena final que resulta doblemente impactante, Klondike se revela como una película realista y furiosa, sobre una guerra vista desde dentro, que se abre camino a través de una región y su gente mediante golpes desconcertantes y violentos, con la fuerza igualmente feroz e impactante de la vida y la resistencia. (Elena Lazic – CinEuropa.org)

     

  • I Never Cry (Piotr Domalewski – 2020)

    I Never Cry (Piotr Domalewski – 2020)

    • IMDb Rating: 7,0
    • RottenTomatoes: 100%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Ola es una jovencita salvaje y caprichosa que pone por delante sus deseos antes que las necesidades de su hogar, todo esto a pesar de provenir de una familia con bajos ingresos, y es una maldad forzada la que genera esta constante, porque la actitud que anticipa el título es fruto de una necesidad de la misma Ola de sentirse desapegada de los demás; ella misma se fuerza a ser apática ante sus seres queridos, pero es una apatía fruto del abandono, de la soledad, de ese ser inconsciente que ante la derrota, decepción o frustración decide mutilar o mitigar el anhelo o la esperanza del otro para no volver a sufrir poniendo sentimientos en riesgo, o creyendo en alguien; y es por esto que la muerte de su padre (al que apenas conoció) es un baldado de agua fría que pone a tambalear su estoicismo, más cuando es ella quien debe encargarse de viajar al extranjero a repatriar su cadáver.

    Ola, además de ser la protagonista, es también el eje principal de I Never Cry; incluso se puede decir que la trama es una excusa para conocer al personaje y su particular temperamento. Aquí, la actuación de Zofia Stafiej brilla en especial, ella logra sostener una personalidad que es agresiva, rebelde y egoísta, pero a la vez vulnerable y honesta; además, a pesar de haber sobrepasado la veintena, su físico y su actitud hacen que su papel como una menor de 17 años sea siempre creíble y, aunque el personaje por momentos hace cosas que son bastante cuestionables o desagradables, poco a poco se va ganando el cariño del espectador. El tono de I Never Cry tiene tintes realistas y, por momentos, trágicos, pero se sabe elevar gracias a pequeños eventos en los que el temperamento de Ola se pone a prueba demostrando que su actitud agresiva y determinada la ayudan a sobresalir y subsistir en un entorno hostil y deprimente; de hecho, gran parte de la historia se dedica a su lucha por conseguir el dinero suficiente para poder repatriar el cuerpo de su padre en una ciudad que no conoce, deambulando por sus calles como una extraña sin objetivo claro y con apenas apoyo de los pocos aliados que va conociendo a medida que se desarrolla su odisea.

    Otro tema interesante es la relación con un padre al que apenas se conoce, y con el que sostiene un vínculo que es meramente económico, porque aquí el afecto se remplaza por dinero, por supuesto no en grandes cantidades, pero sí de vez en cuando con regalos, generando una especie de necesidad materialista donde el peso del abandono se transmuta en un deber monetario: mi padre debería darme cada vez más dinero ya que nunca ha estado a mi lado, como si tal agujero se pudiese tapar con oro, entrando ambos en una dinámica de deudor y pagador dañina para el entendimiento de las relaciones de la propia Ola.

    En general eI Never Cry s una obra muy bien encaminada, entretenida y dolorosa sin ser pesada, que sostiene buen ritmo en todo momento y que da espacio para algún que otro cuestionamiento que valdría la pena plantearse a día de hoy, como la misma idea de los deberes de los padres con sus hijos o si acaso los mismos hijos no le deben algo a sus padres en pago a su sacrificio (por supuesto no en materia económica); también si la lealtad de un hombre a su familia debe sostenerse aun a pesar de que con el tiempo solo viva sobreexplotándose por esta, dejando de lado su comodidad, tiempo libre y salud. (Nelson Samuel Galvis Torres – CineMaldito.com)

  • Lake Mungo (Joel Anderson – 2008)

    Lake Mungo (Joel Anderson – 2008)

    En Lake Mungo una madre angustiada llama a la policía: su hija ha desaparecido mientras estaba nadando. Las malas noticias no tardan en confirmarse; la pequeña Alice ha muerto y sus padres y su hermano Matthew deben enfrentarse al dolor de la pérdida. Sin embargo, todos se empeñan en devolver a la vida a la niña. La madre busca ayuda psíquica llamando a la radio y Matthew se aferra a su cámara de vídeo pensando que las imágenes revelarán la presencia de su hermana.

    • IMDb Rating: 6,3
    • RottenTomatoes: 95%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Hay películas que nacen sin suerte. En otras circunstancias podrían haber tenido más impacto, pero no obtienen el reconocimiento merecido y terminan convertidas en, como mucho, objetos de culto para una minoría. Es el caso de Lake Mungo. Estrenada en el 2008, poca gente parece acordarse de ella. No encaja en un género del que contiene elementos, el terror, porque su objetivo básico no es el de provocar miedo en el espectador. Apenas llega a atravesar la línea de la mera semejanza formal con las verdaderas películas de miedo. Tampoco encaja en otros géneros con los que tiene muchas cosas en común, como podría ser el drama familiar, precisamente porque el elemento sobrenatural la mantiene encasillada. Para colmo fue comercializada como lo que no es; basta ver su tráiler (aunque no les recomiendo que lo hagan si todavía no han visto la película) para comprobar que, en efecto, la distribuidora cometió la torpeza de venderla como película de terror. Fue proyectada en festivales especializados en ese género, y como era de suponer, decepcionó a muchos espectadores que esperaban sentir miedo en vez de lo que realmente produce la película, una especie de perturbadora melancolía existencial. Aún hoy, varios años después de su estreno, Lake Mungo continúa despistando a muchos de los que la ven por primera vez. Es verdad que los críticos la alaban con pocas reservas, pero muchos espectadores la encuentran listada como obra de género, o se sienten atraídos por su engañoso tráiler, y después quedan totalmente descolocados. Sobre todo los más jóvenes, que no entienden el doloroso mensaje emocional de la película y se quejan —desde su perspectiva, supongo que con razón— de que Lake Mungo «es aburrida» porque «no da miedo». Y claro que no da miedo. Su propósito es otro: hacer pensar. No sobre un enigma o un rompecabezas lógico, sino sobre uno de los trances más dolorosos en la vida de cualquier persona: la pérdida de un ser querido. ¿Es una película de fantasmas? Sí, lo es. Pero, ¿es una película de terror? No. O no del todo. Entonces, ¿qué es? Difícil resumirlo en una frase, pero yo diría que es una alegoría poética de la pérdida, y de cómo la incomunicación dentro de las familias dificulta la gestión del dolor. ¿Merece la pena verla, pese a las malas puntuaciones que suele recibir entre los usuarios en muchas páginas de internet? Mi respuesta es: ¡desde luego que merece la pena!

    Desde finales de los noventa, sobre todo debido al éxito de The Blair Witch Project, el cine de terror ha encontrado un filón en los falsos documentales y las películas bautizadas como found footage, «metraje encontrado», que buscan realismo simulando grabaciones de aficionados, de cámaras de seguridad, etc. La mayoría de estas películas, al menos para mi gusto, son mediocres. Hay excepciones, por supuesto, pero por lo general están dirigidas a un público poco exigente, o si prefieren que lo diga de otro modo, dirigidas a un público que quizá es más exigente con otro tipo de películas pero que al género de terror no le exige calidad, solamente mucho susto. Admito que no me entusiasma este subgénero, así que relativicen mi opinión como consideren oportuno. Les diré, por ejemplo, que aunque Paranormal Activity llegó a tener críticas bastante favorables, a mí me deja frío, por decirlo de manera suave. No veo por qué el hecho de simular metraje tomado por aficionados significa que las interpretaciones o los guiones deban estar también al nivel de aficionados. La propia The Blair Witch Project, que desató la moda, me aburre hasta lo indecible. Y si hablamos de cosas tan cutres como Megan is Missing, bueno, creo que ya podemos convenir en que se bordea la tomadura de pelo, aunque no dudo que habrá quien la disfrute (no me pregunten por qué).

    Hablando en general, creo que el falso documental de terror suele ser una manera perezosa de producir filmes con un presupuesto mínimo para captar a una audiencia garantizada, que se tragará cualquier cosa que lleve la etiqueta genérica «terror». Suelen ser películas que recurren al susto prescindiendo de la preocupación añadida de intentar que el lenguaje cinematográfico sea medianamente decente. Para mí, muchas de ellas se parecen más a una atracción de feria como el «túnel del terror» que al cine en sí. Tienen su público y son rentables. No me parece mal que existan. La situación me recuerda al terror de los años treinta, o a la ciencia ficción de los cincuenta: algunas películas muy buenas, y un montón de morralla oportunista. En cambio, las excepciones pueden llegar a ser notables. No me resisto a citar la noruega Troll Hunter, que sí me parece muy interesante. No se escuda en su formato para descuidar la calidad cinematográfica, al contrario; partiendo de una premisa tan risible sobre el papel como la búsqueda de los trolls, hace que el falso documental de terror se asemeje en calidad a otros géneros y no solamente construye la tensión de manera admirable sino que está filmada de manera muy profesional. ¡Incluso tiene un guion inteligente! El problema con las excepciones es que, cuando surge una película que se sale del molde, el público habitual del género de terror la rechaza, y el que no es habitual no demuestra ningún interés o sencillamente no llega a oír hablar de ella. Eso es lo que ha pasado con Lake Mungo. Y es una lástima. Estoy seguro de que mucha gente que la ha pasado por alto llegaría a disfrutarla. Incluso los más acérrimos detractores del terror semi-amateur contemporáneo.

    Fue la opera prima del cineasta australiano Joel Anderson. No se preocupen si no han oído hablar de él: aunque Lake Mungo debería haber constituido el disparo inicial de una prometedora carrera, tal cosa nunca llegó a suceder. Desconozco el motivo concreto por el que Anderson no ha vuelto a dirigir un largometraje, aunque sospecho que se debe a la falta de financiación. Hay que lamentarlo, porque el tipo sin duda tiene talento. No digo que hubiese sido el nuevo Kubrick ni el nuevo Spielberg, pero en su único largometraje demostró un enorme potencial y el que no esté trabajando es una pérdida para el cine australiano y mundial. Anderson dirigió Lake Mungo con muy poco dinero, que ni siquiera pudo reunir por sí mismo (solamente gracias a una providencial subvención pública le permitió dar luz verde a su proyecto) pero el resultado es una auténtica demostración de cómo sacar el máximo partido a unos recursos limitados. No imaginen que la película es un producto de serie B con las costuras deshechas. ¡De ninguna manera! Está realizada con tanto cuidado que su aspecto es mucho más profesional de lo que cabía suponer. Y lo que es más importante, tiene profundidad artística. No dio mucho dinero, eso es cierto, y el grueso de su exigua carrera comercial consistió en ir de un pequeño festival a otro, sin despertar revuelo. En Australia recaudó unas pocas decenas de miles de dólares, y en Estados Unidos sufrió una distribución subterránea como parte de un pack de películas de terror que también eran de bajo presupuesto, pero cuya calidad era ínfima, y con las que no tenía nada que ver. Pese a todo, los críticos australianos, impresionados por el buen hacer del debutante Anderson, creyeron haber encontrado a su Gran Esperanza Blanca. Algunos vaticinaban, no sin motivos, que sería descubierto por Hollywood y daría el gran salto pronto. ¿Qué pasó? Anderson viajó a Hollywood, en efecto, y con ayuda de un representante estuvo negociando con productores para realizar una nueva película. No hubo trato. Se rumoreó también la posibilidad de que los estadounidenses realizaran un remake de su película, y en 2011 algunos medios —minoritarios, especializados en terror sobre todo— llegaron a anunciar el inminente rodaje de la adaptación, cuyos derechos habrían sido ya comprados. Pero el rumor nunca se materializó y no se ha sabido más sobre ese proyecto. Al final, Anderson, cansado de concertar un sinfín de reuniones en Hollywood para no obtener resultado, se volvió a su país. Después, el olvido. No ha vuelto a dirigir, o al menos nada de lo que se pueda hallar traza. Eso sí, su único largometraje se ha estado labrando un creciente prestigio, aunque con mucha lentitud. Tarde o temprano, se convertirá en una referencia cultural algo más relevante, o eso me gustaría pensar, aunque su base de fans crezca despacio .

    La película es un falso documental; un equipo de televisión realiza un reportaje centrado en los Palmer, una familia australiana de clase media, herida por una reciente tragedia. Alice, la hija, ha muerto ahogada con solamente dieciséis años de edad mientras nadaba en un pantano donde los lugareños suelen acudir para bañarse. Al poco tiempo del fallecimiento empiezan a producirse fenómenos extraños en el hogar familiar: se escuchan ruidos durante la noche y una borrosa figura a la que creen identificar con Alice comienza a aparecer en fotografías y grabaciones, tanto dentro como fuera de la casa, lo que les lleva a pensar que el espíritu de la chica continúa cerca de ellos. Estos fenómenos suscitan la atención de la prensa y un equipo de filmación investiga el asunto mediante entrevistas con los padres y el hermano de Alice, con amigos y conocidos, incluso con un vidente que han contratado para intentar desvelar la naturaleza de las apariciones. Hasta aquí, como verán, el planteamiento de la película no difiere mucho del de cualquier obra de terror convencional de estos tiempos. Con la diferencia de que aquí casi no hay sustos. Todo transcurre de manera natural, como en un auténtico documental; verosimilitud es quizá la palabra que mejor define Lake Mungo (sí, aunque haya fantasmas). Se habla todo el tiempo sobre un elemento sobrenatural que centra el inicio de la trama, pero conforme avanzan los minutos emerge otra faceta que terminará dominando el argumento: la tragedia personal que subyace a los fenómenos paranormales. De manera inesperada, esta nueva faceta hace que la película se convierta en algo muy diferente a lo que podemos calificar como terror. Que asusta menos, pero estremece mucho más.

    De manera gradual, el fantasma va perdiendo importancia frente a otra sombra que se cierne sobre la familia Palmer. El espectador empieza a descubrir que antes de la muerte de Alice no todo era tan idílico como aparenta en las viejas fotos de la familia. Es aquí donde Lake Mungo entra de lleno a tratar su verdadera tesis: las consecuencias psicológicas que la muerte de una persona tiene sobre quienes se quedan atrás, sobre todo cuando hay cabos sueltos que ya no se podrán resolver, cuando la persona que ha muerto tenía toda una vida por delante, cuando no ha podido ni siquiera terminar de formarse como individuo. El que la difunta Alice se manifieste en forma de fantasma, de repente, es casi lo de menos. Sus familiares se enfrentan a otros fantasmas que para ellos son más terribles, aunque por momentos parezcan no querer ser conscientes de hasta qué punto están soportando tan enorme peso. Como el hecho, muy hiriente para ellos, de que desconocían importantísimas facetas de la vida de Alice, o de que nunca habían conseguido conectar con ella de una manera genuina. El descubrimiento de que Alice se sentía sola en el mundo, desvalida ante sus propios demonios. Por fin entendemos que Lake Mungo es en realidad un agudo estudio sobre la incomunicación dentro de una familia, sobre el efecto demoledor que las deficiencias afectivas del pasado tienen sobre la manera en que los supervivientes gestionan la pérdida. Vemos como los familiares de Alice manifiestan su dolor de manera discreta en la forma —están siendo entrevistados para la televisión, así que se muestran contenidos, lo cual le confiere mucha verosimilitud al film—, pero en el fondo, como demuestran los hechos, esas manifestaciones de dolor pueden ser disfuncionales y en ocasiones incluso embarazosamente excéntricas.

    El propio Joel Anderson dijo en su día que Lake Mungo no es una película de terror, sino un ensayo sobre el duelo, y esto es totalmente cierto. Es, añadiría yo, un muy inteligente análisis sobre el manejo que hacemos de la muerte desde nuestras limitadas posibilidades. El elemento de terror es muy secundario. Solamente hay una escena «de susto» en todo el metraje (eso sí, es una secuencia memorable) y hay algunas otras que, con buena voluntad, podríamos calificar como «terror suave». ¿La atmósfera de la película asustará a los espectadores más miedosos? Es posible, si son muy miedosos. Pero lo que predomina es una sorda angustia, sin grandes altibajos, pero cada vez más desasosegante. Una desazón producida por la incómoda combinación entre la perplejidad inicial que produce el elemento sobrenatural y una perplejidad posterior, todavía mayor y lo que es más importante, mucho más real, provocada por la acumulación de revelaciones sobre esas disfunciones emocionales. Es posible que Lake Mungo no le asuste lo más mínimo, pero no se sorprenda si en algún momento se le hace difícil el visionado, porque puede llegar a tocar la fibra. No hay grandes momentos de melodrama, pero conforme avance el metraje, el nudo en la garganta puede volverse más y más tenso. No es este un argumento al que haya que buscarle una lógica, sino que está planteado desde una perspectiva casi espiritual. Es, precisamente, un lienzo pintado con toda la falta de lógica que impera en el complejo mundo de las relaciones humanas.

    Quienes estén acostumbrados al sobresalto fuerte y esperen encontrar una buena dosis de terror, que se desengañen. No hay nada de eso aquí. En Lake Mungo, lo que le queda al espectador es la deprimente radiografía de una familia que, como todas, afronta como sabe y como puede sus propias carencias. Buenas personas, o por lo menos no malas personas, que no han sabido hacer las cosas mejor. Personas a quienes una temprana muerte deja expuestos a sus propias miserias, trágicamente cautivas de su vulnerable humanidad. Sin lloros, sin aspavientos; todo a base de sutileza. Por eso entiendo que un público adolescente no disfrute con esta película, sobre todo si no han vivido una pérdida o no tienen la madurez suficiente como para entender los complicados mensajes que se entrecruzan en el film, y la manera simbólica en que a menudo se presentan. Para un espectador adulto, sin embargo, esta película debería resultar como mínimo interesante. No puedo garantizar que vaya a gustar por igual a todo el mundo, porque no es tremendamente entretenida, ni rápida, ni contiene acción. Tampoco se abusa del melodrama, ni se le da pistas al espectador acerca de cuándo debe emocionarse o no. Insisto: parece un documental de verdad, y uno confeccionado con enorme neutralidad. Pero toca temas que muchos adultos ha experimentado en sus propias carnes, hasta el punto de que al final puede llegar a sobrecoger de una forma que parecía impensable durante la primera mitad de la película.

    Dicho todo esto, parece lógico que las expectativas jugaron —y siguen jugando— un importante papel en los juicios negativos que algunos, o muchos espectadores han emitido sobre Lake Mungo; pero no se dejen sugestionar por el porcentaje de malas puntuaciones que acumula en las páginas de opiniones agregadas en internet. Es una muy buena película. Hecha con pocos medios, pero cuidadosamente planificada. Incluso los actores están a un nivel muy por encima de lo acostumbrado en las producciones de bajo presupuesto, y desde luego muchísimo por encima con esas otras películas baratas con las que injustamente se la asocia. Las interpretaciones son tan creíbles que, si no fuera por el ingrediente sobrenatural, uno llegaría a creer que está viendo la investigación sobre un caso real (ayuda bastante el que durante el rodaje Anderson insistiera en que los protagonistas improvisaran multitud de secuencias sobre la marcha, con lo que no hay efecto de recitado y de verdad parecen estar respondiendo a una entrevista). La estructura narrativa es muy sólida, y aunque las secuencias de terror son pocas y muy tenues, han sido dirigidas con auténtica pericia. El mensaje —no sé si se puede hablar de moraleja— está presentado de manera elegante, no siempre obvia, pero sí muy poderosa. Cada cual puede interpretar la película a su manera; ahí reside uno de sus grandes alicientes.

    De entre todas las cosas positivas que podría decirse sobre Lake Mungo, creo que hay una a destacar: es una película original, es distinta, y no creo que se parezca a las películas sobre fantasmas que haya visto usted antes. Trata un asunto profundo desde una perspectiva inesperada, usando herramientas del género de terror con sensibilidad y sin la intención de provocar miedo, sino de representar emociones humanas mediante muy hábiles alegorías sobrenaturales. A cambio de ser una película poco terrorífica, tiene la enorme virtud de que su historia no se apaga en cuanto termina el metraje, sino que pervive en la memoria y es motivo para la reflexión. Así que sabiendo de antemano que esto no les asustará, creo que sí puede causar una honda impresión, aunque de otra naturaleza. Merece ser rescatada del olvido en el que permanece para mucha gente. Ah, por si acaso: cuando la vean no dejen lado una de las mejores cosas del metraje, una cosa que de verdad termina de convertir Lake Mungo en una experiencia artística memorable; no se pierdan de ninguna manera los bellísimos títulos de crédito finales, que contienen el mensaje más poderoso del film. Pocas veces se dice tanto con tan poco. En fin, que la disfruten. O que la sufran, porque alegre, lo que se dice alegre, no es. (Emilio de Gorgot – JotDown.es)

  • God Told me To (Larry Cohen – 1976)

    God Told me To (Larry Cohen – 1976)

    En God Told me To un detective de Nueva York investiga una serie de asesinatos llevados a cabo aleatoriamente por diferentes neoyorquinos que declaran que «Dios me dijo que lo hiciera»…

    Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine Fantástico de Avoriaz 1976

    • IMDb Rating: 6,2
    • RottenTomatoes: 80%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    «Gold told me to» será la respuesta que reciba Peter, protagonista del quinto largometraje de Larry Cohen, también conocido como Demon —o como el God Told Me To que emergerá como una de las consignas del film—, en la búsqueda de respuestas ante la acción de un francotirador que invocará el caos más absoluto en una céntrica calle de Nueva York. A partir de ese punto, una serie de ataques aparentemente aleatorios desembocarán en una respuesta que se antoja más fruto de una suerte de integrismo —perdón, que cuando la religión es católica no se le puede llamar así, ¿no?— que de algo eventual, fruto del curso de los tiempos —que, dicho sea de paso, también podría ser, encontrándonos en una década como la de los 70—. Todo ello llevará a Peter, que indaga con interés en esa serie de atentados en principio surgidos de la nada, a resignificar una investigación que le llevará hasta la figura de un hombre sin rostro, con la cara borrosa, como así lo describen los propios testigos, más vinculado a una veta fantástica que al plano tangible en el que se desarrolla la acción.

    Cohen explora desde esa premisa una psicosis que empezaba a aflorar en la sociedad a raíz de esos movimientos que irían haciéndose hueco entre quienes la poblaban, y que a través de la óptica del cineasta arraigan en un cine de género arrojado e inesperado, que hace de ese tránsito de senderos insospechados una de sus cualidades, llegando a retratar pasajes que encuentran en lo alucinado de sus imágenes un recoveco perfecto desde el que desarrollar una obra insólita, que huye de cualquier patrón imaginado desembocando en una vorágine de ideas tan dementes como, a fin de cuentas, concebibles. Porque si algo hace bien God Told Me To en su trayecto por dibujar uno de esos preámbulos paranoicos que terminarán derivando en el más extraño de los escenarios posibles, es ubicar toda esa vorágine creada por una sucesión de “atentados” en un contexto adecuado que no sólo sirve como espejo desde el que escudriñar el abismo de un pueblo, sino además converge en un horror enajenado capaz de hacer concurrir cuantos filones se puedan imaginar, uniendo el sobrenatural con un esoterismo desfasado donde encontrar sectas o rituales se percibe como una de las realidades más probables.

    En medio de ese meollo de referencias y conceptos, Cohen, un cineasta ávido e inquieto como pocos que manejaron los 70 y los 80 a su antojo, pasando del ‹blaxploitation› más intrincado a hitos del mismo entre los que encontramos Black Caesar al cine de terror más simbólico incluso desembocando en un fantástico y ‹sci-fi› muy hijos de su época, enarbola una de esas obras que huyen de lo elemental para zambullirse en atmósferas enrarecidas y estampas alucinógenas —véase ese encuentro con el misterioso personaje que parece vincular todo lo acontecido en la “Capital del mundo”— desde las que invocar la esencia del género: basta con observar esa secuencia donde Peter entra en un bar —en el que Cohen vuelve a desarrollar uno de esos ambientes tan propicios del ‹blaxploitation› que manipuló en todas sus vertientes años antes— y el cineasta condensa, en una sola imagen, la de la mirada del protagonista, lo insondable de una vía fantástica que se desarrolla con apenas unos estímulos —poco más que un par de ‹flashbacks›, uno en un sepia que evoca con talento las formas de un cine de raigambre más clásica, y otro cuyo cauce alucinado, invocando el espíritu de las producciones setenteras de ciencia ficción, habla por sí solo— y no necesita mucho más para otorgar cuerpo a una obra excepcional.

    El director canadiense encuentra entre los parámetros de un cine extravagante pero, en especial, ciertamente subversivo, decidido y sorprendente, la respuesta a una sociedad encerrada en sus vicios y convicciones, que se deslizan a través de esa especie de mirada irónica en torno a un individuo que hace y deshace a su antojo y no sólo eso, es además resguardado como si de un nuevo profeta se tratara. Algo que, unido a esa elección formal formulada por el autor de The Ambulance, imbuyen al film en un misticismo revelador pero asimismo un tanto sarcástico. Es, de hecho, ese apartado formal el que dota a God Told Me To de un aura distinta, no sólo haciendo confluir en menudas secuencias —que podrían ser casi píldoras si no fuera por su peso en la narración— todo tipo de ambientes y atmósferas bizarras, sino del mismo modo engendrando un horror que encuentra en planos, angulaciones y montaje algunas de sus aptitudes —como esa escena donde Peter es atacado en la escalera, que bien podría ser un velado homenaje a Psycho— haciendo de esta tan modesta como disfrutable serie B un precipicio a una locura que por fortuna no solo reflejan esos rótulos finales, y que Cohen extiende a todo su metraje con una mano maestra que hay que reivindicar con la misma fuerza de un cine destinado a pervivir por más que pasen los años. (Ruben Collazos – CineMaldito.com)

  • Block Party (Michel Gondry – 2005)

    Block Party (Michel Gondry – 2005)

    En Block Party Dave Chappelle, quiere hacer una fiesta para sus amigos, para los músicos que tanto admira, y decide recurrir al método más antiguo y convencional: el «boca a boca» y el megáfono. Invita personalmente a sus vecinos, a la señora del almacén, al peluquero y a los niños de las escuelas. Todos lo conocen por la televisión y lo quieren ¿El sitio escogido? Un callejón cualquiera del barrio.

    • IMDb Rating: 7,2
    • RottenTomatoes: 74%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Imaginaos por un momento que Chiquito de la Calzada, en 1997 (o sea, en la cúspide de su poder mediático) decide organizar uno de esos conciertos de “fiestas del barrio” que tanto abundan en verano. Imaginaos por un segundo que los artistas invitados fueran Paco de Lucia, José Mercé, Tomatito, Camarón o Enrique Morente (nótese la ausencia de representantes del Flamenco-Fashion, como Ketama o Chambao) y luego digamos que va Pedro Almodóvar y hace un documental no sólo del evento en sí, sino de las circunstancias personales que rodean a su organizador (recordemos: Chiquito) y del ambiente social entre los espectadores del evento.

    Con todo ello, transportemos el material a Estados Unidos (obviando por supuesto el hecho irrefutable de que son los representantes culturales del Maligno) y sustituyamos a Chiquito de la Calzada por Dave Chappelle, y a los artistas mencionados por Mos Def, Kanye West, Jill Scott, The Fugees, Dead Prez, Erykah Badu y a The Roots a los instrumentos. Almodóvar vuela en línea directa a su La Mancha natal de una patada en el culo y entra Michel Gondry en escena (director de Eternal Sunshine of the Spotless Mind). Tenemos Block Party. Y ahora imaginemos las posibilidades que tiene de estrenarse en España.

    Ninguna. Nadie conoce a Dave Chappelle en nuestro país, a pesar de que en Estados Unidos este tío es el nuevo Eddie Murphy y algunos de los gags de su show de televisión son simplemente antológicos (la parodia del Grand Theft Auto entre ellos). Chappelle renunció a un contrato de 50 millones de dólares y se marchó durante un año a África, harto de la espiral de dinero que rodeaba su vida. En los meses previos, mientras el cómico rumiaba esta decisión, se rodó el documental, que consta de dos partes intercaladas entre sí: el concierto y los días anteriores en los que Chappelle reparte entradas a sus conocidos (blancos y negros) de su localidad natal de Dayton, Ohio. Es sorprendente lo contenido que está Chappelle, que en esta ocasión prescinde de imitaciones y se limita a hacer gala de un humor tipo Eugenio y a explicar los motivos que le han llevado a organizar el evento: “Es el concierto que siempre quise hacer”, afirma encantado.

    Block Party no es una antología del cómico. Es un estudio del hombre. Trata de un individuo en un momento de su vida en el que no sabe muy bien qué hacer con la misma, y que se decide a organizar una fiesta con un único motivo: celebrar algo porque sí en una reunión de seres humanos más cercana a la cultura del botellón, donde predominan las risas, la conversación y los minis que a la cultura del garito, donde todos los sábados es Nochevieja, te metes en un garito hasta el culo de gente, pagas 10 euros por copa, tardas ocho horas en ir al servicio y volver, te vas a otro garito, no te dejan entrar, te vas a otro, pagas 12 euros (que son más de las seis) e intentas averiguar qué coño te están diciendo los colegas porque, vaya por Dios, este era el único espacio que había en todo el local. Pegado al puto altavoz de 4000 vatios, en la sutil diferencia entre “divertirse” y “ahogar frustraciones”.

    Los conciertos públicos, esa forma de comunicación ancestral, sustituida hoy en día por La Cubierta de Leganés, la Joy Eslava, y los magos del bongo, son la espina dorsal sobre la que se asienta el documental de Gondry, en el que nadie está triste y entre número y número podemos acercarnos a los artistas invitados que a través de pocas palabras, nos dan su opinión sobre la música como un altavoz de conciencia social y de expresión de humanidad, muy cercano a lo que se solía hacer en los años 70 (¿recordáis Woodstock? Yo tampoco). Gondry es como un tiburón en este aspecto, porque ninguna reacción personal pasa desapercibida: las risas de los viejos que intentan arreglar un coche al principio del film, los gritos de éxtasis de los chavales de la orquesta juvenil de Dayton cuando se enteran de que van a tocar en Nueva York, los ciudadanos del pueblo de Chappelle recibiendo las entradas y recordando con afecto a su hijo pródigo, el espontáneo que salta en mitad del concierto para improvisar con el micrófono y un breve arco argumental dedicado a la pareja de ancianos que vive en el edificio enfrente del cual tendrán lugar las actuaciones, dos hippies estrafalarios de tiempos pasados que llevan juntos 40 años y son la prueba irrefutable de que cada oveja encuentra a su pareja. Algún día.

    ¿Y las actuaciones? Bien, si por casualidad eres aficionado a lo mejor de lo mejor del rap (descartando a los gangsta rappers y demás escoria), amigo/a mío: estás en el Paraíso. Es difícil saber con qué carta quedarse, pero creo que hay tres momentos estelares en el documental: Kanye West cantando Jesus Walks acompañado de la banda musical de chavales antes mencionada (majorettes incluídas); Mos Def con Umi Says en directo y, sobre todo, un increíble dueto de You Got Me (el mayor éxito de The Roots) con Erykah Badu y Jill Scott. Musicalmente hablando, no parece haber ni un solo momento débil en el concierto, a pesar de pequeños errores de improvisación y fallos en la calidad del sonido (el evento se organiza, cagontó, en medio de una fuerte lluvia).

    Pero por encima de todo, Block Party es el show de Chappelle y su persona, que se encuentra totalmente expuesta al público y encuentra inconcebibles momentos de intimidad y autorreconocimiento: “Me levanté esta mañana a las cuatro. Me dormí hasta las ocho y me volví a acostar a las dos. Porque soy un cómico y no doy un palo al agua”. Y porque Chappelle está harto. Harto de la industria. Harto de sí mismo, de su imagen y de la prostitución del entretenimiento. Tan harto de que la única forma de expresarlo es a través de un blues: “Mi chica me ha dejado. Mi coche se ha roto. He perdido veinte dólares. Tengo problemas. Estoy hecho mierda. Es cierto, tengo más problemas de los que puedo contar. Por eso puedo decir ‘Que te jodan’”.

    Block Party es el documento de un hombre quemado que descubre que ante la duda, lo mejor que puede hacer es hacer lo que mejor sabe hacer. Hacer reír. (HorasPerdidas.com)

  • Gumshoe (Stephen Frears – 1971)

    Gumshoe (Stephen Frears – 1971)

    En Gumshoe Eddie Ginley, un presentador y animador de veladas de cabaret, es un apasionado de la literatura policiaca que vive obsesionado con la idea de convertirse en un personaje de Dashiell Hammett. Así, un día, publica un anuncio ofreciéndose como detective privado. Pronto se le presenta el primer caso: un desconocido se pone en contacto con él y le envía una importante suma de dinero, una pistola y una fotografía para que haga desaparecer a una joven universitaria, hija de un militar. Ginley se ve entonces involucrado en una serie de turbios asuntos ligados a la política, a las drogas y al tráfico de armas.

    • IMDb Rating: 6,4
    • RottenTomatoes: 88%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Muy recomendable primera película de Stephen Frears, no por ser de Frears, cuya huella aún no se deja ver, sino por su acertado guión-homenaje a los clásicos del cine negro americano y -sobre todo- la novela pulp, como ya se ha dicho en otras críticas.
    Albert Finney es la piedra angular sobre la que se construye toda la película, con una actuación magnífica donde juega con los aspectos vocales de tal modo que me resulta imposible recomendar -como algún otro usuario ha hecho- el visionado en versión doblada.
    La intriga, por otra parte, es una suerte de homenaje a tantos títulos que resulta difícil enumerarlos todos, pero hay desde un trasunto de Sidney Greenstreet hasta un paquete que recuerda mucho a aquel que llevaba Walter Huston en The Maltese Falcon.
    La música es de Andrew Lloyd Webber, y está bastante bien, con una canción que no destaca pero que cuenta con letra de su eterno Tim Rice.

    No se dejen engañar: salvo por los parlamentos de Finney, acuñando continuamente formas y tipos de Sam Spade o Philip Marlowe, Gumshoe tiene muy poco de comedia. (Fendetestas – FilmAffinity.com)

  • Longlegs (Oz Perkins – 2024)

    Longlegs (Oz Perkins – 2024)

    En Longlegs a Lee Harker, una nueva y talentosa agente del FBI, le han asignado un caso sin resolver de un asesino en serie. A medida que la investigación se complica y se descubren pruebas ocultas, Harker se da cuenta de que existe un vínculo personal con el despiadado asesino y debe actuar con rapidez para evitar otro asesinato.

    • IMDb Rating: 7,0
    • RottenTomatoes: 86%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Con un clima inquietante que se inscribe desde el primer plano del film y no suelta al espectador hasta el final, Longlegs es una película de terror que se mueve más en el territorio de lo incomprensible e irracional y no tanto en el llamado shock value. Que lo tiene, claro que sí –solo hace falta ver la transformación física de un famoso actor–, pero no es lo prioritario. En cierto sentido, «Oz» Perkins parece tener más en cuenta a la hora de crear el universo en el que se desarrolla la acción a títulos como Twin Peaks –u otros de David Lynch– y films como el japonés Cure, de Kiyoshi Kurosawa, que a las películas de horror más convencionales, aún cuando esos elementos estén en juego.

    Es una historia de crímenes que podrían considerarse seriales aún cuando no sean cometidos por una misma persona –o no lo parezcan, al menos– y en el que la inquietud aparece tanto en la manera pausada, metódica y persuasiva en la que el realizador la cuenta como en la actuación entre distanciada y abrumada de su protagonista, que no es Nicolas Cage sino Maika Monroe, que se hizo famosa por la aún más creepy It Follows, ya una década atrás.

    Tras un breve flashback que la muestra, siendo niña, conversando con un raro sujeto al que no le vemos del todo el rostro, retomamos a Lee Harker (Monroe) ya adulta, en los años ’90, convertida en una novata agente del FBI. A la chica le asignan investigar junto al más veterano agente William Carter (Blair Underwood) una serie de asesinatos llamativos en una ciudad de Oregon. Todos tienen en común que suceden brutal e inesperadamente en familias en apariencia tranquilas, con un padre matando a los suyos y a sí mismo. Lo que todas las escenas de los crímenes tienen en común es una carta llena de signos raros (¿satánicos quizás?) y una firma: Longlegs.

    La perturbada Harker, que parece tener la capacidad de adivinar donde pasaron o pasarán estos crímenes, empieza a unir algunas pistas que dan a entender que hay otras cosas en común entre los distintos crímenes, en especial cuestiones ligadas a la composición de cada familia, a ciertos elementos que hay en las casas y a algunos datos específicos como edades y fechas de nacimientos. Todo esto, de a poco, la irá acercando a ese tal «Longlegs» (luego veremos que ese hombre no es otro que Nicolas Cage, tapado de un maquillaje blanco propio del más siniestro actor de teatro kabuki) y a darse cuenta que su propia historia se puede incorporar y servir para entender –y quizás hasta resolver– el caso.

    Pero más allá de que una serie de crímenes que tiene todos los caprichos, las conveniencias y hasta algunos homenajes sutiles del realizador a ciertos títulos de la carrera de su padre (el actor Anthony Perkins), lo que enganchará al espectador –o no, dependerá si le gusta el cine de terror donde lo autoral prima o al menos compite con el shock value— es el tono agobiante con el que los acontecimientos se desarrollan durante buena parte del relato.

    Es que salvo por ciertos eventos shockeantes y brutales que suceden en la última media hora del film, gran parte de Longlegs se caracteriza por su sequedad, su silencio y hasta cierta parsimonia, a la que el tono apesadumbrado de la protagonista colabora. Al elenco habrá que sumar también, en dos roles clave, a Alicia Witt (actriz de varios títulos de David Lynch) y a Kiernan Shipka, lejos ya de ser la niña de Mad Men pero con un personaje aún más intenso e indescifrable que aquel.

    Pesadillesca por lo inexplicable, hasta cierto punto, de los hechos y con una participación especial de Cage que logra incorporar la extrañeza que lo caracteriza en una película cuyo tono no favorece particularmente la ampulosidad física y gestual con la que suele manejarse, Longlegs es una película que apuesta a incomodar de la manera que incomodan los relatos de crímenes violentos realizados por personas que no tienen aspecto de ser capaces de cometerlos ni mucho menos motivos. La explicación, convengamos, puede ser un poco retorcida, pero la inquietud persiste. Es la angustia cotidiana de suponer que, aún cuando todo lo que hay alrededor pueda parecer normal y previsible, algo terrible e inexplicable en cualquier momento puede suceder. (Diego Lerer -MicropsiaCine.com) 

  • Las Motitos (Inés María Barrionuevo y Gabriela Vidal – 2020)

    Las Motitos (Inés María Barrionuevo y Gabriela Vidal – 2020)

    En Las Motitos Juliana y Lautaro viven en un barrio pobre rodeado de policías. Están enamorados y se enfrentan a un embarazo no deseado. No saben qué hacer. ¿A quién acudirán para evitar la ilegalidad y el abandono? La madre de Juliana, Flor, se da cuenta de lo que está pasando y decide actuar.

    Mejor Película Iberoamericana en la Sección Zonazine del Festival de Málaga 2021

    • IMDb Rating: 6,2

    Película (Calidad 1080p)

     

    La niñez y la adolescencia de personajes femeninos –y con realizadoras detrás de las cámaras– es uno de los tópicos que atraviesa una buena porción de la programación del Festival de Mar del Plata. Así ocurre con Las Mil y Una, de Clarisa Navas, y Sophie Jones, de Jessie Bar, en la Competencia Internacional; y con Mamá, mamá, mamá, de Sol Berruezo Pichon-Rivière, y el documental Esquirlas, de Natalia Garayalde, en la Competencia Argentina. A esta última sección se suma ahora Las Motitos, tercer largometraje de Inés María Barrionuevo (Atlántida, Julia y el Zorro), en este caso codirigido junto a la escritora y guionista María Gabriela Vidal.

    Basada en la novela de Vidal Los Chicos de las Motitos, la película transcurre durante el alzamiento de la policía de Córdoba durante diciembre de 2013. Un contexto particularmente peligroso para ese grupo de chicos de los suburbios capitalinos que andan en moto de baja cilindrada, visten gorritas con vísceras y alternan tiempo libre con actividades delictivas menores. Algo normal en el barrio, dado que nadie se sorprende demasiado cuando la policía se lleve detenido a uno de esos chicos.

    El primer gran mérito de Las motitos es la naturalidad de su registro, la manera de romper un estereotipo social con peso de bronce en el cine argentino sin estridencias y haciendo de esos chicos lo que son: futuros adultos con dudas, con vidas duras, pero no por eso carentes de momentos de belleza y felicidad, como muestra uno de los desenlaces más recordables de esta edición festivalera.

    Juliana (una extraordinaria Carla Gusolfino) tiene 15 años, vive con su madre y sus hermanas menores y es parte periférica de ese grupo ya que mantiene una relación con Lautaro. Un test confirma dos cosas: que Juliana está embarazada y que quiere abortarlo. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con qué dinero? ¿Hay que avisar a los padres? Todas preguntas que Juliana y Lautaro deberán resolver en el marco de un vínculo íntimo, con Barrionuevo y Vidal acompañándolos en sus decisiones.

    Las Motitos muestra un universo alejado del sector ABC1 donde suelen transcurrir las ficciones argentinas, haciendo de ese entorno un elemento condicionante de las vivencias de los personajes. Personajes que no son ni buenos ni malos, apenas inseguros y contradictorios. Hubiera sido muy sencillo ubicar a Lautaro –que quiere que aborte de la manera más barata posible- en el rol de villano, pero el chico actúa de buena fe, sin malas intenciones, intentando salir de la mejor manera posible de una situación que ni él ni ella eligieron.

    El embarazo desata una crisis personal y afectiva que pone en juego los vínculos con sus familiares más cercanos: mientras la mamá de Lautaro permanece ajena llevando adelante su comercio y cuidando a los hermanos menores, la de Juliana es de esas mujeres fuertes e intuitivas que sospechan que algo no anda bien. A esa madre Juliana necesita más que nunca aun cuando la enfrente. Los matices alrededor de este vínculo, la naturalidad con que se plantea la cuestión del aborto y la notable fluidez del relato y de las interacciones humanas hacen de Las Motitos una de las películas más entrañables de toda la Competencia Argentina. (Ezequiel Boetti – OtrosCines.com)

  • Moon Garden (Ryan Stevens Harris – 2022)

    Moon Garden (Ryan Stevens Harris – 2022)

    En Moon Garden una niña en coma de cinco años viaja por un país de las maravillas industriales para encontrar el camino de vuelta a la consciencia.

    Mejor Película en la Sección Noves Visions del Festival de Sitges 2023

    • IMDb Rating: 6,0
    • RottenTomatoes: 86%

    Pelicula / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Moon Garden es un film de fantasía oscura y tétrica en el que una niña se adentra en un mundo fantástico que parece sacado de un videoclip de The Cure de finales de los 80. Escrita y dirigida por Ryan Stevens Harris, derrocha imaginación por los cuatro costados y su apartado visual es una delicia que demuestra una vez más que no hace falta un desorbitado presupuesto para hacer algo estéticamente destacable.

    Moon Garden nos cuenta como una niña de 5 años tiene un accidente y se encuentra en coma, lo que la llevará a adentrarse en un oscuro mundo donde deberá encontrar la salida antes de que la atrape un un espectro de pesadilla que quiere alimentarse de sus lágrimas.

    El film es una delicada obra de artesanía que nos muestra un típico relato que ya hemos visto varias veces a lo Alicia en el País de las Maravillas pero en plan oscuro y macabro. Desde luego, hay que dejarse atrapar por su apartado visual, que es de lo más peculiar, para poder entrar en la historia de esta niña y en este mundo, pero si lo hacemos, disfrutaremos de una pequeña maravilla. (MasAlláDeOrión.net)

  • À Plein Temps (Eric Gravel – 2021)

    À Plein Temps (Eric Gravel – 2021)

    En À Plein Temps Julie hace un esfuerzo titánico para criar a sus dos hijos en las afueras de París y conservar al mismo tiempo su empleo en un hotel de lujo en el centro. Justo cuando consigue una entrevista para el trabajo que llevaba tiempo deseando, estalla una huelga general que paraliza todo el transporte público y pone en riesgo el delicado equilibrio que Julie había construido. Comienza entonces una carrera enloquecida contra el tiempo en la que Julie no puede permitirse flaquear.

    Mejor Montaje y Mejor Banda Sonora en los Premios César 2022

    • IMDb Rating: 7,4
    • RottenTomatoes: 98%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Resulta admirable la facilidad pasmosa con la que el cine francés es capaz de retratar en la gran pantalla la realidad social, esa que no resulta agradable de ver, pero que está ahí fuera, en las calles, a la vuelta de cada esquina. El país vecino es único a la hora de hacer activismo y denuncia de las cuestiones más espinosas, tocando temas de discriminación o precariedad laboral y económica que conectan fácilmente con la sensibilidad de un espectador que se pueda ver fácilmente reflejado en cualquiera de las problemáticas tratadas. El último (y formidable) exponente de este subgénero que ha aterrizado en los cines españoles viene firmado por Eric Gravel, un realizador que, paradójicamente, solo cuenta con un trabajo anterior, la comedia Crash Test Aglaé (2017), muy alejada de la seriedad que presenta À Plein Temps. El punto de partida de este guion firmado por el propio Gravel recuerda mucho al de una de las mejores películas de los hermanos Dardenne, Deux Jours, Une Nuit (2014), que seguía la angustiosa odisea de una mujer (enorme Marion Cotillard) que disponía de un fin de semana para tratar de convencer a sus compañeros de trabajo para que renunciaran a su paga extraordinaria, ya que supondría la única posibilidad de no perder su empleo. À Plein Temps, al igual que aquella, cuenta con una protagonista femenina sometida a muchísima presión, en esta ocasión Julie, que también vive unas jornadas que podrían resultar decisivas en ese cambio de vida que trata de realizar. En efecto, no atraviesa por su mejor momento. Separada y con dos niños a los que sacar adelante, vive presionada por su banco, que le exige los pagos atrasados de su hipoteca, mientras que su exmarido elude sus responsabilidades como padre y no contesta a sus llamadas. Tampoco se siente plenamente realizada en su trabajo como encargada de un hotel de lujo de París, donde supervisa, de manera exigente, que el personal a su servicio desempeñe con pulcritud las labores de mantenimiento de las habitaciones.

    Julie es una mujer sobrecualificada para el puesto que desempeña. Ella que fue licenciada en marketing y que llegó a dirigir una empresa, lleva años ejerciendo un trabajo que nada tiene que ver con lo que de verdad le gusta, teniendo que buscarse la vida (ni siquiera dispone de un vehículo que funcione) para desplazarse diariamente desde las afueras de la ciudad, donde las casas son más baratas, recorriendo muchos kilómetros, mientras depende de la (cada vez más esquiva) solidaridad de su anciana vecina para que cuide de sus hijos durante sus ausencias. La película de Gravel, más que contar una gran historia, se detiene en el pequeño retazo de vida de su terrenal heroína, exactamente en ese momento en el que apuesta todo su futuro a una entrevista de trabajo que lleva tiempo persiguiendo y que volvería a colocarla en un puesto acorde a sus capacidades y estudios. El guion, ya de por sí generoso a la hora de enterrar a su protagonista en adversidades (a las antes señaladas se sumaría el continuo marcaje al que le somete su jefa, la mala suerte que le acompaña en el plano sentimental y esa subtrama de la preparación de la fiesta de cumpleaños de su hijo Nolan, aun cuando su economía no se presta a grandes despilfarros) durante su día a día, sitúa esta entrevista decisiva en medio de unas caóticas jornadas de huelga general de transportes que han convertido a París en una ciudad colapsada. Resulta interesante, también, que no se nos presente a Julie como a la típica víctima inocente con la que la audiencia empatizaría fácilmente, sino que la muestra como un ser humano real, con sus aristas menos agradecidas y sus sombras. Ella es una superviviente de la vida que sabe lo que quiere, a donde va, y no le tiembla el pulso a la hora de poner en aprietos a las personas que la rodean con tal de lograr su objetivo. Ha aprendido a ser autosuficiente. Entiende que el mundo laboral, al igual que la vida, es como una jungla en la que solo los más fuertes sobreviven y donde las oportunidades hay que cazarlas al vuelo, porque no pasan dos veces.

    À Plein Temps es una de esas películas que, casi de forma imperceptible, se mete bajo la piel del espectador, gracias a la autenticidad con la que refleja el estrés diario al que millones de personas se enfrenta. Familias desestructuradas, frágiles situaciones económicas, ambientes no agradables de trabajo, horarios imposibles… ¿Quién no ha vivido esas circunstancias en primera persona? Sin duda, es una obra de nuestro tiempo, tan pegada a la actualidad que incluso la huelga (así como las incómodas consecuencias que consigo trae para los ciudadanos) mostrada en ella nos resulta fácilmente reconocible. El director acierta a la hora de presentar estos frenéticos días en la vida de Julie como si de una película de suspense se tratara. El miedo y la ansiedad a los que se enfrenta el personaje, así como los múltiples obstáculos que debe sortear en su camino hacia la ansiada entrevista, están retratados con un excelente pulso narrativo y con un magnífico uso de la música de Irène Drésel, decisiva a la hora de potenciar la sensación de constante tensión a la que se enfrenta Julie. Y ahí está también el soberbio trabajo de su actriz protagonista, Laure Calamy, para hacer esta odisea absolutamente creíble y que cualquiera sea capaz de identificarse con ella, una mujer que se maquilla ante el espejo mientras seca unas lágrimas que solo se puede permitir en soledad, antes de lanzarse a esas calles a trabajar para sacar adelante a unos hijos con los que apenas pasa tiempo. Es el retrato de muchísimas mujeres fuertes y empoderadas del siglo XXI, mostrado sin artificios ni paños calientes. Del mismo modo que la ciudad de París pocas veces habrá sido plasmada en pantalla de manera tan poco romántica, convirtiéndose, para la ocasión, en esa jungla de asfalto en la que nadie querría perderse. Hacen falta más cintas como esta, atrevidas y realistas, diseñadas para despertar conciencias sobre el grado de deshumanización al que está llegando una sociedad que únicamente parece moverse por intereses y donde la competitividad y las zancadillas están a la orden del día en la búsqueda de la deseada realización personal y profesional. (José Martín Telde – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • 37 Seconds (Hikari – 2019)

    37 Seconds (Hikari – 2019)

    En 37 Seconds Yuma es una joven japonesa que sufre de parálisis cerebral. Dividida entre sus obligaciones familiares y su sueño de convertirse en una artista de manga, lucha por llevar una vida independiente.

    Premio del Público en la Sección Panorama del Festival de Berlín 2019

    • IMDb Rating: 7,4
    • RottenTomatoes: 86%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    “37 segundos sin oxígeno cambiaron su vida. Pero está lista para recuperar el tiempo perdido y crear su propio mundo”, define la sinopsis de Netflix a 37 Seconds, la producción japonesa que ganó el Premio del Público de la sección Panorama de la última Berlinale y que desde hace unos días puede verse en la plataforma de streaming. “Recuperar el tiempo perdido” es, en este caso, un eufemismo para señalar el arco de redención que atravesará su joven protagonista.

    Hay varias películas conviviendo dentro del primer largometraje de la directora Hikari (firma así, a secas, aunque su nombre real es Mitsuyo Miyazaki). La parte inicial registra el día a día de Yuma, una mujer con discapacidad motriz de 23 años que se mueve por toda la ciudad en silla de ruedas, casi siempre bajo la estricta mirada de su madre sobreprotectora, y trabaja como ilustradora para una reputada artista del animé. Artista que, desde ya, no está muy de acuerdo con que la autora de varias de sus viñetas más exitosas salga a la luz.

    La segunda aborda justamente la industria del animé, a la que Yuma quiere pertenecer de manera más directa que a la sombra de su jefa. Pero hay dos problemas: uno es que pocas editoriales aceptan trabajos de extraños; el otro tiene que ver con que la única que la acepta es una especializada en animé pornográfico, un tema del que Yuma, virgen y sin roce alguno con un hombre en su vida, desconoce. Cuando reciba como devolución la obligatoriedad de darle más realismo a sus trazos, la muchachita iniciará un largo recorrido de iniciación y descubrimiento.

    37 Seconds va de una frialdad y distancia casi documental a un tono celebratorio de la vida, bien reconfortante para el espectador, que explica muy bien por qué se llevó ese Premio del Público en Berlín. La aparición de varias personas de ese nuevo ambiente artístico en la vida de Yuma funcionará como puntapié para que Hikari encauce la historia hacia un desarrollo tranquilizador y concesivo, priorizando la moraleja fácil por sobre el desarrollo dramático. (Ezequiel Boetti – OtrosCines.com)

  • Un Monde sans Femmes (Guillaume Brac – 2011)

    Un Monde sans Femmes (Guillaume Brac – 2011)

    Un Monde sans Femmes sucede en una pequeña ciudad costera en el departamento de Picardía, en la última semana de agosto. Cuando recibe las llaves del apartamento que alquila, Sylvain conoce a dos atractivas chicas. Se le presenta la ocasión de dejar la vida solitaria que lleva, aunque solo sea por algunos días, y en la que las mujeres están absolutamente ausentes. En seguida, Sylvain se va a volver indispensable para sus nuevas amigas. Pero las cosas se van a complicar, cuando los sentimientos y Gilles, un hombre sin escrúpulos de la región, se mezclan en el asunto.

    • IMDb Rating: 7,0
    • RottenTomatoes: 62%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080)

     

    Después de Le Naufragé, su primer cortometraje, Guillaume Brac vuelve a rodar junto al mar, siempre acompañado de su personaje y actor favorito Sylvain (Vincent Macaigne). Ha conservado su camisa de cazador a cuadros -que apenas esconde su camiseta negra estampada con un jefe indio en colores estridentes- y nos da la bienvenida a esta nueva aventura con un tímido “ ¡Bienvenidos a bordo!”. ” cuando no puede abrir la puerta del apartamento a las dos vacacionistas, Patricia la morena y Juliette la rubia, que alquilan su estudio.

    El director parece haber encontrado a su Antoine Doinel en la persona de Sylvain, siendo el intérprete del primero considerado el niño terrible de la Nouvelle Vague, y el segundo como un agitador teatral contemporáneo que pronto suscitaba polémicas. Brac refina este entrañable personaje asumiendo el linaje directo con su película anterior; Vincent todavía vive en su apartamento de la ciudad y conduce un improbable coche azul con puertas eléctricas (que todavía maneja con grandes dudas).

    La experiencia narrativa de Le Naufragé surge plenamente del comienzo de Un Monde sans Femmes, donde Vincent se encuentra en el centro de una agitación romántica y ya no es sólo un testigo compasivo. Sin embargo, su estatus evoluciona desde una víctima pasiva que espera restos de amistad hasta una víctima activa que busca el amor. En ambos casos es manipulado y en parte un perdedor. Recuerda en cierta medida la figura de Gilbert (Bernard Ménez), “torturado” por tres chicas en Du Côté d’Orouët, de Jacques Rozier . Con su cine sencillo, instintivo y sin efectos, Brac se inspira en su hermano mayor y consigue hacernos sentir la extrema fragilidad que provoca la soledad de su personaje, su obstinación a la hora de afrontar el peligro que representan las mujeres a sus ojos. Sabe cómo, en una secuencia y con algunos gestos económicos, situar a Sylvain en un intenso momento de soledad cuando comprende que Patricia nunca combinará el acto del día con las palabras de ayer (“¡ Oye! Tienes unos ojos bonitos ”) . ) y ella retira su mano de la de él después de un largo silencio de vergüenza mutua.

    El director también juega con esta ambigüedad en el boceto de sus personajes. Al comienzo de Un Monde sans Femmes es difícil determinar si Patricia y Juliette son amigas, hermanas o madre e hija. ¿Y Sylvain y Gilles, el gendarme, son realmente amigos? Esto le permite escribir que evita la caricatura, tejer una farsa con múltiples influencias pero que sabe reservar sorpresas sobre la verdadera personalidad de los protagonistas, sus acciones y reacciones.

    A medida que avanza, Un Monde sans Femmes gana en seriedad, ya que estos romances (no) navideños no son obra de adolescentes principiantes, sino de adultos que experimentan el aguijón de la soledad, que son conscientes del paso del tiempo y del que queda, que Ya no sé cómo hacerlo, mientras que todo parecía tan sencillo en la época de Marie, amiga de Sylvain, pero de la generación de su abuela, que, en aquel momento, conoció y sedujo a su marido sin ningún esfuerzo particular.

    Brac sitúa a esta generación sentimentalmente perdida en el fuego cruzado de la de Marie, la mayor, y la de Juliette, la nueva, que presencia, critica, los vagabundeos sentimental-mental-sexuales de su madre, sus desacuerdos y su hipersensibilidad oculta bajo una falsa imagen. máscara altiva. Al mantenerla en la periferia de la acción durante los dos primeros tercios de la película, el director garantiza finalmente una salida bella y conmovedora gracias a esta adolescente que ya es una mujer. Fácilmente podría pedirle a Sylvain que le pase la antorcha para futuras aventuras, ya que este nuevo personaje también parece tener defectos listos para salir a la luz. (Fabrice Marquat – BrefCinema.com)

  • Touch (Baltasar Kormákur – 2024)

    Touch (Baltasar Kormákur – 2024)

    En Touch y durante varias décadas y en diferentes continentes, un hombre se embarca en un viaje emocional para encontrar a su primer amor desaparecido hace 50 años, antes de que se le acabe el tiempo.

    • IMDb Rating: 7,6
    • RottenTomatoes: 92%

    Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

    https://www.youtube.com/watch?v=D3fGOMwVk4Q

     

    Como alternativa a los filmes livianos y sin mayor sustento que abundan durante el verano, resulta bienvenido Touch del director islandés Baltasar Kormákur por su apreciable nivel de calidad.

    Lo que se contempla en Touch a través del guión del realizador y Ólafur Jóhann Ólafsson es un drama romántico tratado con gran sensibilidad. La historia que transcurre durante el inicio de la pandemia se centra en Kristofer (Egill Ólafsson), un septuagenario viudo que vive en Reikiavik cuyo estado de salud mental comienza a deteriorarse, según el diagnóstico de su médico. Es así que este hombre desea saldar una deuda pendiente consigo mismo antes de que sea demasiado tarde.

    Consecuentemente y no obedeciendo los consejos de su hija, a quien se la escucha telefónicamente, decide emprender un viaje a Londres a pesar de la amenaza del Covid que comienza a hacer estruendos en el mundo. Al llegar a destino y ubicarse en un hotel solitario su mente comienza a recordar su vivencia acaecida 50 años atrás cuando en 1969 el joven Kristofer (Pálmi Kormakur) estudiaba economía en una prestigiosa universidad londinense; sin embargo debido a sus convicciones marxistas, abandona sus estudios y decide encontrar empleo en el primer lugar que encuentre. Es así que es conchabado como lavaplatos en un restaurante japonés a cargo de su dueño Takahashi-san (Msahiro Motoki). Inmerso en la cultura de Japón, prontamente conoce a Miko (Kōki Kimura), la joven hija de su patrón, con quien inicia un profundo vínculo sentimental; en las confidencias íntimas entabladas entre ellos, Kristofer se impone de que la madre de Miko estaba embarazada de ella cuando se produjo el bombardeo de Hiroshima; por esa razón su familia se trasladó a Tokio y posteriormente después de la muerte de su madre, ella y su padre inmigraron a Londres. Lamentablemente el romance se interrumpe cuando un buen día al llegar a su trabajo, Kristofer descubre que el restaurante está cerrado e ignora el paradero de su amada..

    Cuando volviendo a la época presente, el anciano Kristofer desplazándose por las calles solitarias de Londres trata de ubicar a Miko, por una pista que encuentra se entera que vive en Japón y es así que desoyendo a su hija que le implora que retorne a Islandia, desde Londres él decide emprender vuelo al país nipón. Cuando finalmente Kristofer reencuentra en Hiroshima a su entrañable enamorada (Yoko Narahashi), se entera de reveladores detalles que motivaron la dramática separación y las consecuencias de la misma.

    En esta esmerada producción islandesa el cineasta logra una narración de bajo perfil evitando que su historia desborde en un lacrimógeno melodrama, lo que no impide que legítimamente conmueva. Las interpretaciones de Touch son estupendas en donde existe una íntima química entre los actores que dan vida a los juveniles amantes; asimismo es Olafsson quien caracterizando al anciano Kristofer permite generar una completa empatía con un hombre que ya poco le importa la disminución de su capacidad mental al haberse reunido con el gran amor de su vida. (Jorge Gutman – DiarioElPopular.com) 

  • The Man Who Wasn’t There (Joel y Ethan Coen – 2001)

    The Man Who Wasn’t There (Joel y Ethan Coen – 2001)

    The Man Who Wasn’t There sucede en el verano de 1949. Ed Crane, un introvertido peluquero de un pueblito del norte de California, se siente insatisfecho de su rutinaria vida. Las infidelidades de su mujer le brindan la oportunidad de ejercer un chantaje que podría ayudarle a cambiar su apática existencia.

    Mejor Director en el Festival de Cannes 2001
    Mejor Fotografía en los Premios BAFTA 2001
    Mejor Film Extranjero en los Premios David di Donatello 2001

    • IMDb Rating: 7,5
    • RottenTomatoes: 85%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

     

    Con sus ocho filmes realizados entre 1984 (Blood Simple) y 2000 (O Brother, Where Art Thou?), los hermanos Ethan y Joel Coen ocupan un puesto de excepción en el cine independiente norteamericano. Sus cintas poseen un sello muy personal, que las hace siempre reconocibles. Al margen de la labor propiamente creadora, esta unidad se debe también al hecho de trabajar con un «equipo fijo» en las diferentes fases de elaboración: los guiones los firman siempre los dos hermanos, Ethan y Joel; la dirección artística de la últimas cinco películas ha corrido a cargo de Dennis Gassner, mientras que Roger Deakins ha sido el director de fotografía por sexta vez consecutiva. Si del montaje se ocupa, desde el primer film de los hermanos Coen, Roderick Jaynes, la banda sonora de todas sus películas ha sido compuesta por una misma persona:Carter Burwell, quien ha sabido trasladar a la partitura el ambiente surrealista que oscila entre la comicidad y el horror puro y duro y que delimita ese pedazo de tierra cinematográfica que es el Coen County, término acuñado por la crítica para referirse al universo en que se desarrolla la acción de sus obras.

    En la que hasta ahora era su última película, O Brother, Where Art Thou?, Joel y Ethan Coen experimentaron con una composición monocromática de tonos sepia; el siguiente paso lógico era rodar un filme en blanco y negro. Y algo similar -rodar en negativo de color, pero editando en celuloide blanco y negro- es lo que han hecho en su noveno largometraje, The Man who Wasn’t There, por el que Joel Coen fue galardonado en el último Festival de Cannes con el Premio al mejor Director (ex aequo con David Lynch por Mulholland Drive). Este tratamiento proporciona no solo una profundidad y nitidez realmente extraordinarias, sino también la ambientación precisa para el escenario en que se desarrolla esta historia, a finales de los años cuarenta, en una pequeña ciudad californiana: el lacónico barbero Ed Crane (Billy Bob Thornton) parece estar ausente de su propia vida (como podría traducirse el título). Ed está hastiado de su trabajo en el salón de peluquería de su cuñado y desencantado de su matrimonio con Doris (Frances McDormand), cuya inclinación al lujo supera con creces sus posibilidades económicas. Cree atisbar por fin la oportunidad de escapar de esa anodina existencia cuando un cliente le propone un gran negocio: invertir en limpieza en seco, el último grito de la técnica. El dinero que precisa lo consigue chantajeando al jefe de su mujer; comete de este modo un crimen que pondrá en marcha una espiral de violencia -un esquema que los hermanos Coen ya desarrollaron magistralmente en Fargo-: bancarrota, suicidio, asesinato… serán las consecuencias de esta reacción en cadena. El peluquero acabará aceptando sereno su destino, porque quizá en el más allá se consigan solucionar por fin los misterios de la vida.

    Si en Fargo los hermanos Coen reavivaron el género policíaco, The Man who Wasn’t There se inscribe en el llamado género negro; sin embargo, aquí la narración no sigue la perspectiva del detective, como las historias de Philip Marlowe, el protagonista de las novelas de Raymond Chandler, tan presente por ejemplo en Barton Fink, la obra maestra de Ethan y Joel Coen. Aquí el protagonista es un sencillo trabajador, circunstancia que remite al «mundo de James M. Cain«, como lo denominan los propios hermanos Coen. «Es una historia como la que él habría narrado», declara Joel. En las historias de detectives de Cain -que inspiraron un film clásico de los años cuarenta: Double indemnity de Billy Wilder, 1944 – el héroe es un perdedor, una persona de existencia banal y aburrida, como el peluquero Ed Crane.

    The Man who Wasn’t There resulta ante todo un prodigio de ambientación; que son maestros en recrear ambientes ya lo habían demostrado los autores en sus anteriores obras, especialmente en Barton Fink y en O Brother. En su nuevo largometraje, ese mérito se debe en buena parte a los protagonistas: para el papel principal han contado con un Billy Bob Thornton a la altura de sus prodigiosas actuaciones en A Simple Plan (Sam Raimi, 1998) y The Apostle (Robert Duvall, 1997); aquí parece una especie de Montgomery Clift redivivo, como pretendían los autores: «si la película se hubiera rodado en el año en que transcurre la acción (1949), el actor ideal para la figura de Ed habría sido Montgomery Clift«, expone Ethan. También Frances McDormand da buena prueba de ser una de las grandes actrices estadounidenses del momento, en un papel muy distinto a la simpática figura femenina de Marge Gunderson en Fargo. Más que una mujer fatal, para lo que resulta un poco mayor, Doris es una «adorable canalla», según las palabras de la propia actriz. Del ambiente de finales de los años cuarenta que recrean Joel y Ethan forma parte también la historia del ovni: como se recordará, en esta época, la serie radiofónica de Orson Welles «Guerra de los mundos» sembró el pánico en Estados Unidos.

    No obstante, The Man who Wasn’t There no acaba de convencer. Quizá resulte demasiado un mero ejercicio estético, de ambientación; tal vez se haya prestado demasiado atención a la forma, sin acabar de pulir el contenido, con una -a la larga- excesiva voz en off. The Man who Wasn’t There no trata personajes universales; en consecuencia, no consigue ampliar las fronteras del Coen County, sino que más bien parece moverse en círculo dentro de sus límites. El próximo proyecto de los hermanos Coen pretende ser el más ambicioso que han abordado hasta el momento: la adaptación cinematográfica de la novela To the White Sea de James Dickey, con Brad Pitt en el papel de un soldado cuyo avión es derribado sobre Japón y que ha de sobrevivir en territorio enemigo. Será el primer film que los hermanos Coen rueden fuera de Estados Unidos; es de esperar que contribuya a extender el territorio del Coen County. (José M. García Pelegin – FilaSiete.com)

  • Leonor Will Never Die (Martika Ramirez Escobar – 2022)

    Leonor Will Never Die (Martika Ramirez Escobar – 2022)

    En Leonor Will Never Die la ficción y la realidad se difuminan cuando Leonor, una directora de cine jubilada, entra en coma después de que un televisor le caiga en la cabeza, lo que la obliga a convertirse en la heroína de acción de su guion inacabado.

    Premio Especial del Jurado – Drama en la Sección World Cinema del Festival de Sundance 2022
    Mención Especial en el BAFICI 2022
    Mejor Dirección en la Sección Noves Visions en el Festival de Sitges 2022

    • IMDb Rating: 6,6
    • RottenTomatoes: 91%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    No puede decirse que le falten ínfulas y riesgo a Leonor Will Never Die, debut de la filipina Martika Ramirez Escobar premiado en el Festival de Sundance. Hay en principio una conflictiva relación madre-hijo llena de amenazas, reproches y decepciones, pero luego el film deriva hacia el cine dentro del cine (en medio del melodrama inicial aparece una torpe película clase B de venganza rodada con un estilo muy distinto al de la historia original) en un juego metacinematográfico simpático pero al mismo tiempo un poco abrumador.

    Es que la protagonista de Leonor Will Never Die es Leonor Reyes, una veterana mujer que alguna vez, allá por los años ’80, fue una figura importante y popular dentro de la industria del cine filipino. Hoy su memoria le falla (se olvida de pagar la luz durante varios meses y están a punto de cortarle el suministro), mientras que uno de sus hijos (el otro ha fallecido generando un trauma familiar) planea irse al exterior.

    Pero cuando pensamos estar frente a un drama convencional los muertos reaparecen en forma de fantasmas, un televisor le cae en la cabeza a la protagonista que queda en una suerte de “coma creativo” que le permite imaginar el desenlace de esa sangrienta película clase B que vemos todo el tiempo de forma intercalada y entonces el delirio la gana a los prejuicios y las convenciones en un film desatado, imprevisible, irregular pero con una audacia que se agradece. (Diego Battle – OtrosCines.com)

  • Mélodie en Sous-sol (Henri Verneuil – 1963)

    Mélodie en Sous-sol (Henri Verneuil – 1963)

    En Mélodie en Sous-sol Charles acaba de salir de la cárcel. Su mujer le propone que inviertan sus ahorros para montar un bar en la Costa Azul y comenzar una nueva vida. Pero Charles ya no es joven y lo que desea es dar un último y gran golpe que le permita retirarse a lo grande. Tiene un plan perfecto para acceder a la cámara acorazada de un casino en Cannes, que contiene cien millones de francos. Para llevar a cabo el trabajo cuenta con la complicidad de Francis, un joven compañero de prisión.

    Mejor Película de Habla no Inglesa en los Globos de Oro 1963

    • IMDb Rating: 7,3
    • RottenTomatoes: 79%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    En Mélodie en Sous-sol Charles acaba de salir de la trena. Han sido cinco largos años, y cuando vuelve a su casa apenas reconoce el barrio, donde han edificado inmuebles como setas. Llegado al hogar, su esposa le expresa su deseo de aprovechar unos ahorros para montar un bar en la Costa Azul y llevar una vida honrada. Pero Charles, ya con una cierta edad, no se conforma con ir tirando, desea un retiro a lo grande, en un sitio donde nadie sepa quién es. Y para ello debe dar un último y gran golpe. Tiene el plan perfecto, que le permitirá acceder a la cámara acorazada de un casino en Cannes, que alberga cien millones de francos. Cuenta para sacar adelante el “trabajo” con un cómplice, compañero de prisión, el joven Francis. Éste debe abandonar sus aires chulescos y llevar una vida de playboy al que el dinero le sale por las orejas; así se ganará la confianza de la gente, podrá pasear entre bastidores de la zona de las coristas que actúan en el local, y así tener acceso a la azotea, lugar clave para poder asaltar la cámara acorazada con Charles.

    Mélodie en Sous-sol es una estupenda película de robo sofisticado, que funciona como un perfecto mecanismo de relojería. Cautiva no sólo por la inteligencia con que se describe el robo, sino por los tipos humanos que se pintan en el camino: el veterano Charles, como tipo que se las sabe todas, compuesto por un perfecto Jean Gabin; el jovenzuelo, chulo, vanidoso, vulnerable, Francis, al que da vida un jovencísimo Alain Delon, que ya pruebas de su talento, el manejo de su proverbial laconismo; y los otros secundarios, singularmente Henri Birlojeux, el cuñado con un punto de honradez, que se suma al golpe; Viviane Romance, la corista conquistada; e incluso el español José Luis de Villalonga como el elegante dueño del casino.

    Henri Verneuil maneja con pericia la historia, entregando escenas memorables, como la de Charles embaucando al cuñado de Francis, para ver si es un tipo de fiar, o la noche en que discuten Francis y la corista. El director de I… comme Icare da pruebas de manejar bien el mecanismo de las escenas de suspense, no sólo durante el robo como tal, sino en los momentos en que la policía se mueve cerca de los culpables, sobre todo en el memorable final Mélodie en Sous-sol en la piscina. (DeCine21.com)

  • Starve Acre (Daniel Kokotajlo – 2023)

    Starve Acre (Daniel Kokotajlo – 2023)

    En Starve Acre la idílica vida de una pareja de campesinos se ve alterada cuando su hijo empieza a comportarse de forma extraña.

    • IMDb Rating: 5,3
    • RottenTomatoes: 88%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    En su segunda película, el director Daniel Kokotajlo nos sumerge en un universo de horror folclórico británico con Starve Acre. Este film, protagonizado por Morfydd Clark y Matt Smith, nos presenta a una pareja de exurbanitas que heredan una granja desolada y se enfrentan a una serie de misterios y leyendas locales que desafían su comprensión de la realidad. La película se estrenó en la competencia principal del Festival de Cine de Londres de este año, marcando un cambio inesperado para Kokotajlo, quien anteriormente nos entregó Apostasy, un estudio agudo sobre el conflicto religioso en una familia moderna de Testigos de Jehová. En Starve Acre, Kokotajlo demuestra su habilidad para manejar el género de horror oscuro, manteniendo la rigurosidad de su primer film. La historia, ambientada en la Inglaterra de los años 70, se desarrolla en un entorno rural de Yorkshire, donde la humedad y el misterio se entrelazan para crear una atmósfera inquietante. La trama gira en torno a la obsesión del personaje de Smith, Richard, con la mitología local y una entidad demoníaca llamada Jack Grey. Cuando su hijo comienza a escuchar susurros de esta figura, la preocupación se apodera de la familia. La película se adentra en el terreno de lo sobrenatural, dejando al espectador la decisión de interpretar estos sucesos como metáforas del duelo y el trauma, o como una nueva realidad que la familia debe enfrentar. Con su fotografía evocadora y su banda sonora disonante, Starve Acre ofrece una experiencia de horror que combina el miedo directo con una atmósfera de inquietud persistente. El film se destaca por su capacidad para generar terror en la luz gris de una tarde del norte, en los rincones más comunes y despreciados de una casa. En definitiva, Starve Acre es una película de horror que desafía las convenciones y nos invita a explorar los rincones más oscuros de la obsesión y el folclore británico. (Internerdz.com)

  • Lapsis (Noah Hutton – 2020)

    Lapsis (Noah Hutton – 2020)

    En Lapsis la computación cuántica ha despegado y ahora está en todas partes, volviéndose algo normal en el día a día de cada ciudadano.

    • IMDb Rating: 6,2
    • RottenTomatoes: 95%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    La ciencia ficción, en concreto la especulativa que plantea un escenario paralelo al real que podría ser el nuestro, posee una capacidad discursiva de la que no es fácil escapar. Lapsis (Noah Hutton, 2020), igual que hiciera The Vast of Night (Andrew Patterson, 2019), se vale de los viejos códigos del cine distópico para plantear interesantes ideas de difícil exploración bajo otro escenario, en este caso sobre la conciencia de clase desde un punto de vista socioeconómico marxista que introduce en su baja ciencia ficción, de modo que todo se integra con facilidad en un filme multirreferencial y de potente simbología. Sus mejores ideas emanan directamente de lo real, de lo que existe y no depende de complicadas fórmulas éticas, y a través de un sistema de jerarquización de las alturas sociales —quizá un poco obvio y reduccionista, pero precisamente por ello bello en su simpleza— se eleva por encima del promedio al combinar unas inquietudes de lo más terrenales —los de arriba, las conspiraciones, la estafa sanitaria, la enfermedad profesional, el modelo del autónomo, la máquina como elemento instigador de competitividad insana— con un sentido de la narración cinematográfica naturalista alejado del efectismo visual.

    Su punto de partida es quizá uno de lo más originales que hemos visto en tiempo: la computación cuántica se ha asentado en el mundo, y modificó el modo de entender el trabajo, las relaciones e incluso las enfermedades. En estas circunstancias, surgen nuevos modelos de negocio que son utilizados por las grandes corporaciones para ganar más y más dinero en detrimento de un estrato social medio que acepta lo que le echen con tal de salir adelante. Y una de estas novedosas alternativas laborales es la de «cableador», un empleo que consiste en, valga la redundancia, cablear kilómetros de bosques para conectar unos enormes cubos metálicos que mantienen unido el mercado comercial cuántico, del que dependen cantidades insultantes de dinero y que vendría a ser como un Wall Street adaptado al planteamiento. Noah Hutton, un cineasta que promete gran cine y que bebe directamente de maestros modernos de la ciencia ficción como Alex Garland, juega unas cartas que esquivan las limitaciones de presupuesto de Lapsis al centrarse en las consecuencias de la revolución cuántica desde un punto de vista social y humano en una decisión formal muy acertada.

    Mientras comenta sobre la creación de nuevas patologías físicas que emanan directamente del avance indiscriminado y no calculado de la ciencia —esa fatiga crónica que es fácil aterrizar sobre la apatía que viene con los tiempos—, introduce pequeñas píldoras argumentales bajo la forma de la obligada contrapartida que siempre nace para responder a una problemática: los rebeldes contra los opresores, la clase trabajadora contra los empresarios. Aunque una vez analizado puede parecer que no hila con la suficiente sutileza, lo cierto es que no prescinde de una buena historia que funcione independientemente de su corpus teórico. Así recurre a potentes recursos fílmicos para materializar un espíritu de clase particularmente inspirado que, si bien responde a preguntas de formulación sencilla, puede presumir de tener bajo el ala un sistema expositivo que escapa del convencionalismo y una puesta en escena, si bien no transgresora, si reconocible y memorable.

    Al final, a la vez que se centra en sus personajes —grandes descubrimientos Dean Imperial y Madeline Wise— y les otorga motivaciones propias que los convierten en seres dolientes con su historia de vida detrás, mantiene el nivel prácticamente inalterable a lo largo de todo su metraje —salvo una pequeña bajada en el segundo acto—, y explica todo lo necesario para entrar en su realidad especulativa sin caer en la condescendencia típica de otras propuesta de ciencia ficción de mayor presupuesto. El tiempo que se toma para ir desarrollando su núcleo narrativo está combinado con la exposición de su arco argumental primario, y se permite recurrir a cuestiones tangenciales que, lejos de sentirse como un añadido de escasa profundidad, complementan su voz principal dotándola de más dimensiones. Lapsis es una victoria imperfecta, una ciencia ficción de autor que, aunque lejos de las mieles de la excelencia, tiene más camino recorrido que por recorrer. (David G. Miño – Cintilatio.com)

  • El Despertar de las Hormigas (Antonella Sudasassi Furniss – 2019)

    El Despertar de las Hormigas (Antonella Sudasassi Furniss – 2019)

    En El Despertar de las Hormigas Isa es modista y vive con su familia en un pequeño pueblo de Costa Rica. Su esposo Alcides desea que tengan un tercer hijo: un varón. Isa, sin embargo, no quiere otro embarazo. Quiere enfocarse en el trabajo y ya tiene más que suficiente en su vida con dos hijas. Hasta ahora, nunca ha cuestionado su papel dentro de la familia. Sin embargo, cuando se da cuenta de que Alcides no parece estar escuchando y persiste con su deseo de tener un tercer hijo, se da cuenta de que algo debe cambiar.

    Premio Cine y Educación en Valores en los Premios Platino 2020

    • IMDb Rating: 6,5
    • FilmAffinity: 6,4

    Película (Calidad 1080p)

     

    Con un escrupuloso trabajo sobre el sentido complejo de lo privado, El Despertar de las Hormigas se apropia de un cuerpo genealógico del cine que pasa por Chantal Akerman y su Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), algunos rasgos del cine de Lucrecia Martel, Naomi Kawase y otras directoras más que han logrado politizar los espacios domésticos al interior de los diferentes hogares, demostrando que en esos núcleos se juegan roles y posiciones pertenecientes a una estructura social más amplia. En esta ópera prima de la costarricense Antonella Sudasassi Furniss el personaje de Isabel (Daniela Valenciano) es por lo que hace. La definen sus acciones arduas y repetitivas; tareas y trabajos agotadores asumidos por el resto de familiares —en particular su esposo Alcides (Leynar Gomez)— como labores propias del ser mujer y madre: preparar la comida, limpiar la casa, encargarse de las dos hijas y, por si fuera poco, tener otro oficio —en este caso de sastre— para complementar el sustento económico familiar.

    El Despertar de las Hormigas está habitada por una multitud de detalles y personajes siempre en movimiento; un espacio descompuesto y fragmentado que transforma la casa en laberinto, y la constante convivencia familiar en un ejército de inquisidores siempre cuestionando a Isabel. En ese sentido, ella está completamente sola a pesar de constantemente estar cercada por personas que oscilan a su alrededor como planetas distanciados por las fuerzas gravitacionales. Estos entramados complejos de interacciones responden a la construcción de entornos vívidos —casi tangibles—, al grado que dan la sensación de, en cada instante, abrir una diversidad de instantes más. Se trata de un cine de gestos, silencios y miradas; también de tensiones que se materializan en las escenas oníricas de Isabel, llenas de una taxonomía de insectos muy vasta: moscas, hormigas, y una polilla que arremete en una secuencia notable golpeándose contra un foco mientras Alcides e Isabel tienen sexo; un desvío que parece menor pero que devela la capacidad del filme para cuestionar la constitución de cada hecho que se camufla de verdad. Los insectos terminan siendo muestra de la ansiedad y trascendencia de lo íntimo hacia lo ínfimo; a algo que nadie más que Isabel logra ver, pues está encarnado en una angustia silenciosa.

    Así, los planos son afectos y ritmo. No es un mensaje unidireccional sobre lo que es ser mujer, es más bien una puesta en vida encarnada y situada sobre el lugar de las mujeres en el mundo; un desdoblamiento de sus coordenadas sensibles, en el entendido de que la mayor potencia que puede otorgar el cine es un punto de vista que se filtra para socavar la realidad consensuada. No es necesario recurrir a personajes polarizados o extremos, Sudasassi halla en la sutileza una herramienta para desarmar los hilos de una opresión sofisticada, invisible y sustentada simbólicamente bajo las diversas relaciones humanas, espaciales y temporales. Igual que en las películas de Lucrecia Martel, se introduce un sistema de extrañamiento que desajusta lo asumido, aunque a diferencia de los cuerpos sosegados y horizontales de la clase media y media alta que residen en el cine de la realizadora argentina, en El despertar de las hormigas hay una dureza y constante actividad que anuncia las dobles o triples jornadas de trabajo que implica para una mujer el desentendimiento del padre, que es a fin de cuentas una explotación basada en el supuesto del amor.

    Incomprensiblemente, el final es una inversión total. Todo lo que se había esculpido en la mayor parte del metraje se derrumba con una ruptura que se somete a una cierta moral redentora, convirtiendo el problema de Isabel en uno individual antes que social o estructural. Como alguna vez temiera una destacada teórica feminista, «lo personal es político» tiene en El Despertar de las Hormigas una formulación distinta: lo personal en vez de lo político. Y ese punto de vista, lejos de interrogar las relaciones de poder, termina por reafirmarlas. El empoderamiento de Isabel se vuelve un perdón, una reconciliación que suaviza su opresión y hasta la acepta. La liberación da paso a la alienación, pues las batallas que se habían peleado en lo pequeño, contra la complejidad que supone la posición de Isabel, son resueltas de tajo en un cambio de rumbo que ella encabeza, mientras su entorno permanece inerte. Es tal vez la ratificación de «el cambio está uno mismo» como desarticulación de cualquier esfuerzo de resistencia y sublevación, por más diminuto que sea. A pesar de ello, el viaje resulta más astuto que el destino. Y sabemos, el horizonte sólo es un pretexto para seguir caminando. (Rafael Guilhem – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • MaXXXine (Ti West – 2024)

    MaXXXine (Ti West – 2024)

    En MaXXXine la sobreviviente de los sangrientos incidentes de X, continúa su viaje hacia la fama para ser actriz en el Los Ángeles de la década de 1980.

    • IMDb Rating: 6,7
    • RottenTomatoes: 78%

    Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en español)

     

    La década de los ochenta puede que hoy en día esté idealizada, pero quienes la vivimos, la recordamos como una época sórdida, colmada de violencia, cocaína, sexualidad reprimida y algo de buena música. Hay que recordar que también fue una década de muchas películas basura (los principales géneros eran las cintas descerebradas de acción y las horribles películas de terror de calidad dudosa, producidas por los grandes estudios y con una infinidad de secuelas, en donde actores como Kevin Bacon, Johnny Depp, John Travolta y Matthew McConaughey tuvieron sus primeras oportunidades).

    Ti West, quien en X mezcló la era dorada del gore con la era dorada del porno y que en Pearl fusionó la Era Dorada de Hollywood con el cine de terror de los años cincuenta y sesenta, ahora nos entrega en MaXXXine, tercera parte de su trilogía, ambientada en los años ochenta caracterizados por el cine porno y de venganza, los thrillers eróticos, el giallo y los slashers.

    Mia Goth, quien interpretó a la actriz porno Maxine y a la anciana desquiciada en X, y que luego encarnó la juventud de la anciana en la magnífica Pearl, ahora regresa como Maxine, esta vez dispuesta a hacer la transición de actriz porno a actriz mainstream. Pero a diferencia de Traci Lords, que lo hizo con Cry-Baby, la comedia irreverente de John Waters, nuestra Maxine va a intentar seguir los pasos de Marilyn Chambers, que pasó de ser la protagonista del “clásico” del porno Behind The Green Door a participar en Rabid, el clásico de culto del otrora maestro del horror David Cronenberg. Sin embargo, y de acuerdo con la misma Maxine, Chambers no es una actriz. En cambio, ella sí lo es. Curiosamente, esta es una cita parafraseada de la opinión que tenía Chaplin sobre Buster Keaton y, de hecho, tanto Keaton como Chambers son brutalmente referenciados en MaXXXine.

    La principal fuente de inspiración en X fue The Texas Chain Saw Massacre. La de Pearl fue Carrie. Ahora con MaXXXine, West regresa a Brian De Palma para inspirarse en Body Double, la cinta de 1984 sobre un actor de películas clase B (Craig Wasson), obsesionado por la actriz porno Holly Body (Melanie Griffith), que a su vez se inspiró en Rear Window de Hitchcock. Los afiches y la música de Frankie Goes To Hollywood dan cuenta de ello.

    Ahora bien, las tres películas además pueden pensarse como un gran homenaje a Hardcore, la cinta de Paul Schrader sobre un padre religioso en busca de una hija que sucumbió al mundo del porno duro; y a Psycho, el clásico de Hitchcock. Es por ello por lo que el Motel Bates está aquí presente, con Maxine haciendo el papel de un Norman reformado (como sucedió en Psycho 2) y Kevin Bacon, el actor del clásico ochentero Footloose, vestido de una forma muy similar al malogrado investigador privado Milton Arbogast.

    MaXXXine está ambientada en 1985, la época en la que la película y la banda sonora de St. Elmo’s Fire estaban en furor (como lo escuchamos de la voz de Casey Kasem, el presentador del mítico programa radial American Top 40). Pero también es la época de las estrellas porno del Betamax y el VHS como Ginger Lynn y la mencionada Lords, así como los tiempos del miedo al satanismo (encarnado en el Heavy Metal) y al Night Stalker, un asesino en serie real que aterrorizó la ciudad de Los Ángeles, agrediendo sexualmente a mujeres jóvenes.

    Hay que recordar que los asesinatos del “acechador nocturno” y la administración conservadora de la Era Reagan avivaron las protestas en contra de la violencia y la obscenidad en el cine, la televisión y la música, y revivieron la idea de una industria del entretenimiento satánica, monstruosa y desalmada que se remonta al Hollywood Babylon de Theda Bara, la “Vampiresa de Hollywood” y Elizabeth Short, la “Dalia Negra” (ambas referenciadas en la trilogía) y que en la actualidad tomó mucha fuerza debido al movimiento MeToo y a los escándalos sexuales de productores como Harvey Weinstein y estrellas como Armie Hammer. Todo esto hace parte de la trilogía de West, quien nos recuerda las enseñanzas del maestro George A. Romero sobre cómo el mejor cine de terror es el que va más allá del sobresalto para desarrollar un subtexto sociopolítico.

    Como si se tratara de la música de Prince, la trilogía Goth/West mantiene su interés en la dicotomía entre lo carnal y lo espiritual; y del mismo modo que las cuatro versiones de A Star is Born, esta trilogía nos habla de una forma cáustica sobre la obsesión de muchos por convertirse en una persona famosa.

    El prólogo de MaXXXine nos muestra un vídeo casero en el que una niña baila y su padre, un predicador, asegura mientras filma a su hija, que ella se convertirá en toda una estrella. “No aceptaré una vida que no merezco”, dice la niña Maxine, repitiendo lo mismo que alguna vez dijo Pearl, su antagonista en X. Luego veremos a Maxine, presentado una audición para la película de terror El Puritano 2, la supuesta secuela de una exitosa película sobre posesión demoníaca protagonizada por Molly Bennett (Lily Collins, la hija del cantante ochentero Phil Collins y la protagonista de Mirror Mirror, la cinta sobre Blancanieves en la que el Príncipe Encantado fuera interpretado por Armie Hammer). La secuela de El Puritano va a ser dirigida por Liz Bender (Elizabeth Debicki canalizando a Lars von Trier en versión femenina, el tiránico director danés con quien Goth trabajara en Nymphomaniac). Luego de dar una brillante audición, una de las productoras dice “muy bien, ahora ¿nos puedes mostrar tus pechos?”

    Dos de sus amigas del porno, Amber (Chloe Farnworth) y Tabby (Halsey), van rumbo a una fiesta organizada en las colinas de Hollywood organizada por un productor misterioso y desaparecen. Maxine recibe un video anónimo que puede afectar su carrera, ya que revela su oscuro pasado, y los detectives Williams (Michelle Monaghan) y Torres (Bobby Cannavale), la presionan para que comparta información, pero Maxine no quiere que un escándalo acabe con una carrera en el cine que hasta ahora se inicia. La química entre Cannavale y Monahan es maravillosa y un spin-off policíaco no estaría para nada mal.

    Cuando aparece John Labat, el sucio investigador privado encarnado por Bacon, Maxine se encarga ella misma del asunto usando unas llaves como manopla. Pero cuando regresa con sus chantajes, Maxine acude a su agente y abogado Teddy (un deliciosamente viperino Giancarlo Esposito) quien la va a ayudar a aplastar sus molestias. La fotografía de Eliot Rockett (colaborador constante de West) recrea a la perfección el sucio ambiente del Hollywood de la época. Esto bien podría ser Once upon a Time in Hollywood parte 2 (vale la pena recordar que West dirigió la secuela de Cabin Fever, el debut de Eli Roth, protegido de Tarantino, en una experiencia que detestó). La hábil edición de West con sus transiciones y pantallas divididas al estilo de De Palma y sus cambios de formato de vídeo a cine, ayudan muchísimo a la maravillosa experiencia inmersiva de esta cinta, que bien puede ser el equivalente de lo que hizo Edgar Wright con el Swinging London de los años sesenta en Last Night In Soho. Ni hablar del estupendo diseño de vestuario de Jason Kisvarday y Mari-An Ceo y la banda sonora con temas de ZZ Top, New Order, Animotion y Kim Carnes, junto con el score en sintetizador de Tyler Bates, que deriva de la música de John Carpenter y Goblin.

    Pero como sucedió con las dos cintas anteriores, en MaXXXine todo gira (y debe girar) en torno a la presencia magnética y poderosa de Mia Goth, quien nos deleita interpretando a una Final Girl más empoderada que Jamie Lee Curtis y muy cercana a la Ms. 45 de Abel Ferrara o a la tuerta de A Cruel Picture. Y su director lo sabe. Estamos hablando de un autor que destila cine por los poros y que sabe muy bien lo que está bien y lo que está mal en el Hollywood del pasado y el presente.

    West no ha descartado la posibilidad de una cuarta entrega. ¿Qué tal Maxine en el Hollywood del futuro? La idea es fascinante. (André Didyme-Dome – es.RollingStone.com.)

  • Cluny Brown (Ernst Lubitsch – 1946)

    Cluny Brown (Ernst Lubitsch – 1946)

    Cluny Brown una joven apasionada de la plomeria, es enviada por su tío a servir como criada en una rica mansión inglesa. La vida como sirvienta es dura, pero sus días los alegra un refugiado checo, invitado de los dueños de la mansión, que ha huido del nazismo. Ambos se identifican como «almas desplazadas», pero ella no quiere nada romántico con su agradable nuevo amigo.

    Mejor Actriz y Premio Rol de Composición en el Festival de Locarno 1946

    • IMDb Rating: 7,4
    • RottenTomatoes: 79%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Cuando Ernst Lubitsch murió, en su funeral alguien dijo: «Se acabó Lubitsch», a lo que el gran William Wyler replicó: «peor aún, se acabaron las películas de Lubitsch». Y es que el Séptimo Arte no hubiera sido el mismo de no haber existido este gran director, maestro de la sutileza que con un sólo plano era capaz de transmitir un montón de cosas. Maestro entre los maestros destacó sobre todo en la comedia, con títulos como Ninotchka o To Be or Not to be, pero sería injusto no hablar de sus aportaciones en el drama, como la impresionante Broken Lullaby, o en la mezcla de ambos géneros con Heaven Can Wait, para un servidor la mejor película de Lubitsch, con unos inconmensurables Don Ameche y Gene Tierney.

    Cluny Brown es la última película que dirigió al completo Lubitsch. Dos años después falleció en pleno rodaje de una nueva película, la cual fue terminada por el no menos grandioso Otto Preminger. La película cuenta la historia de una joven muchacha que es enviada por su tío a una imponente casa a servir como doncella. Ella es una chica muy alegre con enormes ganas de vivir y le será un poco difícil adaptarse a un ambiente tan distinguido. En dicho ambiente se debatirá entre el amor de un farmacéutico (un panoli de mucho cuidado) y un hombre europeo vividor y alegre que huye del nazismo. El inicio de Cluny Brown, en el que se nos presenta a los dos personajes principales, es sencillamente maravilloso. Con una habilidad impresionante para los diálogos asistimos a un encuentro de distintas formas de pensar y de vivir, tanto en el personaje masculino interpretado por Charles Boyer, como en el que interpreta Jennifer Jones. En medio de ellos, el anfitrión de una fiesta desesperado porque van a llegar sus invitados, y todo tiene que salir bien. Con dicha fiesta se acaba lo que sería el primer acto del film que se cierra con el que probblemente sea el mejor gag de la película. No diré nada más que un grupo de personas reunidas alrededor de un piano, mientras una de ellas toca y canta un tema, de repente…no, me lo callo, pero es absolutamente desternillante.

    Ahora que he nombrado a los actores, decir que Boyer está increíble en su papel, tremendamente irónico y divertido al mismo tiempo. En cambio, uno de los errores de la película es tener que aguantar durante todo su metraje a la insoportable de Jennifer Jones, que por culpa de estar casada con David O. Selznick consiguió un montón de papeles en el cine. A pesar de que su personaje es muy interesante, y desde luego es el eje central del relato, la actriz se pasa de rosca, y Lubitsch no consigue controlarla del todo.

    El resto de actores están por supuesto a la altura, y la labor de Lubitsch es encomiable, en cuanto a puesta en escena y manejo del tempo narrativo en una película que avanza a pasos agigantados, gracias a la fluidez de sus diálogos, los cuales están llenos de dobles sentidos como era habitual en el cine de su director. Por poner un ejemplo, todo lo relacionado con la obsesión de Cluny Brown por arreglar cañerías es una clara referencia sexual, con la cual Lubitsch se salta la censura de la época y se lo restrega por la cara durante toda la proyección, ya que es algo a lo que recurre en varias ocasiones. Incluída la resolución de cierta situación, en la que se permite criticar el puritanismo de ciertos repugnantes personajes, aunque dicha escena es más bien dramática.

    A pesar de la maestría de Lubitsch, no estamos ante una película perfecta. Para empezar, resulta un poco forzado el primer encuentro de los dos personajes principales. Al igual que la aparición de uno secundario que simplemente sirve para justificar la presencia del principal en un determinado lugar, personaje que aparece y desaparece a capricho propio. Y por útlimo, la resolución de la historia quizá sea demasiada precipitada y fácil.

    Aún así una buena película, que recupera en algunos momentos al mejor Lubitsch, y que cierra una de las más grandes filmografías que haya habido en el Cine. Billy Wilder siempre le profesó una gran respeto y le consideraba el más grande de todos. Quizá Dios tenía razón, pero elegir a esos niveles es algo muy, muy difícil, y que yo desde luego no pienso hacer. (Alberto Abuín – Espinof.com)

  • Club Zero (Jessica Hausner – 2023)

    Club Zero (Jessica Hausner – 2023)

    En Club Zero Miss Novak es una maestra que se une al equipo de una escuela de élite para dar clases de nutrición a jóvenes estudiantes. En poco tiempo, la maestra establece un estrecho vínculo con cinco de sus alumnos, sin que el resto de profesores se dé cuenta de lo que sucede. Hasta que todo da un inesperado giro muy peligroso.

    Mejor Música en los Premios del Cine Europeo 2023
    Mejor Banda Sonora Priginal en el Festival de Sitges 2023

    • IMDb Rating: 5,9
    • RottenTomatoes: 65%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Las últimas tres películas de la austríaca Jessica Hausner, incluyendo Club Zero, la más reciente, tuvieron su estreno mundial en las competencias más importantes del Festival de Cannes. De hecho, esta directora se ha convertido en un exponente clásico en la era moderna del festival. O al menos de una de sus búsquedas más visibles y sostenidas: la de un cine donde el impacto muchas veces importa más que las propias películas. Eso que alguna vez se llamó “épater le bourgeois”, pero que en el barrio se traducía como “espantar viejas copetudas”. Una tendencia que tiene su mayor emergente en la filmografía del cineasta sueco Ruben Östlund y su permanente pose de chico malo de clase alta.

    Como ocurre con el trabajo de Östlund, el de Hausner se apoya en un formalismo virtuoso que resulta tan admirable como abrumador. Pero, al mismo tiempo, ambos adolecen de logorrea, un exceso discursivo que parece obligarlos a poner en palabras aquello que la suma de las acciones ya dejó claro. Estas características son esenciales en el desarrollo de Club Zero, cuya historia transcurre dentro de una moderna escuela de élite, en algún lugar indeterminado de Europa. Una falta de especificidad que permite proyectar su fábula -en el sentido más moralista del término- sobre cualquier sociedad occidental, aun cuando el viejo continente resulte el escenario más apropiado.

    La señorita Novak es profesora de Alimentación Consciente, una materia extracurricular que se presenta como una herramienta para mejorar las habilidades nutricionales de los alumnos. La docente no tarda en generar un vínculo estrecho con algunos de ellos, que comienzan a seguir sus indicaciones con fanatismo dogmático, dejando en un lugar incómodo a aquellos que eligen un acercamiento más crítico a los contenidos propuestos. Esa configuración le permite a Hausner exponer, por vía de la sátira y el sarcasmo, la tendencia actual a cuestionar conocimientos científicos asentados, a partir de discursos pseudo científicos que promueven aberraciones lógicas, físicas o biológicas.

    “La gente se asusta cuando cuestionas su verdad”, dice la señorita Novak, interpretada con frialdad por la autraliana Mia Wasikowska, cuya amarillenta languidez resulta perfecta para el personaje. Apelando al espíritu de las paranoicas películas de sectas de los años ‘70, Hausner mete en la misma bolsa distintas clases de progresismo, ecologismo, anticapitalismo o luchas de clase para reírse de todo, en un menjunje crítico que se va volviendo más obvio cuanto más provocador. Incluso el puntilloso diseño estético que puede resultar admirable, apropiado para el relato, también se va tornando empalagoso a medida que la forma se impone al fondo. Como un círculo vicioso, Club Zero acaba quedando demasiado cerca de lo que critica. (Juan Pablo Cinelli – Página12.com.ar)

  • Black Bird (Dennis Lehane – 2022)

    Black Bird (Dennis Lehane – 2022)

    En Black Bird Jimmy Keene comienza a cumplir una condena de 10 años de prisión. En eso recibe una oferta increíble: si consigue una confesión del presunto asesino Larry Hall, Jimmy será liberado. Completar esa misión se convierte en el reto de su vida. Basada en hechos reales.

    Mejor Actor Secundario en los Globos de Oro 2022
    Mejor Actor de Reparto en Miniserie o Telefilm en los Premios Emmy 2022 2022
    Mejor Actor Secundario en los Critics Choice Awards 2022

    • IMDb Rating: 8,1
    • RottenTomatoes: 98%

    Temporada Completa / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    El género true crime especializado en asesinos seriales de mujeres quizás es uno de los más gastados y revisitados en la historia del policial. ¿Hace falta hacer más? ¿Cuántas diferencias se les puede encontrar a distintas historias que intentan encontrar un asesino de ese tipo, «meterse» en su cabeza o entender qué terribles eventos de su pasado lo movilizan? Black Bird podría ser una serie más de las tantas que utilizan estos arquetipos, pero no lo es. O no del todo. Y los motivos son varios. Por un lado, su búsqueda y su formato proponen un acercamiento diferente al género. Por otro, el creador de la serie y guionista principal es nada menos que el novelista Dennis Lehane (Shutter Island, Mystic River, Gone Baby Gone). Y, por último, porque posee una actuación consagratoria de Paul Walter Hauser como el supuesto criminal de indescifrable accionar.

    La serie tiene, sin embargo, algunos problemas que le impiden convertirse en la obra maestra que podría haber sido. Varios de esos inconvenientes tienen que ver con la (poca) credibilidad de algunas de las situaciones que se narran, pero aún admitiendo ese habitual punto flojo de muchas de estas series, a Black Bird la hace perder cierta fuerza su personaje principal –o la manera en la que Taron Egerton lo interpreta–, un tipo con el que cuesta conectar. Si bien se basa en un caso real y, debemos suponer, su caracterización está inspirada por la verdadera persona que atravesó esas circunstancias, hay algo excesivamente hueco y chato en la manera en la que se presenta al personaje. Y aún cuando el recorrido por la mente oscura del asesino lo modifique sustancialmente, sigue resultando un hueso duro de roer. O al menos yo casi nunca pude conectar con él.

    Si uno supera la apatía o incluso el fastidio que el personaje de Egerton puede despertarle, se encontrará con una muy buena serie. Es que una vez que el acusado por los crímenes aparece es como si todo alrededor suyo quedara fuera de foco. Tan centrífuga –calma, misteriosa, desesperante– es la actuación del intérprete de Richard Jewell que uno no puede quitarle los ojos de encima por más monstruoso, irritante o inocente pueda parecernos. Hay muchos elementos valiosos en la serie, pero es Hauser el que le da sentido a todo, el que hace que nos olvidemos de cualquier otro punto flojo que podamos notar.

    Egerton (Kingsman, Rocketman) pasó de encarnar a Elton John a hacer un personaje que parece la reencarnación de algún ídolo de matinée de los años ’50 (la historia transcurre en los ’90). Jimmy Keene es un tipo elegante y carilindo, de esos que son y se saben mirados por todos y todas. Y el tipo usa su carisma, su sonrisa, su musculatura y su «encanto» a cada paso. Es así como puede llevarse a su casa a cualquier mujer que se le ocurra. Y así es como empieza la serie, con Jimmy en plan galán. Pero cuando parece que su vida es casi perfecta, rápidamente vemos que la DEA rodea su casa, entra en ella y lo detiene por tráfico de drogas y posesión de armas. Sin muchas vueltas, Keene va a la cárcel por diez años.

    Aquí hay que hacer una breve pausa para decir que al padre de Jimmy lo interpreta el recién fallecido Ray Liotta. Y su actuación es conmovedora. Es difícil saber hasta qué punto nos emociona de manera superior a lo normal por saber que esta es una de sus actuaciones póstumas, pero lo cierto es que «Big Jim», como le dicen, hace mucho por humanizar a su hijo. Se trata de un policía retirado, torpe y con algunos problemas mentales que irán empeorando con el correr de los episodios, que sufre por la suerte de su hijo y quiere ayudarlo, pero cada vez que intenta hacerlo solo empeora las cosas.

    En paralelo vemos algo que sucedió unos años antes. Dos detectives del FBI (Sepideh Moafi y Greg Kinnear, primero por separado y luego juntos) están buscando al asesino de una chica adolescente. Su investigación da con un tal Larry Hall (Hauser), un extraño personaje que vive fascinado por la Guerra Civil norteamericana y usa una barba al estilo de las de esa época. Es un treintañero solitario, con sobrepeso, usualmente amable y en apariencia retraído; un hombre con evidentes problemas psicológicos que se irán desplegando con el correr de la trama. El tipo tiene la costumbre de confesar crímenes (lo hizo con otra chica), para luego arrepentirse y decir que sus confesiones fueron falsas, forzadas o bien, simplemente sueños muy vívidos. Su hermano mellizo –que no se le parece en nada– y los policías de su ciudad están convencidos que Larry lo único que busca es complacer a los otros, ser tenido en cuenta, llamar la atención y que es por eso que confiesa crímenes. Pero en realidad, dicen, es más bien algo así como «el tonto del pueblo» y es incapaz de matar una mosca. ¿Será cierto?

    Black Bird tendrá como eje un arreglo al que las autoridades llegan con Jimmy. Al tipo, que está encarcelado en una prisión normal, le ofrecen ir a una de máxima seguridad, para criminales peligrosos, en la que está detenido Larry esperando su apelación. Y la oferta es directa: si logra que el tipo confiese los crímenes de una manera contundente, le perdonarán su condena por completo. Como dicen en The Godfather: se trata de una oferta que no se puede rechazar. Y Jimmy, con el ego que tiene encima, se muda de cárcel a hacer ese trabajito que, le parece, será fácil. El problema extra que tiene es que nadie allí sabe que el tipo tiene esa secreta misión y lo tratan como un preso más, sin protección alguna, con los riesgos que eso puede implicar.

    Una vez que todos los procedimientos están en marcha –digamos, tras los dos primeros episodios–, la serie se dispone a contar lo que viene prometiendo desde el principio, algo que tiene mucho en común con Mindhunter: juntar a perseguidor y perseguido en una larga serie de encuentros y conversaciones y ver cómo «la mente del asesino» (o del supuesto asesino) perturba, complica o saca afuera los demonios del aparentemente cool, relajado e improvisado investigador. Y eso, claro, irá sucediendo. Lo mejor de la serie está ahí, cuando Jimmy empieza a perder la compostura a partir de ir dejándose llevar por la cabeza de Larry y la interpretación que hace de su relación con el afuera y, especialmente, con las mujeres.

    El tema de Black Bird –más allá de saber si Larry es o no el asesino de una, dos o veinte mujeres y si Jimmy sobrevivirá en esa cárcel– pasa por analizar ciertos comportamientos misóginos o violentos (de uno u otro modo), a través de los que el odio a las mujeres se manifiesta. El de Larry parece ser más claramente agresivo: si se acerca a una mujer y ella lo rechaza por su aspecto o su extrañeza, lo primero que se le cruza por la cabeza es asesinarla (si lo hace o no es otro tema). El de Jimmy es más complejo y más «tolerado» socialmente. Su fastidio con el género opuesto (ya verán los motivos) se manifiesta a través de la seducción, la conquista y el posterior abandono/desprecio. Y acaso la diferencia fundamental pasa porque él es «apuesto» y, si se acerca a una mujer, podrá o no ser aceptado pero raramente será rechazado de la manera brusca en la que se lo rechaza a Larry. Y tomar conciencia de esa cercanía con el aparente monstruo es, para Jimmy, una dolorosa revelación.

    Sobre el final (en el último de los seis episodios, sobre todo), una serie de inconsistencias narrativas y algunas malas decisiones actorales de Egerton (o del director) pondrán en peligro la delgada estabilidad de la serie, pero si uno no se pone demasiado mañoso con los detalles (la idea de que Jimmy no tenga siquiera una sola persona que conozca su secreta función dentro de la prisión es difícil de creer, especialmente cuando la situación se pone tensa), Black Bird nunca deja de ser una serie inteligente y compleja acerca de los miedos, traumas y obsesiones que nublan las acciones –y las vidas– de buena parte de eso que se da por llamar el género masculino. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)

  • Capricorn One (Peter Hyams – 1977)

    Capricorn One (Peter Hyams – 1977)

    En Capricorn One el mundo entero está presenciando el primer viaje tripulado a Marte sin saber que se trata, en realidad, de un simulacro. Los tres astronautas designados para la misión se ven obligados a participar en la farsa, porque sus familias están amenazadas. El fraude parece funcionar hasta que un técnico de la NASA se da cuenta de que está sucediendo algo extraño y, con la ayuda de un periodista amigo suyo, decide investigar…

    • IMDb Rating: 6,8
    • RottenTomatoes: 65%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Siempre he disfrutado del cine sobre teorías de la conspiración. Pero en las reales, aunque interesantes, siempre acaban dándome dolor de cabeza por discusiones inacabables. Sólo hay que coger una de los más llamativas y que siempre está ahí: el primer alunizaje a la Luna de 1969 del Apollo 11, y que Kubrick rodó. Con todo el respeto a los conspiranoicos, ¿vosotros veis a Kubrick rodando una escena así, con tan mala calidad, y con tan malos actores? Ésa es una de las tantas teorías sobre el viaje a la Luna, y ahí quedó esa espina (y sigue estando) sobre aquel increíble viaje. Nueve años más tarde, Peter Hyams dirigió su propia versión con ‘Capricornio Uno‘, aunque aquí sería un tipo de ficción que podría ser real.

    El director y guionista Peter Hyams se estrenó con el cine de ciencia-ficción (si hablamos por la premisa de la película) con Capricorn One. Un género con el que está muy cómodo, y que nos ha dejado grandes películas como Outland, 2010: The Year We Make Contact, Timecop o incluso The Relic.

    El primer borrador del guion surgió, como no, después que Hyams viera a Armstrong pisar la Luna. Se preguntó que cómo era posible que la única prueba que se tuvo de un evento tan importante, fuera sólo a través de la televisión. La otra mitad de la inspiración le vino cuando surgieron todas las teorías de conspiración sobre ese viaje. Tardó años en poder vender el proyecto, pero a raíz del escándalo Watergate, tuvo luz verde para hacer una película sobre un gobierno que engaña a su pueblo. Marketing gratuito.

    Capricorn One está dividida en dos historias. Por un lado tenemos la trama de los tres astronautas. Comienzan con el dilema moral de explicar, o no, lo que está ocurriendo. Pero después, cuando se dan cuenta que todo ha salido mal y que quieren callarles la boca, tienen que huir para salvar sus vidas. Este segundo tramo se convierte en casi película de aventuras y de supervivencia, con algunos momentos de angustia. Por otra parte tenemos la historia del periodista que sospecha que ocurre algo raro. Aquí estamos ante un interesante thriller de investigación y suspense, con buenas persecuciones y escenas de tensión. Ambas tramas se alternan muy bien entre ellas, consiguiendo un buen ritmo. Lo malo, que hay un par de momentos que los vi muy «Deux ex machina» poco creíbles. Y, sin entrar en spoilers, su escena final me sacó mucho de la película, rozando el ridículo en su ejecución.

    Aún así, su montaje, la fotografía, y su apartado técnico, nos ofrece buenos momentos. Destacando un enfrentamiento aéreo que, según expertos en aviación, fue una de las secuencias aéreas más peligrosas que se había rodado hasta entonces. Y no debemos la música de Jerry Goldsmith (Alien, Total Recall, L.A. Confidential), que tiene un leitmotiv genial, y también le añade tensión a muchos momentos.

    Capricorn One no cuenta sólo con un guion interesante, además está llena de buenos diálogos y personajes, que funcionan gracias a su gran reparto. Los tres astronautas están interpretados por James Brolin, Sam Waterston, y O.J. Simpson. Todos están correctos y cada vivirá su pequeña aventura de supervivencia. Aunque los mejores momentos los tienen los personajes de O.J. y James Brolin, que nos los harán pasar mal. Eso sí, alguno de Brolin no me lo creo para nada.

    Después como el Dr. Kelloway —el que monta todo este fraude—, está Hal Holbrook (All the President’s Men, The Fog, de Carpenter). Un científico que nos vende el rollo que todo lo hace por un bien común para la NASA, pero es un cabrito de cuidado.

    Elliott Gould (The Silent Partner, Ocean’s Eleven, y Bob & Carol & Ted & Alice, entre otras) hace un gran papel como el periodista que lleva el caso. También se jugará la vida por meterse donde no le llaman. Gran actuación como siempre, añadiendo hasta momentos cómicos que funcionan muy bien. Aunque un poco pillado por los pelos de como llega a la conclusión para empezar a investigar. A través de todos ellos vemos una conspiración que no sólo afe cta internamente al gobierno, si no como se usa los medios de comunicación, las mentiras, y todo el poder de un gobierno, para mantener el status quo y la imagen que se tiene de un país.

    Peter Hyams nos da una premisa interesante, muy bien dirigida, y acompañada de buenos actores. Tiene sus dosis de suspense y tensión, y con un ritmo muy bueno, alternando cine de aventuras y thriller de investigación. Lo malo que hay momentos en su guion muy forzados, y una escena final cercana al de un telefilm de Antena 3. Si os gusta el cine de conspiraciones gubernamentales y de investigación, thrillers de suspense, e incluso algo de aventuras, o creéis que nadie fue a la Luna, Capricorn One es vuestra película. (Deckard – LasCrónicasDeDeckard.com)

  • Eureka (Lisandro Alonso – 2023)

    Eureka (Lisandro Alonso – 2023)

    En Eureka Alaina está cansada de ser oficial de policía en la reserva de Pine Ridge y decide dejar de contestar su radio. Su sobrina Sadie pasa una larga noche esperándola, sin éxito. Herida, decide emprender su viaje con la ayuda de su abuelo: volará a través del tiempo y el espacio hasta Sudamérica, finalmente dejará de ver viejos westerns en blanco y negro que no la representan de ninguna manera, y todo se sentirá diferente cuando escucha los sueños de otras personas, las que viven en el bosque. Pero no habrá conclusiones definitivas…

    • IMDb Rating: 6,2
    • RottenTomatoes: 73%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    El tiempo es un invento de los hombres, solo el espacio es real. Esto es lo que, parafraseando, afirma uno de los personajes de Eureka, la última película de Lisandro Alonso. Pero es una afirmación engañosa, porque el espacio, aquí, tampoco es demasiado concreto. Tales personajes aparecen en uno u otro, aun separados por la lejanía u otra dimensión, según las necesidades simbólicas de la trama. No puede ser de otra manera cuando esta pretende ofrecer una visión espiritual, ajena a los límites de la cotidianeidad o la cronología de los acontecimientos, de la maldición de todo un pueblo, definido por la cultura, no por la geografía. Da la casualidad de que este pueblo es el indígena, por lo que curiosamente han coincidido en el mismo fin de semana de su presentación en Cannes dos filmes que ponen el foco en esta comunidad. El otro, cómo no, es el de Martin Scorsese. Evidentemente, no es una programación fortuita aunque, más allá de esta coincidencia esencial, en lo demás ambas películas no tienen nada que ver, precisamente porque son coherentes con las trayectorias de sus respectivos realizadores. La carrera de Alonso debe sus frutos al circuito alternativo, por lo esporádico y esotérico de sus propuestas, si bien esta última se mueve en un nivel mayor de ambición formal y material, destacando la apuntada disociación espacio temporal.

    Eureka está dividida en tres historias (aunque la primera y la tercera operan casi, respectivamente, a modo de prólogo y epílogo) en las que, de manera más o menos marcada, el protagonismo corresponde, como decíamos, a personajes de raza india. La primera de las tres es un western en blanco y negro donde Viggo Mortensen, que repite bajo la dirección del argentino después de Jauja, vuelve a interpretar a un hombre perdido en busca de su hija perdida. En este caso, como es obvio, el personaje no es indio, pero, en realidad, el mismo es literalmente una mera proyección de lo que otras personas ven. Por lo demás, para más señas, se trata de un diestro pistolero, que no duda en asesinar a sangre fría a todo aquel que se cruza en su camino, en el inhóspito pueblo al que llega. En cualquier caso, todos estos son daños colaterales, hasta una resolución truncada cuando advertimos que toda esta primera historia es también colateral de la principal. Esta siguiente se desarrolla ya en el presente, en una reserva indígena y con el protagonismo derivado ahora hacia otra clase de justiciero, de género femenino y profesión policiaca. Esta mujer lleva pacientemente a cabo su patrulla nocturna, mientras otra joven del lugar realiza misteriosas visitas. La última de ellas trasciende a la tercera parte del relato, en un plano ya claramente alegórico u onírico según el momento o la interpretación, que transcurre en el Amazonas de 1973.

    Cada una de estas tres historias, además de variar en personajes y localización, lo hacen en varios aspectos formales. En particular, su formato o relación de aspecto es distinto, más reducido cuanto más remota es la época retratada y, en el primer caso, con una justificación adicional que no procede anticipar, bastante brillante hay que reconocer. Pero esa primera parte, la más sugerente por ser la inicial y trabajada desde un punto de vista estético (aunque la última también es llamativa, incluso algo reminiscente del estilo de Apichatpong Weerasethakul), es demasiado corta, y lo que sigue no es tan interesante. Alonso, fiel a su estilo, renuncia a buena parte de la ortodoxia narrativa para elaborar una historia más difusa, más abstracta. Sin embargo, esa difusión o abstracción, que debería llevar al espectador a completar (gracias a la imagen o el sonido) la insuficiencia de la información directa que se pueda desplegar en la pantalla, aquí es completada por el propio cineasta, de forma contraproducente, al insistir en ciertos elementos, tanto estéticos como narrativos, que se vuelven entonces reiterativos. Dicho de otra manera, la ambigüedad de Eureka no es tan lograda cuando la misma se basa en pocos y constantes recursos, que como tales dejan de ser ambiguos. Puede que Alonso, en esta insistencia (evidente por ejemplo en el deambular de la policía o en el comportamiento de los indios de la última parte), nos quiera hablar del bucle sin salida que en su vida cotidiana (o no tan cotidiana) padecen todas estas personas. Pero lo cierto es que Eureka, tal como se puede visionar, no alcanza todo su potencial y hasta genera cierta desconexión, no solo en su intrigante y relativista idea del tiempo y el espacio. (Ignacio Navarro Mejía – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • Demons (Toshio Matsumoto – 1971)

    Demons (Toshio Matsumoto – 1971)

    En Demons un samurai ronin solo vive para poder consumar su sed de venganza contra aquellos que le despojaron de cuanto le rodeaba. Un estudio acerca de cómo la manipulación y los sentimientos interesados pueden llevar a un hombre a perder todo ideal.

    • IMDb Rating: 7,9
    • RottenTomatoes: 100%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    En el frío nocturno gotas de sudor adornan la aterradora expresión del ‹ronin›, en medio del silencio este descubre los cuerpos inertes de su pareja y su ayudante; esta visión no es un presente, no es el acontecimiento inmediato, y de lo mismo lo hace consciente su pareja al saludarlo. Así inicia una historia de muerte, del abandono de la fe, de la entrega a la sangre, a la catarsis vengativa.

    Una prostituta es el amor del ‹ronin›, pero su romance no peca de ideal (al menos al comienzo) pues la mirada del espadachín es crítica, cuestiona constantemente los afectos de la mujer y la hace a un lado cuando uno de sus camaradas así se lo pide. Ella se comporta como una figura ponzoñosa que endulza el oído con caricias, aunque las mismas no penetran con violencia definitiva en el protagonista. En estos primeros compases se fragua una estructura que recuerda al cine negro, pues ahí está la ‹femme fatale› que genera la realidad problemática y al mismo tiempo el decadente detective que más adelante emprenderá la cacería, aunque quizás más que la estructura sea la estética lo ‹noir› de Demons, porque esta es literalmente toda negra, toda oscura, como si estuviésemos siempre en el recinto de los animales nocturnos, estos que meditan en silencio dentro de los matorrales, moviéndose con lentitud, siendo ignorados por sus presas y, así mismo, la cinta va a un ritmo tranquilo, aguardando y reposando en cada uno de los bellos planos hasta que la muerte emerge con una violencia imparable, incontenible, insuperable. El corazón apuñalado del ‹ronin› deja salir un humor negro, perverso, que lo consume todo sin ningún reparo de misericordia, pues es la trampa de la prostituta (una traición que era previsible) la que lo lleva a abandonar cualquier reparo de moralidad que pudiese sostener.

    Es interesante como el escepticismo inicial del amor luego se traduce en una pasión desbordante, pues el corazón imposible de traicionar se vuelve frágil antes las dulces y “honestas” palabras de una confesión clandestina, es la promesa de amor eterno que prefiere la muerte antes que la distancia del ser amado la que convence al ‹ronin›. Después de esta fe despierta viene la traición, y aunque esta no amerite una reacción tan violenta es esencial también la idea del honor samurái en medio del sentido del deber del protagonista, porque los ideales también son una condena, y el rapto de la mujer (aunque sea consensuado) ha de cobrarse con sangre, pero multiplicada porque la venganza también es una forma de demostrar el poder, la superioridad, y lo que vale el meterse con un asesino.

    La segunda mitad de Demons es básicamente un festín de sangre en el cual la figura del demonio se revela, la actitud prudente del ‹ronin› cambia de forma radical por una perversa y devoradora, dispuesta a todo con tal de cumplir su cometido.

    Así se desenvuelve esta historia trágica llena de la belleza sombría del luto, que dejara al espectador envenenado, con un dolor agrio en el que todo queda vacío y libre de cualquier salvación. (Nelson Galvis – CineMaldito.com)